Guía de la Biblia. Nuevo Testamento (17 page)

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Authors: Isaac Asimov

Tags: #Histórico

BOOK: Guía de la Biblia. Nuevo Testamento
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Continúa Mateo con la descripción de la ciudad galilea a donde José llevó a su familia.

Mateo 2.23.
yendo a habitar en una ciudad llamada Nazaret...

El Antiguo Testamento no menciona a Nazaret, ciudad al sur de Galilea. La ciudad moderna que suele identificarse con Nazaret se encuentra a medio camino entre el mar Mediterráneo y la costa sur del mar de Galilea, a unos treinta kilómetros de cada uno. Está a unos ciento treinta kilómetros al norte de Belén. En la actualidad, su población alcanza los veintiséis mil habitantes.
[5]
Forma parte del actual Estado de Israel, aunque la mayoría de sus habitantes son cristianos.

Mateo prosigue explicando la llegada de José y su familia a Nazaret en términos de una profecía del Antiguo Testamento:

Mateo 2.23. ...
para que se cumpliese lo dicho por los profetas, que sería llamado Nazareno.

No se sabe qué cita podría tener Mateo en la cabeza. Desde luego, el Antiguo Testamento no se refiere en lugar alguno al Mesías como Nazareno en el sentido de que viviría en Nazaret.

Es posible que Mateo se confunda con nazareo (v. cap. I, 7), y que se refiera al pasaje en que un ángel advierte a la madre de Sansón de la concepción de un hijo que cumpliría los designios de Dios. Dice el ángel:

Jueces 13.5.
...será nazareo de Dios el niño desde el vientre de su madre y será el primero que librará a Israel de la mano de los filisteos.

Otra posibilidad es que Mateo se refiera a la costumbre de llamar al Mesías el «Vástago», es decir, el nuevo y floreciente brote del agostado tronco del linaje davídico. Aparece por primera vez en Isaías:

Isaías 11.1. Y
brotará un retoño del tronco de Jesé y retoñará de sus raíces un vástago.

En consecuencia, el profeta empezará a hablar del «Vástago» como vía encubierta de referirse al Mesías, pues una mención clara habría sido interpretada como traición. Cuando Zacarías habla del Mesías, dice:

Zacarías 6.12. ...
He aquí que... es «Germen»...
[6]

La palabra hebrea que en este caso significa «Germen»
[7]
es «netzer», y Mateo quizá viese en ella cierta semejanza con «nazareno».

En cualquier caso, ya confunda Mateo nazareno con nazareo, o nazareno con netzer, en el mejor de los casos incurre en un juego de palabras, y no se refiere a profecía alguna que hable del Mesías como habitante de Nazaret.

Juan el Bautista

Mateo pasa seguidamente de las leyendas sobre el nacimiento e infancia de Jesús a su actividad adulta y a lo que parece ser, en éste y los demás evangelios sinópticos, el año último de su vida. Mateo no fecha ese año final. Se limita a precisar que:

Mateo 3.1.
En aquellos días se presentó Juan el Bautista, predicando en el desierto de Judea,

En el Evangelio de San Lucas hay una nota cronológica más precisa (que discutiremos a su debido tiempo, v. cap. 7) que sugiere la fecha del 29 dC, momento en que Jesús debía tener al menos treinta y tres años, muy probablemente treinta y cinco y quizá más.

Juan el Bautista es el primero de varios personajes llamados Juan en el Nuevo Testamento. Jojanán representa con mayor exactitud la versión hebrea de tal nombre, y en esa forma aparece en el Antiguo Testamento. El hijo mayor de Josías se llamaba Jojanán, igual que el mayor de los cinco hermanos Macabeos.

La versión griega de Jojanán es Ioannes, lo que finalmente dio Juan en español.

Puede considerarse a Juan el Bautista como el último profeta hebreo de la vieja escuela. Al igual que los profetas del Antiguo Testamento, mantenía que el día del Señor se acercaba y que el establecimiento definitivo del mundo ideal era inminente. La esencia de sus prédicas era:

Mateo 3.2. ...
Arrepentíos, porque el reino de los cielos está cerca.

«Reino de los cielos» significa «reino de Dios»; Mateo sustituye los términos porque compartía el creciente escrúpulo de los judíos de la época de no utilizar el nombre divino. Fuera de Mateo, la expresión «reino de Dios» se usa libremente en el Nuevo Testamento.

Además, el establecimiento del reino de Dios será precedido por un aventamiento para separar el bien del mal, los justos de los pecadores, tal como también prometieron los profetas primitivos:

Mateo 3.11. ...
en pos de mí viene otro más fuerte que yo...

Mateo 3.12.
...limpiará su era y recogerá su trigo en el granero, pero quemara la paja en fuego inextinguible.

Aquellos que llegaban arrepentidos a Juan, eran bautizados; es decir, sumergidos en el agua («bautizar» se deriva de un término griego que significa «sumergir en agua») para quedar simbólicamente limpios de pecado y prepararse para la nueva situación.

