Mi vida en la formula uno (42 page)

BOOK: Mi vida en la formula uno
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A escasos 10 meses de la presentación de nuestro nuevo MP4/9 se anunció la separación de las dos empresas y se reveló una nueva asociación con Mercedes Benz para 1995. Fue otro muy buen trato para Ron, quien logró pasarle el motor Peugeot V10 al equipo de Eddie Jordan para así poder conseguir a Mercedes Benz, compañía a la que llevaba años cortejando.

Como era la costumbre, en la última carrera europea Marlboro dio una gran fiesta y para ese año querían hacer algo diferente en Jerez. Graham Bogle y John Hogan, quienes dirigían el programa de patrocinio de Marlboro, estaban buscando sugerencias, y yo les di la idea de que hicieran una pequeña corrida de toros ya que estaríamos en España y sería fácil conseguir un pequeño cortijo con todo lo necesario. Todo mundo estaba muy emocionado con la idea y resultó ser una de las fiestas más divertidas que hemos tenido después de una carrera. ¡Con Mika en el tercer lugar, al menos podíamos celebrar algo! Se hizo un cartel para la invitación utilizando apodos españoles. Teníamos a seis matadores: Ron Dennis, Mika Hakkinen, Martin Brundle, David Ryan, Leigh Coleman y yo, todos vestidos como se debe, en trajes de luces para parecer toreros. Yo era el único que, hacía muchos años, habría tenido una experiencia en una fiesta parecida en México, así que sentí que debía ser el primero en mostrarles cómo hacerlo. Había tomado un par de copas antes y salí a la arena con mucho valor para sacar dos "¡Ole!", pero para el tercero ya me habían aventado al aire, ¡algo que me dejó con el trasero muy adolorido y el ego muy dañado! De ahí en adelante decidimos llevárnosla más tranquila, ¡los toros eran, de hecho, un poco más grandes de lo que me habían hecho creer! Las chicas, especialmente Liz Brundle, estaban muy preocupadas y, en retrospectiva, tal vez sí fue una locura. Lo bueno fue que nadie salió herido y, de hecho, todos pasaron una muy buena noche.

El año de 1994 no se nos quedará grabado en la mente por no haber ganado un Gran Premio, sino porque perdimos al mejor embajador de nuestro deporte durante el aciago fin de semana del 1 de mayo. El Gran Premio de San Marino fue el primero que Ayrton Senna ganó en un McLaren y, lamentablemente, fue la última carrera de su brillante vida.

El trágico fin de semana comenzó con el aparatoso accidente de Rubens Barrichello, en el Jordan, que lo dejó con el brazo derecho lastimado y pequeñas cortadas y heridas en nariz y boca, ¡algo que esperábamos pudiera ayudar a mejorar su apariencia! Se salvó con una noche en el hospital. Pero lo más memorable para ‘Rubinho’ fue que su gran ídolo Ayrton Senna lo fue a visitar al hospital. Sólo llevaba un año en la Fórmula Uno y ya se estaba moldeando a la imagen de su gran héroe y compatriota.

Al día siguiente, el segundo de calificaciones, el joven novato de Austria, Roland Ratzenberger, perdió el control de su Simtek-Ford unos cuantos segundos después de quedarse sin su alerón delantero en la sección más rápida del circuito, después de la curva
Tamburello,
y falleció con el impacto. El mundo del automovilismo estaba horrorizado, habían pasado ocho años desde que un piloto había muerto en un auto de Fórmula Uno y, por lo tanto, no estábamos acostumbrados a las tragedias que en las décadas anteriores eran más habituales. Elio de Angelis había sido el último que nos había dejado, de esta manera, mientras hacía pruebas en Paul Ricard en 1986.

Ayrton Senna conoció a Ratzenberger un día antes y le había dado la bienvenida a la Fórmula Uno, por lo que Roland le estaba muy agradecido. Después del accidente Ayrton estaba realmente muy triste y pasó mucho tiempo platicando con el profesor Sid Watkins, doctor y resucitador del circo de la Fórmula Uno, una excelente persona, querido y respetado por todos.

Aunque Ayrton estaba más que consciente de los riesgos que se dan en la conducción de estos autos y hablaba muy seguido del tema, se deprimió mucho cuando tuvo que enfrentar la realidad. No importa qué tan seguros sean los autos y los circuitos, de vez en cuando el deporte tiene sus víctimas. Ayrton había apoyado al profesor Watkins en su campaña para mejorar la asistencia inmediata en la pista, la cual hoy en día es excelente.

Ayrton había llegado a Imola con su hermano Leonardo, dejando a su novia, Adriane, en su casa, Quinta do Lago, en Portugal, y aunque siempre estaba rodeado de amigos, en situaciones como ésta le hacía falta la compañía de una mujer. El sábado después de la práctica me pidió reservarle un helicóptero para después de la carrera, a fin de llevarlo de regreso a Forli donde estaba estacionado su avión. Quería volver lo más pronto posible junto a Adriane. Me dijo que estar con Williams era muy diferente a estar con McLaren, ya que los pilotos eran tratados como un empleado más y nadie se hacía cargo de sus necesidades. También me dijo que era mucho más fácil pedírmelo a mí porque conocía a todo mundo en todos lados. Para mí, esto fue una señal de la continuidad de nuestra amistad, aunque ahora luchábamos bajo banderas diferentes.

