Amor bajo el espino blanco (32 page)

Read Amor bajo el espino blanco Online

Authors: Ai Mi

Tags: #Drama, Romántico

BOOK: Amor bajo el espino blanco
11.43Mb size Format: txt, pdf, ePub

Al cabo de un rato apareció Mayor Tercero con el brazo en cabestrillo.

—¿Es grave? —preguntó Jingqiu nerviosa.

—No. ¿Y lo tuyo?

—Estoy bien. El médico me ha hecho una receta.

Mayor Tercero cogió la receta y le dijo que esperara. Al momento volvió y dio unos golpecitos en su bolsa.

—Ya tengo el medicamento, todo está arreglado. Vamos a casa para que te puedas poner esta crema. —En cuanto estuvieron en la calle Mayor Tercero se quitó el cabestrillo y lo metió en su bolsa.

—Si llevo el brazo en cabestrillo pensarán que soy el protagonista de esa ópera, ¿cómo se llama?
Rio Shajia
.

—¿Y tu corte? ¿Qué te ha dicho el médico?

—Me ha dicho que la sangre no coagulaba bien, y me ha puesto dos puntos. Pero ¿cómo voy a tener problemas con la coagulación de la sangre? Estoy sano como una manzana. Incluso intenté entrar en la fuerza aérea, y si no lo hice fue porque a mi padre le daba mucho miedo que me mataran si estallaba una guerra.

—¿Y no te arrepientes? —preguntó Jingqiu, muerta de envidia.

—Arrepentirme, ¿de qué? —Le lanzó una mirada—. Si hubiera entrado en la fuerza aérea, no te habría conocido.

Jingqiu dejó que la llevara de vuelta en la bici. Cuando llegaron al ferry, Mayor Tercero se negó a separarse de ella.

—Son solo las ocho, tu madre aún no habrá vuelto. Deja que te lleve al recinto de la escuela en la bici. Tienes los pies muy hinchados y no puedes caminar. —Se quitó la camisa de manga corta para que Jingqiu pudiera envolverse la cabeza—. Nadie te reconocerá. —Cuando llegaron a la verja del recinto, Mayor Tercero dijo—: Deja que te lleve en la bici, así no te ensuciarás los pies.

Jingqiu se quitó la camisa de la cabeza y miró en dirección a la verja. No se veía a nadie, pero entonces se volvió y descubrió a su madre encaminándose hacia ellos desde el embarcadero del ferry. A lo mejor habían pasado junto a ella sin darse cuenta.

—Maldita sea —susurró Jingqiu—. Viene mi madre. Será mejor que te vayas enseguida.

Él dijo en voz baja:

—Demasiado tarde para escapar.

La madre de Jingqiu apareció junto a ellos y se paró.

—¿Adónde vas?

—He ido… al hospital a que me miraran los pies. Este… esta es la persona de la que te he hablado… mi amigo Sun Jianxin de la unidad geológica.

—Jingqiu, vete a casa —dijo su madre—. Quiero hablar unas palabras con Sun.

—Entonces, por favor, deje que la lleve primero a casa —terció Mayor Tercero—. Tiene los pies terriblemente hinchados e infectados, no puede caminar.

Su madre vio el vendaje que cubría los dos pies de Jingqiu y dijo:

—Muy bien, pero quiero hablar contigo. Yo entraré primero, pero no te quedes por aquí porque no quiero que la gente te vea, causaría mala impresión. —Cruzó la verja del recinto.

—Déjame en el suelo —le dijo Jingqiu a Mayor Tercero—. Entraré sola. Ahora deberías irte, mi madre llamará a la policía.

—No tengas miedo, te llevaré. Tu madre solo quiere hablar conmigo.

—¿Cómo puedes ser tan estúpido? —contestó Jingqiu, moviéndose inquieta—. Hace mucho tiempo me dijo que no tuviera ninguna relación contigo. Y ahora nos ha pillado, ¿de verdad crees que no va a llamar a la policía? Ponme en el suelo y vete enseguida.

Él la llevó hacia la escuela.

