Por último tenemos a Herodías, que era hija de Aristóbulo, que a su vez era hijo de Herodes el Grande y de Mariam I. Como la macabea era Mariam I, podemos considerar a Herodías, nieta de Herodes el Grande, como macabea por su abuela. (El padre de Herodías, Aristóbulo, fue ejecutado por su propio padre, Herodes, en el 6 aC, cuando el viejo rey, enfermo y a punto de morir, se volvió paranoico y veía conspiraciones por todas partes en el seno de su compleja vida familiar.)
Herodías casó con Filipo, su medio tío, mientras Herodes Antipas lo hizo con la hija de Aretas, rey de los árabes nabateanos.
Al principio de su reinado, Herodes Antipas se cansó de su mujer y se separó de ella, tomando como segunda esposa a Herodías, que abandonó a Filipo. Herodías dejó así a un medio tío para ser de nuevo la esposa de otro medio tío.
Como consecuencia de ello, Aretas, que consideró el repudio de su hija como un insulto, declaró la guerra a Herodes Antipas y lo derrotó. Pero no logró nada con ello, salvo quizás aplacar su orgullo. Los romanos no podían permitir que las guerras locales se les escaparan de las manos; de modo que intervinieron devolviendo a Herodes Antipas su tetrarquía y su nueva mujer.
Juan el Bautista denunció enérgicamente el nuevo matrimonio, tachándole de incestuoso; no tanto porque Herodías fuese medio sobrina de Herodes Antipas, sino porque había sido su cuñada.
Herodes Antipas no aceptó la acusación ni devolvió a Herodías, sino que se mostró impaciente con Juan el Bautista. No le importaban las doctrinas teológicas de Juan —Judea era en aquellos días una tierra de continuas y complejas disputas teológicas—, pero sí se oponía a cualquier intromisión en su vida privada. Además, quizá sospechara cierta intencionalidad política tras la acusación y creyera que Juan estaba a sueldo de los nabateanos, tratando de aventar una rebelión interna que convendría a los propósitos de Aretas, aún resentido.
Por consiguiente, Juan fue encarcelado por Herodes en Macaerus (según Josefo), aldea fortificada junto a la frontera sur de Perea, al oriente del mar Muerto. Pero Herodes no se atrevió a dar el paso lógico de ejecutar a Juan para cerrar sus labios para siempre, porque temía la inquietud que aquello podía despertar entre los numerosos discípulos del Bautista. Por tanto, Juan permaneció en la cárcel durante un período de tiempo.
Mateo considera la vuelta de Jesús a Galilea como el cumplimiento de una profecía:
Mateo 4.14.
para que se cumpliese lo que anunció el profeta Isaías, que dice:
Mateo 4.15.
«¡Tierra de Zabulón y tierra de Neftalí, camino del mar, al otro lado del Jordán, Galilea de los gentiles!
Mateo 4.16.
El pueblo que habita en tinieblas vio una gran luz y para los que habitan en la región de mortales sombras una luz se levantó!».
La cita aparece del siguiente modo en el Antiguo Testamento:
Isaías 9.1.
Como al principio cubrió de oprobio a la tierra de Zabulón y de Neftalí, a lo último llenará de gloria el camino del mar y la otra ribera del Jordán, la Galilea de los gentiles.
[9]
Isaías 9.2.
El pueblo que andaba en tinieblas vio una luz grande. Sobre los que habitan en la tierra de sombras de muerte resplandeció una brillante luz.
Sin embargo, estos dos versículos de Isaías no son sucesivos. El primero (9.1) pertenece al texto del capítulo octavo, en el cual habla Isaías, no mucho antes, de la destrucción de Israel por las fuerzas asirias de Sargón. El segundo (9.2) representa un absoluto cambio de tema e incluso un giro de la prosa a la poesía. Inicia un cántico de coronación que quizá se escribiera originalmente para celebrar la unción de un nuevo rey, posiblemente de Sedecías (véase capítulo I, 14).
En la Biblia hebrea (y también en la nueva Biblia de Jerusalén), Isaías 9.1 se encuentra, con la referencia a Neftalí y Zabulón, en el último versículo del capítulo octavo (Isaías 8.23), mientras que el Isaías 9.2 inicia el noveno capítulo como Isaías 9.1.
Esta es con mucho la separación más lógica de los dos capítulos, y la sucesión de ambos versículos en el mismo capítulo sin duda se llevó a cabo por la influencia de su cita conjunta en Mateo, cuyo autor estaba deseoso de que la referencia a la luz en la oscuridad aludiese especialmente a Zabulón y Neftalí para así entregarse él a su afición por hacer que la mayor parte posible del ministerio de Jesús pareciera obedecer a profecías del Antiguo Testamento.
Cabría suponer que, al volver a Galilea, Jesús se dirigiese primero a su ciudad natal. Pero si lo hizo, sólo permaneció allí poco tiempo; es algo por lo que Mateo pasa a toda prisa:
Mateo 4.12. ...
se retiró a Galilea...
