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Authors: Douglas Coupland

Microsiervos (22 page)

BOOK: Microsiervos
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Soy la máquina de Bill

Tal vez sea la máquina más grande que se construya nunca. Tal vez sea la máquina más lujosa que se construya nunca. Tal vez sea la máquina más poderosa que se construya nunca.

Criado con Cheerios y coches familiares. Las plazas de aparcamiento en batería del centro comercial de Northgate.

De pequeño, fui una vez por la Interestatal 5 en el asiento de atrás de un sedán y, por la ventanilla, vi mi ciudad junto al mar, soñando con aviones y madera; metal y baladas de rock... mejores modos de vivir.
El sol dorado caía sobre esa ciudad que deseaba algo más
; veleros sobre el agua dorada.

Calculadoras de bolsillo

hamburguesas con queso

zapatillas deportivas

Datsun

El desafío de la novedad

Mañane de sábado dibujos animados programas recidados Indios llorando.

Crees que puedes vivir sin mí, pero inténtalo.

Deseas imágenes de un mañana mejor; yo te alimento con ellas.

Sueñas con un mundo en el que tu yo no se disuelva.

Soy el arquitecto del circo. Reconsidera tus ideas de lo que crees que te rescatará de un futuro esterilizado de progreso.

4
Tiempo-presencia
Lunes

Todo el mundo ha opinado sobre el título que debemos poner en las tarjetas profesionales que ha diseñado Susan.

Bug:
«Soplahojas de información»

Todd:
«Entrenador personal»

Karla:
«¿ Quién puede poner en marcha el mundo con una sonrisa?»

Susan:
«Ella se llama Rio»

Yo:
«Jefe del equipo»

Ethan:
«Ingeniero del agua»

Michael:
«Estás metido hasta el cuello»

Nos hemos puesto a discutir sobre el término
nerd
.

Está claro que
geek
se ha convertido en un cumplido, pero no estamos totalmente seguros de si ha sucedido lo mismo con
nerd
.

«¿Cuál es, exactamente, la diferencia entre un
nerd y
un
geek?»
, me ha preguntado mi madre.

He contestado:

«Definirla es más difícil de lo que parece. Es algo sutil. Instintivo. Creo que
geek
implica la posibilidad de trabajar para otra persona, en tanto que las habilidades de un
nerd
no son necesariamente ciento por ciento vendibles.
Geek
implica dinero.»

Susan ha dicho que, por lo general, los
geeks
habían sido perdedores, gente sin vida propia en el colegio, hasta que, más tarde, el no tener vida propia se convirtió en un símbolo de posición social.

«Antes, la sociedad no recompensaba a los individuos como ellos. Ahora, todo aquello que hacía que la gente deseara darte una patada en el culo cuando tenías quince años, pasa a estar de moda en cuanto se funde con el dinero líquido.

Puedes escuchar a Rush en el equipo de música del Ferrari mientras te diriges a conseguir un buen sitio en il Fornaio ¡y llevar puestos unos Dockers!»

Todd ha añadido, sin sorprender a nadie:

«Estamos en la fase final, en la que Dios dijo que los mansos heredarían la Tierra. A lo mejor, los
geeks
tienen algo de mansos.»

«¡Qué chicos estos! Me parece que no estoy en el rollo.»

Estar «en el rollo» es la expresión que más se lleva este año.

Sólo faltan tres semanas para que la frase sea tan obsoleta como un ordenador Apple Lisa. El lenguaje es toda una tecnología.

Durante todo el día, Michael ha estado canturreando el estribillo de la canción «Road to Nowhere» de los Talking Heads.

Le he pedido que cantara algo más animado. La epidemia de gripe nos ha dejado para el arrastre. ¿O es que Michael sabe algo sobre E & M Software que nosotros ignoramos? No me atrevo a preguntárselo.

¡Lucha sobre pi! Al final de la tarde:

Resulta que Ethan sabe 2.000 dígitos de pi, igual que Michael, de modo que los dos se han sentado en el Habitrail y han ido soltando sartas de números como si fuera canto gregoriano.

En estéreo: parecía algo religioso.

El trabajo se ha parado en seco y nos hemos quedado sentados escuchando:

«Cuatro.» «Cuatro.»

«Siete.» «Siete.»

«Cero.» «Cero.»

«Uno.» «Uno.»

«Ocho.» «Ocho.»

«Tres.» «Tres.»

«Ocho.» «Ocho.»

«Nueve.» «Nueve.»

«Cero.» «Cero.»

«Tres.» «Tres.»

«Cuatro.» «Cuatro.»

«Uno.» «Uno.»

El resultado ha sido un aumento considerable del aprecio colectivo hacia Ethan.

