Read James Potter y la Encrucijada de los Mayores Online
Authors: George Norman Lippert
—Vamos —susurró Zane, sobresaltando a James en medio de su lectura—. Quiero salir pronto para practicar un rato con la escoba. ¿Quieres venir? Puede que un Potter me venga bien como amuleto de la suerte.
James decidió que estaría bien tragarse su orgullo y acompañar a Zane. Incluso pensó que también él podría practicar un poco. Dobló el periódico otra vez y lo metió en la mochila.
—¿Crees que puedes enseñarme como hacer esa parada en seco y giro que te vi en la clase de Escoba Básica de hoy? —preguntó James a Zane mientras subían las escaleras para cambiarse de túnica.
—Claro, colega —estuvo de acuerdo Zane confiadamente—. Pero no se lo muestres a Ralph hasta que pueda mantener la escoba bajo él mientras todavía está flotando.
James sintió una punzada desagradable ante la mención del nombre de Ralph, pero la empujó a un lado. Minutos después, ya cambiados con vaqueros y camisetas, los dos corrieron exultantes hacia la luz del sol de la tarde, dirigiéndose al campo de Quidditch.
James pasó la tarde en el campo con Zane, practicando un poco con la escoba, pero principalmente observando a los equipos de Ravenclaw y Gryffindor calentar. Cuando Zane se unió a su equipo para cenar algo y ponerse el uniforme, James acompañó a Ted y los Gryffindors de vuelta a la sala común hasta que se cambiaron y bajaron a cenar ellos mismos. La atmósfera antes del primer partido de la temporada estaba siempre cargada de excitación. El Gran Comedor estaba alborotado con burlas animadas, gritos y los intempestivos estallidos de los himnos de las Casas. Durante el postre, Noah, Ted, Petra y Sabrina, todos vestidos con sus jerséis de Quidditch, se alinearon delante de la mesa Gryffindor, con los brazos entrelazados y sonriendo como si estuvieran a punto de realizar una actuación. Al unísono, estamparon los pies en el suelo de piedra, ganándose la atención de la habitación, entonces se lanzaron a bailar una giga irlandesa penosamente coreografiada pero muy entusiasta, cantando una tonada que Damien había escrito para ellos ese mismo día:
Ohhh, nosotros los Gryffindors bromeamos y nos divertimos,
Pero en el campo de Quiddich somos insuperables
,Y esperamos que los Ravenclaw sepan qué hacer
,Cuando el equipo del león los aplaste como una tonelada de ladrillos.
Ohhh, el juego puede ser duro y los cuerpos machacarse
,Y puede que os encontréis con que vuestro buscador ha sido lanzado a un pantano
,Pero nosotros los Gryffindor con nuestra buena voluntad no somos tacaños
,Así que os advertimos antes de patearos el...
Las últimas palabras quedaron ahogadas por la mezcla de rugidos y gritos de los Gryffindors y los abucheos y silbidos de los Ravenclaw. Los Gremlins hicieron una profunda reverencia, sonriendo, obviamente complacidos consigo mismos, y se unieron a sus compañeros de equipo que salían corriendo hacia el campo de Quidditch para los preparativos finales.
El primer y el último partido de la temporada de Quidditch, como James sabía, siempre tenían mucha asistencia. Al final del año, al final del torneo, todo el mundo sabía que fueran cuales fueran los equipos que jugaran, serían partidos excitantes. Al principio del año, sin embargo, la gente estaba excitada y esperanzada con los equipos de sus Casas. La mayor parte de los partidos veían las gradas llenas de estudiantes y profesores, engalanados con los colores de su equipo y ondeando banderas y estandartes. Cuando James entró en el campo, le encantó ver y oír al entusiasmado gentío. Los estudiantes aullaban y se gritaban unos a otros mientras ocupaban sus asientos. Los profesores principalmente se sentaban en lo alto de las secciones dedicadas a sus Casas. Cuando subió las escaleras de la sección Gryffindor, vio a su padre sentado cerca de la cabina de prensa, flanqueado por los oficiales del Ministerio a la derecha y la delegación de Alma Aleron a la izquierda. Harry vio a James y le saludó, sonriendo ampliamente. Cuando James le alcanzó, Harry orquestó una complicada reasignación de asientos, ya que solo liberar un asiento para James requirió que casi todo el grupo se moviera. James murmuró disculpas, pero en realidad no le importó ver la mirada de disgusto en la cara de la señorita Sacarhina, enmascarada por su omnipresente sonrisa de plástico.