Mateo 4.13.
Dejando a Nazaret...
Mateo no dice si ocurrió algo en Nazaret durante ese tiempo, pero más adelante su evangelio narra los acontecimientos que se sucedieron durante una visita presumiblemente posterior a Nazaret. Esos mismos hechos vuelve a contarlos Lucas, afirmando que tuvieron lugar durante una visita a Nazaret poco antes de la iniciación de su ministerio, y es tentado preguntarse si no fue al principio
mismo
de esa etapa de su vida.
Siguiendo al «Jesús histórico», podemos suponer que, lleno del nuevo sentimiento de su misión, volvió a Nazaret para empezar a predicar allí:
Mateo 13.54.
y viniendo a su patria, les enseñaba en la sinagoga, de manera que, atónitos...
Pero no agradó a su auditorio. Lo recordaban como un niño que se había hecho hombre en su pueblo, y por lo visto tenía ahora la osadía de predicarles. Mateo cita las palabras de los oyentes, que preguntan resentidos:
Mateo 13.54. ...
¿De dónde le vienen a éste tal sabiduría...?
Mateo 13.55.
¿No es éste el hijo del carpintero? ¿Su madre no se llama María...?
Mateo 13.56. ...
¿De dónde, pues, le viene todo esto?
Aquí se menciona tanto al padre como a la madre de Jesús; pero su padre, José, nunca aparece como persona viviente en parte alguna del Nuevo Testamento salvo en relación con las historias sobre el nacimiento del Mesías. Por tanto, se supone que murió durante la adolescencia de Jesús.
Por estos versículos parece que José era carpintero, pero ¿y Jesús? Lucas, al contar el mismo incidente, hace preguntar al auditorio:
Lucas 4.22. ... ¿No
es éste el hijo de José?
No menciona la carpintería.
Por otro lado. Marcos, autor del evangelio más antiguo, recoge el incidente y hace que el público pregunte:
Marcos 6.3.
¿No es acaso el carpintero, hijo de María...?
Es posible, pues, que antes de ser bautizado por Juan y de su llamada al ministerio, el «Jesús histórico» fuese carpintero en Nazaret y que la gente de su pueblo se sintiera sumamente ofendida de que un trabajador corriente sin educación teológica (en aquellos días la gente corriente desconocía de manera notoria las complicaciones farisaicas de la Ley) se atreviera a erigirse en predicador. Y si mostraba conocimiento de la Ley tras haberla aprendido mediante inteligencia y aplicación, ello no alteraba el hecho de que, como un trabajador ordinario, debía sentarse entre el público para escuchar a sus «mayores».
Tanto Lucas como Mateo, que escribieron más adelante, cuando la figura de Jesús se hizo más grandiosa en la memoria de sus discípulos, pudieron sentirse reacios a subrayar la condición trabajadora de Jesús. Mateo hizo carpintero a José (aunque es muy posible que padre e hijo fueran los dos carpinteros; que Jesús fuera educado en el oficio de su padre), y Lucas pasó enteramente por alto la incómoda palabra.
En cualquier caso. Jesús mitiga su desengaño con un pensamiento similar a nuestro «Nadie es profeta en su tierra».
Mateo 13.57. ...
Sólo en su patria y en su casa es menospreciado el profeta.
Esta experiencia debió de mostrar a Jesús que si su misión había de tener éxito, tendría que ser en un sitio donde no le conocieran tan bien, para que la gente no se dejara influir por el carácter de su oficio anterior o por las circunstancias de su educación.
El incidente de Nazaret revela algo más sobre la familia de Jesús. El auditorio subraya irónicamente los nombres de los parientes de Jesús para probar que no están equivocados, que aquel predicador advenedizo es verdaderamente el humilde carpintero que conocen, y no algún visitante ilustre. No sólo mencionan a su padre y a su madre, sino también a sus hermanos y hermanas.
Mateo 13.55. ¿No
es éste el hijo del carpintero? ¿Su madre no se llama María, y sus hermanos Santiago y José, Simón y Judas?
Mateo 13.56.
Sus hermanas, ¿no están todas entre nosotros?
Si se interpretan estos versículos de la manera más simple posible, se llega a la conclusión de que el «Jesús histórico» era miembro de una familia numerosa, y de que José y María tuvieron cinco hijos y varias hijas.
Aunque se acepte la historia de Mateo sobre el nacimiento virginal de Jesús, esa posibilidad no queda eliminada. Dice:
Mateo 1.25.
No la conoció (José a María) hasta que dio a luz un hijo, y le puso por nombre Jesús.
Aun cuando María permaneciera virgen hasta el nacimiento de Jesús, en este versículo no hay nada que nos obligue a creer que José no tuviera relaciones con María
después
del natalicio y que no diese a luz una serie de hijos de manera normal, que entonces serían hermanos y hermanas menores de Jesús. Incluso podría argumentarse que un hijo «primogénito» implica al menos un segundo y tal vez más. Si María no hubiese tenido más hijos, habría sido fácil decir que era «hijo único» o el «único varón».
