Read James Potter y la Encrucijada de los Mayores Online
Authors: George Norman Lippert
Las últimas semanas del año escolar pasaron ante James como una imagen borrosa, extraordinariamente libres de peligro mortal y de aventuras, pero sin embargo envueltas con el estrés no mucho menor de los deberes, exámenes finales y prácticas de varitas, todos los cuales fueron relativamente bienvenidos tras la Encrucijada de los Mayores. A nadie le sorprendió mucho que Hufflepuff ganara la Copa de las Casas, siendo la única casa que había evitado las grandes deducciones de puntos por estar involucradas en las variadas correrías de la conspiración de Merlín. Solo la travesura de la escoba había costado a Ravenclaw y Gryffindor cincuenta puntos a cada una.
En la mañana del último día de escuela, James estaba embutiendo sus libros y túnicas escolares extra en su baúl cuando Noah subió como una tromba las escaleras llamándolo.
—Ron Weasley está en la chimenea. Quiere hablar contigo.
James sonrió.
—¡Excelente! ¡Dile que ya voy!
—¡James, cuidado! —gritó Tío Ron un minuto más tarde cuando James tropezó mientras bajaba las escaleras, todavía anudándose la corbata—. Muy respetable y todo eso. Pasaste un buen año, ¿no?
James asintió.
—Supongo que sí. Al parecer aprobaré, después de todo. Pasé toda la noche del lunes preparándome para el examen práctico de Defensa Contra las Artes Oscuras de Franklyn, luego tuve la más horrible sensación de que se me había olvidado todo cinco minutos antes de la prueba.
—No hablaba precisamente de tus obligaciones escolares, tontorrón —dijo el rostro en las brasas, con una sonrisa ladeada. —Tu padre me lo contó todo sobre la conspiración Merlín que descubriste.
—Sí, bueno…—dijo James tímidamente— Fue todo muy emocionante durante un tiempo, pero raro. Cinco semanas de deberes y de pronto parece como si todo le hubiera ocurrido a algún otro.
—Así funciona —asintió Ron—. Las partes aburridas de la vida se extienden en tu memoria y desplazan a las partes emocionantes hasta que sólo llegan a ser como pequeños destellos. Así es como tu cerebro se enfrenta a las cosas, supongo. Y hablando de eso, ¿qué tal le va al profesor Jackson?
James puso los ojos en blanco.
—Nada puede mantener al viejo Cara de Piedra tumbado por mucho tiempo. En realidad no resultó herido en el duelo con Delacroix, aunque su varita de repuesto no era tan potente como la que ella le rompió. Aparentemente la persiguió por el bosque durante horas y finalmente la acorraló en un claro. Dijo que la había alcanzado, pero que ella le había tendido una trampa, llamado a sus amigas náyades y dríadas para que lucharan con ella. Los árboles lo atacaron por detrás, dejándolo inconsciente. Así fue como consiguió hacerse ese gran hematoma en la frente. Aún así, volvió de nuevo a clase un día después de que Prescott se marchara, y desde entonces ha estado echando fuego con Zane y conmigo.
Ron arqueó una ceja.
—En realidad no se le puede culpar, supongo.
—Le devolvimos su maletín y pedimos disculpas y todo. Quiero decir, sé que arruinamos su empresa de toda una vida para proteger la túnica y evitar el regreso del más peligrosos mago de todos los tiempos y todo eso, ¡pero vamos! Merlín resultó ser bueno. Delacroix fue enviada a los Estados Unidos para ser sometida a juicio en los tribunales mágicos de América. Al final todo salió bien, ¿no?
—Todo lo que puedo decir es que si yo fuera él, te desearía arañas en tus cajones durante el resto de tu vida —masculló Ron—. Pero eso sería yo... Mi mente tiende a ir por esos derroteros.
—Honestamente, tío Ron. Quería arreglar las cosas. Me
gustaba
el profesor Jackson al principio.
