Mi vida en la formula uno (44 page)

BOOK: Mi vida en la formula uno
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Alain Prost regresó al equipo como un piloto de desarrollo, consultor y gurú de pilotos, algo que irritó a Mika Hakkinen considerablemente al principio: "¿Qué demonios hace él aquí? ¿Por qué lo necesitamos? Si quiere correr el auto de nuevo, es completamente bienvenido, y yo me apartaré".

No podía entender la razón por la que Mika se sentía así, y le dije: "Por qué te preocupas, él no quiere correr el auto y tú no le estás pagando; tiene un mundo de experiencia con más victorias en Gran Premio y campeonatos que cualquiera que esté vivo. Debes mantener una mente abierta, sólo escúchalo y considera cualquier cosa que creas que pueda ayudarte y olvida el resto, ¡sólo quiere ayudar!". Algunos meses después Mika me comentó que tenía razón, Alain había sido "increíble, fantástico" y le había ayudado a enderezar algunos problemas; en pocas palabras, Mika dijo que Alain era genial.

En los primeros dos años de su relación los coequiperos estuvieron bastante parejos; en algunas carreras David era más veloz y en otras Mika iba a la delantera. Era obvio que David sufría por llegar de un equipo que tenía un paquete perfecto, a uno que padecía tanto con el auto como con el motor. Extrañaba la potencia y manejo del motor Renault y no podía lidiar con un auto sobrevirante. A pesar de todo esto, estuvo a punto de ganar el Gran Premio de Mónaco en 1996, pero perdió debido a un error de juicio en los fosos. Aunque entonces nuestros ingenieros juraban que no se pudo haber cambiado la secuencia, todavía creo que fue nuestra culpa. La carrera debió ser nuestra y no del Ligier de Oliver Panis, y ese segundo lugar fue nuestro mejor resultado del año. Aunque nos vimos fuertes en Silverstone, Spa y Monza, otra vez terminamos el año sin ninguna victoria.

Otro evento importante sucedió en la historia de McLaren cuando, después de 23 años de colaboración (probablemente el patrocinio titular más largo en la historia de la Fórmula Uno), Philip Morris decidió poner todos sus huevos en una sola canasta y llevar todo su patrocinio de Marlboro con Ferrari, en lugar de dividirlo entre los dos equipos. Afortunadamente, se dio al mismo tiempo que Reemtsma, empresa alemana de tabaco fabricante de la marca West de cigarrillos, quería regresar a la Fórmula Uno después de una década, cuado patrocinaron al equipo Zakspeed. Se acercaron a Ron Dennis y a Ekrem Sami y se firmó una asociación a largo plazo.

Marlboro decidió realizar su fiesta de despedida al equipo en la última carrera europea, la cual fue en Estoril, en lugar de en Suzuka, que no es un lugar muy divertido. Desafortunadamente, en cuanto al trabajo, no pudo haber pasado en un peor lugar, ya que no sólo tuvimos una muy mala carrera y un pésimo desempeño, sino que la pesadilla de todo equipo se volvió realidad para nosotros y nuestros dos pilotos, Mika y David, se sacaron el uno al otro en el sacacorchos, la curva más cerrada en Estoril. Dicen que sucede al menos una vez en la relación entre dos pilotos y sólo esperábamos que no volviera a ocurrir.

Tratamos de hacer una reservación en el club nocturno Coconuts, en Cascais, para el domingo en la noche después de la carrera, pero fue imposible ya que era el lugar más popular y no podían cerrarlo tan sólo para una fiesta privada. Después de unas cuantas duras negociaciones lo cerraron de las 8 hasta la medianoche para nuestra fiesta, reabriéndolo después para el público. La fiesta Marlboro fue, como siempre, un gran éxito, pero para las 11 de la noche ya había alguien del público queriendo entrar. ¡El portero me buscó y me preguntó si podíamos admitir a un tipo que se llamaba Michael Schumacher! No podía dejar a Michael, su esposa Corinna y Willi Weber afuera y, poco después, tuvimos que abrir las puertas y todo el circo de la Fórmula Uno estaba ahí.

