Santiago no formaba parte del grupo original de doce apóstoles. En realidad, según el testimonio del cuarto evangelio, fue un incrédulo durante el ministerio de Jesús:
Juan 7.5.
Pues ni sus hermanos
(de Jesús)
creían en Él
[11]
Sin embargo, por lo visto llegó a ser creyente en el momento de la crucifixión o inmediatamente después, porque la congregación de los primeros discípulos antes del gran día de Pentecostés incluía a:
Hechos 1.14. ...
algunas mujeres, con María, la Madre
[12]
de Jesús, y con los hermanos de éste.
La conversión de Santiago al nuevo credo debió de producirse ante la visión de Jesús resucitado. Al menos, en su Primera Epístola a los Corintios, Pablo le enumera entre los testigos de la resurrección:
1 Corintios 15.5.
Y que se apareció a Cefas
(Pedro),
luego a los doce.
1 Corintios 15.7.
luego se apareció a Santiago, luego a todos los apóstoles;
Es posible que el Santiago mencionado aquí fuese el hijo de Zebedeo o el de Alfeo, miembros ambos del grupo original de doce. Sin embargo, suele aceptarse que cuando los Hechos se refieren a Santiago sin identificarle, se refieren al hermano menor de Jesús. (Una vez más, los cristianos que aceptan la creencia de que María, la madre de Jesús, fue siempre virgen, consideran que Santiago era primo o hermanastro de Jesús, y no su hermano.)
Es de suponer que Saulo recogiera de Pedro y de Santiago muchos detalles concernientes al ministerio y a la persona de Jesús.
Siempre se discute si Saulo conoció verdaderamente a Jesús en vida de éste. Se desconoce cuándo llegó Saulo a Jerusalén para recibir su educación. Si llegó tres o cuatro años antes de su presencia en la lapidación de Esteban, cosa bastante probable, entonces se encontraría en Jerusalén en la agitada semana anterior a la crucifixión. Si fue así, es casi seguro que se hallara entre la muchedumbre que escuchaba las palabras de Jesús (y no carecería de sentido pensar que Saulo expresara manifiestamente airadas acusaciones contra Jesús).
No obstante, si Saulo estuvo en Jerusalén por aquellos días, hallándose entre la multitud que rodeaba a Jesús, bien podría haberse hallado lo bastante lejos para no haberle visto con claridad. Ciertamente, si se hubiera encontrado cara a cara con Jesús durante el ministerio de éste, lo habría dicho en alguna de sus epístolas; pero no lo hace.
La mayoría de los comentaristas concluyen que Saulo no conoció a Jesús en carne y hueso, y en ese caso la entrevista con Pedro y Santiago debió ser especialmente importante para él. Bien podemos imaginarlo preguntando ansiosamente por los recuerdos personales de aquellos dos colaboradores íntimos del Jesús a quien Saulo aceptaba ahora como el Mesías.
En Jerusalén continuó Saulo predicando ardientemente la doctrina cristiana, volviéndose a encontrar en peligro en seguida. Las elementos anticristianos debieron mostrarse particularmente resentidos por la pérdida de miembro tan valioso y por la victoria cristiana al ganar tan notable desertor. Una vez más, se pensó que la salvación de Saulo estaba en la huida:
Hechos 9.30. ...
los hermanos le llevaron a Cesárea y de allí le llevaron a Tarso
Esto pudo ocurrir entre el 34 y 38 dC, según cuando se produjera su conversión. Saulo permaneció en Tarso bastante tiempo, pero el período exacto sólo puede deducirse de documentaciones fragmentarias. Parece que el cálculo más aproximado oscila entre ocho y diez años.
Nada se conoce respecto a esta etapa, salvo que Saulo posiblemente prosiguiera su predicación en Cilicia. Él se limita a decir:
Gálatas 1.21.
En seguida vine a las regiones de Siria y de Cilicia,
Gálatas 1.22. y
era, por tanto, personalmente desconocido para las iglesias de ... Judea.
Gálatas 1.23.
Sólo oían decir: «El que en otro tiempo nos perseguía, ahora anuncia la fe...»
La persecución general de seguidores de Jesús emprendida tras la lapidación de Esteban se había suavizado, y al parecer había grupos de cristianos en Galilea, al igual que en Samaria y en Judea:
Hechos 9.31.
Las iglesias entonces tenían paz por toda Judea y Galilea y Samaria...
[13]
Como jefe espiritual de los cristianos, Pedro creyó seguro el viajar por la zona para visitar a las diversas congregaciones:
Hechos 9.32. ...
yendo Pedro por todas partes, vino también a.... Lida.
Lida es la forma griega del hebreo Lod, ciudad que en el Antiguo Testamento sólo se menciona en pocas e insignificantes ocasiones. Está en la carretera principal de Jerusalén al puerto de Jafa, a unos 35 kilómetros de la primera y sólo a 16 de la última.
