Read James Potter y la Encrucijada de los Mayores Online
Authors: George Norman Lippert
Para cuando se acercaban a la última curva de la escalera, la directora, Neville, y el resto de los profesores los habían alcanzado. McGonagall se dirigió a los estudiantes que esperaban abajo.
—Damas y caballeros, como pueden ver hemos regresado todos enteros y bien. —Se detuvo y contempló la reunión desde arriba—. Para disipar rumores y sofocar cualquier temor tengo intención de ser bastante directa sobre lo que ha estado y todavía está ocurriendo aquí hoy. Dos hombres han irrumpido más bien de improviso en estos pasillos durante los dos últimos días. El primero todavía está aquí. Su nombre es Martin Prescott y es un muggle. Sus intenciones son bastante cuestionables, pero puedo asegurarles que nosotros, el profesorado, estamos preparados para…
—Gracias Minerva —interrumpió una voz fuerte y sonora—. De hecho, ya he informado a los estudiantes sobre los acontecimientos de hoy. Aprecio su meticulosidad, pese a todo. Únase a nosotros, ¿quiere? —Sacarhina y Recreant emergieron del grupo de estudiantes y se acercaron al pie de la escalera. La sonrisa de Sacarhina era amplia y brillante a la polvorienta luz de la planta baja de la torre.
McGonagall la miró durante un largo momento, y luego se volvió para dirigirse a los estudiantes otra vez.
—En ese caso, supongo que todos tienen clases a las que asistir. Sus profesores de buen grado les conducirán a sus aulas. Hagamos lo que podamos con el resto del día, ¿de acuerdo?
—¿Realmente cree necesario seguir con las clases hoy, Minerva? —dijo Sacarhina cuando la directora y el resto del grupo alcanzaron la base de la escalera—. Este es un día bastante inusual.
—Los días inusuales son los mejores para las clases, señorita Sacarhina —contestó McGonagall, pasando junto a la mujer—. Recuerdan a todo el mundo por qué estamos aquí en primer lugar. Si me perdona.
—Harry —dijo el señor Recreant, sonriendo con un poco de demasiado entusiasmo—. Admito que Brenda y yo no habíamos esperado verte aquí hoy. Una cuestión familiar, ¿verdad? —volvió su sonrisa hacia James, y luego también la dirigió a Ralph y Zane.
Harry sonrió rígidamente.
—Yo estoy igualmente sorprendido de veros a los dos aquí. No he visto ningún papeleo sobre otro viaje para reunirse con los de Alma Alerons. Y he estado haciendo una cantidad horrenda de papeleo, como ya sabéis.
Sacarhina tomó el brazo de Harry, y él la dejó conducirle fuera de la torre, siguiendo a los últimos estudiantes.
—Fue muy inesperado —dijo en tono confidencial—. Una situación terrible. ¿Seguramente Minerva te habrá hablado de ello? Martin Prescott, un reportero muggle, justo aquí en la escuela. De todos modos el Ministerio cree que es inevitable, en realidad.
—¿Lo es? —dijo Harry, deteniéndose cerca de la puerta y mirando a Sacarhina—. ¿Entonces, Loquatious Knapp lo sabe?
—El Ministro es consciente en líneas generales de los acontecimientos que se han estado produciendo —intervino Recreant—. Habíamos decidido no molestarlo con los detalles en sí.
—¿Entonces, de hecho, él no sabe que estáis aquí? —dijo Harry, sonriendo levemente.
—Harry —dijo Sacarhina sedosamente—, el hecho es que este tipo de situación entra precisamente dentro de la competencia del Departamento de Relaciones Internacionales. Tú mismo, desde luego, no requieres la firma del Ministro para cada pequeña maniobra del Departamento de Aurores. Tampoco nosotros necesitamos su aprobación cuando se trata de la ejecución de nuestros deberes cotidianos. ¿Tienes intención de quedarte todo el día?
—Ya lo creo, Brenda —contestó Harry con calma—. Siento curiosidad por ver lo que hace el Departamento de Relaciones Internacionales en el ejercicio de sus deberes cotidianos en semejante situación. Además, seguramente estarás de acuerdo con que un testigo externo y
objetivo
podría acabar siendo provechoso en caso de que se produzca alguna… ¿investigación?
