La madre de Jingqiu vio que su hija se levantaba y corrió hacia ella.
—Estás demasiado cansada. Toda la noche has estado gimiendo. Hoy no vayas a trabajar.
—Siempre gimo mientras duermo.
La madre de Jingqiu le quitó la pértiga con los cestos de los hombros y le imploró:
—Jingqiu, hija mía, no vayas. Es un trabajo demasiado pesado y podría perjudicarte mucho. Dices que estás acostumbrada y que no te pones enferma, pero no es cierto que normalmente gimas mientras duermes. Ayer debiste de cansarte demasiado.
—No te preocupes. Conozco mi cuerpo y no haré nada demasiado pesado —dijo para consolar a su madre.
Al cabo de dos días de acarrear arena la actitud de sus compañeros de trabajo comenzó a cambiar. Aunque fuera una chica, llevaba exactamente las mismas cargas que ellos. Un hombre llamado Wang se presentó voluntario para formar equipo con Jingqiu.
—Amontonar la arena cansa mucho, ya lo haré yo. Tú tráela del bote.
Wang se esforzaba por descargar la arena a tiempo para coger la carga de Jingqiu lo antes posible, a fin de que esta pudiera dar unos cuantos pasos menos. En un par de ocasiones, Jingqiu acababa de salir del bote cuando se encontró con que Wang ya la esperaba para coger la carga, lo que hizo que los otros se rieran y avergonzaran a Jingqiu.
Estuvo trabajando unos cuantos días más antes de que el dolor comenzara a mitigarse, y ya no jadeaba tanto. Lo único que le preocupaba ahora era que se acabara el trabajo y tener que regresar a casa de la directora Li a esperar cualquiera sabía cuánto hasta que apareciera otro empleo. Para ella, los montones de arena que quedaban para transportar eran la definición de la felicidad, es decir, un trabajo sin fin y un verano sin fin en el que trabajar.
El día antes de terminar el trabajo Jingqiu acababa de transportar una carga desde el bote cuando Wang se le acercó y le dijo:
—Déjame a mí, alguien ha venido a verte. Te espera junto a la orilla. Ve.
¿Quién había ido a verla allí?
—¿Sabes quién es? —le preguntó a Wang.
—Por la pinta diría que tu hermana. Nadie que yo conozca.
Se le aflojaron las rodillas al oír la palabra «hermana». Algo debía de haberle ocurrido a su madre, pues de lo contrario su hermana no habría ido corriendo hasta allí bajo el sol de mediodía. Iba a sacar una carga del bote, pero nada más oír la palabra «hermana» fue incapaz de levantar ningún peso. Dejó que se encargara Wang de hacerlo.
—Lamento molestarte —se disculpó—. Iré a ver qué ocurre y volveré enseguida.
Subió por el terraplén y vio a su hermana de pie a la sombra de un árbol. Junto a ella había otra chica. Jingqiu entrecerró los ojos. Era Fang. Jingqiu dejó escapar un suspiro de alivio.
—Fang, ¿qué haces aquí? Pensaba que…
Fang se abanicaba con un pañuelo.
—Uf, qué calor. ¿Cómo es que trabajas aquí en un día tan caluroso?
Jingqiu se acercó a la sombra.
—¿Has llegado hoy? ¿Vuelves a casa esta noche? —Fang asintió—. Entonces me tomaré el resto del día libre. —Le incomodaba un poco pedir el día libre, porque tendría que dejarle todo el trabajo a Wang, y le pareció un poco injusto. Vio que Wang subía la ladera con una carga de arena, y se le acercó para comentárselo.
—Tómate el día libre. Puedo hacerlo yo solo, no hay problema.
Jingqiu se lo pidió al jefe y a continuación las tres se fueron a su casa. Fang todavía no había almorzado, así que Jingqiu se puso a preparar una comida para darle la bienvenida. No tenían verduras frescas, de manera que utilizó las judías y la col saladas que Fang le había traído en su último viaje. Las empapó en agua caliente, frió dos cuencos y añadió algunos encurtidos, y lo sirvió todo con el caldo de las judías verdes. Resultó sorprendentemente sabroso.