—A riesgo de sonar como un adulto responsable, James, las acciones tienen consecuencias. Pedir perdón es genial, pero "lo siento" no es una palabra mágica. No sólo arruinaste los planes de Jackson, le diste una puñalada a su orgullo. Lograste engañarle. En su mente, le hiciste quedar como un tonto. Es difícil que un tipo como él supere algo así. Francamente, no puedes culparlo, ¿no?
—Supongo que no —estuvo de acuerdo James malhumoradamente— Al menos no nos suspendió en Tecnomancia. Aunque estuvo cerca.
—Buen chico. Aunque no vayas a implicarte demasiado en tus clases. Tienes una reputación que mantener.
—O destrozar —se burló la voz de Noah cerca.
—He oído eso, Metzker —dijo Ron severamente—. Es una orgullosa tradición Potter el pasar raspando por la escuela. Comenzada por el primer James Potter. Además, mira quién habla, señor Gremlin.
—Obtuve buenas calificaciones este año, en general —dijo Noah remilgadamente.
Ron sonrió de nuevo.
—Gracias a tu amiga Petra, sin duda. Ella es para vosotros los Gremlins lo que Hermione fue para Harry y para mí. Espera. Tu tía quiere saludar, James.
La cara entre las brasas se perdió de vista. Un momento después la sonrisa agradable y el pelo perpetuamente encrespado de Hermione tomaron forma.
—James, que guapo estás —dijo con orgullo—. No hagas caso a tu tío. El estudiaba muchísimo y se preocupaba tanto por sus calificaciones como el que más.
—¡Eso no es cierto! —gritó una voz amortiguada desde las profundidades de la chimenea. Hermione hizo una mueca.
—Bueno,
casi
como el que más —reconoció—. En cualquier caso, tu madre y tu padre estarán muy orgullosos de ti, al igual que tu tío y yo. Oh, apenas puedo creer lo rápido que pasa el tiempo. Parece como si sólo ayer hubiésemos estado nosotros allí —suspiró, mirando alrededor de la sala común—. Parece casi exactamente igual. Tendremos que hacer tiempo para una visita el próximo año. Será agradable ver de nuevo ese viejo lugar. —Incluso entre las brasas, los ojos de tía Hermione brillaban un poco. Parpadeó, y luego volvió la mirada hacia James—. Por cierto, James. Ron ha estado hablando con tu padre, ya sabes, y los dos querían preguntarte algo. Yo creí, sin embargo, que sería mejor que alguien que no fuera uno de ellos sacara el tema, francamente, los dos se han puesto tan tontos al respecto que podrían influenciar tu respuesta.
—¿Qué pasa? —preguntó James arrodillándose frente a la chimenea.
—No te arrodilles —lo regañó Hermione automáticamente—. Te mancharás los pantalones de ceniza. Es sobre la directora. Está planeando jubilarse, ¿lo sabías?
James no lo sabía.
—¿En serio? Pero… ¿qué hará entonces?
Hermione le dirigió una mirada que dijo que acababa de recordar cuantos años tenía.
—Minerva McGonagall tiene toda una vida fuera de las paredes de Hogwarts, James, por mucho que te cueste creerlo. Incluso, tengo entendido, aceptó la oferta del señor Finney para cenar en Londres.
—¿De veras? —aulló James.
—¿De veras? —intervino Noah casi simultáneamente desde el sofá, levantando la vista de su libro. Hermione puso los ojos en blanco.
—Fue una cita puramente profesional, os lo puedo asegurar. Efectuó algunas pequeñas modificaciones en la memoria del señor Finney, en realidad no le hizo olvidar su visita, pero la alteró. Todo fue parte del programa del señor Dolohov para “limpiar”, como él lo llama, el expediente de seguridad de la escuela… No obstante —añadió Hermione, bajando un poco la voz—, habló bastante bien del señor Finney. Sería muy agradable pensar que ella pueda encontrar un, er,
compañero
. Después de todo…
—¡Hermione! —La voz de Ron surgió de nuevo de las profundidades de la chimenea.
