Guía de la Biblia. Nuevo Testamento (22 page)

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Authors: Isaac Asimov

Tags: #Histórico

BOOK: Guía de la Biblia. Nuevo Testamento
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Ese enfoque de las enseñanzas de Jesús —tal como lo manifiesta Mateo— también se manifiesta cuando el Maestro envía a sus discípulos a divulgar tal doctrina. Éstos reciben instrucciones precisas:

Mateo 10.5. ...
los envió Jesús, haciéndoles ... recomendaciones: No vayáis a los gentiles ni penetréis en ciudad de samaritanos,

Mateo 10.6.
id más bien a las ovejas perdidas de la casa de Israel.

El centurión

Sin embargo, Mateo no puede presentar la situación con demasiada intolerancia. En la época en que se escribió el evangelio, estaba muy claro que la mayoría de los judíos rechazaban de plano el mesianismo de Jesús y que jamás lo admitirían, mientras que una cantidad sorprendente de gentiles pedían conversión. El cristianismo no podía cerrar las puertas a los gentiles; si lo hacía, moriría. Hasta Mateo lo comprendió.

Por consiguiente, indica que los gentiles tienen permitida la entrada, aunque debe notarse que a veces lo hace bastante a regañadientes. Así, piénsese en el caso de la mujer cananea que se acerca a Jesús con la súplica de que sane a su hija, y a la que se responde que el alimento de los niños no debe echarse a los perros. Ella acepta sumisamente la analogía:

Mateo 15.27.
Mas ella dijo: Cierto, Señor, pero también los perrillos
[22]
comen de las migajas que caen de la mesa de sus señores.

Y Jesús reconoce la justicia de la observación (casi podría considerarse como un suave reproche) curando a la hija de la mujer.

Según la actitud de Mateo en este caso, parecería que los gentiles son admitidos si entran con humildad, con plena conciencia de su posición inferior.

Un talante menos remiso se muestra en un episodio relacionado con Jesús inmediatamente después del Sermón de la montaña, en el que no sólo se acepta a los gentiles, sino que se previene a los judíos intransigentes.

Mateo 8.5.
Entrando en Cafarnaúm, se le acercó un centurión, suplicándole

Mateo 8.6.
y diciéndole: Señor, mi siervo yace en casa paralitico...

Un centurión era un jefe que mandaba cien hombres; la palabra se deriva del latín «centum», que significa «cien hombres». Sería el equivalente a un suboficial en nuestro ejército. No está claro si este centurión formaba efectivamente parte del ejército romano de ocupación, o si pertenecía a las fuerzas de Herodes Antipas. En cualquier caso, no era judío.

El centurión suplica a Jesús que no se moleste en acudir personalmente, sino que pronuncie desde lejos la palabra sanadora.

Jesús hace lo que pide el centurión, diciendo:

Mateo 8.10. ...
en nadie de Israel he hallado tanta fe.

Mateo 8.11.
Os digo, pues, que del oriente y del occidente vendrán y se sentarán a la mesa de Abraham, Isaac y Jacob en el reino de los cielos,

Mateo 8.12.
mientras que los judíos del reino serán arrojados a las tinieblas exteriores...

Mateo considera que los milagros curativos de Jesús cumplen una profecía del Antiguo Testamento:

Mateo 8.17.
para que se cumpliese lo dicho por el profeta Isaías, que dice: «Él tomó nuestras enfermedades y cargó con nuestras dolencias».

Esto se deriva de un versículo del Segundo Isaías donde el profeta describe los sufrimientos del siervo
[23]
(v. cap. I, 23):

Isaías. 53.4.
... fue él ciertamente quien soportó nuestros sufrimientos y cargó con nuestros dolores...

El Hijo del hombre

Los evangelios sinópticos describen las precauciones que toma Jesús durante la primera parte de su ministerio para no levantar sospechas entre las autoridades con respecto a su condición mesiánica. Tanto los dirigentes religiosos como los seglares atacarían rápidamente a los que, según ellos, proclamaran falsamente que eran el Mesías, porque podían incitar a la revuelta y causar mucho daño.

Aunque el propio Jesús fuese discreto, su fama creciente podría dar pie a sus seguidores para que le proclamaran Mesías de manera poco prudente, y según parece eso es lo que deseaba evitar. Por tanto, se indica que prefería que no se diera demasiada publicidad a sus milagros. Así, tras curar a un leproso:

Mateo 8.4. ...
Jesús le advirtió: Mira, no lo digas a nadie, sino ve a mostrarte al sacerdote y ofrece la ofrenda que Moisés mandó.

En otras palabras, el leproso curado tiene que declararse ritualmente puro según el proceder mosaico, pero no debe decir cómo lo ha logrado. Jesús muestra la misma discreción con respecto a sí mismo. De ese modo, cuando un escriba se ofrece para convertirse en su discípulo. Jesús señala las dificultades que ello entraña:

Mateo 8.20.
Díjole Jesús: Las raposas tienen cuevas, y las aves del cielo, nidos, pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza.