—Como estaba diciendo, sí, tenemos Quidditch en los Estados Unidos —dijo el profesor Franklyn a Harry, su voz viajaba sobre el rugido apagado del gentío que se acomodaba— pero por alguna razón no es tan popular como deportes como el tenis en escoba, el grungeball o el gauntlet con escoba. Nuestra Copa Mundial muestra algunas promesas este año, sin embargo, o eso me han dicho. Yo tiendo a ser escéptico.
James miró a los americanos, sintiendo curiosidad por ver quién asistía y qué parecían pensar del partido hasta ahora. Madame Delacroix estaba sentada al final de la fila, su cara se mostraba inexpresiva y tenía las manos cogidas firmemente en su regazo de forma que parecían desagradablemente una bola de nudillos marrón. El profesor Jackson miró a James y asintió en un saludo. James vio que su maletín de cuero negro, con su inexplicable carga, estaba colocado a sus pies, seguramente cerrado esta vez. El profesor Franklyn estaba vestido con lo que parecía ser su túnica de gala, con un alto cuello blanco y un bufanda blanca plisada en la garganta, y sus gafas cuadradas que captaban la luz alegremente mientras miraba a las gradas de alrededor.
—¿Dónde está Ralph? —preguntó Harry a James—. Pensaba que le vería contigo esta tarde.
James se encogió de hombros sin comprometerse, evitando la mirada de su padre.
—¡Ah! Aquí estamos —anunció Franklyn, sentándose erguido y estirando el cuello para ver.
El equipo Gryffindor salió a gran velocidad por el ancho portón en la base de su tribuna, sus capas rojas ondeando tras cada uno de ellos como una bandera.
—El Escuadrón Gryffindor, conducido por su capitán Justin Kennely, es el primero en salir al campo —La voz de Damien Damascus tañó firmemente desde la tribuna de prensa.
El equipo tomó una formación vertical en espiral que se apretaba mientras se alzaba, y después tiraron de sus escobas para detenerse hasta formar una enorme letra G justo delante de la sección Gryffindor de las gradas.
Después, la forma se disolvió cuando los jugadores rompieron la formación, regateando unos alrededor de otros en una vertiginosa ráfaga de acrobacias aéreas, y volviendo a formar la letra P. Todos los jugadores, sentados bien erguidos sobre sus escobas, miraron a Harry y James y saludaron, sonriendo ampliamente. La grada Gryffindor aplaudió frenéticamente, ruidosamente, y James viendo las docenas de sonrientes y gritonas caras se giró para ver la reacción de Harry. Este saludó y asintió bruscamente, levantándose a medias para recibir la ovación.
—Cualquiera pensaría que está presente la reina —oyó James que mascullaba su padre mientras volvía a sentarse.
—Y ahora vienen los Ravenclaw —gritó Damien, su voz resonó a través del campo—. Liderados por la capitana Genniger Tellus, fresca tras la victoria del torneo del año pasado.
El equipo Ravenclaw explotó desde las gradas del lado opuesto como si fueran fuegos artificiales, cada uno volando en diferente dirección, cruzándose unos con otros y pasándose una quaffle con una velocidad que desafiaba al ojo humano. Después de varios segundos de girar frenéticamente y aparentemente al azar alrededor de las gradas, los Ravenclaws confluyeron simultáneamente en el centro del campo, haciendo una súbita parada, y girando con sus escobas para enfrentar a la multitud en todas direcciones. Cada jugador alzó el brazo derecho, y Gennifer, en el centro, sostuvo la quaffle sobre la cabeza. Hubo un griterío salvaje en la grada Ravenclaw, y vítores de apreciación y respeto del resto.