—Como quiera, señor Potter —dijo Sacarhina, cerrando de golpe su sonrisa como si fuera un joyero—. Todo habrá terminado hacia las cuatro de esta tarde. El equipo de Prescott llegará y tendrá su visita turística. Después de todo, no hay modo de evitarlo considerando los muy ingeniosos dispositivos de seguridad del señor Prescott. Puede acompañarnos, pero por favor no intente interferir. No sería bueno para usted. Pero estoy segura de que no tengo que decírselo, ¿verdad?
—¿Disfrutó usted de una agradable siestecita junto a las puertas? —dijo Zane a la ligera cuando Sacarhina se alejaba.
Ella se detuvo, y luego muy despacio se giró hacia Zane.
—¿Qué has querido decir, chico? —preguntó.
Harry miraba a Zane con una mezcla de curiosidad y diversión.
—Ustedes dos estaban allí para recibir a Merlín cuándo este hizo su magnífica entrada anoche, pero al parecer él buscaba un pez más grande que ustedes, ¿no?—continuó Zane—. Les lanzó el viejo mal de ojo y les congeló en el acto. Vamos, tío, eso tiene que
doler
.
La sonrisa de Sacarhina apareció de nuevo en su cara, como si fuera su expresión por defecto cuando su cerebro trabajaba intensamente en alguna otra cosa. Sus ojos se volvieron hacia Harry.
—Simplemente no sé con qué ha estado llenando las cabezas de estos pobres niños, señor Potter, pero realmente no es propio de funcionarios del Ministerio contar semejantes historias. Merlín, quién lo iba a decir. —Sacudió la cabeza vagamente, luego se volvió y atravesó el arco de entrada con el señor Recreant siguiéndola nerviosamente.
—Está claro que se te da bien la gente, Zane —dijo Harry, sonriendo abiertamente y revolviendo el pelo al muchacho.
—Mi padre dice que es un don —estuvo de acuerdo Zane—, mi madre que es una maldición. ¿Quién sabe?
—Parece como si la señorita Sacarhina estuviera más confundida que enfadada —reflexionó Ralph mientras andaban por el pasillo abandonando la Torre Sylvven.
—Podría ser —contestó Harry—. Podría ser que todos aquellos a los que durmió Merlín se olvidaran de él también. Puede no tener ningún recuerdo de su llegada de anoche.
—¿Entonces todavía espera que aparezca cuándo lleve a Prescott y a su equipo a su gran tour?
—Quizás. Aunque no va a entorpecerla mucho tiempo el que no aparezca. Probablemente Merlín esté en este momento a mitad de camino de cruzar el Bosque Prohibido, buscando indicaciones en los espíritus de los árboles, ahora que al parecer han despertado.
James se detuvo en mitad del pasillo. Pocos pasos después, Harry se detuvo también y se giró para mirar a su hijo. La cara de James estaba pensativa y tenía los ojos muy abiertos.
De repente, parpadeó y miró a su padre.
—Tengo que ir al Bosque Prohibido —dijo—. No es demasiado tarde. ¿Papá, vendrás conmigo? Zane, Ralph, ¿vosotros también?
Harry no hizo ninguna pregunta a su hijo. Estudió la cara de James durante varios segundos, y luego echó un vistazo a Zane y Ralph.
—¿Qué pensáis vosotros dos? ¿Listos para hacer novillos?
James caminaba decidido por el bosque, seguido de cerca por Harry, Zane y Ralph.
Pasó entre los árboles más pequeños en la periferia, dirigiéndose hacia el corazón más profundo del bosque, donde los árboles eran enormes y antiguos y el sol casi quedaba bloqueado por las ramas de denso follaje. Durante varios minutos, los cuatro anduvieron en silencio, y entonces, finalmente, James se detuvo. Giró en el acto, alzando la vista a las silenciosas hojas y a las ramas que crujían suavemente. No había ningún otro sonido. Harry, Zane y Ralph permanecieron a unos siete metros de distancia, observando silenciosamente. James cerró los ojos durante un momento, pensando, y luego los abrió otra vez y habló.
—Sé que muchos no estáis despiertos —comenzó, alzando la vista hacia las amenazantes alturas de los árboles—, y sé que algunos de los que estáis despiertos no estáis de nuestro lado. Pero los que sí lo están me oirán, y espero que me ayudéis. Merlín está aquí en algún sitio. Puede estar muy, muy lejos ahora, pero aun así, creo que sabéis dónde está. Habla con vosotros, y apuesto a que vosotros también le habláis a él. Sé que los espíritus de los árboles pueden hablar, porque ya hemos conocido a uno. Tengo un mensaje para Merlín.