La expresión «Hijo del hombre» es una manera corriente de decir «hombre». Se utiliza con frecuencia en el libro de Ezequiel, cuando se citan las palabras de Dios al profeta:

Ezequiel 2.1.
Y me dijo
(Dios):
Hijo de hombre, ponte en pie, que voy a hablarte.

La frase parece subrayar la inferioridad del hombre comparado con Dios; la infinita pequeñez del primero en relación con Yahvé. ¡Es como si Dios se dirigiera al hombre como ser mortal!

Aparte de Ezequiel, la expresión no aparece en el Antiguo Testamento salvo en el libro de Daniel, muy tardío. Se utiliza en una ocasión con el mismo sentido que en Ezequiel, cuando el ángel Gabriel habla al profeta:

Daniel 8.17. ...
Él
(Gabriel)
me dijo: Atiende, hijo de hombre...

Pero en otro lugar describe Daniel una visión apocalíptica (v. cap. I, 27):

Daniel 7.13.
Seguía yo mirando en la visión nocturna, y vi venir sobre las nubes del cielo a un como hijo de hombre...

Daniel 7.14.
Fuele dado ... dominio eterno ... y su imperio ... nunca desaparecerá.

Previamente, Daniel ha simbolizado en la forma de animales salvajes a una diversidad de naciones paganas que oprimen a Israel; ahora representa el imperio ideal de un Israel mesiánico en la forma de un hombre para realzar su valor. «A un como hijo de hombre» puede parafrasearse así: «a una figura en forma de hombre».

Sin embargo, a causa de este pasaje la expresión «hijo de hombre» llegó a utilizarse por vía metafórica para hablar del Mesías. Tal vez fuera ello útil en tiempos en que era peligroso mostrar abiertamente esperanzas mesiánicas. Entre los iniciados se podría hablar del «hijo de hombre» para referirse al Mesías; pero ante un juez se mantendría que la expresión significaba simplemente «hombre».

En numerosas ocasiones, Jesús se refiere a sí mismo de esa forma. Es, en realidad, el título que con mayor frecuencia se atribuye. Podemos imaginar que el «Jesús histórico» estaría satisfecho con su éxito y empezaría a creer que su misión quizá fuese verdaderamente grande. Cautelosamente, empezaría a referirse a sí mismo como «hijo de hombre», título mesiánico que siempre podría defender como fórmula de humildad al estilo de Ezequiel.

Gadarenos

Al parecer, los éxitos en Cafarnaúm animaron a Jesús a difundir su obra más allá de Galilea:

Mateo 8.18.
Viendo Jesús grandes multitudes en torno suyo, dispuso partir a la otra ribera.

«La otra ribera» alude, por supuesto, a la orilla oriental del mar de Galilea. Esa orilla quedaba fuera de la tetrarquía de Galilea, y en cambio formaba parte de la Decápolis.

Mateo 8.28.
Llegado a la otra orilla, a la región de los gadarenos
[24]
le vinieron al encuentro ... dos endemoniados...

Al parecer, «gergesenos» es un error del copista, igual que la versión «gadarenos» que aparece en otras partes de los evangelios. La versión mejor sería «gerasenos», pues parece que se alude a una ciudad griega llamada Gerasa, lugar que se ha identificado con el actual villorrio de Kersa, en la orilla oriental del lago Tiberíades, a ocho kilómetros de travesía desde Cafarnaúm.

Se narra cómo Jesús expulsa a los demonios, quienes a petición propia son transferidos a una piara de cerdos que entonces se precipitan en el mar de Galilea, ahogándose.

Parece que los moradores griegos del lugar apreciaron poco aquella invasión de un profeta de Galilea y las molestias que causaba su predicación.

Mateo 8.34.
Toda la ciudad salió al encuentro de Jesús, y le rogaron que se retirase de sus términos.

Los doce apóstoles

El número creciente de los que se agolpaban tras él pareció convencer a Jesús de que tendría que depositar más responsabilidad entre aquellos de sus discípulos que consideraba más fieles y capaces. (Tal vez atribuyera el fracaso de su misión en Gerasa al hecho de que la obra que realizaba era demasiado grande para poder atenderla solo, cosa que le impedía lograr resultados enteramente satisfactorios.) Por consiguiente, nombra delegados:

Mateo 10.1. ...
llamando a sus doce discípulos, les dio poder sobre los espíritus impuros...

Mateo 10.2.
Los nombres de los doce apóstoles son éstos: El primero Simón, llamado Pedro, y Andrés, su hermano; Santiago, el de Zebedeo, y Juan, su hermano;

Mateo 10.3.
Felipe y Bartolomé, Tomás y Mateo, el publicano; Santiago, el de Alfeo, y Tadeo:
[25]

De estos diez, las llamadas de cinco —Pedro, Andrés, Santiago, Juan y Mateo— se describen de manera concreta. Los demás se mencionan aquí por vez primera.

