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Authors: Francisco Martín Moreno

Tags: #Histórico

Arrebatos Carnales (52 page)

BOOK: Arrebatos Carnales
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A lo largo de las páginas de
Timón
, sostuve y sostuvimos que «Hay que hacer limpieza» y abogar por la expulsión de elementos judíos de la República Mexicana... «México no puede transformarse en la cloaca máxima de todos los detritus que arrojan los pueblos civilizados.» Informamos acerca de los tenebrosos planes de los judíos, una de las causas determinantes del antisemitismo alemán.
«Ante el Destino»
, expresamos la esperanza de la victoria total de los nazis: «La Historia está en marcha, dijo hace tiempo un profesor alemán y, nunca como ahora, la frase resulta más exacta. Los acontecimientos bélicos se precipitan con tal rapidez, que nada puede pronosticarse con una hora de anticipación...» «Hasta las piedras saben que la democracia quedó enterrada desde el día en que los principales pueblos de la época entregaron sus destinos, ya no la libertad de sufragio, como en las pequeñas repúblicas medievales de Italia, o de España, sino a las mafias judeo-masónicas que han venido explotando el afán y la angustia, la inocencia y la desventura de las naciones.» La América española ganará después de la victoria alemana una mayor libertad de comercio: «Alemania se levantó... para construir lo que será, ya mañana, el primer imperio de la época».

Nuestra revista fue censurada y después cancelada abruptamente por el general Cárdenas. ¿Qué se podía esperar de un inquisidor, de un militar que sólo sabe dirimir las diferencias a balazos? Mientras circulamos aduje que «México debe abandonar la Liga de las Naciones». «El cristianismo, amenazado durante largas épocas, una y otra vez retorna a conquistar lo suyo. Hitler, aunque dispone de un poder absoluto, se encuentra a mil leguas del cesarismo. La fuerza no le viene a Hitler del cuartel, sino del libro que le inspiró su cacumen. El poder no se lo debe Hitler a las tropas, ni a los batallones, sino a sus propios discursos que le ganaron el poder en democrática competencia con todos los demás Jefes y aspirantes a Jefes que desarrolló la Alemania de la posguerra... Las raíces de Francia... son raíces católicas, incompatibles en consecuencia, con las finalidades del Gran Oriente... Alemania está ganando, y lo decimos y esto ofende a nuestros enemigos. No sólo lo decimos sino que lo previmos. El no habernos equivocado es la causa que nos ha concitado enemistades... Nuestra revista es la mejor impresa, la mejor presentada y la más notoria de las que se publican en el país. No contamos, pues, sino con el favor del público...

¿Qué tal ese hermosísimo párrafo que habla del
fuego purificador
?:

Sea «misántropo» el nombre más dulce para mí y los rasgos de mi carácter el mal humor, la aspereza, la grosería, la ira y la carencia de humanidad. Si alguna vez veo a alguien que se abrasa en el fuego y me suplica que le salve, apagaré sus llamas con pez y aceite; y si el río, desbordado por la tempestad, arrambla con algún hombre y éste me tiende sus manos y suplica que le saque de allí, le empujaré y hundiré su cabeza bajo las aguas, de modo que no pueda flotar ya más. Así recibirán su merecido. Ha propuesto esta ley Timón, hijo de Equecrátides, del demo de eolito, y el mismo Timón la ha presentado a la aprobación de la asamblea. Bien.

Aceptemos dicha ley y ciñámonos a ella con firmeza.

Luciano de Samosata,
Timón o el misántropo
.

Estuve conforme con respaldar la idea de que «todo aspirante a dictador en América Latina está moralmente obligado a visitar al Führer, al Duce y al Papa. Según las vinculaciones financieras, las órdenes decisivas se reciben de uno u otro: en Chile se prefiere la voz de Hitler y en Argentina la de Mussolini. Es como La Meca para los musulmanes y Jerusalén para los cristianos. Por todo ello estaba yo de acuerdo en que las legiones nacional socialistas de México recibieran gran cantidad de armas directamente de Alemania para ayudar al general Cedilla que organizaba un movimiento armado en las Sierras de Guadalupe para derrocar al gobierno cardenista. Mi esperanza radicaba en que un golpe de Estado dirigido desde Alemania en contra de Cárdenas, simultáneamente auspiciado por la Iglesia católica, me pudiera conducir finalmente al poder. Ni Obregón ni Calles me hubieran permitido jamás acceder al Castillo de Chapultepec porque ambos sabían que dicha decisión implicaría la destrucción de su carrera política. Claro que no creían en la democracia, claro que jamás la habrían impulsado, claro que sus promesas republicanas no fueron sino meras patrañas, claro que intentaban apropiarse del poder y morirse con la banda presidencial en el pecho asfixiando a nuestro país mientras que ellos y los integrantes de su banda lo saqueaban a placer.