El club había programado una competencia de camisetas mojadas para escoger a la Miss Gran Premio portuguesa para más tarde en la velada. Sin yo saberlo, John Connor, de Marlboro, me había puesto como uno de los jueces junto con Jacques Villeneuve, Eddie Irvine, Pedro Lamy, Johnny Herbert y él mismo. Lo que no me dijo fue que había preparado a Ron Dennis para que fuera parte del show de desnudos que vendría después, así que cuando Ron decidió irse temprano, me tomaron como la segunda mejor opción.

No tenía ni la más pálida idea de qué sucedía cuando me arrastraron al escenario para una actuación improvisada. Pensaba que me iba a ir bien con esas dos damas vestidas con muy poca ropa interior de cuero negro, pero cuando comenzaron a quitarme la ropa enfrente de toda la gente, con mis compañeros jueces gritando frases de aliento, de repente me entró pánico escénico y rogué que no me desnudaran por completo. No obstante, las chicas no escucharon mis súplicas, así que decidí ceder con dignidad. Me quitaron absolutamente todo, incluyendo mis trusas, marca Marks & Spencer, me amarraron a una silla y después me cubrieron con cera de vela caliente; después me empaparon con agua, ¡el calabozo de tortura era demasiado real para mi comodidad! Para alivio mío nunca vi alguna fotografía de esa noche, aunque estoy seguro de que había algunos fotógrafos presentes. He visto la historia reproducida en revistas, pero afortunadamente no incluían fotos que habrían sido aun más reveladoras.

La fiesta siguió durante toda la noche y a las siete de la mañana Michael Schumacher se me acercó un poco avergonzado: "Jo, me da pena preguntarte, pero perdí mi cartera, ¿me podrías prestar un poco de dinero para pagar mi cuenta?", Me eché a reir: "¡Uno de los mayores ganadores de dinero en el mundo me está pidiendo dinero a mí!". Prometió pagarme tan pronto como llegáramos a Japón. Después de ver la cuenta y comprender que, por ser piloto, le habían dado todos sus tragos gratis, y sólo eran como 20 libras esterlinas, le di los escudos y le dije: "No quiero el dinero de regreso, tómalo como tu primer pago para cuando manejes con McLaren". Fiel a su palabra, tan pronto como llegamos a Suzuka, fue a verme con el dinero, pero otra vez le dije: "No, no lo quiero, como ya dije, es un pago adelantado para cuando manejes con nosotros". "Okey, tal vez un día", sonrió y nos dimos la mano.

Damon Hill ganó brillantemente sobre el Williams en Japón y aseguró el Campeonato Mundial; Schumacher llegó en segundo lugar y Mika en tercero.

Había pasado otro año y de nuevo no teníamos mucho que presumir. Por otro lado, también había problemas políticos (y financieros) en la agenda cuando McLaren, Williams y Tyrrell no firmaron el nuevo Acuerdo de la Concordia de la Asociación de Constructores de Fórmula Uno y, por lo tanto, no tomaríamos parte en la repartición de todo el dinero de la televisión. Los tres hombres, Ron Dennis, Frank Williams y Ken Tyrrell, se mantenían firmes en que los términos del acuerdo no eran correctos y que los ‘participantes’ debían tener una parte más equitativa de las ganancias comerciales con base en el porcentaje que se entregaba a la FOCA. El resto de los directores de equipo no compartía la misma visión que estos tres mosqueteros y, en ese entonces, Ron Dennis estaba ansioso por justificar su decisión. Incluso se puso en ridículo al mencionar los problemas durante su discurso en la presentación del premio para el piloto joven del año McLaren-Autosport en la fiesta de diciembre de
Autosport
en Londres; aunque fue un poco difícil durante un tiempo, al final el resultado fue que se cambió el acuerdo y los equipos disfrutaron de una mucho mejor distribución de los fondos.

