James Potter y la Encrucijada de los Mayores (12 page)

BOOK: James Potter y la Encrucijada de los Mayores
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Los ojos penetrantes de Jackson vagaron por el aula, saltando de cara en cara mientras los estudiantes dejaban de escribir, esperando a que continuara.

—No. En lugar de ello, hemos alterado el acuerdo de espacio entre esos átomos —dijo significativamente— Hemos expandido la distancia de punto a punto, tal vez mil veces, tal vez un millón de veces. La multiplicación de esos espacios expande el candelabro a un punto de dimensiones casi planetarias. El resultado es que podemos realmente caminar por él, por los espacios entre sus átomos, y ni siquiera notarlo nunca. En resumen, el candelabro esta todavía aquí. Ha sido simplemente ampliado en gran medida, diluido a tan efímero nivel, como para volverse físicamente insustancial. Está, en efecto, en todas partes, y en ninguna parte.

Sabrina volvió con los relojes de arena, colocándolos en el escritorio de Jackson.

—Ah, gracias señorita Hildegard. Murdock

Murdock saltó otra vez. Hubo risas tontas por toda la clase.

—¿Señor?

—No tema, mi valiente amigo. Me gustaría que realizara lo que sospecho va a considerar una tarea muy sencilla. Me gustaría que se Apareciera para nosotros.

Murdock pareció horrorizado.

—¿Aparecerme? Pero...pero nadie puede aparecerse en los terrenos del colegio, señor.

—Muy cierto. Una restricción pintoresca y simplemente simbólica, pero una restricción sin embargo. Afortunadamente para nosotros, he arreglado una concesión temporal educativa que le permitirá, señor Murdock, aparecerse de ahí —Jackson caminó hasta la esquina delantera del aula señalando al suelo— a aquí.

Murdock se puso de pie y se balanceó ligeramente mientras consideraba lo que el profesor estaba pidiendo.

—¿Quiere que me aparezca de esta aula... a esta aula?

—De ahí, donde está, a aquí. A esta esquina, si puede ser. No considero que sea un desafío excesivo. Excepto que me gustaría que lo hiciese llevando esto. —Jackson recogió uno de los pequeños relojes de arena que Sabrina había traído—. Gírelo precisamente en el momento antes de Aparecer. ¿Entendido?

Murdock asintió con la cabeza, aliviado.

—Ningún problema, señor. Puedo hacerlo con los ojos vendados.

—No creo que eso sea necesario —dijo Jackson, entregando a Murdock el reloj de arena. Regresó al frente del aula, cogiendo el segundo reloj de arena.

—A la de tres, señor Murdock. Uno...dos... ¡tres!

Ambos Murdock y Jackson giraron sus relojes de arena. Una fracción de segundo más tarde, Murdock se desvaneció con un fuerte crack. Todos los ojos del aula saltaron a la esquina delantera.

Jackson sostenía el reloj de arena, observando el flujo silencioso a través del cristal pinzado. Tarareaba un poco. Se permitió apoyarse ligeramente contra su escritorio. Entonces, perezosamente, se dio la vuelta y examinó la esquina delantera del aula.

Hubo un segundo crack cuando Murdock reapareció. Con un movimiento notablemente rápido, Jackson cogió el reloj de arena de Murdock de su mano y puso ambos el suyo y el de Murdock uno al lado del otro en el centro de su escritorio. Retrocedió, mirando severamente ambos relojes de arena. La arena del reloj de arena de Jackson estaba dividida casi regularmente entre los dos receptáculos. El reloj de arena de Murdock todavía tenía casi toda su arena en la parte de arriba.

—Me temo, señor Murdock —dijo Jackson, sin quitar los ojos de los relojes de arena— que su hipótesis ha resultado defectuosa. Vuelva a su asiento, y gracias.

Jackson levantó la mirada hacia el aula y gesticuló hacia los relojes de arena.

—Una diferencia de cuatro segundos, algunas décimas arriba o abajo. Parece que la Aparición no es, de hecho, instantánea. Pero, y esta es una parte muy interesante,
es
instantánea para el que Desaparece. ¿Qué puede la Tecnomancia decirnos acerca de esto? Es una pregunta retórica. Yo la contestaré.

Jackson reanudó su pasear alrededor del aula mientras algunas palabras empezaban a garabatearse en la pizarra otra vez. Por toda el aula, los estudiantes se inclinaban sobre sus pergaminos.

—La Aparición utiliza exactamente la misma metodología que los objetos que Desaparecen. La persona que Desaparece manifiesta la distancia entre sus propios átomos, expandiéndolos a tal nivel que se vuelven físicamente insustanciales, invisibles, inconmensurables, en efecto en todas partes. Habiendo logrado estar en todas partes, la persona que Aparece por tanto
reduce
automáticamente la distancia entre sus átomos, pero con un nuevo punto central, determinado por su punto de referencia mental inmediatamente antes de la Aparición. El mago, encontrándose en Londres se imagina Ebbets Field, Desaparece, es decir, logra estar en todas partes, y luego reaparece con un nuevo punto de solidez en Ebbets Field. Es fundamental que el mago haga la predestinación en su mente antes de la Aparición. ¿Puede alguien decirme, usando la Tecnomancia, por qué?

