James Potter y la Encrucijada de los Mayores (71 page)

BOOK: James Potter y la Encrucijada de los Mayores
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La cara de Merlín permaneció tan impasible como la piedra mientras miraba fijamente a la directora.

—Realmente he vuelto a un tiempo de oscuridad si la Pendragón cree que una mera amenaza de muerte podría influir en las convicciones de un mago honorable. Pero veo que es honesta en sus motivos, incluso si sus métodos son mezquinos. Nunca he firmado alianzas con aquellos cuyos corazones se habían endurecido contra los no mágicos. Trabajé para mantener el equilibrio entre los mundos mágico y no-magico, para impedir que la balanza se inclinarse hacia uno u otro lado, aunque nadie adivinara mis verdaderas metas. Serví a todos, pero siempre con ese objetivo en mi corazón. La imparcialidad es un mito entre un género humano caído, pero la igualdad en la lucha puede mantenerse, incluso si es sólo un pálido fantasma de la verdadera imparcialidad.

—Habla bien, Merlinus —dijo la directora—, pero no ha declarado su objetivo claramente. ¿Está aquí para derrocarnos, o para trabajar con nosotros?

Por primera vez, la cara de Merlín mostró emoción. Cerró los ojos y apretó los labios. Su barba brillaba con lo que James asumió era algún tipo de aceite. De vez en cuando su olor, salvaje y especiado, era captado por la brisa de la cima de la torre.

—Austramaddux merecía el destino que le di, y quizás cien veces más, por devolverme a este tiempo. —Abrió los ojos otra vez, y miró a la asamblea—. Accedo a un castillo de construcción más sólida de la que alguna vez haya atestiguado, lleno de brillantes puntos de luz endurecida, y aún no he encontrado a ningún centinela, ni guardia, ni siquiera a un criado que prepare mi baño o cualquier otra exigencia de protocolo. Usted viene a mi encuentro sin el reconocimiento a mi posición y sin mostrarme reverencia, vestida con ropas de bufones y campesinos, y aún así está rodeada por mesas repletas a rebosar, sobre platos tan lisos y redondos como planetas. La misma Pendragón no es reverenciada ni servida, sino que se viste como sus subalternos con sacos informes de lona. Y luego, para colmo, mi honor y lealtad son desafiados, cuando yo mismo me abstengo de exigir tributo por respeto a una época ajena. Verdaderamente, mi misión ha quedado reducida a polvo. Esta no la época preparada para mí.

—Austramaddux puede haber sido egoísta —estuvo de acuerdo McGonagall, inclinándose ligeramente hacia adelante—, pero tal vez no haya sido un error que haya sido devuelto a este tiempo, Merlinus. Se creía que lideraría una rebelión contra el mundo muggle, pero si sus afirmaciones son sinceras, entonces puede haber sido traído aquí por una providencia aún mayor, de modo que pudiera ayudarnos en la prevención de tal tragedia. Incluso ahora, los poderes del caos han puesto en marcha acontecimientos que conducirán a ese final. Ahora mismo, hay un hombre entre nosotros, un hombre muggle. Ha sido conducido hasta aquí por los agentes del desorden, y ha burlado nuestras mayores defensas usando un tipo de no-magia llamada "tecnología". Tiene acceso a una maquinaria llamada "prensa" por medio de la cual puede dar a conocer los secretos del mundo mágico al resto de la humanidad. Y ha sido solo por medio de ese secreto que el equilibrio de poderes existe. Si este hombre y sus cómplices tienen éxito harán un mal uso de la nueva combinación de los mundos mágico y muggle. Trazarán divisiones, buscarán el poder, y tarde o temprano, provocarán una guerra. Usted, más que nadie, sabe cuál sería el resultado de tal confabulación. Debe ayudarnos. Los que traman el caos le esperan. Déjeles probar el fuego que tenían intención de verter sobre el mundo, Merlinus. Ayúdenos.

