Read James Potter y la Encrucijada de los Mayores Online
Authors: George Norman Lippert
Más adelante esa tarde, James se encontró con Zane y Ralph fuera mientras los Alma Alerons se reunían para embarcar. Mientras observaban, los tres vehículos voladores fueron conducidos fuera del Garaje y después, el Garaje fue desglosado y embalado dentro del portaequipajes del Dodge Hornet.
—Hay algo profundo y místico en todo esto, pero no puedo poner el dedo en la llaga —dijo Zane pensativamente.
—¿Qué? ¿En un Garaje del tamaño de una casa siendo embalado en unos minutos?
—No. En la forma en que el profesor Franklyn parece ser más y más popular entre las chicas cuanto más se acerca su partida.
Era verdad. Franklyn era muy popular entre las damas, desde las matronas más viejas hasta las chicas de primero, que se reían tontamente cuando él pasaba a su lado, tocándolas suavemente a cada una en la cabeza. Las únicas mujeres sobre las que no parecía tener efecto eran la directora y Victoire, que afirmaba creer que era un viejo charlatán presuntuoso. Ted había explicado que una de las ventajas de ser viejo era ser libre de coquetear con cualquier chica, porque ninguna de ellas se lo tomaba lo suficientemente en serio como para sentirse ofendida.
Zane encontró esto extraordinariamente instructivo.
—Cuando sea viejo, voy a coquetear así —dijo melancólicamente.
—Ni siquiera coquetea —dijo James, entrecerrando los ojos—. Apenas les sonríe y actúa modestamente, como siempre.
—Eso sólo demuestra que
sabe
lo que es coquetear.
Ralph puso sus ojos en blanco.
—Me sorprende que no estés tomando notas.
—Debería ofrecerse a dar una clase —dijo Zane seriamente, observando a Franklyn inclinarse y besar la mano de Petra Morganstern como despedida. Petra sonrió y le miró de reojo, ruborizándose un poco. Cuando Franklyn se enderezó, ella se inclinó hacia adelante y le dio un beso recatado en la mejilla.
—Damas y caballeros de Hogwarts —dijo Franklyn, girándose para dirigirse a la multitud—. Ha sido un gran placer para nosotros servirles este año. Ha sido, como sabía que sería, un año notablemente instructivo para nosotros. Hemos consolidado nuestra disposición a trabajar con la comunidad mágica europea en mantener la justicia y la equidad en todo el mundo, no sólo en el mundo mágico, sino también para toda la humanidad —Escudriñaba a la muchedumbre, sonriendo, entonces se quitó las gafas y suspiró—. Estamos, sospecho, al principio de tiempos desafiantes. Soplan vientos de cambio. A ambos lados del océano nos enfrentamos con fuerzas que sacudirán los cimientos de nuestra cultura. Pero nos hemos hecho amigos, vosotros y nosotros, y permaneceremos unidos, sin importar lo que pueda venir. Llevo por aquí mucho tiempo, y puedo decir con un cierto grado de confianza que ese cambio
siempre
ha estado en el viento. El reto para los hombres buenos no está en impedir el cambio, sino en moldear lo que venga, a fin de que pueda beneficiar en vez de destruir. Después de este año, estoy indudablemente seguro de que podemos tener éxito en esta empresa.
Hubo una ronda de aplausos, a pesar de que James la sintió un poco superficial. No todos en aquella muchedumbre estaban de acuerdo con Franklyn, y no todos por las mismas razones. Aún así, había sido un buen discurso, y James se alegraba de que Franklyn lo hubiese hecho. Mientras la multitud seguía vitoreando, Franklyn se subió al Escarabajo Volkswagen, saludando una vez más desde la puerta abierta.
Alguien dio un golpe a James en el hombro. Se dio la vuelta y luego tuvo que mirar hacia arriba. El profesor Jackson estaba de pie detrás de él. Alto y vestido de negro Jackson parecía más imponente que nunca. Miraba hacia abajo con la nariz erguida y las cejas tupidas bajas.
—Pensé que podría querer conservar esto —dijo Jackson. James notó que el hombre sostenía una pequeña caja de madera. Jackson la observó, sostenida entre sus manos y después se la entregó a James—. Fue encontrada en las habitaciones de Madame Delacroix. Creo que le pertenece a usted más que a nadie. Disponga de ella según sus necesidades.
