Guía de la Biblia. Nuevo Testamento (50 page)

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Authors: Isaac Asimov

Tags: #Histórico

BOOK: Guía de la Biblia. Nuevo Testamento
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Pablo justificaba esto indicando un pasaje del Segundo Isaías, donde el afligido siervo parece tener más intenciones que la vuelta del exilio de Israel y Judá. El reino mesiánico ideal debe derramar su gloria sobre toda la tierra para admiración y, quizá, conversión de los gentiles;

Isaías 49.6. ...
Yo le he puesto para luz de las gentes, para llevar mi salvación hasta los confines de la tierra.

Por lo visto, empezaba Pablo a considerarse como esa luz de las gentes (gentiles) de que había hablado el Segundo Isaías.

Licaonia

Pese a los muchos conversos, la oposición judía fue lo bastante enérgica para expulsar a Pablo y a Bernabé de la Antioquía de Pisidia. Fueron en dirección sureste, a unos 128 kilómetros.

Hechos 13.51 ...
se dirigieron a Iconio.

Iconio era la capital de una región de Asia Menor llamada Licaonia, que está situada al oriente de Pisidia y al norte de Cilicia y que, al igual que estas dos, se convirtió en provincia romana en el 25 aC. Entre las ciudades que visitó Pablo en su primer viaje misionero, Iconio fue la que mejor recordó. Actualmente, es la octava ciudad en importancia de Turquía; aún se la reconoce por el nombre, Konya, y tiene unos 120.000 habitantes.

Pablo y Bernabé predicaron en Iconio, y las conversiones que lograron volvieron a despertar las peligrosas iras de los dirigentes judíos. Los misioneros marcharon de nuevo, esta vez hacia el sur:

Hechos 14.6. ...
huyeron a las ciudades de Licaonia, Listra y Derbe...

Estas ciudades, a 80 y 48 kilómetros, respectivamente, al sur de Iconio, sólo son históricamente importantes por la visita que ahora les hace Pablo.

En Listra, Pablo cura a un paralítico, y las muchedumbres paganas se apresuran a saludar como dioses a los misioneros:

Hechos 14.12.
y llamaban a Bernabé Zeus, y a Pablo, Hermes,
[23]
porque éste era el que llevaba la palabra.

En los mitos griegos tardíos, era corriente narrar los viajes a la tierra de Zeus (Júpiter, en latín) y Hermes (Mercurius, en latín; Mercurio, en castellano). De esas leyendas, la más famosa en tiempos modernos es la de Filemón y Baucis, pobre pareja de ancianos que vivían en Asia Menor. Cuando Zeus y Hermes se presentaron con atuendos humildes, el matrimonio les ofreció hospitalidad, mientras que sus vecinos habían despedido a los dioses. En consecuencia, los vecinos fueron castigados, pero la pobre cabaña de Filemón y Baucis fue convertida en un hermoso templo, que ellos atendieron como sacerdote y sacerdotisa, concediéndoseles además, el don de acabar su vida juntos y permanecer unidos en la muerte.

La leyenda fue narrada una generación antes por el poeta romano Ovidio, y debía ser conocida por todo el mundo romano, siendo de especial interés para los moradores de Asia Menor.

El hecho de que se considerase Zeus a Bernabé y Hermes a Pablo, suele interpretarse en el sentido de que Bernabé tenía un aspecto distinguido, contrariamente a Pablo. En realidad, se supone que Pablo era de pequeña estatura y de apariencia poco interesante y, además, enfermiza.

El propio Pablo solía subrayar sus propios defectos físicos, tal vez por modestia y quizá como astuto elemento estratégico.

Así, en la Segunda Epístola a los Corintios, pone estas palabras en boca de sus enemigos:

2 Corintios 10.l0. ...
la presencia corporal
(de Pablo)
es poca cosa, y la palabra, menospreciable.

Esto puede ser ironía socrática por parte de Pablo que, al describirse peor de lo que es, provoca una reacción por la cual se le ve mejor de lo que de otro modo parecería. Esto debe ser cierto respecto a lo de su palabra, pues a juzgar por los efectos que producían, sus sermones debían ser cualquier cosa menos desdeñables.

El hecho mismo de que se le llamara Hermes, «porque éste es el que llevaba la palabra», lo demuestra. En efecto, el llamarle Hermes era algo favorable a su persona, y no al contrario. Según las leyendas griegas, en las visitas de Zeus y Hermes a la tierra, el primero, como dios principal, consideraba indigno manifestar algo más que una postura majestuosa y benévola, dejando a Hermes la realización de actividades. Es posible que esa fuera ahora la actitud de los misioneros. Bernabé, aún jefe titular del grupo, pero inquieto por las actividades de Pablo entre los gentiles, pudo ir retirándose cada vez más a un silencio grave, mientras que su supuesto subordinado, Pablo, debió hablar cada vez con mayor seguridad.

Desde luego, Pablo alude de cuando en cuando a cierta enfermedad:

2 Corintios 12.7. ...
Por lo cual. para que yo no me engría, fueme dado un aguijón de carne, un ángel de Satanás que me abofetea...