A la mañana siguiente fui a verlo y le di los detalles acerca del helicóptero. Todavía se veía un poco deprimido, aunque más contento con el auto después del calentamiento matutino. Senna calificó en la Posición de Privilegio pero había sido él y no el auto quien lo había logrado. El Williams FW16 todavía no era lo suficientemente bueno y había sido esa determinación casi suprahumana y el deseo de tener éxito lo que, muchas veces, lo había llevado a alcanzar metas que ningún otro piloto habría podido conseguir. Sumado a eso, también estaba el hecho de encontrarse desesperado porque su nuevo rival, Michael Schumacher, ya le había sacado una ventaja de 20 puntos en tan sólo dos carreras. Lo volví a ver en la junta de pilotos, donde se quedó platicando durante buen rato con Michael acerca de cómo hacer más seguras las carreras.

Después, mientras yo caminaba hacia la parrilla, me encontré a Alain Prost, quien estaba en Imola como comentarista para la televisión francesa, y me dijo con mucha sinceridad y satisfacción que había tenido una muy buena plática con Senna, que estuvo muy amigable y, ¡que tal vez, después de todo lo sucedido podían terminar siendo amigos! Parecía que la rivalidad de años entre estos dos grandes campeones y su batalla de cinco años finalmente llegaba a su fin.

La carrera comenzó tal como el fin de semana: el Benetton B194 de J.J. Lehto, se había quedado en la línea de salida con el motor muerto y el Lotus 107, de Pedro Lamy, se estrelló contra el auto, destruyendo ambos y dejando la recta de los fosos completamente llenos de piezas rotas, mientras que un neumático había volado a las gradas lastimando a algunos espectadores. En lugar de detener la carrera con bandera roja, mandaron al auto insignia durante cinco vueltas mientras limpiaban el desorden.

Ayrton era el líder y se dio cuenta de que el auto insignia estaba a punto de regresar al carril de los fosos. Desaceleró inmediatamente y después aceleró como loco una vez que entró a la recta de los fosos tomando completamente por sorpresa a sus rivales. Sin embargo, al final de la siguiente vuelta estaba medio segundo delante de Michael Schumacher, quien se dio cuenta de que Ayrton estaba sobremanejando el Williams, el cual azotaba con fuerza contra el suelo y estaba seguro que tendría que disminuir la velocidad tarde o temprano. Pero tal vez ni siquiera Michael comprendía el deseo de ganar de Ayrton, nada en este mundo lo hubiera hecho disminuir la velocidad. Simplemente odiaba llegar en segundo lugar y puede que esto, más que nada, haya sido lo que le costó la vida, su total incapacidad para aceptar la derrota.

Al principio de la séptima vuelta, Michael, detrás de Ayrton, vio otra vez al Williams golpear el suelo en la entrada a la curva
Tamburello
y salirse del circuito a 300 kph. En realidad,
Tamburello
no es una curva, es una recta doblada y nadie levanta el acelerador en ese punto. Existen mil teorías acerca de lo que realmente sucedió, especialmente porque fue en Italia y ahí, según sus normas, no hay accidentes. Alguien debía ser responsable y se llevó a cabo una investigación que duró varios años. ¡Sin embargo, no creo que necesites ser un científico espacial para descubrir que el mejor piloto de carreras en el mundo no cometió un error en
Tamburello
!

Se detuvo la carrera mientras el profesor Watkins y el equipo médico sacaron a Senna del destruido auto Williams y el helicóptero lo llevó al hospital en Bolonia. Las siguientes horas fueron angustiosas, el ambiente estaba muy frío y callado, todo mundo estaba cabizbajo, realizando su trabajo para prepararse para el reinicio, pero en realidad lo que todos querían era dejar Imola lo más pronto posible.

Sólo recuerdo que nunca antes en mi vida había tenido que luchar tanto con mi propia mente para evitar todo tipo de pensamientos morbosos y tratar de concentrarme en la carrera. A ratos pensaba lo peor, pero dos minutos después confiaba en Ayrton, quien siempre se había salido con la suya en situaciones difíciles, tal vez con algunos huesos rotos, pero nada serio.

La atmósfera empeoró al final de la carrera. Nadie estaba interesado en los resultados, los rumores continuaban rondando, pero me tapé los oídos, no quería escuchar nada y seguí con mi rutina después de la carrera. A las 18:40 se declaró finalmente la muerte de Ayrton y Keke Rosberg vino y me dio las malas noticias.

El mundo del automovilismo acababa de perder a su mayor recurso, se le extrañaría durante décadas, no sólo por aquellos que lo vieron competir, sino por todos los que escucharon hablar de él. Todos los que tuvimos la suerte de trabajar con él y el honor de estar en su lista de amigos lo extrañaremos incluso más. Al día siguiente el mundo entero se dio cuenta de la magnitud de la pérdida, no hubo periódico en el universo que no tuviera la trágica noticia en primera plana.