La palabra apóstol se deriva del griego «apostolos», y quiere decir «el que es enviado». De modo concreto, en el Nuevo Testamento significa el que es enviado a predicar, y Jesús los envía para ello. La palabra «misionero» (el que es enviado a una misión) es exactamente sinónima.

La palabra se aplica con mayor frecuencia a los doce hombres elegidos por Jesús, pero puede emplearse para referirse a cualquier misionero. En realidad, el apóstol más famoso no es ninguno de ellos, sino Pablo, que no emprendió su misión hasta después de la muerte de Jesús, y que no conoció a Jesús en vida de éste.

Simón el cananeo

El undécimo nombre es bastante sorprendente:

Mateo 10.4.
Simón el Cananita...
[26]

En realidad, esa palabra es una traducción errónea del griego «kananaios». Debería ser «Simón el cananiano», y así lo transcribe la Revised Standard Versión. Cananiano no tiene nada que ver con Canán, pues se deriva del término arameo «kannai», que significa «el celador».

En Lucas está más claro, pues en su lista de apóstoles hallamos:

Lucas 6.15.
Mateo y Tomás, Santiago el de Alfeo y Simón llamado el Celador
[27]

La Revised Standard Versión traduce esta frase por «Simón llamado el Zelote».

Los zelotes, únicamente mencionados en la Biblia en esta ocasión, constituyeron un partido importante e incluso decisivo entre los judíos de la época romana. Constituían la rama de los fariseos que exigían acciones contra los romanos. Mientras los fariseos tendían en general a sufrir pacientemente la dominación extranjera con tal que respetaran sus concepciones religiosas, los zelotes no estaban dispuestos a ello.

Poco a poco fueron adquiriendo influencia en Judea y Galilea; finalmente, su beligerancia e intransigencia, junto con la rapacidad romana, hicieron estallar la rebelión judía del 66 aC. Los zelotes resistieron con una especie de obstinación sobrehumana que prolongó la guerra durante tres años, resultando prácticamente aniquilados hasta el último hombre.

Judas Iscariote

Igual que Simón Pedro encabeza de manera invariable todas las listas de los apóstoles, Judas Iscariote va siempre en último lugar, pues él es quien, al final, traiciona a Jesús:

Mateo 10.4. ...
Judas Iscariote, el que le traicionó.

Suele creerse que Iscariote significa «habitante de Cariot». Esta ciudad, en Judea propiamente dicha, se enumera en el libro de Josué entre las ciudades del territorio asignado a Judá:

Josué 15.25.
Asor el nuevo
[28]
y Cariot...

Por ello suele afirmarse que Judas era el único judeo en un grupo de galileos. Entonces cabría preguntarse legítimamente si el sentimiento de ser un «intruso» no influiría en la traición final.

Pero en realidad, en ninguna parte de los evangelios hay indicación alguna de que Judas fuese judeo en vez de galileo, salvo por esa interpretación muy dudosa de la palabra «Iscariote». Efectivamente, una teoría más moderna y mucho más interesante postula que «Iscariote» es fruto de la transposición por parte del copista de-dos letras, y que más precisamente debería ser «Sicariote». Si es así. Judas sería galileo, igual que los demás apóstoles, elegidos por Jesús entre los ciudadanos de Cafarnaúm y sus alrededores.

Pero entonces, ¿qué es «Sicariote»? Puede ser un miembro del partido de los «sicarios». Tal nombre se deriva de una palabra griega que significa «asesinos», porque se refiere a hombres que llevaban dagas, «sicae», bajo la túnica. Así se llamaba a los zelotes más extremistas, que creían en el asesinato directo de romanos y colaboracionistas como el medio más sencillo y eficaz de luchar contra la dominación extranjera.

Podría llamarse al Iscariote «Judas el Terrorista», y si aceptáramos ésta versión del significado de su nombre, ello nos ayudaría a dar una interpretación provechosa a las peripecias de la misión del «Jesús histórico».

Samaritanos

Jesús envía a sus apóstoles a predicar únicamente para los israelitas (v. este mismo cap.).

Mateo 10.5. ...
No vayáis a los gentiles ni penetréis en ciudad de samaritanos;

Los samaritanos, establecidos como secta aparte cuando los judíos les negaron a su vuelta permiso para entrar en el Segundo Templo (v. cap. I, 15), no se habían extinguido. (De hecho, en la actualidad sobrevive un pequeño número de ellos.)

Tras la vuelta del exilio, judíos y samaritanos progresaron durante un tiempo en forma paralela. Con los persas, ambos grupos vivían en paz manteniéndose apartados. Para rivalizar con el templo judío de Jerusalén, los samaritanos construyeron uno en el monte Garizim, su montaña sagrada (v. cap. I, 5) en el 332 aC. Ambos grupos fueron perseguidos por Antíoco IV, y tanto el templo judío como el samaritano fueron profanados.

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