Mi vida en la formula uno (50 page)

BOOK: Mi vida en la formula uno
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Éramos 15 en mi carrera, incluyendo a los campeones de motociclismo Giacomo Agostini, Troy Corser, Stefano Tilli y varias otras personalidades del deporte. Nuestros karts tenían carrocería y velocidades y, aunque nunca me acostumbré a éstas durante el limitado tiempo de práctica, el sentimiento de correr en la pista de Mónaco, en su versión pequeña alrededor de
La Rascasse
y el complejo de la alberca, fue maravilloso. ¡Probablemente pasé mucho más tiempo viendo el escenario que el camino y, tal vez, fue la razón por la que hice un trompo en la primera vuelta! ¡Apenas pude recuperarme para terminar en séptimo lugar! ¡Qué fin de semana tan espléndido!

Mí último día en McLaren fue el viernes 26 de octubre de 2001. Disfruté una despedida champañera organizada por Martin Whitmarsh en el restaurante con todo el personal. Después dejé la fábrica de McLaren para siempre. Mientras manejaba y la veía encogerse en mi espejo retrovisor, me sentí muy emocionado preguntándome si estaba haciendo lo correcto y respondiéndome que sí, que era el momento perfecto para hacerlo, tenía que darle espacio a las nuevas generaciones. Después de todo, viví la época dorada del deporte, desde la década de 1960 hasta la de 1990. Tuve una muy buena carrera y era mucho mejor que me preguntaran, "¿Por qué te jubilaste?", en lugar de, "¿Cuándo te vas a jubilar?".

Si pudiera volver a vivir mi vida, habría hecho exactamente lo mismo. Después de decir eso, la gente normal se jubila de su trabajo y continúan con el resto de su vida, ¡pero para mí la Fórmula Uno nunca fue un trabajo, era mi vida y yo no estaba cansado de vivir!

Cuando comenzó la temporada 2002 me di cuenta de la verdad en las palabras de Ron Dennis de un año antes, cuando me había dicho que me moriría de rabia al no estar en Melbourne. Para calmar un poco el dolor llevé a Bea a viaje a California para visitar viejos amigos de mis primeros días en la Fórmula Uno, Dan y Evi Gurney. Además de otros incondicionales de los viejos días en el All-American Racers. Gracias a la influencia de un buen amigo de British Airways nos mejoraron a primera clase, lo que marcó la pauta del viaje desde el principio. Vimos el Gran Premio durante una parrillada en casa de Marcelo Gaffoglio, sobrino de Juan Manuel Fangio y dueño de Metalcrafters Inc., constructores de autos prototipo para los ricos y los famosos, incluyendo a DaimlerChrysler y General Motors. ¡Nos divertimos tanto durante los 10 días que casi perdemos el vuelo de regreso a casa!

No iba a ser fácil olvidar 40 años en la línea de combate del automovilismo deportivo y no me engañaba con que no iba a extrañar lo que había sido mi vida y mi amor. Me di cuenta que no añoraba el trabajo en la fábrica (excepto por algunas personas). Realmente no echaba de menos la política y los cambios repentinos de las reglas. Pero lo que sí extrañaba desesperadamente eran las carreras, la competencia, las personas y el ruido, los problemas y los retos por resolver, la adrenalina, las fiestas, las mujeres y la felicidad de la victoria. Todas esas cosas que me mantenían joven y eso era lo que, en ocasiones, me preocupaba.

David Coulthard me dijo una vez:

En este momento siempre estás trabajando con gente más joven, haciendo las mismas cosas que ellos hacen: nadar, esquiar en agua, jugar futbol o sólo pasar el tiempo y nadie pensará que eres mayor que todos los demás. Pero cuando te jubiles, ¡las personas con las que te juntarás serán de tu misma edad y ahí es cuando comenzarás a envejecer!

Realmente me di cuenta de eso cuando nos mudamos a un pueblo pequeño, justo al sur de Oxford, y nos invitaron a almorzar algunos viejos amigos de la zona: ¡y el tema de conversación fue el deterioro de los ojos, reumatismo y operaciones de reemplazo de cadera! ¡Sí, supongo que había brincado la edad media para llegar rápidamente a la vejez!

Una vez que la temporada de carreras comenzó en Europa, tenía que ir a visitar a mi viejo equipo en acción y decidí ir a Mónaco, la elección obvia. Fue el primer Gran Premio de 2002 que vi en vivo y, naturalmente, estaba muy emocionado, aunque con algunas reservas, ya que sería la primera vez en 40 años que estaría viendo las cosas desde afuera. No obstante, me invitaron a una mesa redonda, parte del paquete de un tour de invitados al Gran Premio y, por lo mismo, tuve al menos un compromiso para no sentirme un completo inútil.

Ir al Gran Premio de Mónaco es lo ideal para alguien como yo, que ha estado involucrado en el deporte desde hace tanto tiempo. Al ser el evento más prestigioso en el calendario de la Fórmula Uno, todas las personalidades del pasado y del presente estarían ahí, como el difunto Cliff Allison, el legendario piloto de Ferrari y Lotus de los cincuenta. El Gran Premio se lleva a cabo en cuatro días y tienes más tiempo para platicar con tus amigos y hay fiestas a raudal durante el día y la noche.