Debo añadir que mi padre visita el Habitrail todas las noches, repone el Tang de Michael y le trae surtidos de cosas para picar.

«¿Unas tiras de frutas confitadas, Michael? Ah, mira, queda una de arándanos.» Si yo le digo: «Hola, papá», él se vuelve un poco, busca las palabras y dice con un gruñido: «Hola, Dan.»

Aunque supongo que debería sentirme agradecído. Mi padre tiene un aspecto mil por ciento mejor que en Redmond —parece que haya pasado ya mucho tiempo—. Aunque se le está poniendo el pelo blanco.

Además, Michael está utilizando el escritorio y la lámpara de Jed en su dormitorio, que está situado en el otro extremo del pasillo al que da mi habitación.

Cuando se trasladaron, mi madre y mi padre se llevaron todas las cosas de Jed a Palo Alto, como si Jed estuviera fuera, en el colegio. Yo ni siquiera utilizo mi vieja lámpara.

Todos los demás utilizamos muebles IKEA y de jardín.

Debo admitir que estoy soslayando una cuestión: el hecho de que Michael utilice la lámpara de Jed.

Mi padre no ha mencionado a Jed ni una sola vez desde que Michael vive aquí. Quizás eso es lo que me preocupa. Tengo celos.

Martes

La casa situada al pie de nuestra colina se ha incendiado hacia las dos de la tarde. ¡Fuaaa! Hemos salido todos al porche y hemos estado mirando mientras tomábamos café, sentados en un viejo tobogán de la piscina colocado en dirección al fuego. Mi madre ha empezado a cargar el coche, pero mi padre ha dicho que no era muy grave porque la vegetación no estaba lo bastante seca como para que el fuego se extendiera por toda la colina.

Una pareja de halcones que anidaba cerca se ha dedicado a meterse en los penachos de humo. Supongo que había ratones y bichos que salían corriendo. Como un
buffet
para rapaces.

La primera vez que vi arder una casa fue la primera vez que oí por la radio la versión de «Tears of a Clown» de English Beat y, ahora, los dos recuerdos están unidos en mi cabeza como en una EPROM.

¡La memoria!

Más tarde, Michael, mi padre y yo hemos ido a comprar pilas AAA al Lucky Mart de la calle Alma, una de las principales vías que cruzan Palo Alto, y después, en el aparcamiento, Michael y mi padre se han puesto a decir adiós con la mano al CalTrain que aullaba mientras avanzaba sobre sus raíles en dirección al norte, de camino a la estación. Después de que pasara, le he preguntado a Michael, sólo por decir algo, por qué la gente saluda con la mano cuando pasa un tren.

Ha contestado: «Saludamos a la gente que pasa en los trenes porque sus vidas, su esencia, queda reflejada de un modo intenso y poderoso en los sueños rugientes, inexorables e imparables de movimiento, viaje y descubrimiento que encarnan los trenes.

»Uno no puede menos que admirar el poder, la brutalidad, la singularidad de decisión que implica un tren en marcha. ¿No está de acuerdo, señor Underwood?»

¿Se prepara Michael estas cosas? ¿De dónde las saca? Y, además, quién lo iba a decir, Michael está loco por los trenes, como mi padre.

Digo «Hummm...» con mucha frecuencia. Se lo he comentado a Karla y me ha dicho que es una palabra CPU: «Significa que estás ensamblando datos en tu cabeza, reutilizando.»

También repito demasiado la palabra «como», y Karla me ha dicho que no hay una explicación válida para la gente que utiliza esta palabra. Lo único que se le ocurre es que el decir «como» supone la manifestación del 97 % de nuestro cerebro que no utilizamos y que intenta hacerse notar. No resulta muy halagador.

Me parece que voy a intentar hacer un Buscar y Sustituir en mí mismo para eliminar esas dos malditas palabras. Estoy intentando depurarme.

Karla también está cambiando. Se está convirtiendo en una mujer femenina. Está dejándose crecer el pelo e intenta parecer un adulto. Ahora parece algo intermedio, como la mayoría de los técnicos informáticos. Desde luego, su piel tiene mejor aspecto. La verdad es que todos tenemos la piel mejor... excepto, tal vez, Ethan. El sol de California y un esfuerzo por reducir, aunque sea un poco, la comida basura que ingerimos parece tener un resultado positivo en la epidermis.

Piel más fina en siete días.

Karla toma Ovaltine en lugar de café. Lo toma en la taza alta que trajo de la reunión de su colegio. En la reunión repartieron tazas conmemorativas entre los asistentes. Curioso. La semana pasada, Susan miró la taza y preguntó: «¿La reunión de tu colegio tenía un contrato de venta acoplada con alguna empresa? ¿A qué colegio fuiste? ¿A Starbucks?»

Al parecer hay una empresa en Tejas que te hace productos para cualquier reunión.