Aunque en tiempos del Antiguo Testamento Lida no era más que una aldea sin importancia, cobraría prestigio a raíz de la rebelión judía, y en época del Nuevo Testamento pasaba por una breve etapa de importancia. Era grande y próspera, además de ser un respetado centro de estudios.
El más importante derecho a la fama de Lida (aparte de su mención en los Hechos) es que fue la cuna de un héroe cristiano legendario que mató a un dragón y salvó a una doncella a quien la bestia estaba a punto de devorar, en algún momento de la etapa imperial de Roma. (Curiosamente se parece mucho a la leyenda griega de Perseo y Andrómeda —v. cap. I, 14—, que supuestamente tuvo lugar en Jafa. ¿Podrían los cristianos haber tomado la leyenda de los griegos?) En cualquier caso, el héroe matador del dragón es san Jorge, hoy santo patrón de Inglaterra.
Lida existe en la actualidad y es una ciudad de tamaño medio con unos veintiún mil habitantes.
[14]
El acontecimiento más importante ocurrido durante el viaje de Pedro tuvo lugar en Cesárea. Era el puerto principal de Judea a unos 48 kilómetros al norte de Jafa. Allí estaba centralizada la administración romana, y solía ser el lugar de residencia de los procuradores.
Hechos 10.1.
Había en Cesárea un hombre llamado Cornelio, centurión...
Hechos 10.2.
piadoso, temeroso de Dios... que hacía muchas limosnas... y oraba a Dios continuamente.
Por lo visto, aunque Cornelio se sentía fuertemente atraído hacia la doctrina judía, la comunidad judaica no le aceptaba plenamente a causa de que aún no se había practicado la circuncisión, rito de iniciación indispensable en el judaísmo. Esto lo indica el hecho de que, cuando Cornelio se entera de que Pedro está en Jafa y envía a buscarle, el apóstol duda en aceptar la invitación. Dice:
Hechos 10.28. ...
Bien sabéis cuan ilícito es a un hombre judío llegarse a un extranjero o entrar en su casa...
Esto no incluye el contacto ordinario, por supuesto, sino que entraña el comer con un gentil. Las complicadas leyes dietéticas de los judíos no son aceptadas por los gentiles, y el comer con un gentil obligaría al judío a ingerir alimentos ritualmente impuros, lo que sería una grave infracción de la Ley mosaica.
Cabe imaginar que Pedro estaría indeciso entre dos opciones. Como buen judío, sentiría horror ante la idea de comer con un gentil. Por otro lado, como buen cristiano, era muy evidente que había en el aire una conversión demasiado buena para desecharla a la ligera. Los Hechos describen a Cornelio como hombre piadoso, y era soldado romano. Que un soldado romano se convirtiera al cristianismo sería una gran victoria para la causa, y al ser centurión, un oficial, sin duda podría inducir a otras conversiones. ¿Tenía Pedro derecho a desaprovechar tal oportunidad, e incluso a hacerse por ello enemigo de un militar importante?
Se decidió a favor del centurión pese a su condición de gentil, Y los Hechos explican tal decisión mediante una visión que se manifestó a Pedro y según la cual la división judía de los alimentos entre ritualmente puros e impuros quedaba abolida. Ahora Pedro podía comer tranquilamente con un gentil. Y Pedro hizo más:
Hechos 10.48.
Y mandó
(Pedro)
bautizarlos en el nombre de Jesucristo...
Fue un paso importante, incluso decisivo. Hasta ese momento todos los cristianos adoptaban la Ley mosaica como fundamento de su fe. Para ellos, el advenimiento de Jesús había constituido el punto culminante y el cumplimiento de esa Ley. En el evangelio de Mateo, se citan las siguientes palabras de Jesús:
Mateo 5.17.
No penséis que he venido a abrogar la Ley...; no he venido a abrogarla, sino a consumarla.
Los que hasta entonces aceptaban el cristianismo eran judíos por nacimiento o por conversión, o samaritanos. Los samaritanos eran herejes que no creían en Jerusalén como lugar de adoración, pero que aceptaban la Ley mosaica. Incluso el eunuco nubio bautizado por Felipe aceptaba la Ley mosaica, porque adoraba en el templo de Jerusalén, cosa que nadie podía hacer sin ser circunciso.
Pero Pedro comió con un pagano que, por devoto que fuese y por bien dispuesto que estuviera hacia el judaísmo y el cristianismo, no estaba circuncidado. Además Pedro había permitido que alguien se convirtiera en cristiano sin haberse hecho judío; había provocado un cortocircuito en la Ley mosaica, por así decir.
Eso no sentó bien a los cristianos de Jerusalén:
Hechos 11.2.
Pero cuando subió Pedro a Jerusalén disputaban con él los que eran de la circuncisión.
Hechos 11.3.
diciendo: Tú has entrado a los incircuncisos y has comido con ellos.
Pedro justificó su punto de vista que, según los Hechos, Prevaleció sobre todos los demás:
Hechos 11.18.