El bautismo no era un rito prominente en la práctica judaica. Ezequiel habla del empleo simbólico del agua para limpiar a los judíos tras la profanación del exilio y el contacto con costumbres paganas:

Ezequiel 36.24.
Yo os tomaré de entre las gentes ... y os conduciré a vuestra tierra.

Ezequiel 36.25.
Y os aspergeré con aguas puras y os purificaré de todas vuestras impurezas...

Ezequiel 36.26.
Os daré un corazón nuevo y pondré en vosotros un espíritu nuevo...

Y eso es lo que Juan el Bautista proclamaba mediante el rito bautismal. Utilizaba el agua del Jordán, y cabría preguntarse si no estaría influenciado por las palabras de Eliseo al leproso sirio Namán (v. cap. I, 12):

2 Reyes 5.10. ...
«Ve y lávate ... en el Jordán ... y quedarás puro».

No obstante, sea cual fuere la utilización que dan los judíos al bautismo, la circuncisión sigue siendo el rito iniciador que señala la entrada de los gentiles en la hermandad del judaísmo. En la liturgia cristiana, debido en parte a la obra de Juan el Bautista, el bautismo sustituye a la circuncisión como ritual iniciatorio.

Elías

Por las palabras que cita Mateo de las enseñanzas del Bautista, podría suponerse que Juan esperaba la llegada inminente de la furia divina en forma de un rey guerrero y celestial y que se aproximaba el último capítulo de la historia del mundo. Sin embargo, en la tradición cristiana el precursor de Jesús, es un mesías que no encajaba en absoluto con las figuraciones de los judíos nacionalistas.

De manera característica. Mateo interpreta la función del Bautista en términos de un versículo del Antiguo Testamento:

Mateo 3.3.
Este es
(Juan)
aquel de quien habló el profeta Isaías cuando dijo: «Voz del que clama en el desierto: Preparad el camino del Señor, haced rectas sus sendas»

Este versículo procede del principio mismo de las sentencias del Segundo Isaías (v. cap. I, 23):

Isaías 40.3.
Una voz grita: Abrid camino a Yahvé en el desierto, enderezad en la estepa una calzada a vuestro Dios.

En vista de su posición, es posible interpretar este versículo como una referencia del Segundo Isaías a sí mismo, casi como título a sus escritos. Según esto, el versículo podría representar algo así: «Sentencias de un Profeta que clamó en el desierto». Sin embargo, no hay duda de que, aun cuando fuera ése el significado primario del versículo, bien podría aplicarse a un futuro precursor del Mesías.

Desde luego, Juan el Bautista se veía a sí mismo como precursor del Mesías, e incluso comprendió exactamente el papel que estaba desempeñando, pues parece tomar deliberadamente como modelo a Elías:

Mateo 3.4.
Juan iba vestido de pelo de camello, llevaba un cinturón de cuero a la cintura, y se alimentaba de langostas y miel silvestre.

Compárese con la descripción que de Elías hace el Antiguo Testamento:

2 Reyes 1.8.
«Era un hombre vestido de pieles y con un cinturón de cuero a la cintura».

La dieta ascética que Juan encontraba en el desierto (la misma que, con mucho ayuno, imponía a sus discípulos) recuerda la época que Elías permaneció en la estepa, comiendo únicamente lo que por milagro le traían los cuervos:

1 Reyes 17.6.
Los cuervos le llevaban por la mañana pan y carne, y ... por la tarde, y bebía del torrente;

La nueva representación de Elías no carecía de sentido. En el pensamiento mesiánico de los judíos surgió más tarde la idea de que Elías volvería a la tierra como precursor del Mesías. Efectivamente, el pasaje final del último libro profético de la Biblia hace la siguiente declaración:

Malaquías 4.5.
He aquí que yo enviaré a Elías el profeta antes que venga el día de Yahvé, grande y terrible

En las versiones cristianas de la Biblia, Malaquías es el último libro del Antiguo Testamento, y hay una especie de orden lógico en el hecho de que el último libro del Antiguo Testamento concluya con la promesa de Elías y que el primer libro del Nuevo Testamento empiece con un profeta que toma como modelo a Elías.

Más adelante, Mateo cita unas palabras de Jesús que confirman dicha identificación de Juan el Bautista con Elías:

Mateo 17.12.
Sin embargo, yo os digo: Elías ha venido ya, y no le reconocieron...

Mateo 17.13.
Entonces entendieron los discípulos que les hablaba de Juan el Bautista.

Fariseos y saduceos

Las enseñanzas de Juan se hicieron famosas; era lo que hoy llamaríamos un gran predicador. El hecho de su popularidad no sólo se apoya en testimonios bíblicos, sino en el de Josefo, que menciona con aprobación a Juan el Bautista.

Y tampoco era la vulgar multitud anónima la que iba a bautizarse. También acudían algunos dirigentes del pensamiento religioso de la época; quizá sinceramente, tal vez por curiosidad o por ambas cosas.