Iba a ser raro ver los autos en 1997 con un esquema diferente de colores: el popular diseño rojo y blanco, clásicos colores distintivos de Marlboro, había sido una característica inseparable de McLaren. También íbamos a tener que lidiar con los nuevos directivos del patrocinador principal del equipo y, obviamente, tendrían nuevas formas de promover sus productos, las cuales deberíamos acomodar en nuestro calendario de carreras. Esto resultó ser mucho más ajetreado que la forma en que lo hacía Marlboro, algo que era de esperarse considerando que eran nuevos en la escena y tenían mucho que aprender. Era un grupo maravilloso de personas, desde los directivos importantes como Dieter Weng, Conrad Pollit, Manfred Häussler y Axel Dahm, hasta personas como Tom Ehman y Pavel Turek, quienes eran los coordinadores de Fórmula Uno.

Sólo hubo un pequeño incidente que me molestó algunos días antes de la firma del contrato, cuando todos los hombres importantes del grupo Reemtsma visitaron nuestra fábrica para una junta. Ron Dennis inmediatamente nos ordenó quitar todos los distintivos de Marlboro de los siete autos que teníamos en nuestra recepción y cuarto de trofeos, algo a lo que yo estaba muy en opuesto, por lo que entré con furia a la oficina de Ron para mostrarle mi descontento: "Esto está mal, esos autos ganaron esas carreras y esos campeonatos con los logotipos de Marlboro, algo que hoy en día es una parte de la historia que no puedes cambiar. Es la herencia de McLaren y así debería de mantenerse". Pero Ron estaba decidido a quitarlos y le insistí: "¡Pero los nuevos socios pensarán que en el futuro, cuando ya no estén con el equipo, también quitarán sus logotipos de los autos!".

Sentía que éste podía ser un asunto delicado en la primera visita de los ejecutivos de Reemtsma. Solíamos hacer hasta lo imposible para asegurar que toda nuestra colección de autos de carreras o de exposición se preservaran con sus partes originales, motor, caja de velocidades, frenos y hasta rines y neumáticos. Pero, incluso hoy en día, ocho años después, los autos que se muestran en el nuevo cuartel general de 350 millones de libras de McLaren, no tienen distintivos de Marlboro. O Ron se había separado de Marlboro en cualquier forma excepto en términos amigables, lo que ciertamente no se podía sentir en ese entonces, o había otros problemas para que prefiriera mantener los autos de forma no completamente original.

Hubo una competencia para definir el nuevo esquema de colores del auto y ésta fue, finalmente, la oportunidad de Ron para meter sus colores favoritos en el equipo, negro y gris, siendo el otro color el plateado, de Mercedes, y un toque de rojo, de West.

Tres autos se pintaron completamente con los diseños ganadores para decidir la versión final. Mientras tanto mostrábamos el auto real en el naranja original de 1968 de McLaren, no con la intención de confundir a la gente sino de hacer una presentación doble y por lo tanto obtener más publicidad. El auto con el esquema de colores escogido apareció en una ceremonia espléndida, con baile y canto completamente extravagante en el palacio Alexandra. En la fiesta participaron las, entonces, extremadamente populares Spice Girls y el grupo Jamiroquai. ¡Pensaba entonces que más nos valía empezar a ganar carreras ese año para pagar el asunto! ¡Pero ganáramos o no carreras, el esquema de color era absolutamente maravilloso! Hasta hoy nunca me canso de admirar esos autos.

En las primeras pruebas pensábamos que el nuevo MP4/12 estaba un poco mejor, pero cuando llegamos a Melbourne para la primera carrera, quedamos completamente heridos cuando Jacques Villeneuve obtuvo la Posición de Privilegio con unos brutales 1.8 segundos más rápido que su compañero de equipo Heinz-Harald Frentzen. Parecía que iba a ser otro año de Williams, aunque, tal vez, fuera de eso no habíamos quedado tan mal al calificar David en el cuarto sitio y Mika en el sexto; ello significaba que si Williams tenía problemas íbamos a tener posibilidades y eso era suficiente para esperanzarnos. Le dije a Mika y David: "Si no ganamos hoy, será nuestro Gran Premio número 50 sin victorias, y odiaría tener esto en el registro de McLaren… vayan por todo".