Esta descripción de vida hogareña normal, de María como madre de familia numerosa, de Jesús y de cuatro hermanos y varias hermanas menores, es, no obstante, inaceptable para muchos cristianos que creen firmemente en la tradición de la virginidad perpetua de María, y se han presentado razones para que las palabras aparentemente claras del versículo signifiquen otra cosa de lo que parecen.
Una teoría es que los individuos aludidos como hermanos y hermanas de Jesús eran, en realidad, hijos de José de un matrimonio anterior, y no de María. En ese caso Jesús tendría hermanastros y hermanastras. A esto se opone el hecho de que en ninguna parte de la Biblia se alude a tal matrimonio anterior de José.
Otra teoría más sostenible es que no eran sus hermanos, sino parientes de otra clase; primos, digamos. Efectivamente, la palabra «hermano» se utiliza en ocasiones en la Biblia con el sentido de «pariente». Así, Lot es sobrino de Abraham, pero:
Génesis 13.8.
Dijo, pues Abram
(Abraham)
a Lot: «Que no haya contienda entre los dos..., pues somos hermanos».
Y Jacob también es sobrino de Labán, pero:
Génesis 29.15.
...le dijo Labán
(a Jacob)
: «¿Acaso porque eres hermano mío vas a servirme de balde?...
Sin embargo, en tales casos se suele dar la suficiente documentación genealógica para que sea posible discernir el parentesco de los individuos aludidos. No ocurre lo mismo en el caso de los hermanos de Jesús, y los que convienen en un parentesco más lejano deben recurrir a pruebas indirectas.
Así, Mateo habla de mujeres que presencian la crucifixión:
Mateo 27.56.
entre ellas María Magdalena y María la madre de Santiago y José...
Los nombres se repiten con frecuencia de familia a familia, pero aquí tenemos un Santiago y un José que son hijos de María. ¿Podría tratarse de los Santiago y José mencionados como hermanos de Jesús, junto con Simón y Judas, a los que no se alude ahora? Si es así, deben ser hijos de otra María, porque si esta María también era madre de Jesús, Mateo no habría dejado de mencionarlo. En ese caso, ¿quién era esa otra María?
En un versículo análogo del evangelio de San Juan, hallamos:
Juan 19.25.
Estaban junto a la cruz de Jesús su madre y la hermana de su madre, María la de Cleofás...
¿Podría ser que los hermanos mencionados en Mateo 13.55 sean hijos de la tía de Jesús, María, y no de su madre María, por lo que entonces serían sus primos carnales?
Sin embargo, muchos eruditos modernos no buscan explicaciones tortuosas, sino que aceptan a María, madre de Jesús, como madre también de los otros. Desde luego, si seguimos al «Jesús histórico», para quien no cuenta la historia del nacimiento virginal, no hay razón para cuestionar el hecho de que tuviera verdaderos hermanos y hermanas.
Al salir de Nazaret, Jesús se dirige a otra ciudad mayor de Galilea, donde esperaría más éxito que en su pequeño pueblo natal:
Mateo 4.13.
Dejando a Nazaret, se fue
(Jesús)
a morar a Cafarnaúm, ciudad situada a orillas del mar...
Cafarnaúm está a unos treinta y tres kilómetros al nordeste de Nazaret, y en tiempo de Jesús era una ciudad importante con guarnición romana, una oficina de recaudación de impuestos y una sinagoga de considerables dimensiones. Su nombre hebreo era «Ka-Pharnahum» («pueblo de Nahum»), que en griego se convirtió en Kapharnaoum, y en Cafarnaúm en español.
Pese a la fama de esta ciudad como lugar donde predicó Jesús, terminó por desaparecer, y en tiempos modernos hasta hubo una polémica sobre su emplazamiento.
Estaba «a orillas del mar», pero eso no implica que se trate del Mediterráneo, tal como podía pensarse, sino en el lago interior de agua dulce que se halla al este de Galilea, junto al curso alto del río Jordán.
El lago tiene forma de pera con el extremo ancho al norte. No es grande, sólo mide veintiún kilómetros de largo por doce de ancho como máximo. Su superficie sólo tiene un área de ciento cuatro kilómetros cuadrados (tres veces mayor que la isla de Manhattan).
Ha tenido diversos nombres, tomados todos de las ciudades o distritos asentados a su orilla occidental. Por ejemplo, cerca de su extremo sur había en tiempos muy antiguos una ciudad llamada Queneret. Se menciona en los anales de Tutmosis III (v. cap. I, 2), el rey conquistador de Egipto, mucho antes del Éxodo. La ciudad dio su nombre al lago y a la orilla occidental.
Apenas se le menciona en el Antiguo Testamento, pues en Israel y Judá los centros de población y de poder quedaban bastante al sur. Cuando se alude a él, suele ser como referencia a una delimitación fronteriza,