James sostuvo la caja, que resultaba asombrosamente ligera. Era de un extraño color verdoso, cubierta de profundas tallas decorativas. Le recordó a las enredaderas de la puerta del Santuario Oculto. Levantó la mirada para preguntar al profesor Jackson qué era, pero el hombre ya cruzaba a zancadas el patio hacia el Stutz Dragonfly. Se detuvo cuando llegó al vehículo y luego se volvió, levantando una mano hacia la asamblea, con su cara de piedra, como rezaba su apodo. La multitud vitoreó, una ovación mucho más larga y sostenida que la que Franklyn había recibido. Asombrosamente, Jackson se había convertido en el favorito de Hogwarts, no tanto a pesar de su conducta de cascarrabias como a causa de la misma.
Una vez Jackson hubo abordado al vehículo, el resto del grupo subió a bordo rápidamente. Los delegados de capas grises del Departamento Americano de Administración Mágica habían llegado de Londres un día antes para reunirse con sus compañeros para el viaje de vuelta a Estados Unidos. Se metieron en los vehículos, haciendo gestos de despedida con la cabeza al grupo. Los últimos fueron los conductores, que acomodaron el enorme montón de maletas en los portaequipajes aparentemente sin fondo de los vehículos, y luego se subieron a los asientos delanteros para conducir.
Las alas se desplegaron de los vehículos suavemente, con delicadeza, y comenzaron a azotar el aire. El Dodge Hornet despegó primero. Con un chirrido de resortes y un crujir del metal, se levantó en el aire, girando lentamente. El Stutz Dragonfly y el Escarabajo Volkswagen le siguieron, el bajo zumbido de sus alas sacudió el aire, haciendo ondular el césped del patio. Luego, con gracia y velocidad repentinas, flotaron, levantándose, con los morros inclinados hacia el suelo. En menos de un minuto el ruido de su partida se había perdido entre las últimas ráfagas de viento que soplaban sobre las colinas.
Ralph, Zane, y James se dejaron caer sobre un banco cerca de la entrada del patio.
—¿Qué hay en la caja que te dio Jackson? —preguntó Ralph, estudiándola curiosamente.
—Si yo fuera tu, ni siquiera la abriría —advirtió Zane— ¿Recuerdas lo que dijo sobre hacer nuestras vidas “interesantes”? Es la clase de tipo que espera justo hasta el momento de partir para obtener su venganza sobre ti. De esa forma ya no está cuando comienza el problema —Zane se golpeó con un dedo el costado de la cabeza sabiamente.
James frunció el ceño y sacudió la cabeza lentamente. Estudió la caja que reposaba en su regazo. Tenía un pestillo de metal en la parte delantera que mantenía la tapa cerrada. Sin decir nada, giró el pestillo y levantó la tapa. Zane y Ralph se inclinaron hacia adelante, estirando el cuello para ver. El interior de la caja estaba forrado con un terciopelo púrpura. Había un objeto adentro, situado sobre un trozo de pergamino enroscado.
—No lo capto —dijo Ralph, volviendo a recostarse hacia atrás—. Es un muñeco.
James lo sacó y lo sostuvo en alto. En efecto, era una pequeña figura, toscamente fabricada de arpillera y cordel, con botones desiguales como ojos.
Zane le echo un vistazo con cara seria.
—Es… eres tú, James.
Efectivamente. La figura tenía una llamativa similitud. El hilo negro de la cabeza hacía una buena representación del pelo revuelto de James. Incluso la forma de la cabeza, la línea de la boca cosida, y la colocación de los ojos de botón formaban un espeluznante retrato.
James se estremeció.
—Es un muñeco vudú —dijo. Recordó la nota dentro de la caja. Los tres chicos se inclinaron para leerla cuando James la desenrolló.
Señor Potter
Seguramente reconocerá este objeto. No hubo tiempo este año en el plan de estudios de Tecnomancia para discutir el arte antiguo de las Representaciones Armónicas (Arte Figurativo Armónico), pero sospecho que comprende usted lo que implica. Esto fue encontrado en los aposentos de Madame Delacroix. Tras un breve debate con la directora y los retratos de Severus Snape y Albus Dumbledore —quienes debería saber se toman bastante interés por usted— se decidió que podría resultarle beneficioso saber cómo Madame Delacroix utilizó este objeto en su contra. En realidad, la elegancia de su manipulación resulta bastante impresionante. Esta figura estaba colocado junto a la figura mucho mayor de su padre, Harry Potter. Al otro lado había una vela. Parece evidente que mantenía la vela encendida todo el tiempo. Por supuesto, el resultado, señor Potter, era que su figura siempre estaba a la sombra de la representación de su padre.