Merlín permaneció inmóvil durante casi un minuto, con la barba brillando al sol. Los animales se removían nerviosamente, moviendo los hocicos y erizando las plumas. Finalmente, Merlín se levantó, y fue como ver surgir una montaña desde sus cimientos. Se movió con lenta y absoluta gracia hasta que estuvo totalmente erguido, con su báculo recto a su lado, sus penetrantes ojos azules fijos en la directora.

—Está en lo cierto, señora —dijo Merlín, con voz rotunda e irrebatible—. Fue mi egoísta objetivo lo que me llevó a abandonar mi propia época sólo para encontrar un tiempo en el que mi poder sería plenamente restaurado. La arrogancia es mi perdición, y eso me ha echado a perder. He vuelto ahora sólo para encontrar mi poder despedazado, mucho más de lo que lo estaba en mi época. Le ruego me perdone, como hombre de honor, pero me siento tanto incapaz como poco dispuesto a elevarme al puesto que ha descrito para mí. Este no es mi mundo. Quizás prevalezcan ustedes sin mí. Quizás no. No puedo ver ningún futuro para mí en este tiempo, aparte de saber que el sol surgirá mañana y viajará a través del cielo como ha hecho durante los mil de años de mi ausencia. Si brillará sobre la guerra o sobre la paz, la verdad o la mentira, no lo sé, pero sí sé esto: brillará sobre un mundo que no me conoce, ni yo a él. Debo dejarla ahora, señora. Les deseo a todos que les vaya bien.

Merlín levantó los brazos, incitando a sus seguidores a alzar el vuelo. Como uno solo, los pájaros del parapeto y los asientos se lanzaron al aire. Se produjo un sonido ensordecedor cuando cientos de alas batieron. Cuando la masa de pájaros se dispersó, volando desde la cima de la torre en todas las direcciones, no quedaba ni rastro de Merlín.

James miró fijamente al lugar donde el gran mago había estado. Se había acabado. No quedaba nada. Harry giró a James y lo abrazó.

—Todo va bien, hijo —le dijo.

James no creía que nada fuera bien, pero se alegró de oír las palabras de todos modos. Abrazó a su padre a su vez.

—Me pregunto si realmente se ha ido para siempre —reflexionó Neville en voz alta.

—No dudo que tiene intención de que lo creamos así —contestó la directora, levantándose de su silla sobre la tribuna de torre—. Pero la cuestión es que no tiene ningún lugar adonde ir. Su criado, Austramaddux, al parecer ha sido desterrado al mundo de las tinieblas, así que Merlinus no tiene ningún aprendiz en esta época al que encargar su reaparición si decide viajar en el tiempo otra vez. Me temo que debemos asumir que Merlinus está entre nosotros, para bien o para mal. ¿Señor Potter, puede ser rastreado?

Harry pensó durante un momento.

—Difícil, pero no imposible. Probablemente se retirará a la protección de los bosques, donde su poder es más fuerte. Sin duda tiene muchos métodos de supervivencia y huída allí, pero un mago de tales capacidades siempre dejará una estela mágica perceptible. Creo que se le puede localizar, con un equipo de aurores y bastante tiempo. La pregunta es: ¿qué hacemos con él cuándo lo encontremos?

—Debemos asegurarnos de sus intenciones —dijo Franklyn sombrío, aproximándose a la silla que Merlín había ocupado—. Merlinus es una criatura de misterio y confusión. A pesar de sus palabras siento que ni él mismo confía en sus propias lealtades. Las cosas eran mucho más claras en sus tiempos. ¿No lo notan ustedes también? Se siente inseguro en esta época. No sabe en quien confiar, qué objetivo refleja al suyo propio. Esta situación se ve empeorada por el hecho de que, como usted indicó, directora, la propia moralidad de Merlín es ambigua en el mejor de los casos. Se retira ahora para examinar su propio corazón tanto como para estudiar los bandos de esta época.

