Mi vida en la formula uno (47 page)

BOOK: Mi vida en la formula uno
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La prensa también criticó mucho la política de McLaren, pero éste siempre había sido un punto muy fuerte dentro de la organización y Ron Dennis estaba firme en que esa era la forma cómo tenía que hacerse. En el momento en que tienes como favorito a uno de tus pilotos, vas a desmotivar a la otra parte de tu equipo y la Fórmula Uno está basada en la motivación: sin ella nunca te comprometerás y sin compromiso nunca lograrás nada. De cualquier forma, todavía faltaban cuatro carreras.

Monza, la segunda carrera en Italia, fue el escenario del segundo gran error de Mika en la defensa del título. Cuando estaba claramente a la cabeza en la vuelta 29, escogió un cambio equivocado en la primera chicana y, en un instante, su MP4/14 se salió de la pista; estaba tan decepcionado que se le salieron las lágrimas frente a millones de espectadores de televisión. Irónicamente sólo había cometido dos errores y ambos en Italia, ¡cómo si la maldición de Ferrari estuviera con él! Ni siquiera Coulthard pudo tomar ventaja ya que lo mejor que pudo conseguir fue el quinto lugar; afortunadamente tampoco lo hizo Irvine, quien llegó en sexto.

En Nürburgring, la lluvia entorpeció los procedimientos y fue una carrera muy interesante con el Stewart-Ford de Johnny Herbert como ganador inesperado. Me dio gusto por Jackie Stewart, quien había trabajado muy duro por ello, y con Barrichello terminando tercero en el otro auto, fue un día maravilloso para los equipos nuevos, con el novel equipo de mi otro antiguo piloto, Alain Prost, terminando en segundo lugar con Jarno Trulli. Coulthard se estrelló mientras iba a la cabeza y Mika rescató el quinto lugar en las últimas etapas. Recuerdo cómo todos lo vitoreamos por esos dos puntos tan valiosos que le regresaron a Mika el liderato en el campeonato.

Después llegó el primer Gran Premio de Malasia, en el nuevo circuito de Sepang, cerca de Kuala Lumpur, y el regreso de Michael Schumacher con el único propósito de ayudar a su compañero de equipo (para variar), lo cual ejecutó de forma muy admirable. Era dolorosamente obvio que no tenía nada que probar al poner su auto en la Posición de Privilegio, pero dejaba muy en claro que estaba ahí para ayudar al equipo, no a Eddie Irvine. Uno tenía que creer que había estado bajo mucha presión para regresar, ya que no pienso que después de haber invertido tanto tiempo y esfuerzo con Ferrari y ser el que quisiera regresarle el campeonato al equipo después de más de 20 años (desde el título de Jody Scheckter en 1979), estuviera a punto de dárselo a Irvine en bandeja de plata.

La carrera se dio como un sueño para Ferrari, con Eddie en el primer lugar, Michael en segundo y Mika en tercero, cambiando el puntaje del campeonato a favor del Ferrari de Irvine. No obstante, las tácticas de Michael para contener a Hakkinen no fueron aceptables y Mika fue un perdedor muy enojado. Dijo: "Sé lo que él tenía que hacer y lo acepté, pero él no fue justo, fue muy inconsistente e impredecible". Pero también hay que recordar lo que solía decir Ayrton Senna: "Los hombres buenos no ganan Grandes Premios", y como sabemos, Michael nunca ha sido el piloto más ético del mundo, pero en los ojos de mucha gente él es el mejor que hay y quería destacar el hecho.

La carrera en Malasia no se dio sin problemas: los Ferrari ganaron, pero sus dispositivos aerodinámicos colocados en los pontones laterales, conocidos como deflectores laterales, no estaban conformes al reglamento por casi 10 mm y, por lo tanto, se puso en ‘veremos’ el resultado. Mientras todos esperábamos que el caso se escuchara en la Corte de Apelaciones de la FIA en París, Mika Hakkinen se fue de vacaciones sin saber si era de nuevo el campeón o no. Todo el asunto fue muy malo para la imagen del deporte, pero, bueno, nos estábamos acostumbrando a este tipo de tonterías. Como se esperaba se dijo que los deflectores estaban dentro de las reglas, ¡Ferrari estaba de nuevo a la cabeza con McLaren perdiendo ambos eventos tanto en la pista como en la corte! Se trataba de un final de la temporada a matar o morir, en Japón, por cuarto año consecutivo.