Para cuando Fang se hubo acabado su cuenco, ya se había hecho tarde, y quería volver a la ciudad para coger el autobús. Jingqiu la invitó a quedarse unos cuantos días, pero Fang rechazó la propuesta. Como se les echaba el tiempo encima, dijo que acompañaría a Fang a la estación de autobuses. Fueron al embarcadero que estaba delante de la casa de Jingqiu para cruzar el río.
—Siempre que vienes llevas mucha prisa. Nunca tienes tiempo de divertirte —se disculpó Jingqiu.
—Hoy ha sido mi culpa. He venido con el autobús de las ocho y he llegado a las nueve, pero se me había olvidado el camino a tu casa. He preguntado aquí y allá, y alguien me ha indicado la dirección incorrecta y he tenido que dar un gran rodeo. Siempre me pierdo cuando vengo a tu casa.
Cuando el bote estaba a medio camino, Fang sacó un sobre del bolsillo y se lo dio a Jingqiu.
—Eres para mí como una hermana, y si sientes lo mismo por mí, entonces aceptarás esto. De lo contrario, me enfadaré.
Jingqiu abrió el sobre y dentro encontró cien yuanes. Se quedó estupefacta.
—¿Has… has venido para darme dinero?
—No quiero que tengas que trabajar.
—¿De dónde has sacado tanto dinero?
—Es de mi hermana. Vendió el reloj que Zhao Jinhai le regaló.
Jinhai era el «novio» de Fen, de eso Jingqiu sí se acordaba. Pero ¿por qué Fen iba a vender su reloj para prestarme el dinero? Le encantaba aquel reloj, ¿por qué iba a venderlo sin más? Le devolvió el dinero a Fang.
—Dale las gracias a tu hermana de mi parte, pero no puedo aceptarlo. Puedo trabajar y ganar dinero, no me gusta deberle nada a nadie.
Fang se negó enérgicamente a coger el dinero.
—¿No te acabo de decir que es de mi hermana? ¿Por qué me tratas como si no fuéramos familia?
Las dos forcejearon con el sobre hasta que el barquero gritó:
—¿Es que queréis hundir el bote?
Las dos chicas se asustaron tanto que ya no se atrevieron a moverse. Jingqiu apretaba el dinero con fuerza, devanándose los sesos acerca de cómo introducir el sobre dentro de la bolsa de Fang cuando llegaran a la orilla.
—Mira, hoy hace mucho calor, y tú trabajas al aire libre descargando arena —dijo Fang muy seria—. Yo no podría hacerlo, ¿cómo es que tú eres capaz? Por no hablar de arrastrar remolques y trabajar en la construcción. Eso no son trabajos de chicas.
A Jingqiu todo aquello le pareció muy raro, pues nunca le había mencionado su trabajo a Fang. ¿Cómo conocía sus detalles de «arrastrar remolques» o «trabajar en la construcción»?
—¿De verdad este dinero es de tu hermana? Si no me dices la verdad, te aseguro que no lo aceptaré.
—Si te digo la verdad, ¿lo aceptarás?
—Tú dime de quién es el dinero, y yo lo aceptaré.
Fang vaciló.
—Será mejor que no faltes a tu palabra. No me pidas que te cuente la verdad y luego rechaces el dinero.
En aquel momento Jingqiu estaba totalmente segura de que el dinero no era de Fen. Se lo pensó un momento y dijo:
—Dime de quién es el dinero. Me llamas hermana, pero no confías en mí.
Fang dijo por fin:
—Mayor Tercero me pidió que te lo diera, y también que no te contara que era suyo. Dijo que no sabía en qué te había ofendido, pero que si averiguabas que era suyo no lo aceptarías.