—¿Realmente lo cree profesor? —preguntó Harry.

Franklyn había sacado el mismo dispositivo de cobre que había usado para examinar el brazo roto de James en el campo de Quidditch. Miraba detenidamente a través de él, estudiando la silla que Merlín había ocupado. Asintió despacio.

—Así es. Merlín admitió que el orgullo es su mayor debilidad. No puede permitir que veamos su propia carencia de seguridad. Pero no hay duda. No sabe cuál es su postura en esta época porque no sabe cuál es su postura en su propio corazón, y sólo ahora lo comprende.

—Esas dudas no durarán para siempre, sin embargo —dijo Neville, bajando las gradas hasta el suelo de madera—. No podemos sentarnos a esperar hasta que decida a qué bando unirse. Su poder puede estar mermado, pero apostaría a que todavía es inigualable para cualquier mago actual. Tenemos que asumir que está con nuestros enemigos hasta que deje claro que es nuestro aliado.

Harry negó con la cabeza.

—Estoy de acuerdo en que puede sentirse inseguro en esta época, pero no creo que sea malvado. O al menos, no premeditadamente malvado.

—¿Qué quiere decir? —interpuso Zane—. Ha sido buscado por los magos más malvados durante el último milenio más o menos, ¿no?

—No por lo
más
malvados —dijo McGonagall con ironía.

—Es cierto —estuvo de acuerdo Harry—. Sólo por los que estaban lo bastante confusos o corrompidos como para creer que sus objetivos eran válidos, de algún modo. Los que sabían que sus corazones eran malvados, los que eran conscientes de su propia maldad y la abrazaban, nunca lo buscaron. Al menos, por lo que sabemos.

—Por ahora será mejor que nos ocupemos de nuestro problema más inmediato —dijo McGonagall, suspirando—. Nuestro día apenas ha comenzado y ya tenemos mucho más para manejar de lo que buenamente podemos. Además, quiero librarme de este traje insoportable cuanto antes.

Franklyn levantó la trampilla y el grupo comenzó a desfilar escaleras abajo. Los animales que se habían reunido sobre la plataforma de la torre bajaron también, correteando y saltando entre los pies del grupo.

Slughorn y el resto de profesores se les unieron abajo saludándoles con las caras preocupadas y una andanada de preguntas. Ignorándolos, James siguió a su padre por la escalera de caracol hasta el piso inferior.

—¿Cómo llegaste tan rápido, papá? —preguntó—. Merlín no llego hasta medianoche. ¿Cómo consiguió McGonagall localizarte tan rápidamente?

—No fue la directora quien me trajo aquí, James —contestó Harry, echando un vistazo a su hijo por encima del hombro—. Fue tu carta. Nobby la entregó esta mañana, y vine en cuanto la leí. La directora se sorprendió como el que más cuando aparecí en la chimenea de su oficina.

—¡Pero Sacarhina dijo que estabas en una misión especial y que no se te podía molestar!

Harry sonrió sin humor.

—Fue ese detalle en tu carta lo que me demostró que tenía que venir enseguida, James. No he estado haciendo más que trabajo de despacho toda la semana. Si Sacarhina dijo que estaba en una misión es solo porque quería asegurarse de que no viniera.

—Sí —asintió James—. El retrato de Snape nos dijo que Sacarhina y Recreant no eran de fiar. Están metidos en todo eso del Elemento Progresivo.

Harry se detuvo en la escalera, volviéndose hacia James, Ralph y Zane.

—Tened cuidado con a quién mencionáis esto —dijo, bajando la voz—. El Ministerio está siendo hostigado últimamente por gente como Recreant y Sacarhina, aunque para la mayor parte de ellos sea solo un modo de parecer un poco audaz y moderno. Hermione hace lo que puede por combatir la propaganda y eliminar a los instigadores, pero es complicado. Recreant es sólo un instrumento, pero Sacarhina es peligrosa. Creo que ella es el cerebro tras el regreso de Merlín, de hecho.