Además de esto, creo que todos los que amamos este deporte y hemos estado asociados con él somos, en el fondo, pilotos de carreras frustrados y todos, en nuestra juventud, fuimos el terror para nuestros vecinos al rechinar nuestras llantas alrededor de la manzana. Así que la fascinación de ver los autos de Fórmula Uno corriendo en calles normales todavía es atractiva para nosotros y nos llena de emoción.

Toda la semana estuvo plagada de invitaciones a diferentes fiestas, presentaciones, almuerzos, cenas o simplemente reunirnos a beber algunas copas durante la noche. Comencé la tarde del martes con el partido de futbol de caridad entre el ‘Nationale Piloti’ y el equipo ‘Star’, del príncipe Alberto. El primero está encabezado por Michael Schumacher y Giancarlo Fisichella y ganó 2-0. Como podrán imaginar, en la víspera de la Copa Mundial había una atmósfera fantástica para comenzar el fin de semana, especialmente cuando le siguió una gran cena en un restaurante magnífico junto al mar, en Menton, con docenas de antiguos pilotos de la Fórmula Uno.

Al día siguiente me elevaron el ego de forma impresionante al decirme que todavía era bienvenido en la escena. Acababa de llegar a la entrada del paddock de la Fórmula Uno, cuando de repente me acordé que no tenía ningún pass, ninguna credencial, ni portaba el uniforme del equipo. ¡Para recoger mi pase en las oficinas de Formula One Management, primero debía entrar! Pensaba que los guardias de Mónaco no me iban a dejar pasar de ninguna manera, al ser los más estrictos y poco comprensivos del mundo y, mientras me acercaba a la puerta, pensaba qué demonios le iba a decir al guardia en turno para que me franqueara el paso. Tan pronto como me vio el guardia me dijo: "
Bonjour, Monsieur Ramírez, bienvenue encore
", y subió la pluma. Me quedé sin palabras, pero logré decir, ‘
Merci beaucoup
’, y continué caminando con una sonrisa inmensa en mi cara, ¡pensando que mis 40 años en el deporte al menos habían contado para algo!".

Fue maravilloso estar de regreso. En cada paso que daba me encontraba frente a frente con alguien a quien saludar. Pero también había algunas caras nuevas que nunca había visto en los uniformes de algún equipo. Desde hace algunos años ha habido una inyección de gente nueva en el deporte por dos motivos: los equipos se hacen cada vez más grandes y los trabajadores no duran mucho tiempo, especialmente los mecánicos, muchos de los cuales se involucran por la emoción en lugar de la pasión y poco tiempo después deciden que existen mejores formas de ganarse la vida.

La cosa que realmente llamó mi atención fue el nuevo y espantoso uniforme de mi viejo equipo McLaren: las camisetas entalladas negras y los pantaloncitos brilloso idiotas no le sentaban bien a nadie. Parecían más bien empleados de una gasolinera, que miembros de equipo de la Fórmula Uno y simplemente no llegaba a entender como demonios, al tener a Boss como uno de sus socios, no se percataban de que eran los peor vestidos en los fosos, sobre todo un equipo como McLaren, que siempre había impuesto los estándares. Los chicos solían llamar a los overoles brillosos de mecánicos los trajes-gay. Puede que Ron Dennis no sea el millonario mejor vestido, pero siempre es inteligente: entonces, ¿cómo es posible que haya elegido esa opción tan fea y poco popular? Sin embargo, Ron y los altos directivos vestían pantalones elegantes y camisas blancas normales e impecables, lo que iba completamente en contra del principio de trabajo en equipo, algo que por lo regular apoyaba con fuerza. Es obvio que ya existía una separación entre ‘ellos’ y ‘nosotros’. McLaren no es un equipo de futbol o rugby, las camisetas son para la playa o trabajar en casa, pero, definitivamente, no forman parte del mundo de alto perfil de las carreras de la Fórmula Uno: ¡esto hubiera sido razón suficiente para cambiar de equipo!

Debo confesar que el párrafo anterior es en respuesta a las peticiones de muchos miembros del equipo que me dijeron que si escribía acerca de McLaren, incluyera algo acerca de esos uniformes que tienen que usar. Sentían que alguien debía decirle a Ron lo ridículo que se veían y preguntarle, ¿por qué si pensaba que se veían tan bien no se los ponía? Considerando que realmente aprobaba esos comentarios, tenía que mencionarlo; hecho lo cual, estoy contento de ver que los nuevos uniformes han mejorado bastante.

Fui invitado de Juan Pablo Montoya y me hospedé en su bote, un navío Azimut italiano, ultimo modelo de 20 metros de eslora y, por lo mismo, iba a ver el Gran Premio desde un ángulo completamente diferente. ¡Ésta era una experiencia completamente nueva para mí y estaba listo para ver cómo vivía la otra mitad! No podía estar en mejores manos, la familia de Juan Pablo son las personas más sencillas, poco complicadas y encantadoras y, por lo mismo, me sentí en casa desde el primer día: se encargaban de todos los detalles, incluyendo la fantástica comida preparada por un cocinero italiano.