Fang miró a Jingqiu con el dinero en la mano y pensó que esta iba a aceptarlo. Sonriendo, dijo jactanciosa:
—Le dije que yo lo conseguiría. Mayor Tercero no me creyó, pensaba que sería incapaz de convencerte. —Fang sacó unas monedas del bolsillo y las frotó orgullosa—. Mayor Tercero también me dio dinero para coger el autobús en cuanto llegara a la ciudad. Me dijo que no me bajara hasta la última parada y que luego cogiera un bote, y que este me dejaría delante de tu casa. Pero no cogí el autobús pues me daba miedo subirme al que no era, por eso me perdí. Pero me he quedado con el dinero del autobús.
Jingqiu se dijo que quizá no le había llegado su carta. Pensó que más valía no mencionarle la misiva a Fang, así que simplemente le preguntó:
—¿Mayor Tercero? ¿Se encuentra bien?
—¿Por qué no iba a estarlo? Pero dijo que había estado muy preocupado desde el principio de las vacaciones. Suponía que habías empezado a trabajar y le angustiaba que te cayeras por una escalera o al río. Siempre está hablándome de ti. Me insistió en que te entregara el dinero, y que si no venía pronto sería demasiado tarde y ya habrías sufrido un accidente. No es que yo no quisiera venir lo antes posible, es solo que nuestras vacaciones empiezan más tarde que las vuestras. De hecho, he venido en cuanto he podido. De lo contrario, Mayor Tercero me habría insistido hasta que me sangraran las orejas.
Jingqiu se quedó callada. A continuación, fingiendo que no había pasado nada, dijo:
—¿Cómo puedes tentar al destino diciendo cosas como esa? Hay mucha gente que hace trabajo extra, y no veo yo que se maten o se ahoguen.
El bote llegó a la orilla y las dos chicas bajaron.
—Cogeré el autobús contigo —dijo Jingqiu—, así la próxima vez sabrás la ruta y no te perderás.
Era la primera vez que Fang subía a un autobús urbano, y para ella fue una experiencia emocionante; estaba demasiado absorta mirando por la ventanilla, y apenas le dijo nada a Jingqiu.
Cuando llegaron a la parada, Fang siguió a Jingqiu, abriéndose paso a empujones para bajar.
—Qué viaje tan corto. No podemos haber ido muy lejos. Cuando he venido andando me ha parecido un camino muy largo, ¿cómo es que el autobús ha sido tan rápido?
En la estación de autobuses de larga distancia, Fang compró un billete para el de las tres.
—¿No te da miedo recorrer sola el camino de la montaña? —le preguntó Jingqiu.
—No iré por ese camino. Iré por la carretera de abajo, donde siempre hay mucha gente.
Jingqiu se dio cuenta de que no habría más oportunidades para meter el dinero a escondidas en el bolsillo de Fang, así que tendría que mostrarse inflexible. Agarró la mano de Fang, metió el dinero dentro y le cerró el puño.
—Dale las gracias a Mayor Tercero de mi parte, pero no puedo aceptar su dinero. Y dile que no vuelva a hacerlo.
La mano de Fang había quedado atrapada dentro de la de Jingqiu, de manera que no tenía más elección que esperar otra oportunidad para dárselo.
—¿Por qué no lo aceptas? Él intenta ayudarte, déjalo. ¿Es que solo eres feliz cuando está preocupado?
—No quiero que se preocupe, y no tiene por qué. —Jingqiu se quedó un momento pensativa y añadió—: Tiene… novia, ¿por qué no se preocupa por ella?
Jingqiu anhelaba oírle decir a Fang: «¿Novia? ¿De qué novia me hablas?», pero lo que ella dijo fue:
—¿Qué tiene que ver todo esto con su novia?
—O sea, ¿que tiene… novia?
—Al parecer sus padres lo organizaron, hace muchos años.
Jingqiu se quedó afligida, pues en su subconsciente había tenido la esperanza de que no fuera cierto. Tontamente, preguntó:
—¿Cómo sabes que tiene novia?
—Él mismo me lo dijo, y a mi cuñada le dio una foto de los dos juntos.
—Yumin dijo que había puesto la foto bajo el alféizar de la ventana de tu habitación. ¿Cómo es que yo no la vi? Él debió de cogerla y esconderla.