Silencio. Luego la chica llamada Gallows levantó la mano otra vez.

—¿Porque el proceso de Aparición es instantáneo para el mago?

—Crédito parcial, señorita —dijo Jackson, casi amablemente— dependiendo de las distancias, la aparición lleva tiempo, como acabamos de ver, y el tiempo no es, hablando relativamente, flexible. No, la razón por la que el mago debe fijar firmemente su destino antes de Aparecerse es que, mientras el mago está en el estado de estar en todas partes, su mente está en un estado de perfecta hibernación. El tiempo que lleva Aparecerse no es instantáneo, pero ya que la mente del mago está eficazmente congelada durante el proceso, parece instantáneo para él. Puesto que un mago no puede pensar o sentir durante el proceso de la Aparición, un mago que falla al fijar su sólido destino antes de Aparecerse...nunca reaparecerá del todo.

Jackson frunció el ceño y escudriñó el aula, buscando algún signo de que habían comprendido la lección. Después de varios segundos, una mano se levantó lentamente. Era Murdock. Su cara era una sombra de miseria mientras aparentemente luchaba por organizar estos conceptos radicales en su mente. Las tupidas cejas negras de Jackson se alzaron lentamente.

—¿Sí, señor Murdock?

—Una pregunta señor. Lo siento. ¿Dónde... —tosió, aclarándose la garganta, y luego se lamió los labios—… dónde está Ebbets Field?

James se encontró con Zane y Ralph después de la comida, los tres tenían un corto descanso. Con demasiado tiempo para dirigirse directamente a sus siguientes clases, pero no con el suficiente como para ir a sus salas comunes, dieron un paseo sin rumbo a lo largo de los pasillos atestados cercanos al patio, intentando apartarse del camino de los estudiantes más mayores y hablando de las clases que habían tenido en la mañana.

—Te lo digo yo, ¡el viejo Cara de Piedra tiene algún chiflado efecto mágico en el paso del tiempo! —contaba Zane a Ralph apasionadamente— Juro que una vez vi el reloj de verdad avanzar hacia atrás.

—Bueno, a mí me gusta mi profesor. El profesor Flitwick. Lo habréis visto por ahí —dijo Ralph, amablemente cambiando de tema.

Zane ni se inmutó.

—El tipo tiene ojos en la parte de atrás de la peluca o algo. ¿Quién habría pensado que un colegio de hechicería sería tan solapado?

—El profesor Flitwick enseña los orígenes de los hechizos y el funcionamiento de la varita, ¿no? —preguntó James a Ralph.

—Sí. Fue realmente excelente. Quiero decir, una cosa es leer sobre hacer magia, pero ver como ocurre es otra cosa. ¡Hizo que su silla, con libros y todo flotara!

—¿Libros? —intervino Zane.

—Sí, ya sabes, ese montón de libros que tiene en su silla para poder ver por encima del escritorio? Debe de haber cien kilos de ellos. Hizo flotar la silla directamente fuera del suelo con ellos todavía encima, sólo usando su varita.

—¿Qué tal te fue? —preguntó Zane. James se encogió, pensando en la ridícula varita de Ralph.

—No estuvo mal, en realidad —dijo Ralph ligeramente. Hubo una pausa en la cual Zane y James se detuvieron para mirarlo—. De verdad. No fue mal —repitió Ralph— Quiero decir, no levantamos sillas ni nada. Sólo plumas. Flitwich dijo que no esperaba que lo consiguiéramos la primera vez. Pero aún así, lo hice tan bien como cualquier otro —Ralph parecía pensativo— puede incluso que un poco mejor. Flitwick parecía bastante complacido. Dijo que tenía un talento nato.

—¿Hiciste flotar una pluma con ese disparatado leño-de-bigote-de-hombre-de-las-nieves tuyo? —preguntó Zane incrédulamente.

Ralph pareció molesto.

—Sí. Para tu información, Flitwick dice que la varita es sólo un instrumento. Es el mago quien hace la magia. Quizás tengo talento. ¿Se te ha ocurrido eso, señor experto-en-varitas-de-repente?

—Jesús, lo siento —murmuró Zane— pero no me señales con ese disparatado leño-de-bigote-de-hombre-de-las-nieves. Quiero conservar el mismo número de brazos y piernas.

—Olvidadlo —les tranquilizó James mientras comenzaban a andar otra vez— Flitwick está en lo cierto. ¿A quién le importa de dónde salió tu varita? ¿Realmente conseguiste que la pluma levitara?

Ralph se permitió una pequeña sonrisa de orgullo.

—Todo el camino hasta el techo. ¡Está todavía ahí arriba ahora! Conseguí que se pegara a una viga.