Cuidado con la invasión comercial en los recuerdos privados.

Misty se ha colado en mi zona de trabajo cuando las máquinas de los bomberos y demás líos se han marchado, y me ha pateado y baboseado de arriba abajo. Olía a rosas y a tierra, así que supongo que estaba en su cueva, situada en la parte baja del patio.

Ethan ha entrado en el despacho poco después y ha intentado llevarse a Misty a rastras, pero no lo ha conseguido y Misty lo ha bombardeado con su pelo sucio y sus babas, y yo sé que a Ethan le ha gustado. Le ha dicho: «A veces, a mí también me apetece dar con la pata y babear a la gente que me gusta, pero no lo hago nunca, claro está.»

Le he comentado a Ethan que hablo con los animales sin cortarme nada: les digo cosas como: «Pero quién es el cachorrito más bonito del mundo...» Cosas de esas que ni me pasaría por la cabeza decir a una persona. Entonces me he dado cuenta de que me gustaría poder hacerlo.

Misty habría sido un lazarillo tremendo. Se habría metido en medio del tráfico para saludar a los camioneros. Ethan ha conseguido sacarla fuera con el cebo de un Frisbee que venía de regalo con los Cocoa Puffs y se ha quedado bajo la sombra del balcón, con las gafas de sol puestas, jugando con ella un rato. No ha parecido importarle que se le enguarrara su terno de Dolce & Gabbana.

Ethan sólo quiere un poco de compañía. Ahora, desde el Abrazo, pasa mucho más tiempo en el Habitrail. Ahora todos abrazamos mucho a Ethan porque, de repente, es un ser humano, y Karla convocó una pequeña reunión al día siguiente del episodio de la extracción de las vendas y nos dijo a todos que teníamos que ser superamables con él. Aunque yo eso no se lo he mencionado a él: demasiado difícil. Susan se quedó helada.

Al cabo de un rato, Ethan y yo hemos bajado a contemplar las ruinas de la casa. Nada. ¡Fuaaa!

Ethan ha dicho algo inquietante y me ha dejado sobre ascuas. Ha murmurado algo sobre la «cara adicción de Michael», y yo le he preguntado: «¿El Robitussin? Es barato», y Ethan ha dicho: «¿El Robitussin?», así que yo he preguntado: «Bueno, pues ¿a qué te refieres entonces?», y él ha dicho: «Nada, nada.» Odio que la gente abra un poco la compuerta y luego la cierre enseguida.

¡Vaya!, Ethan está intentando desengancharse del teléfono celular. ¡Suerte!

Hoy he oído una frase bonita sobre el cerebro: un anuncio de un fármaco de diseño que proporcionaba «unas dendritas más gruesas, más densas».

Tiernas enredaderas brotando dentro del cráneo.

Susan ha estado haciendo su limpieza bianual del disco duro, algo que es mitad latazo, mitad diversión. Ha borrado frenéticamente, eliminando esas cartas que parecieron una vez tan urgentes y que ahora resultan tan inútiles, el shareware que contaminó los archivos con misteriosos virus y esas aplicaciones que parecieron el no va más en su día.

Los esfuerzos de Susan me han empujado a hacer una pequeña limpieza de mi disco duro. He pensado en la comparación que había establecido Karla entre el cuerpo y el ordenador, lo del almacenamiento de la memoria y todo eso, y me he dado cuenta de que los seres humanos estamos cargados de gérmenes y virus, igual que un ordenador Quadra repleto: todos somos terrarios bípedos cargados con incalculables millones de organismos en diversos estados de simbiosis, patogenia, mutualismo, comensalismo, oportunismo, letargo y parasitismo. Somos como el Pig Pen de Charlie Brown, cercados en un perpetuo desorden probabilístico de biología.

He metido la pregunta en la Red para ver si algún experto en biología de por ahí sabe qué es lo que merodea en el interior del disco duro humano.

Más tarde, Michael y mi padre han estado en el patio mirando cómo R2D2 limpiaba la piscina. Había muchas cenizas por culpa del incendio.

Hacia medianoche, me ha dado por pensar y me he ido a pasear solo por las calles. Me sentía como si anduviera por el barrio de
Embrujada
. «¡Mira, pero si es Larry Tate conduciendo una tartana! Una gran máquina que grazna.»

Me he puesto a pensar en la palabra «máquina». Es divertido, pero ahora la palabra me parece algo casi raro. Si uno la repite varías veces: «máquina, máquina, máquina», parece tan... tan de hace diez años. Obsoleta. Ha sido sustituida por las posmáquinas. Una buena pieza de tecnología sueña con el día en que la sustituya otra pieza de tecnología más nueva. Una definición del progreso.

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BOOK: Microsiervos
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