Read Microsiervos Online

Authors: Douglas Coupland

Microsiervos (21 page)

BOOK: Microsiervos
7.2Mb size Format: txt, pdf, ePub
ads

Más tarde, me he encontrado con que era la única persona que estaba trabajando en el despacho. Ha sido muy extraño; no he podido recordar cuándo sucedió por última vez. La verdad es que no estaba del todo solo: Look y Feel correteaban por su Habitrail; pero, salvo ellos, estaba solo. Era raro ser la única persona en el despacho. Me habría gustado poder ir a Kinko's y fotocopiarme... ser más productivo.

Karla ha encontrado el antihistamínico que he estado tomando últimamente y ha dicho: «Seguro que esto es lo que te provoca las pesadillas.» Podría tener razón; eso espero. Hoy mismo dejo de tomarlo.

Jueves

Esta noche no he tenido pesadillas.

Viernes

Tampoco he tenido pesadillas. ¿Problema resuelto?

Misty ha entrado en nuestra zona de trabajo y ha ladrado a Look y Feel. Los jerbos apestan. Me alegraré si salimos algún día de este sitio.

Sábado

Karla y yo estábamos viendo dibujos animados cuando ha salido uno antiguo de Warner Brothers donde una rana queda enterrada en el cemento en los años veinte, sale viva y canta y baila, pero sólo delante de una persona determinada. Karla lo ha mirado y ha dicho: «Ésa soy yo delante de tu madre. Me quedo sentada sin decir nada; pero, cuando estoy contigo, soy la rana que baila y baila.»

Todo el mundo está resfriándose y no para de emitir unos espantosos sonidos nasales. Todd me ha dicho: «Tío, no te imaginas lo que me sale de la nariz y va a parar al kleenex. Huevos escalfados.» Gracias, Todd.

¡Look y Feel han tenido crías! Creemos que son cinco, rosadas y gorditas, de modo que vamos a llamarlas Lisa, Jazz, Classic, Point y Click. Esperamos que sus padres no las devoren. Ponemos hamburguesa cruda en los tubos del Habitrail para mantener a Look y a Feel lejos de «los niños». La verdad es que el Habitrail se parece a
La fuga de Logan
. Jerbos con el pelo escalado tipo años setenta!

Esta noche, cuando estaba en la elegantísima casa (llena de cámaras de banco) que tiene Ethan, le he contado lo de la otra noche, cuando tuve ganas de ir a Kinko's y fotocopiarme. No me ha entendido bien. Yo sólo quería aumentar mi productividad, pero él ha creído que me ponía cósmico y quería hablar sobre el universo, lo que le ha dado pie para monopolizar la conversación y llevarla hacia él, como de costumbre.

Ethan ha hecho «de Ethan» y se ha salido por la tangente hablando de sí mismo.

«¡Yo ya me he fotocopiado! —ha dicho—. La gente tiende a creer que, a medida que envejecemos, los años empiezan a parecemos más cortos, que es "lo natural", pero eso es una chorrada. A lo mejor, lo que sucede de verdad es que hemos aumentado la densidad de información de nuestra cultura hasta el punto de que nuestra percepción del tiempo se ha vuelto loca.

»Hace tiempo que empecé a darme cuenta de que los años estaban empezando a encogerse, de que un año ya no se percibía como un año y una vida ya no era una vida, de que será necesaria la "multiplicación de la vida".

»Nunca se había oído hablar de gente "sin vida propia" hasta hace unos cinco años, precisamente cuando toda la tecnología de los ochenta penetró de verdad en nuestras vidas.» Ha dado una lista de ejemplos:

reproductores de vídeo

videoclubs

ordenadores personales

módems

contestadores automáticos

teléfonos de teclas

teléfonos celulares

teléfonos inalámbricos

filtrado de llamadas

tarjetas telefónicas

cajeros automáticos

faxes

servicios de mensajerías tipo Federal Express

códigos de barras

TV por cable

TV por satélite

discos compactos

calculadoras tan potentes que parecen de otro mundo y tan baratas que prácticamente te las regalan cuando llenas el depósito.