Al oír
(los discípulos insatisfechos)
estas cosas, callaron y glorificaron a Dios, diciendo: Luego Dios ha concedido también a los gentiles la penitencia para la vida.
Pero tal vez no constituya esto una exposición justa de los acontecimientos. El autor de los Hechos es Lucas, un gentil, y manifiesta una opinión favorable a los gentiles que tendería a minimizar el papel del grupo hebreo, suavizando sus prejuicios antigentiles. Quizá no obtuviese Pedro una victoria tan fácil, viéndose obligado a retractarse por el grupo hebreo al mando de Santiago, el hermano de Jesús. Así, en la Epístola a los Gálatas se critica a Pedro por debilidad:
Gálatas 2.12.
Pues antes de venir algunos
(emisarios)
de los de Santiago, comía
(Pedro)
con los gentiles, pero en cuanto aquéllos llegaron, se retraía y apartaba, por miedo a los de la circuncisión.
Aunque Pedro rectificase, es poco probable que se anulara la conversión de Cornelio y de sus amigos. Tal vez se dispusiera la validez de la conversión con tal que los conversos se sometieran a la circuncisión y demás ritos indispensables. Y quizá hiciera Pedro promesa de tener más cuidado en el futuro. Desde luego, no vuelven a mencionarse más conversiones hechas por Pedro.
Sin embargo, se había convertido un gentil y el cristianismo había dado su primer paso cauteloso fuera de las restricciones de la Ley mosaica.
Lo que para Pedro resultaba difícil en el interior de Judea bajo la vigilancia estricta de la comunidad cristiana de Jerusalén, era más fácil para los cristianos que vivían en tierras lejanas. Los que se dispersaron tras la lapidación de Esteban, practicaban el bautismo igual que había hecho Felipe, pero a veces de manera cuidadosamente limitada:
Hechos 11.19.
Los que... se habían dispersado, llegaron hasta Fenicia, Chipre y Antioquía, no predicando la Palabra más que a los judíos.
Pero otros hicieron más:
Hechos 11.20.
Pero había entre éstos algunos hombres de Chipre y de Cirene que, llegando a Antioquía, predicaron también a los griegos...
La palabra «griegos» del 11.20 se contradice con el «no predicando
más
que a los judíos» del versículo anterior, de manera que es posible suponer que se hacía proselitismo entre griegos, o quizá sirios grecoparlantes, convirtiéndolos directamente al cristianismo.
Por primera vez, la iglesia de Antioquía empegó a adquirir no sólo matiz helénico, sino también gentil. No es de extrañar, pues, que fuese en Antioquía donde los gentiles atendieran verdaderamente a los seguidores de Jesús, dándoles por primera vez un nombre claramente griego.:
Hechos 11.26.
en Antioquía empezaron los discípulos a llamarse «cristianos».
Antioquía, capital del reino seléucida de Antíoco IV, el gran villano de la rebelión macabea, se convirtió así en el primer centro cristiano fuera de Judea y en la cuna de la palabra por la cual se conoce a partir de entonces a la religión dominante en el mundo de hoy. El nombre debió de aplicarse primero a los seguidores de Jesús como un insulto burlón lanzado por enemigos gentiles inconversos. Si fue así, los discípulos llegaron a aceptar el insulto como un título de honor. No es la primera vez en la historia que el ofendido asume el insulto, purificándolo. El nombre de la actual secta de los «cuáqueros» es otro ejemplo de ese fenómeno. «Quaker» tenía en principio una significación de befa.
La creciente iglesia de Antioquía cobró pronto una importancia decisiva.. Aunque ya no era la capital de un gran reino independiente, siguió siendo una ciudad próspera y populosa de alrededor de medio millón de habitantes. En la época del Nuevo Testamento, era la tercera ciudad del imperio; sólo Roma y Alejandría eran mayores que ella. La iglesia de Antioquía estaba destinada a ser más rica que las iglesias de Judea, pues hasta Jerusalén, por importante que pareciese a los judíos de mentalidad bíblica, sólo era una ciudad provinciana en comparación con un lugar como Antioquía.
En realidad, Antioquía siguió siendo una gran ciudad a lo largo de la etapa imperial de Roma, pero nunca se recobró de un terremoto y de un saqueo persa en el siglo VI dC. En la actualidad forma parte de la nación de Turquía; aún se la reconoce por el nombre, Antakya, y tiene casi 50.000 habitantes.
Los jerarcas de Jerusalén, al oír los informes del creciente número de conversiones en Antioquía, debieron de sentirse inquietos. ¿Eran tales conversiones, alejadas de su cuidadosa vigilancia sólo de gentiles que consentían en circuncidarse y cumplir la Ley mosaica, o no lo eran?
Es posible que también se preguntaran si era prudente que Antioquía siguiera su camino libremente. Una floreciente comunidad cristiana en una ciudad situada a 480 kilómetros al norte de Jerusalén podría crear tradiciones propias pasando a ser un centro rival. Las querellas internas entre creyentes de ciudades diferentes no convenían en absoluto a los cristianos en general.