—¿Tu madre no se pondrá furiosa contigo si me dejas escapar? Es tal como dijo Yamin: no hemos hecho nada. ¿Qué pinta aquí la policía?

Jingqiu le permitió que la llevara a casa. Cuando llegaron, Mayor Tercero puso el caballete de la bici y ayudó a Jingqiu a desmontar. Ató la bicicleta con un candado y entró con ella en la casa.

La madre de Jingqiu le dijo a esta que cerrara la puerta e invitó a Mayor Tercero a entrar en la habitación interior, y a continuación le pidió que se sentara. El aire estaba cálido y viciado, y Mayor Tercero iba empapado en sudor. La hermana pequeña de Jingqiu era muy perspicaz; salió fuera corriendo y regresó enseguida con un cuenco de agua fría para que Mayor Tercero pudiera lavarse la cara y, al ver el vendaje que llevaba en el brazo, incluso le acercó la toalla. Mayor Tercero estaba demasiado asustado para cogerla, y miraba a la madre de Jingqiu como a la espera de instrucciones.

—Hace demasiado calor, a lo mejor te sentará bien —dijo la señora Zhang.

Él se mostró extremadamente agradecido y se lavó la cara tal como le habían dicho. Utilizó una mano para echarse agua a la cara y a continuación cogió la toalla que le sujetaba la hermana de Jingqiu y se secó. Permaneció sentado obedientemente, a la espera de que la madre de Jingqiu iniciara el juicio. Jingqiu estaba tan nerviosa que se había quedado de pie a un lado contemplando a los otros tres que protagonizaban la escena. Solo tenía un pensamiento: «No me he acostado con Mayor Tercero, no he compartido dormitorio con él, y no pienso pasar ningún examen físico». No sabía si su madre ya había llamado a la policía desde la recepción de la escuela. Probablemente no, porque ella y Mayor Tercero iban muy cerca de ella y no la habían visto detenerse para telefonear. Sin embargo, Jingqiu escuchaba atentamente cualquier ruido procedente del exterior. Si oía algo, le diría a Mayor Tercero que cogiera la bicicleta y se marchara enseguida.

Mayor Tercero se puso en pie y le ofreció su silla a Jingqiu.

—Siéntate, deben de dolerte los pies. Tú no puedes estar de pie, yo sí.

—Jingqiu, ve a tu habitación y déjame hablar con Sun —dijo su madre.

Jingqiu se fue a su habitación. De hecho, los dos cuartos eran en realidad uno solo con una pared en el medio que alcanzaba poco más que la altura de la cabeza. Lo oías todo, y si su madre realmente no quería que se enterara de nada, debería haberla mandado a la calle. Se sentó en la cama que había cerca de la puerta para poder observar a Mayor Tercero, pero no veía a su madre, sentada delante de él.

A su hermana también la mandaron fuera, y le hizo una mueca a Jingqiu al salir. No estaba muy lejos y también contemplaba la escena que se desarrollaba en la otra habitación.

—Sun —oyó Jingqiu que su madre decía—, me doy cuenta de que eres una persona cauta, de que eres paciente con nuestra Jingqiu. Te agradezco mucho que hoy la llevaras al hospital, y me he enterado de que la has ayudado mucho. Te doy las gracias por todo lo que has hecho. Podríamos decir que tú y yo tenemos el mismo objetivo por lo que se refiere a Jingqiu. Nuestros sentimientos son los mismos. Y me doy cuenta de que vas en serio con ella.

Las primeras frases de su madre no parecían apuntar en dirección a la policía, de manera que a Jingqiu comenzó a preocuparle que su madre desviara su atención antes de lanzar su ataque, y que algún «pero» estuviera ya de camino.

Jingqiu escuchó que Mayor Tercero decía de manera innecesaria:

—Puede estar segura de que voy en serio con Jingqiu, y espero que su madre lo crea.

—La gente me llama profesora Zhang. Puedes llamarme así.

—Espero que la profesora Zhang me crea —se corrigió rápidamente Mayor Tercero.

Jingqiu no se atrevía a reírse ante el tono aterrado y lisonjero de Mayor Tercero, y esperó angustiada a que su madre continuara.