»En la "Edad Oscura" de la información, antes de 1976, antes de todo esto, las únicas distracciones eran las relaciones personales y la televisión. Ahora tenemos otras cosas. Por suerte, mi familia tiene tendencia a la depresión.»

«¿Por suerte?», he preguntado.

«Claro, tío. Si no, no sabría cómo instalar mi cerebro para que trabajara en paralelo en lugar de hacerlo de modo lineal. Y, además, han inventado el Prozac y todos sus isómeros y ¡zas!, desde entonces mi cerebro es como un servidor de proceso en paralelo de Oracle.»

«No estoy muy seguro de haber entendido esto último, Ethan.»

«El Prozac es fantástico, y creo que va más allá de la serotonina y los quimiorreceptores y ese tipo de cosas. Creo que estos agentes químicos te cablean de nuevo el cerebro para que puedas pensar en paralelo. Transforman, literalmente, tu cerebro; de un Macintosh o un IBM te lo convierten en un Cray C3 o un Thinking Machines CM5. Las sustancias químicas tipo Prozac no suprimen las sensaciones sino que las descomponen en pequeñas "unidades de sensación", que el nuevo cerebro en paralelo procesa más deprisa desde un punto de vista informático.»

«Me parece que necesito un segundo para digerir esto, Eth...»

«Yo no. El pensamiento lineal está superado. Lo último es el pensamiento en paralelo.»

«Explícamelo con más claridad. Eso que tomas, lo que sea, ¿cómo afecta a tu percepción del tiempo?»

«Recuerdo una vez que estuve muy deprimido durante unos seis meses. Cuando salí de la depresión, tuve la sensación de que debía recuperar aquellos seis meses "perdidos". Chaval, la depresión te "chupa". Por eso mi lógica es que, mientras no esté con mal rollo, no pierdo el tiempo. De modo que me aseguro de no tener nunca un mal rollo.» Parecía muy contento de contar su teoría.

«Alguna vez te habrá pasado que alguien va y te pregunta: "¿Te acuerdas de aquella fiesta en la playa, el año pasado?", y tú contestas: "Ah, ¿sí?, ¿fue el año pasado? Habría dicho que fue hace un mes." Si voy a vivir un año, quiero que valga por un año. No quiero sentirlo sólo como un mes. Todo lo que hago está destinado a hacer que el tiempo "parezca" otra vez tiempo, a hacer que lo sienta más largo. Tomo el tiempo a granel.»

He salido de casa de Ethan completamente deprimido y sin saber si seguía sin gustarme o sólo me daba pena. He enviado a Abe un mensaje por correo electrónico con un resumen de la teoría del tiempo de Ethan; como estaba conectado, trabajando con el ordenador, me ha contestado enseguida:

>¿Qué pasaría si los personajes de la tele siguieran con sus vidas teóricas en nuestro tiempo lineal... Bob y Emily Hartley tendrían ahora unos 70 y pocos, vivirian en su piso marrón, arrugados y sin hijos. O Mary Tyler Moore tendría ahora unos 60... amargada, sola, estéril...

¡Prozac!»

SpaghettiOs

Cuál es Mi Línea

Aspirina

simulador

invasión

Jell-0 invierno ruso

P: ¿Qué animal serías si pudieras ser un animal?

R:
Ya eres un animal

Domingo

Ethan me ha telefoneado y me ha pedido que fuera a San Carlos. Cuando he llegado, estaba en la cocina, hablando por el teléfono inalámbrico, y me ha dejado en su ultramonitorizado cuarto de estar leyendo números de
Cellular Buyer's Guide, Dr. Dobbs Journal, LAN Times y
, también, de
Game Pro (#1 Video Game Magazine)
.

Ha salido de la cocina vestido con una camiseta de Intel, cosa rara: desde que lo conozco no lo he visto más que con camisa y corbata. También llevaba vaqueros. «Es el día de los vaqueros, muchacho», ha dicho.