James hizo un alto y tomó otro profundo aliento, no estaba completamente seguro de lo que quería decir. Simplemente se le había ocurrido que debía intentarlo. Delacroix le había utilizado para ayudar a traer a Merlín al mundo, a pesar de los mejores esfuerzos de los que habían deseado impedirlo.
El conocimiento de que había permitido que le manipularan era horrible para él. Todo ese tiempo había creído que hacía el bien, salvando al mundo del mal, andando tras los pasos de su heroico padre. Y aún así sus mejores intenciones se habían vuelto contra él, contra el mundo al que había esperado proteger.
Había intentado hacerlo solo, como lo habría hecho su padre, pero había fallado. Había ayudado al mal. Y ahora el mal esperaba que él se rindiera. James no tenía intención de rendirse, aunque tal vez ahora podría intentar ayudar de un modo diferente. Probablemente era arriesgado, completamente desesperado, pero tenía que intentarlo. Tal vez era
su
destino, después de todo.
—Merlín —dijo James inciertamente—, usted dijo que Austramaddux se equivocó al traerle a nuestro tiempo. Dijo que había sido egoísta, que solamente quería librarse del servicio que le juró. Pero la directora McGonagall cree que se equivoca. Cree que este es el tiempo al que usted mismo se propuso volver, porque este mundo necesita su ayuda para detener una guerra que podría destruirnos a todos. Bueno… sé que solo soy un niño, pero creo que se equivocan
ambos
.
James echó un vistazo a su padre. Harry se encogió de hombros ligeramente y asintió.
—Oí todo lo que dijo usted, y lo que dijeron los demás cuando se marchó, y creo que fue traído a este tiempo porque
usted
necesita algo. No sabe seguro si realmente alguna vez ha obrado bien o mal. No sabe si controla sus poderes, o si ellos le controlan. Creo que la verdad es que el mundo realmente le
necesita
ahora, pero que usted necesita a este mundo también. Es su oportunidad… tal vez la última oportunidad… de demostrar que es un mago bueno después de todo. La gente se ha preguntado durante siglos si era bueno o malvado, pero ¿a quién le importa lo que el resto de la historia dirá sobre usted? Si sabe en su propio corazón que hizo lo correcto cuando realmente importaba, entonces no importará lo que digan. No digo esto porque yo mismo lo entienda aún, pero al menos intento entenderlo. Usted está en este tiempo sea cual sea la causa, Merlín. Quienquiera que le trajo aquí lo hizo para que rescatara al mundo, pero… creo que está aquí también para ser rescatado de usted mismo.
James terminó y suspiró. Alzó la vista, estirando el cuello y entornando los ojos, buscando en los árboles algún signo de que su mensaje había sido escuchado, y de que podría ser entregado.
Las hojas simplemente siguieron silbando y susurrando en la brisa. Las ramas crujían silenciosamente. Después de un minuto, James se metió las manos en los bolsillos y regresó desconsoladamente con su padre, Ralph y Zane.
Zane palmeó el hombro a James mientras se daban la vuelta para marcharse.
—Ha sido el mayor montón de chorradas que he oído jamás —dijo jovialmente—. Pero creo que lo dices en serio. Me ha gustado, incluso si nunca llega a oídos de Merlín.
—¿Se te ocurrió todo esto a ti solo? —preguntó Ralph.
James se encogió de hombros y sonrió con vergüenza.
Harry no dijo nada mientras andaban, pero puso el brazo alrededor de los hombros de James y lo mantuvo allí todo el camino de regreso. James creyó que significaba que su padre lo aprobaba, incluso si no era el modo en que él mismo lo habría hecho. Y entonces comprendió, con alegría, que su padre lo aprobaba precisamente
porque
no era el modo en que él lo habría hecho. James sonrió y disfrutó de ese momento de silenciosa revelación. Tal vez aprender esa verdad... el tipo de la verdad que uno tiene que aprender por sí mismo, a pesar de toda la gente que intenta enseñártelo con meras palabras... hacía que valiera la pena todo lo que había pasado hasta ahora. Sólo esperaba que valiera también tras lo que todavía estaba por venir.
Harry acompañó a James, Zane y Ralph a un desayuno muy tardío en las cocinas de los elfos domésticos bajo el Gran Comedor. James notó que el elfo doméstico que manejaba el enorme fuelle de la estufa era el elfo gruñón que les había dicho a los tres que estaban a prueba. Los miró con obvia sospecha, pero no dijo nada.