La noche del jueves se organizó una cena en memoria de Gilles Villeneuve para recordar el vigésimo aniversario de su muerte. Se llevó a cabo del barco del anfitrión, Beppe Gianotta. Entre los invitados se encontraban la viuda de Gilles, Joan, quien estaba junto a algunos viejos amigos como Pierre Dupasquier, Christian Tortora, Pino Allievi, Peter Windsor y Nigel Roebuck. ¡Fue una noche de recuerdo y anécdotas de nosotros los viejillos que conocimos los mejores y los peores momentos de este hombre tan carismático!

Pasé la tarde del sábado con Mika, Erja y Hugo Hakkinen. jugamos billar en su casa, vimos sus trofeos y recordamos los viejos tiempos; platicamos acerca de la Harley-Davidson y después comimos en su restaurante favorito, justo por la plaza principal del palacio, donde estuvimos hasta altas horas de la madrugada. Claro que hablé con ellos algunas veces desde noviembre anterior, pero tenía mucha curiosidad por verlos, ya que mucha gente decía que Mika había subido de peso y su cabello era negro!, pero nada de esto era verdad. Se veía igual que si fuera a subirse al McLaren y ponerlo en la posición de privilegio nuevamente. Nunca lo había visto tan feliz y relajado como ahora. Hugo es el chavo más feliz e increíble que hayas podido ver en toda una vida, en una edad que comienza a ser interesante y buen compañía, por lo que me preguntaba si volveríamos a ver a Mika preparado para renunciar a todo esto y regresar detrás del volante. La Fórmula Uno lo extraña definitivamente, ¿pero extrañaba él la Fórmula Uno? No, no lo creo, al menos no en esa etapa. Desde entonces, obviamente, Mika regresó a la cabina, pero en un Mercedes-Benz del DTM, compitiendo contra pilotos como Jean Alesi y Heinz-Harald Frentzen y todos los ases de autos turismo y ganando de nuevo.

La carrera de Mónaco fue, sin duda, la mejor del año: aunque nunca cambió el líder todo fue acción detrás de Coulthard. Estaba encantado por David y había cruzado los dedos por él con la esperanza de que se le hiciera justicia, compensando lo que pasó un año atrás cuando estaba en la posición de privilegio y lo había traicionado la electrónica del equipo.

Miré el inicio y el final desde los fosos y la mitad desde el barco con Pablo Montoya padre. Todos nos desilusionamos cuando falló el motor de Montoya y lamenté que Pablo y Lydia sólo tuvieran un caballo en la carrera, ¡considerando que yo tenía dos y el segundo iba a la cabeza! Fue una victoria increíble para David, buena para McLaren y para la Fórmula Uno en un momento en que el deporte pierde algo de credibilidad debido a la superioridad de Ferrari. Todos esperamos que así continúen las cosas.

Cuando Montoya regresó al barco dijo que estaba enojado con sus ingenieros ya que aun después de haber probado el arranque en la mañana, el control de tracción no funcionaba correctamente y había pedido hacer un arranque manual sin el software. No obstante, le habían dicho que habían encontrado el problema y que iba a estar bien para la carrera, cosa que obviamente no sucedió. De todos modos, realmente no importó considerando que el motor decidió dejar de funcionar algunas vueltas después.

Me fui de Mónaco después de otra gran fiesta celebrando la victoria de David, y el circo ahora se mudaría a otra carrera lejana, en Montreal, otra favorita de la brigada de los Grandes Premios. Mientras tanto, había experimentado, una vez más, ese sentimiento de pararte en la parrilla justo cuando los motores rugen listos para la batalla, con el suelo vibrando a lo largo de tus piernas y hasta tu corazón. Hay muy pocos lugares en los que ese sentimiento está tan vivo y Mónaco es, con seguridad, uno de ellos, ese fin de semana trajo a mi mente muchísimas memorias y me recordó el hecho de que realmente todavía extraño demasiado el deporte.

El Gran Premio británico, en Silverstone, fue mi segunda visita del año al circo de la Fórmula Uno; iba por mi dosis de carreras y, naturalmente, esperaba estar de regreso en el ‘mundo real’. Al ser Silverstone la casa del automovilismo británico y Gran Bretaña una de las naciones dominantes en este deporte en particular, las emociones y la adrenalina son siempre muy altas.

Sólo de pensar que, en cierto momento, la FIA y Bernie amenazaban con cancelar el único Gran Premio de este país, te dan escalofríos; pero nunca creí que la amenaza fuera en serio, sólo presión para buscar una mejora del 100 por ciento de la cual tal vez logres hacer el 50. Uno de mis buenos amigos en la vida es Brian Pallett, antiguo director de Silverstone: él hace las cosas en lugar de hablar de ellas, un hombre que dedicó su vida a Silverstone. Cuando lo vi el día de la carrera, me crucé para saludarlo, sin darme cuenta que frente a él se encontraba Bernie Ecclestone y, justo en ese momento, le daba a Brian un regaño impresionante acerca de las cosas que estaban mal.

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