Se ha sentado en el sofá a mi lado y hemos permanecido en silencio mientras ordenaba las revistas y les devolvía su orden geométrico tras mi atenta lectura; después se ha recostado sobre el cuero blanco con un brazo por detrás de mis hombros.

He comentado que el número de
Binary File Transfer Monthly
era, probablemente, el documento más aburrido que había visto en mi vida. «Bueno, ¿y si en realidad fuera una carta del foro de los lectores de
Penthouse
escrita en clave para que pareciera algo tan soso y opaco que nadie pudiera darse cuenta de que se trataba de otra cosa? Imagina una clave que pudiera transformar las siguientes palabras: "Soy un estudiante de segundo en una pequeña universidad del Medio Oeste" en "No se ajusta a las especificaciones de la Convención ITCU para los rangos de frecuencia". Sería la clave más genial desde que los militares de Estados Unidos utilizaron indios navajo para que transmitieran abiertamente por radio datos sobre operaciones secretas.»

Ethan se ha quedado callado e inmóvil, y la presencia de su brazo a mi espalda resultaba extrañamente cálida. Me he enderezado un poco. El escenario, toda la situación, me ha parecido de lo más tenso. Me sentía como una maestra puritana en un cásting de Hollywood con escena de magreo. Me ha dicho: «Tengo algo importante que pedirte, muchacho», y he pensado: «Ya estamos... se me quiere enrollar.»

Entonces se ha quitado la camiseta mientras yo intentaba llevar la situación con calma aunque, la verdad, aquello era un mal rollo porque Ethan no es, digamos, mi tipo. Me ha leído el pensamiento y me ha dicho: «No seas borde. No voy a meterte mano, sólo quiero pedirte un favor.»

«¿Sí?»

«Tranqui, no es un favor de esa clase. —Al quitarse la camiseta ha dejado a la vista un torso algo fofo, más bien de tipo medio—. Ya ves, no soy Todd —ha dicho: y entonces se ha dado la vuelto y, aunque me da corte admitirlo, me he quedado boquiabierto. El giro ha dejado al descubierto su espalda, upada por una matriz de vendas, sangre seca y esparadrapo transpirable: parecía como si le hubieran pegado en la piel a la buena de Dios varios pañales desechables—. Se trata de esto... de esta cosa.»

He dicho: «Ethan, ¿qué cono es esto? ¿Has tenido un accidente? ¡Joder!»

«¿Un accidente? Y qué demonios importa... el ozono... un bocadillo de mortadela que comí en tercero... una hora de más delante de una pantalla hecha en Rusia. El caso es que esto forma parte de mí, Dan... esta herida... lo que cono sea. Los lunares se han puesto mal. Tal vez estén mal para siempre, pero tal vez no.»

Yo intentaba mirar hacia otro lado, pero él me ha dicho: «Joder, esto es insultante.»

Se ha levantado de un brinco y se ha sentado en la mesita de centro, dándome la espalda y pegándome las vendas a la cara. Entonces he mirado y he quedado hechizado por aquella biomasa de algodón, plástico y fluidos corporales adheridos como una lapa a su piel. No he dicho nada.

«¿Dan?», ha preguntado.

«Sí...»

«Tienes que quitármelo.» «¿Sí?»

«Nadie más puede hacérmelo. ¿Lo entiendes, Dan?»

«¿Nadie?» «Nadie.»

He mirado un poco más y él ha dicho: «La semana pasada, el médico me lo arrancó como si fuera uno de esos trozos de césped que levanta el palo de golf al dar un golpe. Y ninguno de vosotros, cabrones, os habéis molestado nunca en preguntarme por qué iba al dermatólogo. Nadie me lo ha preguntado y no
he
tenido a nadie a quien contárselo.»

«Joder, Ethan. Creíamos que ibas al dermatólogo por la caspa.»

«¿¿Tengo caspa??»

«Bueno, eeeeh, lo normal.»

He tocado las vendas y estaban crujientes, como si fueran Corn Flakes.

«¿Has dicho que tenía caspa?» «Ethan, hablar de las disfunciones corporales es como hablar de salarios: no se hace.»