Durante mi fiesta de retiro en Indianápolis en 2001, me regalaron un deflector de Ferrari montado en un pedestal muy bien hecho de fibra de carbono con varios comentarios de los directivos y Ross Brawn escribió en ella: "¡Malasia 1999! (broma) Siempre es bueno cuando con el paso del tiempo, a la larga puedes hablar y reirte de cosas que causaron polémica". Es por eso que me encanta la Fórmula Uno y la gente que está en ella.

Mientras íbamos a Suzuka, hubiera sido casi imposible adivinar bajo que tanta presión estaría Mika Hakkinen durante ese fin de semana japonés, cuatro puntos detrás de Eddie Irvine, pero siempre respondía bien a la presión. Estaba atrás de Schumacher en la línea de salida y desde el inicio se separó de todos. Mientras tanto, David Coulthard hizo su mejor esfuerzo para retrasar a Schumacher, correspondiendo al ‘cumplido’ en Malasia. Mika ganó el Gran Premio japonés con Michael cinco segundos atrás y Eddie en un distante tercer lugar. Después del final, Michael se quejó de los bloqueos y zigzagueos de Coulthard, algo que le costó un tiempo muy valioso, pero realmente sólo era un poco de teatralidad. Creo que Michael estaba muy contento de que Irvine perdiera el campeonato. En privado admitió que había ganado el mejor hombre y esa era realmente la visión de la mayoría de las personas en el paddock y entre el público. Quizá nosotros y Mika cometimos más errores en el año que Irvine y Ferrari, pero no cabía ninguna duda de que el piloto más veloz ganó el campeonato y que, tal vez, el equilibrio se demostró cuando Ferrari ganó la Copa Constructores y Mika, el Campeonato de Pilotos.

A finales de 1999, siendo el cierre del milenio, tomamos unas vacaciones increíbles. Bea, Vanessa y yo fuimos a Acapulco a una reunión familiar para celebrar el final del siglo y nuestro segundo Campeonato Mundial de Pilotos consecutivo.

El año 2000 fue un gran año en muchos sentidos. Lideramos todas las carreras pero tuvimos muchos desperfectos técnicos y abandonamos más veces de las que terminamos en un año con muchas altas y bajas. Al final las bajas sobrepasaron las altas y terminamos como damas de honor ante Michael Schumacher y Ferrari. El mensaje era fuerte y claro: para terminar en primero, primero debes terminar. La fragilidad de nuestros autos nos decepcionó, pero tuvimos buenos momentos.

Dominamos las prácticas en las primeras tres carreras, pero no pudimos terminar las primeras dos antes de obtener un 2-3 en Imola. Michael Schumacher y Ferrari ganaron las tres carreras y habían abierto una ventaja impresionante en el campeonato; nosotros después usamos todos nuestros recursos y reaccionamos rápido, con un David Coulthard inspirado y ganando su carrera local en Silverstone con gran manejo. Mika llegó en segundo y Ferrari comenzó a darse cuenta. Lo volvimos a hacer en Barcelona, con Mika al frente esta vez; David manejó con tres costillas rotas después de haber sobrevivido a un accidente en su avión privado, en el que sus dos pilotos murieron. Creíamos que tal vez esto podía afectar su muy mejorada forma de manejar de ese año, pero ese no fue el caso.

Si hay algo en especial que puede cambiarle la vida a una persona, eso sería sobrevivir a un accidente de avión, algo que no mucha gente logra hacer y David no fue la excepción. Se volvió un mejor hombre, tan simple como eso. Encontró nuevas perspectivas acerca de lo que es importante en la vida. Era mucho más caritativo, comprensivo y cuidadoso, pero también su forma de conducir se volvió mucho más enfocada y mientras avanzaba la temporada empezó a calificar adelante de Mika más que antes. También le ganó en Mónaco y en Magny-Cours donde Mika era el jefe.