—¿Qué? —dijo James, bajando la voz para igualar la de su padre—. No puede ser. Era la señora Delacroix la que estaba en el Santuario anoche.

—Sí, Sacarhina no llegó hasta ayer por la tarde —añadió Zane.

La expresión de Harry era grave.

—Sacarhina no es la clase de persona que se ensucia las manos con el trabajo propiamente dicho. Necesitaba a Delacroix para eso, y Delacroix no podía conseguir el Trono de Merlín del Ministerio sin Sacarhina ayudando desde dentro. Recreant y Sacarhina solo están aquí ahora porque alegan escoltar a "un experto en relaciones mágico-muggle" para tratar con ese tal Prescott. No hay ningún experto. Esperaban presentarse a Merlín, y hacerle pasar por el experto.

—¡Entonces nunca tuvieron la
intención
de impedir a Prescott revelar el mundo mágico a la prensa muggle! —dijo Ralph con la cara blanca—. Se suponía que Sacarhina y Merlín trabajarían juntos para
asegurarse
de que Prescott consiguiera su historia, ¿no?

Harry asintió.

—Eso creo. Esto no es coincidencia. Es exactamente el tipo de cosa que la gente como Sacarhina ha estado esperando desde hace mucho. La reunificación del mundo muggle y el mágico es esencial para su plan final de guerra total.

—Pero al final resultó que Merlín no está del lado de nadie más que del suyo propio después de todo —dijo James—. ¿Arruina eso su plan?

—No sé —suspiró Harry—. Las cosas se han puesto en marcha y será muy difícil detenerlas ahora. Puede que Sacarhina no necesite a Merlín para esta parte del plan.

—¿Qué tiene usted planeado para detener a Prescott? —preguntó Zane.

—¿Detenerlo? Se supone que ni siquiera estoy aquí, ¿recuerdas? Sacarhina es la responsable.

—¡Pero ella es mala! —exclamó James—. ¡No puedes dejarle llevar la voz cantante!

—No lo haremos, James —dijo Harry, poniendo una mano sobre el hombro de James, pero endureciendo su voz—. Pero tenemos que ser muy cuidadosos. Sacarhina tiene mucha influencia en el Ministerio. No puedo desafiarla. Ella
espera
que yo haga algo precipitado, algo que pueda usar en mi contra. Desean ver el Departamento de Aurores cerrado completamente. Impedir que eso ocurra es una cuestión de extrema importancia. Incluso más que proteger el secreto del mundo mágico.

—¿Entonces Sacarhina y Delacroix ganan? —dijo James, mirando a su padre a los ojos.

—A corto plazo, quizás. Pero no perdáis la esperanza. Neville, la directora y yo tenemos algunos trucos en la manga. Sobreviviremos, no importa lo que pase con Prescott. La única pregunta ahora es quién lo condujo hasta aquí en primer lugar.

—Bien, debió ser Sacarhina, ¿no? —sugirió Zane.

—No, no puede ser —suspiró James—. Ella ha firmado el voto de secretismo, como cualquier bruja o mago. Si hubiera intentado decir algo a Prescott, incluso por carta, el voto la habría detenido de algún modo. Además, ella no sabría nada sobre como funciona un Game Deck, o como podría ser utilizado para conducir a alguien hasta Hogwarts.

Voces y pasos resonaron en la escalera de caracol. La directora y los profesores descendían tras ellos. Harry les hizo un gesto a los muchachos para que le siguieran hasta abajo.

—Es la única parte de esto que realmente me confunde —dijo Harry mientras descendían la escalera—. Todas las brujas y magos están obligados por el voto de secretismo. Cualquier padre muggle de un estudiante está obligado por su propio contrato de no-divulgación. Eso significa que nadie que conozca el mundo mágico sería capaz de difundir el secreto. Y sin embargo, obviamente alguien lo hizo. Tengo intención de averiguar quién.

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