«Vale. ¿Puedes quitármelas? Pica. Duele.» «Sí, claro.»

Ha ido a la cocina y ha vuelto con una botella de agua oxigenada, alcohol para fricciones y retales de camisas viejas. De modo que, con Ethan sentado en la mesita de centro, me he dedicado a quitarle un pedazo ensangrentado tras otro, a cortar con las tijeras y retirar trochos, horrorizado de ver la cantidad de él que iba arrancando.

Hemos estado hablando. Me ha dicho que le parecía increíble lo mucho que había avanzado la dermatología durante los últimos diez años. «Pueden meterte una diminuta cámara dentro del cuerpo y entonces el médico te dice: "Así es como su espinilla ve el mundo." Y te ponen la cámara mirando desde el interior de la espinilla.»

Le he preguntado cuál era el pronóstico del médico y me ha dicho:

«Chisss, muchacho. Es el diablo que llevo dentro, pero esperemos que se haya marchado ya.»

Al final, tras sacar todo el plástico, el algodón, la sangre seca y los trapos, su espalda parecía como si hubieran cosido juntos unos cráteres lunares violáceos y tumefactos. He usado un pequeño secador para secar los puntos y, cuando lo he apagado, ha hecho Un ruido raro.

Ethan seguía sentado allí, respirando encorvado, y me ha dado pena, algo que nunca creí poder sentir Por Ethan. «El diablo que tú llevas dentro, el diablo que yo llevo dentro», he dicho, y he cogido a Ethan desde atrás con tanto cuidado como he podido, y él ha gemido; no era un gemido sexual, sino el gemido de alguien que ha encontrado algo valioso que creía haber perdido para siempre.

Nos hemos tendido en el sofá, yo le estrechaba el pecho desde atrás, su respiración se ha hecho más profunda y más lenta. Ha dicho: «Karla y tú practicáis
shiatsu
, ¿no?»

«Sí, pero ahora tienes demasiados puntos para hacerlo.» Le he contado un poco las teorías de Karla sobre el cuerpo y el almacenamiento de la memoria. Se ha echado a reír y ha dicho: «¡Ay!, me duelen los puntos.» Y luego ha añadido: «Bueno, supongo que soy como un PowerBook que se ha estrellado contra un suelo de mármol tras caer del balcón de un décimo piso.»

He dicho: «No te rías de ti mismo. Tu cuerpo también forma parte de ti.» Me ha parecido que tenía que curar algo en Ethan; si no, Ethan perdería ese algo para siempre, de modo que lo he abrazado un poco más fuerte. «Según Karla, en otras culturas es frecuente que se crea que el pensamiento reside en el pecho. Así que, en lugar de darte una palmada en la frente cuando olvidas algo como, por ejemplo, tu dónut, te das una palmada en el pecho.»

Ethan ha dicho: «Me parece que si uno empezara a hacerlo desde muy pequeño, podría creer que la sede del pensamiento se encuentra en los dedos de los pies. Entonces, cuando intentaras recordar algo, te rascarías el dedo del pie.»

Le he contestado que era posible.

Y me he limitado a estrecharlo entre los brazos. Y nos hemos quedado dormidos los dos. Han pasado ya seis horas de todo esto y he estado pensando sobre ello, y me he dado cuenta de que Ethan ha caído presa del Vacío. Confunde la recompensa con el objetivo; no se da cuenta de que existe un fin más profundo y una vertiente altruista en el deseo de tecnología. Está perdido. No relaciona el privilegio con la responsabilidad; la riqueza con la moralidad. Creo que debo ayudarlo a encontrarse. Es mi trabajo, es mi tarea; es mi carga.

BOOK: Microsiervos
7.2Mb size Format: txt, pdf, ePub
ads

Other books

Curveball by Jen Estes
Nothing but Trouble by Roberta Kray
The Great Santini by Pat Conroy
Hens Dancing by Raffaella Barker
The Victorious Opposition by Harry Turtledove
Master of Seduction by Kinley MacGregor
Infection Z (Book 5) by Casey, Ryan