A Jacques lo sacó desde el inicio nuestro ‘amigo’ Irvine con su Ferrari, y Heinz-Harald tuvo problemas con los frenos al final, por lo que David ganó, Mika llegó en tercero y todos estábamos extasiados. El sabor de la victoria, después de tanto tiempo era mucho más dulce que el sabor de la champaña, aunque ese también era muy bueno.

El difunto George Harrison, un buen amigo del equipo y sobre todo de la Fórmula Uno, siempre iba al Gran Premio australiano y esta vez estuvo con su esposa Olivia —compatriota mexicana— y su hijo, Danny. Vinieron después de la carrera a tomar un trago y me preguntaron dónde iba a ser la fiesta esa noche. Le contesté: "Todavía no sé, pero en eso estamos trabajando. Sucede que no hemos ganado desde hace tanto tiempo que no estábamos preparados". Insistió en suministrar la champaña tan pronto supiéramos dónde iba a ser y prometí llamarle al hotel donde se hospedaba, el Hyatt.

Se organizó la fiesta y tuve que pasar por toda la alharaca de llamar a un hotel y tratar de hablar con un personaje importante. "No, no tenemos a nadie en el hotel con el nombre de George Harrison", dijo la operadora. "Supuse que iba a decir eso… Okey, por favor dígale al señor Harrison que estoy en la línea porque está esperando mi llamada". Me comunicaron finalmente y le dije que la fiesta era en el Crown Casino y qué fiesta tan maravillosa resultó. Dieter Weng, de West, comenzó los discursos, presentándose con el equipo: "Soy Dieter Weng, el que trae el cigarrillo". Creo que Norbert Haug resintió el haber estado dos años con el equipo tratando de obtener una victoria y el momento en que llega West ¡bang!, ¡anotaron! La velada terminó a altas horas de la madrugada con George sentado en el piano cantando una canción que había escrito para la Fórmula Uno llamada
Because Bernie Says So
(Porque Bernie así lo dice) además de otras de sus clásicas. Fue una celebración muy especial y como dijo uno de los muchachos del equipo la mañana siguiente: "Pensé que había muerto y me había ido al cielo".

Pero cuando nos despertamos y tuvimos que enfrentar la realidad, parecía que habíamos perdido nuestro momento inercial muy rápido, ya que otra vez batallamos durante toda la primera mitad del año. Nuestro punto más bajo fue en Mónaco donde nuestro ‘experto’ en el clima nos había dicho en la mojada parrilla que lo más que duraría la lluvia serían cinco minutos: y supongo que si no le cree uno al experto, ¿para qué contratarlo entonces? Comenzamos con un auto con neumáticos sin dibujo y el otro con neumáticos intermedios y, al final de la segunda vuelta, los dos McLaren ya estaban en la barda. Llovió durante la carrera desde el semáforo de inicio hasta la bandera a cuadros y el meteorólogo perdió su trabajo.

Pero en lo personal, el mejor Gran Premio del año fue el canadiense donde Peter Foubister, de
Autosport,
me invitó para formar parte de un foro, incluyendo al comentarista Murray Walker, los periodistas, Alan Henry y Nigel Roebuck, y el piloto de sedanes John Fitzpatrick, para acompañar a un grupo de fanáticos de la Fórmula Uno a Nueva York, a bordo del Queen Elizabeth 2, en camino a Montreal. Todo lo que teníamos que hacer era dar una serie de pláticas acerca de la Fórmula Uno en cada uno de los seis días del viaje, una hora en la mañana y otra en la tarde. Para ser sincero, estábamos sorprendidos ante la cantidad de gente que llenaba cualquier salón que nos otorgaran, incluso cuando había buen clima y los clientes podían haberse estado bronceando en la cubierta principal. Llevé a mi hija Vanessa, salimos de fiesta todas las noches y conocimos a una cantidad impresionante de personas interesantes.

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