Ayrton Senna murió tal como vivió: al frente, como líder, al límite en la profesión que escogió. Llevó la Fórmula Uno a un nuevo nivel y todos los que permanecen en el deporte, solo podrán seguir sus huellas. No sólo fue el mejor piloto de carreras, un verdadero poeta en el arte, sino también un gran personaje: heredamos su ejemplo y un mundo de memorias.

Hablé con los padres de Ayrton, Neida y Milton, unos días antes del funeral en, Sao Paulo, y me ofrecieron que me quedara en su casa si decidía ir. Tenía mi boleto de avión, pero, de última hora sentí que no podía vivir el proceso del mismo dolor de nuevo, esta vez con su familia, amigos y todo el país que acababa de perder a su ciudadano más querido. Me quedé en casa y fui calladamente a una iglesia cercana, al mismo tiempo que se efectuaba el funeral en Brasil, para pensar en él y dedicarle mis oraciones. Gerhard Berger me comentó que fue un día muy conmovedor, tan digno y bien organizado que incluso parecía que el propio Ayrton lo había preparado.

En la última carrera del año en Adelaide, donde Michael Schumacher y Damon Hill chocaron y el campeonato fue para Michael, él tuvo la generosidad de dedicarlo a ‘amigos ausentes’. El equipo Benetton organizó una gran fiesta de celebración en el bar que estaba justo al final del circuito callejero de Adelaide e invitaron a todos los equipos. Ron Dennis no estaba muy contento de que el campeonato se hubiera definido a favor de Michael, pero de todos modos sintió que debía hacer otro intento por tratar de convencerlo de cambiarse a McLaren. Así que me dijo que buscara algún cuarto en el bar y de alguna forma llevara ahí a Michael. No fue una tarea fácil en un bar público, pero pude encontrar un lugar, llevar a Michael ahí y darle luz verde a Ron. Aunque otras personas los vieron entrar al cuarto y sacaron sus propias conclusiones, me quedé afuera vigilando para que nadie interrumpiera la improvisada junta.

Cuando Ron salió dijo: "Tal vez fue muy tarde, pero sólo el tiempo lo dirá; aún así fue una junta positiva, gracias". Dos semanas después, en Inglaterra, confirmó que había sido tarde, pero que Michael tendría mucho dinero en su bolsillo, ¡y que Benetton tendría mucho menos dinero para desarrollar su auto de 1995! Tal vez esa breve junta en Adelaide fue algo por lo que el representante de Michael, Willi Weber, debió estar agradecido. Definitivamente, reavivó la animosidad entre Ron y Flavio Briatore, el jefe de Benetton, pero no pareció enojar mucho al equipo Benetton ya que ganaron el campeonato también con Michael en 1995.

La otra gran tragedia que siguió a la enorme pérdida de Ayrton Senna fue que millones de fanáticos alrededor del mundo iban a perderse una de las más grandes rivalidades potenciales, entre Senna y Schumacher. Michael era nueve años más chico que Ayrton e iba mejorando carrera a carrera. Ya habían tenido sus desacuerdos, el más notable el que he descrito durante el Gran Premio francés en 1992, y en una sesión privada en julio del mismo año en Hockenheim, cuando Ayrton acusó a Michael de aplicarle una prueba de frenado. Corrió a la cochera de Benetton con la verdadera intención de golpear a Michael, pero Ian Dyer, nuestro mecánico en jefe, lo ‘disuadió’.

El indicio de una verdadera pelea de sacar chispas entre ambos estaba más que anunciado, pero el verdadero problema de Schumacher era su falta de imagen pública, había muy poco acerca de él que lo hiciera suficientemente interesante. Por otro lado, Senna tenía un exceso de carisma, ya era toda una leyenda y, por si fuera poco, también una leyenda romántica, por todo el misticismo que lo rodeaba. Tal vez a mucha gente no le gustaba su falta de misericordia, pero amaban su calidez latina, inteligencia filosófica, atractivo físico y magnetismo. Siempre que entraba a un cuarto o circuito parecía tener un aura que le daba una presencia electrizante. Schumacher nunca hubiera podido competir contra Senna fuera de sus autos.

No obstante, eran muy parecidos en muchas cosas dentro del auto: ambos tenían ese mismo instinto asesino y la habilidad de dar el 100 por ciento vuelta tras vuelta durante todo un Gran Premio, un talento que sólo se puede encontrar entre los mejores. También ambos eran capaces de exprimirle hasta la última gota a sus respectivos equipos mediante la devoción, respeto y confianza, creando un ambiente de trabajo que le dio a ambos la oportunidad de desempeñarse al más alto nivel. Ambos compartían la misma habilidad de ser los más rápidos desde la primera vuelta; podían mantener la concentración al volante mientras discutían tácticas y paradas en los fosos por la radio; los dos eran maestros en la lluvia, aunque pienso que quizás Senna sacaba ventaja. También creo que la determinación y deseo de ganar de Senna era más grande, aunque Michael es el piloto de Fórmula Uno mejor acondicionado físicamente de todos los tiempos y, como Ayrton, nunca pensaba dos veces en chocar contra su rival cuando era necesario.

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