Siempre hay una pizca de verdad en las manipulaciones del arte vudú. Delacroix sabía que lucharía usted legítimamente con las expectativas de su legendario padre. La lección que debe aprender de esto, señor Potter, es que las emociones no son malas, pero deben ser examinadas. Conózcase usted mismo. Los sentimientos siempre parecen válidos, pero pueden confundir. Y pueden, como ya ha visto, ser utilizados en su contra. Repito, como su maestro y hombre mayor que usted, conozca sus sentimientos. Domínelos o sino ellos lo dominarán a usted.
Theodore Hirshall Jackson
—¡Vaya! —suspiró Ralph—. ¡No la llamábamos “la reina del vudú” por nada!
Zane preguntó.
—¿Qué vas a hacer con él, James? Quiero decir, ¿si lo destruyes, serás destruido tú de alguna manera?
James fijó la mirada a la pequeña y poco atractiva caricatura de sí mismo.
—No lo creo —respondió pensativamente—. No creo que Jackson me lo hubiera dado en ese caso. Creo que solo quiso que recordara lo que ha ocurrido. Y tratar de asegurarse de que no vuelva a suceder.
—¿Y? —repitió Zane— ¿Qué vas a hacer con eso?
James se levantó, metiendo el muñeco en el bolsillo de sus pantalones.
—No sé. Creo que lo guardaré. Por lo menos durante un tiempo.
Con eso, los tres chicos vagaron sin rumbo fijo hacia la escuela, decididos a hacer lo menos posible en su último día de clase.
Más tarde esa noche, incapaz de dormir por la emoción de la partida del día siguiente, James salió de la cama. Se deslizó escaleras abajo hacia la sala común, con la esperanza de que alguien más pudiera estar aún levantado para una partida de ajedrez mágico o incluso de Winkles y Augers. Por el brillo de las brasas, la habitación parecía estar vacía. Mientras se daba la vuelta para marcharse, algo atrapó la mirada de James y observó de nuevo. El fantasma de Cedric Diggory estaba sentado cerca del fuego. Su forma plateada era todavía transparente, pero notablemente más sólida que la última vez que lo había visto.
—Estaba intentando pensar en un nombre para mí —dijo Cedric, sonriendo cuando James se lanzó sobre un sofá cercano.
—¿Ya tienes un nombre, no? —respondió James.
—Bueno, no un nombre fantasmal apropiado. No como “Nick Casi Decapitado” o “el Barón Sanguinario”. Necesito algo con estilo.
James lo consideró.
—¿Qué tal “El Cazador de Muggles Fastidiosos”?
—Es un poco largo.
—Bueno, ¿puedes mejorarlo tú?
—Yo estaba pensando... será mejor que no te rías —dijo el fantasma, lanzando a James una mirada severa—. Estaba pensando en algo así como “El Espectro del Silencio”.
—Hmm —respondió James cuidadosamente— Pero no eres silencioso. De hecho, suenas mucho mejor ahora. Tu voz ya no suena como llegada del Más Allá.
—Sí —estuvo de acuerdo Cedric—, estoy un poco más… aquí, en cierto modo. Ahora, soy tan fantasmal como el resto de los fantasmas de la escuela. Aunque estuve en silencio durante mucho tiempo, ¿no?
—Supongo que sí. Pero aún así, con un nombre como “El Espectro del Silencio” —dijo James sin convicción— será difícil encajar si vas a ir por ahí conversando con la gente todo el tiempo.
—Tal vez podría mostrarme meditabundo y callado un montón de rato —medió Cedric—. Simplemente flotaría mucho por ahí pareciendo malhumorado y demás. Y entonces, cuando pasen por mi lado, la gente se susurrará unos a otros, “¡Eh, ahí va! ¡El Espectro del Silencio!”.
James se encogió de hombros.
—Vale la pena probar. Supongo que tienes todo el verano para practicar la melancolía silenciosa.
—Supongo que sí.
James se sentó de repente.
—Entonces, ¿crees que vas a ser el nuevo fantasma de Gryffindor? —preguntó—. Quiero decir, como Nick Casi Decapitado se fue a dondequiera que vayan los fantasmas nuestra Casa no tiene ya fantasma.