¿Por qué no decirlo en esta hora suprema? Yo contaba cori cuatro radioemisoras a mi servicio durante la primera mitad de 1940. Ahí estaba la XERC, 830 kc., en la ciudad de México, que transmitía programas pro nazis desde las ocho y media de la mañana hasta las once y media de la noche, y la XEHV, 1420 kc., de Veracruz, que transmitía desde las siete de la mañana hasta la medianoche. También en Veracruz las radioemisoras XEU y EEUW, 1000 kc., transmitían igualmente, con la debida discreción, programas pro hitlerianos. Toda herramienta era válida con tal de sacudirnos el dominio político y económico de Estados Unidos. Nuestro ideal consistiría en estar cerca de Dios y lejos, muy lejos de Estados Unidos y, obviamente, no porque hubiera sido expulsado de aquel país en 1938 debido a razones que yo juzgo desconocidas...

Pero no podíamos depender del éxito militar de Hitler para continuar con nuestro proyecto de rescate y reconstrucción de México. Dios estaba con nosotros, era obvio, pero al mismo tiempo resultaba imperativo crear una infraestuctura política que facilitara la defensa de los intereses clericales y desde la que se pudieran impulsar reformas constitucionales para consolidar el reino de Dios, aquí en la Tierra. Nuestro lema tenía que haber sido «Hitler, Dios y dietadura». Así podríamos modificar el artículo 3° de nuestra Carta Magna, de tal suerte que la educación que impartiera el Estado fuera obligatoriamente la católica. ¡Cuánto trabajo habría que realizar para desmantelar el aparato juarista, pero habría que lograrlo y, para ello, nada mejor que recurrir al sinarquismo!

El alto clero, inteligente y capaz, conocedor de la psicología popular, se encargaría, desde las sombras, de explotar hábilmente la ignorancia y los sentimientos religiosos de algunos sectores de la población para alcanzar nuestros objetivos políticos... La Unión Nacional Sinarquista fue fundada oficialmente el 23 de mayo de 1937. Un mes después fue lanzado nuestro primer manifiesto, titulado
Patria, justicia y libertad
. Por supuesto que en 1941 llegó a mis manos el informe del
attaché
militar norteamericano respecto a los agentes nazis en México: Osear Helmuth Scheller, uno de los padres del sinarquismo mexicano, y Otto Gilbert, estaban estrechamente conectados con los sinarquistas; su centro de operaciones se hallaba en Guanajuato; la Iglesia católica estaba presente en el movimiento en tanto que los líderes sinarquistas actuaban con miras a hacerse del gobierno nacional. A mí, José Vasconcelos, me identificaban como el subcomandante de la Unión Nacional Sinarquista y, la verdad, no estaban nada lejos en sus apreciaciones. Yo alentaba a los miembros de la UNS asegurándoles: «Veo que ustedes están bien organizados y resueltos [ ... ] ya sobran mártires y es necesario organizar ahora falanges que sepan vencer». «Todas las fuerzas enemigas de la Revolución mexicana se aplicaron con ganas a la tarea de estructurar ese partido y, al fin, lo consiguieron: la Unión Nacional Sinarquista es el instrumento político más perfecto que haya tenido jamás la reacción en México desde la Independencia a esta fecha.» La organización totalitaria dirigida por nazis encubiertos, a través de la Falange Española, creada para contrarrestar la
anarquía
e imponer dictaduras fascistas, contaba con un escaso margen de error porque los jóvenes sinarquistas habían sido adiestrados por jesuitas, quienes, entre otros, jalaron los hilos de la insurrección cristera, el levantamiento armado diseñado para derrocar al gobierno mexicano presidido por Calles. Los mismos que dirigieron la guerra cristera formaron la Unión Nacional Sinarquistade México y el PAN, nuestra gran esperanza para erigir un nuevo reino de Cristo en México. «El programa sinarquista, diseñado por falangistas, apunta hacia el establecimiento de un Estado totalitario bajo el dominio de España, donde México formaría parte de un nuevo imperio español dominado por Alemania.» ¿No era una genialidad que nos garantizaría el progreso que finalmente habíamos buscado desde la primera noche de los tiempos? Seamos claros: «Acción Nacional, el PAN, es un grupo interconexo de estratos superiores de la vida mexicana y forma parte del movimiento falangista». Queremos mártires «porque la sangre de los mártires Dios la pide para salvar a México...» Salvador Abascal, nuestro pequeño Führer mexicano, nos deleitaba a todos cuando entonaba un canto de lucha:
Fe, Sangre, Victoria
...

Ya es hora que se sepa que, en efecto, yo, sí, yo, José Vasconcelos, era uno de los subjefes de la Unión Sinarquista Nacional, al mismo tiempo que Manuel Gómez Morín, éramos miembros del Consejo Falange-Iglesia, también conocido como Consejo de la Hispanidad, o simplemente La Base, que controlaba a la Unión Nacional Sinarquista, un movimiento social cristiano de extracción auténticamente mexicana, la esperanza de los pobres de México a través de los nazis y de la Falange Española y de los elementos fascistas en la Iglesia.