—No hagas acusaciones falsas. Fui yo quien la quitó. Alguien me dijo que si cortas una foto de dos personas por la mitad (sin cortar a ninguna de las dos, ojo), entonces puedes separarlas en la vida real. Así que corté la foto por la mitad.
A Jingqiu eso le pareció muy infantil, por no decir supersticioso, pero también fascinante, si realmente funcionaba.
—¿Conseguiste que en la foto quedaran perfectamente separados?
—Más o menos. Pero tenían los hombros un poco pegados. El hombro de Mayor Tercero quedaba detrás del hombro de ella, de manera que cuando recorté la foto Mayor Tercero perdió un trozo. Eso no se lo cuentes, da mala suerte. —Fang ponía cara de no acabar de creérselo, y se echó a reír como antes—. Si Mayor Tercero aquel día se dañó el hombro, fue culpa mía.
—Se lo tendría bien merecido. ¿Cómo puede hacer algo así? Tiene novia, y sin embargo regala su dinero a otra.
—El hecho de tener novia no significa que no puedas darle dinero a otra persona —dijo Fang, sorprendida—. Tiene buen corazón, nada más. No lo malinterpretes, ni pienses que te ha echado el ojo. No es de esos. Es una persona sensible, y no soporta ver sufrir a los demás. ¿No ayudó también a Cao Daxiu?
—¿Quién es Cao Daxiu?
—Ya sabes, esa chica de la aldea cuyo padre es alcohólico. La gente lo llama «Cao Tres Palizas al Día». ¿Es que lo has olvidado? Vino una vez cuando Mayor Tercero estaba con nosotros y le pidió dinero.
Jingqiu se acordó.
—¿Mayor Tercero ayudó a su hija? ¿Cómo?
—Al padre de Daxiu le encanta beber, y la madre de esta murió joven. Posiblemente la mató él de una paliza. Siempre le pegaba, por mucho que hubiera bebido, incluso cuando estaba totalmente sobrio. Se emborrachaba tres veces al día, y pegaba tres veces a su mujer, ¿por qué si no iban a llamarlo «Cao Tres Palizas al Día»?
»La madre de Daxiu murió hace unos años y, como su padre no cumplía con su trabajo en el campo, el equipo de producción le puso a cargo de las vacas. Pero él seguía emborrachándose de manera regular y dejaba que las vacas se comieran la cosecha, de manera que el equipo de producción le dedujo puntos de trabajo. Lo peor de todo era que en cuanto tenía un poco de dinero se lo gastaba en beber. Cuando Daxiu cumplió los catorce o quince años, su padre intentó casarla para poder gastarse el dinero en bebida.
»Daxiu no tenía dote, y con un padre como ese nadie en la aldea la habría aceptado. Su padre la prometió al hijo segundo de Lao Meng, que padecía epilepsia. Sus ataques daban unos sustos de muerte. Le salía espuma por la boca y perdía la conciencia, y se caía al suelo allí donde estuviera. Todos pensaban que seguramente moriría joven. Daxiu se negó a casarse con él y su padre casi la mata de una paliza, diciéndole que todos esos años la había criado para nada. “Se supone que las hijas son jarras de vino para sus padres”, le dijo, “¿cómo es que a mí me ha salido un orinal como tú?”.
—Y Mayor Tercero aceptó casarse con ella —dedujo Jingqiu— para salvarla.
—La cosa no fue así. Mayor Tercero le dio a su padre dinero para comprar alcohol, y le dijo que no arrastrara a su hija a la prostitución. Al padre de Daxiu solo le interesaba beber, le daba igual con quién se casara su hija, pero al final no consiguió que se casara con el epiléptico. Aun así, Mayor Tercero se sentía de alguna manera responsable, pues cada vez que el padre de Daxiu se quedaba sin bebida se iba a buscar a Mayor Tercero y le decía: «Todo es culpa tuya. Si no te hubieras entrometido mi hija se habría casado con una buena persona que me habría dado dinero para beber». Mayor Tercero temía que pegara a su hija, de manera que le daba dinero. El padre de Daxiu intentó obligarlo a casarse con su hija, así ya no tendría que preocuparse más para conseguir dinero.