Montreal iba a ser el escenario del Gran Premio número 500 para McLaren y tanto yo como nuestro departamento de mercadotecnia y nuestra empresa de banquetes estábamos muy ansiosos por organizar algo especial. Sorprendentemente, Ron Dennis no estaba tan entusiasmado y le dije: "¿De qué sirve crear una empresa exitosa si no celebras los eventos importantes de su vida? Celebraste los 30 años de McLaren hace dos en Mónaco, así que debemos hacer algo aquí". Finalmente accedió siempre y cuando fuera con gusto y no muy caro. Lyndy Woodcock y su equipo de Absolute Taste pasaron casi toda la noche del sábado inflando 500 globos blancos, para formar un arco sobre nuestro paddock junto al lago Olímpico y horneando un pastel maravilloso. Fue una ocasión muy especial, apreciada por todos y comentada por nuestros rivales.

La gente que no pertenecía a McLaren comenzaba a pensar que tal vez era Mika quien perdía su chispa, en lugar del renacimiento por el que pasaba David, pero no era así para nosotros. Conocíamos desde adentro las razones del cambio, pero es fácil entender que Mika estaba con la moral muy baja al inicio del año al tener el mejor auto y dejar las victorias en manos de Michael; a menos de que estuvieras ahí era difícil de entender. Sin embargo, tomó unas vacaciones de verano y regresó como el viejo Mika para encabezar un 1-2 para el equipo en el A1-Ring, de Austria. En Hockenheim, otro posible 1-2 lo impidió la aparición de un lunático espectador que se metió a la parte más rápida del circuito y forzó a que el Comisario del Circuito mandara sacar el auto insignia. Barrichello, quien había reemplazado a Irvine en Ferrari, obtuvo su primera victoria. Aun así, nosotros nos quedamos con el 2-3. ¡Aparentemente el invasor de la pista fue un despedido ex empleado de la Mercedes Benz, en una inútil protesta!

Después llegó el Hungaroring, nuestra mejor carrera del año, no sólo gracias al resultado Mika, Michael y David, sino también porque habíamos dado vuelta a la situación. Después de San Marino, Mika estaba 24 puntos abajo de Michael Schumacher y McLaren, 29 puntos debajo de Ferrari en el Campeonato de Constructores. Ahora Mika le llevaba dos puntos de ventaja a Michael y el equipo sólo estaba uno bajo Ferrari. Yo estaba extasiado, cantando, bailando y empapando a todos con champaña, cuando Ron Dennis se acercó y me dijo: "¡Bájenle, cálmense, podemos perder la siguiente!". Le contesté: "¿A quién le importa un bledo? Ésta la ganamos, cambiamos la situación, es tiempo de celebrar. Mañana patearemos algunos traseros y veremos lo que podemos hacer para ganar la siguiente, ¡pero hoy celebramos!". Ron me contestó: "No, no pueden. Es el campeonato el que queremos. ¡Ganar una carrera no significa nada!".

Imaginen si llegáramos en segundo y tercer lugar en todas las carreras, yo diría que había mucha oportunidad de que ganáramos el campeonato, ¡pero qué vacío título sería sin ninguna victoria! Realmente demostró lo mucho que han cambiado los tiempos: en el pasado ganar un Gran Premio era toda una fantástica emoción. Había cinco o seis equipos capaces de ganar una carrera durante la temporada, pero ahora sólo había dos o tres debido a los enormes presupuestos que se necesitan para crear un equipo ganador.

El deporte cambiaba y a veces era difícil cambiar con él. Ese día en Hungría luché, pero continué bebiendo champaña en el avión de Mika todo el camino hacia Niza para mis vacaciones de verano en Cogolin. ¡Esta vez, en nuestro viaje al aeropuerto le ganamos a mi propia escolta de policía, algo que me dio muchísimo gusto!