—Te creo —dijo su madre—, y por eso siento la necesidad de hablar contigo. Si no te creyera, ni siquiera te habría dicho nada. Nos preocupamos por Jingqiu, la apreciamos, por eso hemos de contemplar las cosas con perspectiva, y no ver solo el presente. El que no hace planes para el futuro acaba encontrándose con problemas. Jingqiu va a ocupar mi puesto de trabajo y mucha gente está celosa. Hacen todo tipo de comentarios a nuestras espaldas. Lo de su empleo todavía no está formalizado, por lo que si esta gente os ve juntos será terrible para ella…

—Ya lo creo —Mayor Tercero volvió a asentir.

Se quedaron un rato en silencio hasta que él carraspeó y dijo:

—Profesora Zhang, por favor, no se preocupe, me iré a casa y no volveré hasta que se haya arreglado lo del trabajo de Jingqiu.

Jingqiu vio que Mayor Tercero miraba a su madre con cierta petulancia, como si esperara sus elogios. Pero lo que ella dijo fue:

—La situación no mejorará cuando tenga su empleo. Hasta que este no sea permanente, la escuela puede librarse de ella cuando le plazca.

Mayor Tercero permaneció un rato en silencio y a continuación contestó:

—Entonces esperaré a que tenga un puesto permanente. ¿Cuánto es el periodo de prueba? ¿Un año? Entonces volveré en un año… —Hizo una pausa para calcular—. Dentro de trece meses, teniendo en cuenta que todavía no ha empezado.

Conmovida por la disposición de Mayor Tercero a la hora de cooperar o por la presentación de sus planes, la madre de Jingqiu le dio una réplica afectuosa.

—¿Conoces este pareado: «Cuando el amor es duradero, podemos estar sin vernos un año entero»? Si vuestro amor va a ser así, entonces no te importa esperar un año, ¿no es cierto?

En la cara de Mayor Tercero había un velo de tristeza.

—Naturalmente, tiene razón. —A continuación detalló un poco más su respuesta, aunque no estaba claro a quién intentaba convencer—. Si es solo un año, todavía somos jóvenes. Nos quedan muchos más.

—Me doy cuenta de que eres una persona sensata —dijo la madre de Jingqiu en tono de aprobación—, y yo no tengo más que decir. No soy una de esas madres feudales, entiendo lo que sienten los jóvenes, pero esta es la realidad. El chismorreo es un arma muy poderosa, y hemos de tener cuidado.

—Entiendo que lo hace por nosotros.

La señora Zhang debía de haberse puesto en pie y hecho señas a su invitado de que se fuera, pues Jingqiu vio que Mayor Tercero se levantaba e imploraba:

—Deje que le lave los pies a Jingqiu. Tiene las plantas infectadas y cubiertas de llagas, y trozos de suciedad incrustados. Ella no puede verlos, y quisiera sacárselos y aplicarle crema. Luego me iré enseguida. Se lo suplico, por favor.

—No deberías rondar por aquí, ya iré yo a buscar el agua.

Cuando la hermana de Jingqiu oyó estas palabras se puso en pie de un salto y dijo:

—Iré yo, iré yo.

Y regresó enseguida y colocó el cuenco junto a la cama de su hermana. Jingqiu se sentía como esas madres a las que no se les permite salir durante un mes después de dar a luz y que se están todo el día en la cama para que les sirvan. Quería levantarse, pero ninguno de los tres se lo permitió.

Mayor Tercero le quitó los vendajes de los pies y su madre los examinó atentamente. Con lágrimas en los ojos, le dijo a Mayor Tercero:

—Por favor, ayúdala. Si y yo saldremos a tomar el fresco.

Jingqiu no le permitió lavarle los pies para que no se le humedeciera el vendaje del brazo. Ella misma se los lavó y él la ayudó a secarlos. A continuación Mayor Tercero encendió una lamparilla que había al lado y acercó la bombilla. Le pidió una aguja a Jingqiu y comenzó a sacarle los trocitos de carbón de las llagas.

—¿Te duele? Si te la clavo demasiado, me lo dices.