Los cimientos del México del futuro ya estaban bien firmes. Confieso, lo confieso: intenté ser gobernador de Oaxaca y perdí al ser víctima de una trampa más de Obregón. Intenté ser presidente de la República al ganar las elecciones en 1929 y volví a perder. Después, durante el gobierno de Cárdenas me ofrecí como candidato neocristero y volví a fracasar. Acto seguido me acerqué al Calles desterrado y amargado en el exilio, para proponerle un movimiento militar encabezado por mí para derrocar al trompudo de Cárdenas pero volví a fracasar. Toda la ayuda que me extendió fue un cheque de mil ochocientos dólares entregado por él mismo. La vida me permitió hacer las paces con él y hasta formar una muy respetuosa guardia de honor el día de sus exequias fúnebres. Cómo cambia la vida, ¿no...? A los enemigos eternos también es menester perdonarlos. Así procedí con Gonzalo N. Santos, asesino de Germán del Campo, y con el general Amaro, ministro de Guerra en los años negros del callismo. El rencor es veneno retenido. Mi última gran oportunidad de hacerme del poder la perdí cuando los Aliados derrotaron a las Potencias del Eje, en 1945. Era claro que Hitler ya no podría ayudarme a materializar mi más caro anhelo. Franco negoció en forma truculenta con Roosevelt y Truman de tal manera que mi querido dictador español se olvidó de impulsar el fascismo en América, de acuerdo con sus intereses políticos.

¿Amores? A mi querida Antonieta, Valeria para ocultarla de toda suspicacia, le dediqué mi libro
El proconsulado
, mi desconsolada autobiografía, con las siguientes palabras: «Dedico este volumen a la memoria de Doña A.R.M. y de todos los que cayeron por el ideal de un México regenerado». De haber engañado a María Antonieta aquella mañana del 11 de febrero de 1931 expresándole falsas palabras de amor, ¿cuánto tiempo hubiera podido resistir el embuste cuando ya no había nada entre nosotros? Se hubiera suicidado un día, un mes después, al descubrir mis verdaderos sentimientos...

En 1943 conocí a Esperanza, una pianista excepcional que me dio un hijo excepcional, Héctor, mi querido Héctor. Quiero dejar constancia de mis sentimientos otoñales al confiarle al lector el siguiente párrafo:

Amor otoñal

Esperanza querida:

Te escribo para convencerme a mí mismo de que existes y eres una realidad maravillosa, y no fue sueño el momento de anoche, ni las breves horas que hasta la fecha he pasado mirándote, asombrado y dichoso de verte. Se va detrás de ti todo mi corazón... Con todo el cuerpo me gustas y al mismo tiempo se me llena el alma de dulzura si pienso en tu cariño y tu bondad... Que seas feliz, que seas gloriosa, tal es mi deseo Me limito a decirte que pienso en ti con lágrimas en los ojos También quiero pedirte que creas en mí... Gloriosa, gloriosa, cuando un alma descubre otra alma que le inspire amor... Te amo, Esperanza querida, pero no con amor exigente, egoísta; te amo con dulzura profunda, como de viejo a joven... Tus manos que vuelan sobre el piano, dominadoras y suaves, pasean así sobre mi corazón... Beso tus manos gloriosas y suaves, dominadoras y dulces. Esperancita grande: hasta pronto, a las 6:30 según quedamos, pasaré por ti. Devotamente.

Febrero 19 de 1943.

JOSÉ VASCONCELOS.

¡A Esperanza con locura!

Ahí está mi obra. Mi gestión como secretario de Educación en el gobierno de Obregón, un salvaje, un criminal que yo ayudé con mi titánica obra educativa a que pasara a la historia. ¿Otro de mis orgullos? Mis libros, mis publicaciones como
Pitágoras, El monismo estético, La raza cósmica, Indología, Metafísica, Pesimismo alegre, Estética, Ética, Historia del pensamiento filosófico, Lógica orgánica, Teoría dinámica del derecho, La intelectualidad mexicana, Ulises criollo, La tormenta, Breve historia de México, El desastre, El proconsulado y El ocaso de mi vida
, además de cientos de artículos, sin olvidar mis revistas, a través de las cuales también quise influir en los míos. Nunca me movió la tenencia del poder sólo por el poder. ¡No! Si lo busqué fue invariablemente para poder construir un México mejor a través de un brusco golpe de timón. Eché mano de la política para ejecutar un cambio tan inaplazable como imprescindible. Manipulé todo tipo de herramientas para lograr mis objetivos, algunos de ellos tal vez deleznables para muchos lectores, sin embargo, volví a fracasar. Ni con las letras ni con la fuerza accedí a las máximas alturas del poder político, desde donde podría haber cambiado para siempre el rostro de México. Me dediqué después, y así lo dije, a la lambisconería política, si bien ya nadie pudo removerme de esta biblioteca, la Biblioteca México, mi feudo, mi búnker, donde me apresto a dejar escondida esta melancólica confesión. El tiempo dirá si estaba equivocado. Abandono este mundo a sabiendas de que México sigue una ruta de colisión que conduce al desastre... Yo, por mi parte, el verdadero Ulises criollo, me preparo a contemplar, arrobado, el rostro celestial de Dios...

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