Como siempre lo hacíamos en Hungría, organizamos todos los autos en línea para el recorrido del convoy hacia el aeropuerto, acomodando el de Ron Dennis hasta adelante. Cuando todo mundo estaba en posición, regresé al camión por mi portafolio, sólo para darme cuenta a mi retorno de que Ron (no te preocupes por mí) le había dicho a la policía que arrancaran. Regresé en menos de un minuto y sólo quedaba el auto de Mika, así que salimos para alcanzar el convoy, pero una vez que llegamos al final de la colina no pudimos ver hacia dónde se habían dirigido. Le dije a Mika: "La policía utiliza una ruta diferente la cual no conozco, así que mejor vamos por el camino que yo conozco y esperemos que funcione". Mientras navegaba, Mika continuaba su paseo dominical con manejo tipo Gran Premio y llegamos al aeropuerto sin señas del convoy de policía. Regresamos el auto, pasamos por el control de pasaportes, subimos al avión y despegamos. ¡Desde el aire pudimos ver cómo llegaba el convoy! ¡Sí! Dos victorias en un día para Mika y dos dedos para el señor Dennis.

En algún punto, durante la temporada de 2000, tuve otra señal acerca de cómo cambiaba la Fórmula Uno. Se me pidió mantenerme cerca de los fosos de Ferrari y tomar nota de todos los cambios que hacían en los autos, incluso al punto de medir el tiempo que se tardaban en cargar combustible durante las prácticas y calificaciones. ¡En pocas palabras, espiar al enemigo! ¿Por qué yo? Porque era la cara amigable, el que tenía amigos en todos los equipos y del que nunca se sospecharía utilizar la amistad para espiar a los demás. Tan sólo la semana anterior, cuando hacíamos pruebas en Mugello, necesité un permiso de carreteras para que los camiones circularan por Italia durante el fin de semana y, a través de mi amistad con Ferrari, su influencia me sacó los permisos para los camiones. Ahora se suponía que iba a espiarlos. ¡De ninguna forma! No sólo me oponía completa y totalmente por principio, sino que también me hizo sentir mal y avergonzado de que nosotros —y la Fórmula Uno en general— tuviéramos que recurrir a esos métodos sucios. Si éste era el futuro, yo ya no quería formar parte de él.

Hablé con Ron, Martin y Adrian no sólo negándome a hacerlo, sino argumentando que preferiría irme si me forzaban a hacerlo. Me acusaron de ser puritano; tal vez tenían razón, pero la vida es muy corta para crear enemigos. Disfrutaba las carreras en la forma clásica, y así quería mantenerlo por tanto tiempo como pudiera.

Después de Hungría, vino el Gran Premio de Bélgica, que fue otra gran carrera para nosotros en el fabuloso circuito de Spa-Francorchamps. La carrera comenzó sobre pista mojada y todos los interesados acordaron arrancar detrás del auto insignia, tal vez para evitar una carambola similar a la del año anterior. Mika estuvo a la cabeza desde la salida y abrió un pequeño espacio, pero dio un trompo en la vuelta trece perdiendo su ventaja ante Schumacher, la cual recuperó brevemente cuando Michael entró a los fosos. Volvió a perderla cuando fue su turno de detenerse. La lluvia se había extinguido y desde ese momento fue una pelea tremenda entre ellos en el mejor circuito del mundo.

Mika casi no pudo pasar ya que Michael le cerraba la puerta continuamente. Cuatro vueltas antes del final, mientras salían de
Radillon
hacia la recta larga, Mika iba chupándose el aire detrás del Ferrari y mientras se acercaban y alistaban para sacarle una vuelta al BAR de Ricardo Zonta, Michael se fue hacia la izquierda, mientras Mika obtuvo otro pequeño empujón en la estela de Zonta y metió con calzador el McLaren entre el BAR y el pasto del lado derecho, ¡la parte mojada de la pista a 330 kph! Como ambos pasaron a Ricardo llegaron a la curva a la derecha de
Les Combes,
lado a lado, pero con Mika en la parte de adentro. La carrera era suya.

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