Jingqiu negó con la cabeza. Se acordó de la escena que acababa de ver entre Mayor Tercero y su madre y comenzó a reírse de él.

—Parecías Fu Zhigao, el traidor de
Colina roja
. Humillándote y haciéndole la pelota.

Él también se rio.

—Estaba muerto de miedo.

—¿No te preocupaba que mi madre avisara a la policía?

—Eso no me importaba. Me preocupaba que no me diera permiso para esperar a que tuvieras tu trabajo permanente, que te gritara. Gracias a Dios no hemos nacido en la época de Fu Zhigao, o definitivamente habría sido un traidor —dijo bromeando—. Si los nacionalistas me hubieran cogido como rehén para obligarme a confesar, se lo habría contado todo, no te quepa duda.

—¿Odias a mi madre?

—¿Por qué iba a odiar a tu madre? —preguntó, sorprendido—. En el fondo tenemos los mismos intereses, ella misma lo ha dicho. ¿No crees que me aprecia? Ha consentido en que vuelva dentro de trece meses, incluso ha dicho que nuestro amor era «duradero».

—Desde luego, estás lleno de optimismo revolucionario.

—Ya lo dijo el presidente Mao: «Cuando nuestros camaradas tienen dificultades, hemos de mirar hacia el éxito, hacia la luz, debemos ser incluso más valientes». —Profundamente concentrado, Mayor Tercero iba sacando trocitos de hollín mientras ella lo miraba.

A Jingqiu se le encogió el corazón: «Otros trece meses antes de volver a verlo, ¿cómo resistiré?».

—¿De verdad esperarás trece meses antes de volver a verme?

Él asintió.

—Se lo he prometido a tu madre, y si no soy fiel a mi palabra nunca volverá a creerme. —Se la quedó mirando, sumido en la desdicha—. ¿Quieres que venga antes? ¿No quieres esperar tanto? —Jingqiu asintió—. Entonces no esperaré. Vendré en secreto, si te parece bien. Ya ves, después de todo soy un traidor, le hice una promesa a tu madre y una palabra tuya me ha hecho romperla.

—Traidor o no, procura que no te cojan —dijo ella sonriendo.

En cuanto le hubo limpiado todas las heridas, le aplicó crema en los pies, vació el cuenco de agua y regresó y se sentó junto a ella en la cama.

—Dame una foto tuya, así cuando te eche de menos podré mirarla.

Jingqiu se acordó de que en todas las fotos que tenía salía horrorosa, y que rara vez se hacía una foto, por lo que tardó un buen rato en encontrar una, y esa era de cuando tenía seis años. La chica de la foto llevaba el pelo cortado a lo paje con un flequillo recto en la frente, y un vestido de un color verde claro. La fotografía era en blanco y negro, pero su padre la había coloreado, no muy bien en algunas zonas, sobre todo en el verde del vestido. Jingqiu le entregó la foto y le prometió que le mandaría una reciente.

Anteriormente él le había mandado dos fotos tamaño pasaporte entre las páginas de libros y cartas. En aquel momento sacó otra de su bolsa, tomada al aire libre. Vestía una camisa blanca y unos pantalones de color claro, en la mano llevaba lo que parecía un rollo de papel, y se le veía junto a un árbol. Jingqiu reconoció el espino. Parecía muy joven en la foto, incluso distinguido, con una leve sonrisa en la cara. A Jingqiu la foto le gustó mucho, y ahora que su madre estaba al corriente de su relación no le daba miedo tenerla en la casa.

—¿Te gusta? Fui especialmente al espino para que me la sacarán allí. En cuanto tengas tu empleo, y sea permanente, te llevaré a ese árbol para que puedan sacarnos una foto. Tengo una cámara y sé revelar. Te sacaré muchas fotos en todo tipo de poses y desde todos los ángulos, y revelaré muchas, incluso grandes, y cubriremos las paredes.

Other books

You Can Say You Knew Me When by K. M. Soehnlein
The Cuckoo Clock Scam by Roger Silverwood
The World in My Kitchen by Colette Rossant
The Deviants by C.J. Skuse
The Origin by Youkey, Wilette
Kentucky Traveler by Ricky Skaggs