—En cualquier caso —dijo Hermione, poniéndose seria—. Sí, la directora planea jubilarse, quizás tan pronto como este mismo verano, asumiendo que pueda encontrarse a un sustituto adecuado. Lo más probable es que siga enseñando Transformaciones y ayudando al nuevo director, quienquiera que sea él o ella. Algunos habían sugerido a Neville Longbottom, pero el Ministro cree que es demasiado joven para ocupar el puesto, lo cual es sencillamente estúpido, pero los políticos siendo como son…
—¡Merlín! —exclamó James— ¡Estáis pensando en pedirle que sea el nuevo director!
Un aullido de alegre triunfo emanó de las profundidades de la chimenea. Hermione frunció el ceño.
—A
mí
puedes dejarme fuera de esto, muchas gracias. Todo es idea de tu padre y de tu tío. Pero puedo ver que estás tan loco como ellos.
—Pero, ¿cómo puede ser él el director? —preguntó Noah, saltando fuera del sofá y agachándose ante la chimenea—. Lo siento —añadió rápidamente—. ¿No pude evitar oírlo todo?
—¿De verdad? —replicó Hermione un poco socarronamente. —Vaya, y yo que había asumido que estabas debidamente enfrascado en el libro de texto de Aritmancia. Que tonta soy. Sin embargo, mantened esto en secreto, los dos. Oh, ¿pero qué estoy diciendo? Ron, mejor explicas tú esto. —Suspiró y se sopló un mechón de cabello apartándoselo de la cara en un gesto que a James le evocó sus primeros recuerdos de la tía Hermione. Le dirigió una sonrisa confusa—. James, que tengas un buen viaje. Te veremos en una semana. Rose y Hugo te envían saludos y dicen que les compres algunos pasteles de caldero en el tren. Buenos días, Noah.
Hermione desapareció de las brasas y el rostro de tío Ron apareció de nuevo.
—Excelente idea, ¿eh? —declaró, mirando de Noah a James con entusiasmo.
—Pero, ¿cómo? —preguntó Noah de nuevo—. Quiero decir, ese tipo era el mago más potencialmente peligroso en la historia del planeta hace unas semanas, ¿no? ¿Y ahora creéis que el Ministerio lo pondrá a cargo de una panda de críos?
—No sin un montón de supervisión —dijo Ron rápidamente. Obviamente había pensado bastante en ello—. Ahí es donde entran McGonagall y Neville. Ellos lo vigilarán y ayudaran, como una especie de junta directiva. McGonagall ya está de acuerdo, a pesar de que tuvimos que empujarla un poco. Básicamente teme acabar haciendo ella todo el trabajo, pero con Merlín obteniendo el crédito. Puede ocurrir, además, supongo, pero tú padre y yo no lo creemos. Merlín parece ser la clase de hombre nacido para mandar ¿sabéis?
—Sí —estuvo de acuerdo James—. Pero aún así, proviene de una época en la que mandar significaba decir a la gente que guillotina tenía la cola más corta. No me puedo imaginar que el Ministerio esté de acuerdo en ponerlo a cargo de Hogwarts.
—Tu Merlín es sorprendentemente rápido aprendiendo, James —dijo Ron con seriedad—. Ya ha estado rondando por todo el Ministerio, conociendo a gente y teniendo grandes y largas discusiones sobre la forma en que funcionan las cosas hoy en día. Está caldeando el panorama, ¡he de admitirlo!
—¿Entonces por qué no lo colocan por ahí, en algún lugar? —preguntó Noah—. Quiero decir, el mago más famoso en todo el mundo y todo eso. Cualquiera pensaría que estaría en la cola para Ministro de Magia, como poco.
Ron rió algo maliciosamente.
—Supongo que sois demasiado jóvenes para comprender las consecuencias de las palabras “sobrecualificado e inexperto”. Básicamente, ningún departamento lo quiere. Un tipo como Merlín no trabaja bien tras un escritorio, para empezar. Y es difícil imaginar que cualquier jefe de departamento que lo contrate no sería jefe del departamento mucho tiempo después de hacerlo.