Finalmente, Gennifer y Justin volaron hasta tomar posiciones en el centro del campo, saludándose con un asentimiento mientras los equipos se colocaban en formación tras sus capitanes. Bajo ellos, de pie en la marca del centro del campo con su túnica oficial, Cabriel Ridcully sostenía la quaffle bajo el brazo, con el pie descansando sobre un baúl de Quidditch.
—Quiero ver un partido limpio —gritó a los jugadores—. ¿Capitanes, listos? ¿Jugadores en formación? Yyyyy..... —Levantó la quaffle en su enorme palma, con el brazo extendido—. ¡Quaffle en juego!
Ridcully lanzó la quaflle hacia arriba y simultáneamente levantó el pie del baúl de Quidditch. El baúl se abrió de golpe, liberando dos bludgers y la snitch. Las cuatro bolas salieron disparadas, mezclándose con los jugadores al entrar en movimiento. Las gradas explotaron con vítores y gritos desaforados. James recordó buscar a Zane entre los Ravenclaw. Su pelo rubio no era difícil de distinguir contra el azul marino de su capa. Pasó a través de un nudo de jugadores, ejecutando un giro en barrena sorprendentemente apretado, después se inclinó precariamente y golpeó una bludger cuando estaba vagaba alrededor del grupo. La bludger falló por poco su objetivo, pero solo porque Noah se agachó y giró en el momento justo. La multitud rugió con una mezcla de deleite y desilusión.
El calor del la tarde de verano era inusualmente intenso. El sol que se ocultaba se abatía sobre jugadores y espectadores por igual. En el suelo, ambos equipos tenían asignada una zona para el equipo de apoyo, cada una al final del campo. Cada área contenía una docena de enormes cubos llenos de agua. Ocasionalmente, un jugador ejecutaba una señal con la varita, alertando al equipo de tierra. Un miembro del equipo de apoyo utilizaba su varita para levitar el agua desde uno de los cubos, haciéndola flotar alrededor de diez metros sobre el campo como una burbuja sólida y bamboleante. Entonces, justo cuando el jugador se ponía en posición, otro miembro del equipo de apoyo apuntaba su varita hasta la bola de agua, haciéndola explotar en una nube de gotas justo cuando el jugador la atravesaba volando. La multitud reía deleitada cada vez que un jugador emergía de la niebla arco iris, sacudiéndose el agua del pelo y uniéndose de nuevo a la refriega, felizmente refrescado.
Gryffindor tomó pronto la delantera, pero Ravenclaw empezó a recuperar terreno de forma estable ya avanzada la tarde. El sol se ponía cuando Ravenclaw alcanzó a Gryffindor, el partido cobró el tono febril y frenético que solo los partidos muy reñidos pueden sostener. James observaba a los buscadores, intentando captar un vistazo de la elusiva snitch, pero no podía ver señal de la diminuta bola dorada. Entonces, justo cuando apartaba la mirada, hubo un destello de luz sobre algo en la grada Hufflepuff. James entrecerró los ojos, y ahí estaba, entrando y saliendo de entre los estandartes. El buscador del equipo Ravenclaw ya la había visto. James gritó a Noah, el buscador Gryffindor, saltando sobre sus pies y señalando. Noah giró sobre su escoba, buscando frenéticamente. Vio la snitch justo cuando ésta bajaba en ángulo, directamente hacia la melée de jugadores que volaban y bludgers vagabundas.