—Bien —asintió James con la cabeza con aprecio.

Un chico mayor con una corbata verde golpeó a James, echándolo del camino a la hierba del patio. Golpeó a Ralph también, pero Ralph era tan alto como el chico mayor, y bastante más ancho. El muchacho rebotó en Ralph, el cual ni se movió.

—Lo siento —murmuró Ralph cuando el chico se detuvo y le miró.

—Mirad por donde vais, novatos —dijo fríamente, mirando de James a Ralph— Y quizás deberías tener más cuidado de con quien te ven, Leedle. —Pasó rodeando a Ralph sin esperar respuesta.


Ese
es el espíritu Slytherin del que me hablaste en el tren —dijo Zane— Bien por el "Espero que todos seamos amigos".

—Ese era Trent —dijo Ralph hoscamente, observando como el muchacho se alejaba—. Fue él quien me dijo que mi Game Deck era un insulto a mi sangre mágica. Aunque no le llevó mucho tomarla prestada.

James apenas escuchaba. Estaba distraído por algo que el chico llevaba puesto.

—¿Que decía su insignia?

—Oh, todos ellos han empezado a llevar esas —dijo Ralph—. Tabitha Corsica las estaba repartiendo en la sala común esta mañana. Aquí está — Ralph buscó en su túnica y enseño una insignia similar— Olvide ponerme la mía.

James estudió la insignia. En letras blancas en un fondo azul oscuro decía "
Magos Progresistas Contra la Falsa Historia
". Una larga X roja cortaba repetidamente las palabras "
Falsa Historia
", y luego perdía color.

—No todas dicen esto —dijo Ralph, devolviendo la insignia a su sitio— algunas dicen "
Cuestiona a los Victoriosos
". Otras tienen inscripciones más largas que no tienen ningún sentido para mí. ¿Que es un auror?

Zane abrió la boca

—Una vez mi padre fue llamado para el servicio de auror. Se libró porque estaba en un rodaje en Nueva Zelanda. Él dice que si los aurores cobraran más conseguiríamos mejores veredictos.

Ralph miró a Zane desconcertado. James suspiró.

—Los aurores —dijo lentamente y con cuidado— son brujas y magos que encuentran y atrapan a brujas y magos oscuros. Son como una especie de policía mágica, supongo. Mi padre es un auror.

—El Jefe del Departamento de Aurores, querrás decir —dijo una voz cuando pasaban junto a un grupo. Tabitha Corsica iba a la cabeza del grupo, miró hacia atrás majestuosamente cuando James pasaba—. Pero perdonad mi interrupción.

Los demás miembros del grupo volvieron la vista hacia James con sonrisas ilegibles. Todos ellos llevaban puesta la insignia azul.

—Sí —dijo James, fuerte pero más bien inseguro— lo es.

—¿Tu padre es el jefe de la policía mágica? —preguntó Zane, mirando de los ya desaparecidos Slytherins a James. James hizo una mueca y asintió con la cabeza. Había tenido oportunidad de leer otra de las insignias. Decía "
Di No a la Censura de los Aurores; Di Sí a la Libertad de Expresión
Mágica
". —James no sabía lo que significaban, pero tenía un mal presentimiento al respecto.

Zane se giró de repente y dio un codazo a Ralph.

—Mejor ponte esa insignia, compañero, o tus colegas de Casa pensarán que te has ablandado con la Historia Falsa y los Aurores Imperialistas o lo que sea.

James parpadeó, finalmente registrando algo que Ralph había dicho hacía un minuto.

—¿Has dicho que tu compañero de habitación tomó prestada tu consola esa?

Ralph sonrió sin humor.

—Bueno, puede que no fuera él. Alguien lo hizo. Aunque no mucha gente está al corriente de su existencia. A menos que lo hablaran a mis espaldas. Todo lo que sé es que desapareció de mi mochila justo después de mostrárosla, chicos. Imagino que mis compañeros de Casa sólo estaban purgando la habitación de falsa magia —suspiró.

James no podía quitarse de encima la desagradable sensación que estaba coleando en su vientre. Estaba relacionada con la dulce amabilidad de algunos de los Slytherins, y las extrañas insignias. Y ahora, uno de ellos había cogido el extraño aparato de juego muggle de Ralph. ¿Por qué?

Estaban pasando junto a la vitrina de trofeos de Hogwarts cuando Zane, que se había adelantado, gritó.

—Eh, hojas de inscripción a clubes. Vamos a hacer algo extraescolar —se inclinó, examinando una de las láminas en particular— "
¡Lee las Runas! Predice tu destino y el de tus amigos! Aprende el lenguaje de las estrellas
". Bla, bla. Club de las Constelaciones. Se reúne a las once los martes en la torre oeste. Me suena a excusa para estar fuera de noche. Allá voy —Agarró la pluma que había sido fijada a un estante por un trozo de cuerda, la mojó teatralmente y garabateó su nombre en la hoja.

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