Mateo 3.7. ...
viera
(Juan el Bautista)
a muchos fariseos y saduceos venir a su bautismo...

Los fariseos y los saduceos son dos sectas religiosas judías de la época; sectas que tuvieron su origen en los padecimientos de la persecución seléucida y de la rebelión macabea.

Había judíos con simpatías hacia el helenismo que no tomaron parte en la rebelión y que incluso combatieron en el bando de los seléucidas contra los macabeos (v. cap. 3).

Incluso después del triunfo de la revuelta había muchos judíos que se sentían atraídos hacia el helenismo y se mostraban reacios a la expansión de la liturgia judía y a que la vida en Judea fuese cada vez más diferente de la del resto del mundo.

Naturalmente, éstos procedían de las clases privilegiadas. Tenían más posibilidades de acceder al conocimiento del griego y de la cultura helénica. En especial (y casi de manera paradójica) se incluían entre ellos los sumos sacerdotes v sus círculos. Efectivamente, ese grupo se denominaba «Zadokim», posiblemente por derivación de Sadoc (Zadok), el primer sumo sacerdote del Templo de Salomón. El término Zadokim se convirtió en Saddoukaioi en griego y en saduceos en español.

Los saduceos sólo aceptaban la ley escrita (no había manera de evitarlo), y rechazaban todos los adornos que la tradición y la costumbre añadieron en los siglos posteriores al Exilio. Se negaban a aceptar las creencias y leyendas sobre ángeles, espíritus y demonios que se habían difundido en las épocas persa y griega; tampoco admitían las doctrinas de resurrección y de una vida de recompensa y castigo más allá de la muerte.

A los lectores modernos les resulta extraño que en época romana existiese una importante secta judía que rechazaba la resurrección, pero tal doctrina surgió efectivamente más tarde. En el Antiguo Testamento sólo aparecen referencias a ella en pasajes muy tardíos. La más clara se presenta al final de Daniel, casi el último libro que se incluyó en el canon:

Daniel 12.2.
Las muchedumbres de los que duermen en el polvo de la tierra se despertarán, unos para la eterna vida, otros para eterna vergüenza y confusión.

Durante la rebelión macabea, frente a estos partidarios de la helenización estaban los asideos o, en hebreo, Hasifim (v. cap. 3), palabra que significa «los piadosos». Se trataba de legos y campesinos que rechazaban totalmente el helenismo y se apegaban a una pintoresca variedad de judaísmo en la que habían brotado toda suerte de tradiciones. (Esto no es un fenómeno desacostumbrado. Compárese actualmente el refinado cristianismo de los ministros de importantes congregaciones urbanas y la manera en que aceptan la ciencia moderna y el pensamiento contemporáneo, con el fervor y el tradicionalismo de aquellos que adoptan la «religión de siempre» en lo que se ha denominado «cinturón bíblico»)
[8]

Tras el triunfo de la rebelión, los asideos se escindieron en dos bandos. El más pequeño, que nunca llegó a alcanzar más de unos miles de afiliados, eran los esenios. Este nombre es de derivación desconocida, pero a veces es referido a una palabra hebrea que significa «sanadores». Vivían en comunidades aisladas, practicando el celibato y el ascetismo, de manera semejante a los monjes cristianos. El Nuevo Testamento no los menciona, pero los eruditos especulan con la posibilidad de que Juan el Bautista estuviera influenciado por el pensamiento esenio. Los grupos principales de esenios se concentraron en la costa noroeste del mar Muerto, y los «manuscritos del mar Muerto», recientemente descubiertos, parecen ser restos de una comunidad de tipo esenio.

El bando más numeroso de asideos se orientó hacia un pietismo más mundano, menos apartado de la sociedad, que les permitía tomar parte activa en los acontecimientos políticos de la época. Se denominaban «Perishaiya», que en arameo significa «los separados». Como la palabra «santo» incluye la idea de estar apartado de las cosas mundanas y consagrado a Dios, el llamarse «separados» no quedaba lejos de denominarse «santos». Ello implica una nota de presunción y autocomplacencia que tal vez fuese la faceta menos atractiva de ese grupo. La palabra «perishaiya» se convirtió en «pharisaios» en griego, y en «fariseos» en español.

Los fariseos no sólo aceptaron la Ley escrita, sino también las tradiciones orales que habían surgido en torno a ella. Tendían a unas costumbres más suaves que las saduceas, porque la tradición oral suele ablandar la dura letra de la ley mosaica.

En realidad, las enseñanzas fariseas mejores recuerdan mucho a las del Nuevo Testamento. El maestro judío Hillel, que murió hacia el 10 dC y predicaba una religión de bondad y amor, representa una especie de paralelo judío con las doctrinas de Jesús. Y además, Hillel era supuestamente de linaje davídico. Sin embargo, no existen milagros asociados con el nombre de Hillel, ni tampoco él (ni nadie en su favor) hizo proclamaciones de mesianismo.

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