El buscador Ravenclaw se inclinó hacia ella cuando la snitch le pasó a toda prisa. Casi se cayó de su escoba, girando y lanzándose en un rizo en picado y dirigiéndose hacia el campo. Ted, uno de los golpeadores Gryffindor, apuntó una bludger hacia el buscador Ravenclaw, haciendo que el chico se agachara y esquivara pero sin desviarle de su curso. Noah se aproximaba desde el otro lado del campo, agachándose y zigzagueando frenéticamente a través de los demás jugadores. El resto de la multitud captó lo que estaba pasando. Como uno, los espectadores se pusieron en pie de un salto, gritando y vociferando. Y entonces, justo en la misma cúspide de la acción, James vio algo que le distrajo completamente del partido por primera vez desde que había empezado.
El intruso muggle estaba abajo, en el campo, de pie justo al lado del área de descanso Ravenclaw. James apenas podía creerse lo que estaba viendo, pero el hombre estaba simplemente ahí de pie, vistiendo la capa descartada de uno de los miembros del equipo de apoyo, observando el partido con una expresión de absoluto temor y desconcierto. Sujetaba algo ante sus ojos, y James lo reconoció vagamente como algún tipo de cámara de mano muggle. ¡Estaba filmando el partido! James arrancó la mirada del intruso y miró a su padre, que estaba de pie junto a él, gritando alegremente ante el final del partido. James tiró de la túnica de Harry y le gritó.
—¡Papá! ¡Papá, hay alguien ahí abajo! —señaló frenéticamente, intentando indicar el campo de Quidditch a través de la fila de gradas y espectadores.
Harry miró a James, todavía sonriendo, intentando oírle.
—¿Qué? —gritó, inclinándose hacia James.
—¡Ahí abajo! —gritó James, todavía señalando—. ¡Se supone que no debería estar ahí! ¡Es un muggle! ¡Le he visto antes!
La cara de Harry cambió instantáneamente. La sonrisa desapareció. Se puso en pie en toda se estatura y escaneó el campo. James volvió a mirar abajo también, buscando al intruso muggle. Estaba seguro de que se habría ido, haciéndole quedar como un tonto, pero el hombre todavía estaba allí, mirando a la melée de arriba. Había bajado la cámara, vio James. Ésta colgaba de su mano derecha. James miró más atentamente y vio que el hombre tenía un vendaje en la parte superior del brazo, y pequeñas tiritas en dos lugares de la cara. Se había hecho daño al atravesar el ventanal, pero aparentemente no el suficiente como para evitar que volviera.
Harry pasó empujando a través de la delegación americana, disculpándose cortés pero firmemente, dirigiéndose hacia las escaleras. James le siguió, trotando para mantenerle el paso. Juntos, recorrieron los escalones de dos en dos, bajando al nivel del campo. James notó que su padre estaba ahora completamente en "modo auror", sin pensar, preparado, dejando que el instinto tomara el control. No había sensación de pánico, ni preocupación, ni furia, solo un propósito decidido e imparable. Harry alcanzó el campo con James a sus talones justo cuando el partido terminaba. Hubo una estruendosa ovación y de repente había gente corriendo por el campo. Los equipos de apoyo salían a recoger los cubos vacíos. Los jugadores comenzaban a tomar tierra, cayendo sobre el campo dispersados como semillas de diente de león. Cabe Ridcully se acercó a grandes pasos a la línea central utilizando la varita para convocar a las bolas. Impertérrito, Harry caminaba resueltamente hacia el final del campo donde él y James habían visto al extraño hombre, pero ahora que estaban en el campo ya no podían verle. Había demasiada gente moviéndose alrededor, demasiado ruido y confusión. James sabía que había cientos de maneras mediante las cuales el hombre podía haberse escabullido ya, desapareciendo entre las crecientes sombras de las colinas y bosques de más allá del campo. Harry no dejó de moverse hasta que estuvo de pie en el punto donde habían visto al hombre. Se giró lentamente, evaluando las vistas que había tenido el hombre desde esa perspectiva.