No se dice explícitamente qué es el «aguijón de carne». No parece que a Pablo le guste hablar de ello, considerando quizá que sus oyentes lo saben y no necesitan detalles.

Se cree que se trata de alguna especie de enfermedad recurrente que periódicamente le «abofeteaba», incapacitándole para el trabajo. Así, en cierto momento dice:

1 Corintios 2.3.
Y me presenté a vosotros en debilidad, temor y mucho temblor,

Lo que puede ser una manera metafórica de decir que llegó a la hermandad cristiana a predicar no de una forma orgullosa y segura, sino con apocamiento y timidez, con miedo a enfrentarse con aquellos que debían saber muchísimo más que él. Si es así, también debe formar parte de la ironía socrática, pues no hay rastro alguno de apocamiento y timidez en ninguna de las palabras o actos atribuidos a Pablo, y fuese antes o después de su conversión.

Por otro lado, algunos lo interpretan como una referencia a su enfermedad: los accesos de temblor tal vez obedecieran a una malaria recurrente.

También hay quienes sugieren que Pablo padecía ataques epilépticos. Serían periódicos, claro está, y como en general se creía que la epilepsia obedecía a la posesión demoníaca, bien podía decir que Satanás le abofeteaba durante esos ataques en todo el sentido de la palabra.

Apoya esta idea una observación que Pablo hizo (durante un sermón a los judíos de Jerusalén, describiendo sus experiencias religiosas. En cierto momento, dijo:

Hechos 22.17.
Cuando volví a Jerusalén, orando en el templo tuve un éxtasis.

Claro que hay muchas razones para explicar los éxtasis aparte de la epilepsia, pero si consideramos que Pablo era epiléptico es posible aducir que lo ocurrido cerca de Damasco fue un severo ataque epiléptico con alucinaciones que Pablo interpretó como una aparición de Jesús. Si fue así, la epilepsia modificó el curso de la historia universal, al menos en este caso.

Pero todos estos argumentos respecto a la apariencia física de Pablo y a su estado de salud se apoyan en fundamentos muy endebles. En cambio, si nos fijamos en su inacabable energía, en los viajes que soportó, en las tribulaciones que superó, sólo podemos suponer que era un hombre de salud y vigor fenomenales.

Así, pues, cuando Pablo persuadió a duras penas a los paganos de Listra de que no los adorasen como dioses ni a él ni a Bernabé, judíos de Antioquía de Pisidia y de Iconio agitaron a la muchedumbre contra ellos y la situación cambió de inmediato. De dioses se convirtieron en blasfemos, y Pablo fue lapidado y dejado por muerto. Alguien lapidado hasta el punto de parecer muerto debe quedar realmente mal, pero Pablo logró ponerse en pie para salir al día siguiente de Listra con Bernabé y dirigirse a Derbe. Ningún hombre débil y enfermizo podía conseguir tal cosa.

Atalia

Pablo y Bernabé se disponían a volver a Antioquía. Desde Derbe podrían recorrer fácilmente los 192 kilómetros en dirección sureste hasta la costa de Cilicia, para allí tomar un barco hacia Antioquía; hasta podrían desviarse un poco hacia el este y visitar Tarso, la ciudad natal de Pablo.

Pero no lo hicieron. En realidad, Pablo no parece haber alcanzado grandes cosas en Cilicia durante sus tareas misioneras. ¿Pudo completar el trabajo lo más posible durante los años que pasó en Tarso, antes que Bernabé le llamase a Antioquía? ¿O (cosa más probable) era, como Jesús, un profeta desprestigiado en su tierra?

En cualquier caso, los misioneros decidieron volver sobre sus pasos para visitar de nuevo las iglesias fundadas en las diversas ciudades donde habían predicado:

Hechos 14.25.
y habiendo predicado la Palabra
[24]
en Perge, bajaron a Atalia,

Hechos 14.26.
Y de allí navegaron hacia Antioquía...

Atalia era el puerto de Perge. Fue fundada por Átalo II de Pérgamo, y se llamó así en honor del fundador. Así acaba el primer viaje misionero de Pablo.

Silas

Al parecer, la iglesia de Antioquía aceptó el informe de Pablo sobre sus actividades, en especial la de dirigirse a los gentiles sin exigirles someterse al yugo de la Ley mosaica:

Hechos 14.27. ...
reunieron
(Pablo y Bernabé)
la iglesia
(de Antioquía) y
contaron cuanto había hecho Dios con ellos y cómo habían abierto a los gentiles la puerta de la fe.

Sin embargo, cuando estas noticias llegaron a los presbíteros cristianos de Jerusalén despertaron gran desaprobación. La facción capitaneada por Santiago consideraba esencial la Ley mosaica:

Hechos 15.1.
Algunos que habían bajado de Jerusalén
[25]
(a Antioquía)
enseñaban: «Si no os circuncidáis conforme a la Ley de Moisés, no podéis ser salvos».