—Quieres decir que él asumiría el control, ¿verdad? —confirmó James.
—Asumiría el control, como poco. Es un poco de gatillo suelto. Claro, probablemente sea el mago más poderoso vivo hoy en día, pero con un hueco de mil años en su experiencia laboral. Por muy rápido que se ponga al día os aseguro que encaja mal en el tapete rojo del mundo del Ministerio. Tu padre apenas puede soportarlo, James. Piensa en lo que sería enfrentarse a un tipo que puede desterrar a sus enemigos al mundo de las tinieblas con una sola mirada. La cuestión es que el Ministerio está buscando un lugar "adecuado" para sacarse de encima al viejo. Algún lugar lo suficientemente prominente como para un mago de su talla, pero lo suficientemente lejos como para que no sea una amenaza para nadie, metafóricamente hablando. O, a lo mejor
no
tan metafóricamente hablando. Nunca se sabe.
—Y resulta que Hogwarts tiene necesidad de un nuevo director —dijo Noah, sonriendo.
—¿Bueno? —dijo Ron respondiendo a la sonrisa de Noah—. Parece un poco demasiado perfecto, ¿no?
—Incluso si el Ministerio está de acuerdo con eso, ¿tú crees que él aceptará? —preguntó James
En la chimenea, Ron pareció encogerse de hombros.
—¿Quién puede decirlo? Nadie le ha preguntado aún. Pero lo primero es lo primero —Ron se puso serio y estudió a James—. Tú lo conoces mejor que nadie, sobrino. Estabas allí cuando regresó del pasado. Tú fuiste el que habló con él para que volviera y ayudara a Hogwarts y al mundo mágico. ¿Tú qué crees? ¿Crees que podría ser un buen director? ¿Crees que deberíamos preguntárselo?
Noah se recostó contra la base del sofá, estudiando a James y esperando su respuesta. James sabía que debía pensar en ello, pero ya sabía su respuesta. Merlín era un hombre complicado, y no exactamente lo que cualquiera llamaría “bueno”, no en el sentido en que lo había sido Albus Dumbledore o incluso Minerva McGonagall. Pero James sí sabía algo: Merlín
quería
ser bueno. Era difícil decir si era mejor tener un director que fuera bueno por naturaleza, o uno que fuera bueno porque tenía que intentar ser así todos los días, pero James tenía la edad suficiente como para saber que se trataba de un riesgo que valía la pena correr. Además, la parte Gremlin de James susurró,
"podría ser divertido tener un director que destierre a alguien como Tabitha Corsica a las tinieblas con solo una mirada".
—¡Pedídselo! —dijo James, asintiendo una vez, enfáticamente—. Si el Ministerio accede, pedídselo. Y espero que acepte.
—¡Yuuuujuuuu! —aulló Noah, lanzando las manos al aire.
—Mantenedlo en secreto por ahora —dijo Ron severamente— Si se sabe una palabra de esto antes de que tu padre y Hermione arreglen las cosas en el Ministerio, se podría estropear todo. ¿Lo captáis?
Noah asintió. James sonrió en acuerdo.
—¿Tú padre recuperó la capa y el mapa, no? —preguntó Ron a James cambiando de tema.
—Sí. Y aparentemente voy a estar castigado cuando regrese. Dos semanas sin mi escoba.
Ron chasqueó la lengua.
—Justo cuando estabas empezando a mejorar bastante, por lo que he oído. Ah, bueno. Sabes que tu padre tiene que mantener las apariencias castigándote y todo eso, pero está orgulloso de ti. Te lo digo yo.
La sonrisa de James se amplió y sus mejillas se sonrojaron.
—No es que yo lo intentara de nuevo, si fuera tú —dijo Ron, mientras su sonrisa de desvanecía—. Una vez tiene su encanto. Si sales con algo así de nuevo probablemente Ginny decida escolarizarte en el sótano de casa. Te lo digo yo, tu madre no es alguien con la que se pueda jugar, James.