No se especifica quiénes eran, pero uno de ellos podría ser Pedro. En la Epístola a los Gálatas, es posible que Pablo se refiera a este episodio al decir;

Gálatas 2.11.
Pero cuando Cefas
[26]
fue a Antioquía, en su misma cara le resistí, porque se había hecho reprensible.

Pablo se mofó de Pedro por comer con los gentiles, como en el caso de Cornelio (v. cap. 9), y por retractarse bajo las presiones de Santiago y de su grupo.

La querella se hizo más acalorada hasta el punto de que el cristianismo primitivo estuvo a punto de escindirse en dos facciones mutuamente hostiles. Por tanto, se decidió que representantes de ambos bandos se reunieran a discutir el tema para llegar a alguna conclusión general:

Hechos 15.2. ...
determinaron
(los dirigentes cristianos de Antioquía)
que subieran Pablo y Bernabé a Jerusalén, acompañados de algunos otros de aquéllos, a los apóstoles y presbíteros de Jerusalén, para consultarlos sobre esto.

Se celebró a continuación el denominado Concilio de Jerusalén, que según parece se llevó a cabo en el 48 dC. Es posible que Santiago adoptara la postura mosaica intransigente, Pablo la antimosaica extrema y Pedro y Bernabé se esforzaran por llegar a un acuerdo. Así:

Hechos 15.5.
Pero se levantaron algunos de la secta de los fariseos que hablan creído
(en Jesús),
los cuales decían: «Es preciso que se circunden y mandarles guardar la Ley de Moisés».

Pero Pedro se levantó (tal vez mientras aún resonaban en sus oídos las sarcásticas palabras de Pablo en Antioquía) para admitir que en el caso de Cornelio él mismo había aceptado a un gentil incircunciso. Dijo:

Hechos 15.7. ...
vosotros sabéis cómo ha mucho tiempo determinó Dios aquí entre vosotros que por mi boca oyesen los gentiles la palabra del Evangelio
[27]
y creyesen.

Eso paró los pies al grupo mosaico. Pablo relató los logros de su primer viaje misionero, describiendo probablemente sus actos de acuerdo con la tradición de Pedro. Santiago se vio obligado a capitular dando, además, las razones que tenia para ello:

Hechos 15.13. ...
Santiago... dijo...

Hechos 15.14.
Simón nos ha contado de qué modo Dios por primera vez eligió tomar de los gentiles...

(Se refiere Santiago a Pedro por su nombre arameo. Simón, como si el autor de los Hechos se tomara la molestia de demostrar el semitismo de Santiago incluso a través de la lengua griega en que escribía.)

Sin embargo, Santiago insistió en que se conviniera un compromiso para que los conversos gentiles cumplieran cuatro abstenciones rituales:

Hechos 15.20. ...
se abstengan de las contaminaciones de los ídolos, de la fornicación, de lo ahogado y de sangre.

Pero no se les exigía la circuncisión ni el cumplimiento de las complejas leyes alimenticias (ni siquiera de abstenerse de cerdo, a causa de lo cual murieron gustosamente muchos mártires bajo tortura en época de los Macabeos).

Fue toda una victoria resonante para el punto de vista de Pablo. Quizá fuese en esa ocasión cuando a Pablo (y, a través de él a la iglesia de Antioquía) se le concedió la igualdad con los presbíteros de la iglesia de Jerusalén. Pablo se refiere a tal ocasión en la Epístola a los Gálatas:

Gálatas 2.9.
Santiago, Cefas
(Pedro) y
Juan... nos dieron a mí y a Bernabé la mano en señal de comunión, para que nosotros nos dirigiésemos a los gentiles y ellos a los circuncisos.

De ese modo se formaron verdaderamente dos facciones cristianas; un bando mosaico bajo el mando de Santiago, y uno gentil y antimosaico presidido por Pablo. Sin embargo, no estaban enfrentados, sino que habían concertado una tregua. Cuando Pablo y Bernabé volvieron a Antioquía, se eligió para acompañarlos a algunos de la iglesia de Jerusalén, casi en calidad de embajadores de una facción en la otra.

Hechos 15.22.
Pareció entonces bien a los apóstoles y a los ancianos... escoger de entre ellos, para mandarlos a Antioquía con Pablo y Bernabé, a Judas, llamado Barsabas, y a Silas...

A Judas Barsabas sólo se le menciona en este capítulo pero Silas desempeña más tarde un papel importante, pues acompañó a Pablo en posteriores viajes misioneros.

Al igual que Pablo, Silas debía de ser ciudadano romano. A1 menos, cuando ambos son azotados más tarde por las autoridades romanas. Pablo habla en plural de su ciudadanía:

Hechos 16.37. ...
Pablo les dijo: Después que a nosotros, ciudadanos romanos, nos han azotado públicamente sin juzgarnos...

Si era Silas ciudadano romano, sería de esperar que él también tuviese un nombre latino, equivalente al de Pablo, su compañero. Los Hechos nunca se refieren a él por otro nombre, pero en algunas epístolas hay referencias a otro de nombre semejante:

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