Camino por las calles con los campos de falsa gravedad tirando de mí. Sobre mi cabeza el engranaje celestial llena de estrellas el cielo, a mi alrededor la arquitectura genética puebla de maravillas mi caminar.
Cambiamos los planetas interiores y los satélites exteriores como bien pudimos, los convertimos en pálidos reflejos de lo que una vez fue Tierra y, no contentos con ello, nos cambiamos a nosotros mismos para poder adaptarnos a todo aquello que pudiéramos encontrar en nuestro camino. Ahora sólo transformamos los planetas levemente, lo suficiente para que entren en la ancha franja de naturalezas tipo a las que sabemos adaptarnos gracias a la arquitectura genética. Nos hemos expandido por toda la galaxia a una velocidad de vértigo, en quinientos años la humanidad ha escapado del Sistema Solar, ha traspasado la nube de Oort y se ha desbordado por toda la Vía Láctea: Triple Centauri, Barnard, Lalande, Doble Sirius…, han pasado de ser simples puntos en el firmamento a convertirse en partes integrantes del extenso atlas humano. Una riada de cuerpos modificados se extiende por la galaxia. El poder de la diversificación y el poder de la adaptación nos ha convertido en los reyes, ahora sí, de la creación. Desentrañamos el misterio del cerebro y exploramos por completo la magistral y serena belleza del mapa del genoma humano. Fuimos capaces de compilar cerebro y mente. Los penúltimos secretos del cuerpo y el ser quedaron desvelados y, gracias a ello, relegamos a la muerte a un segundo plano, la convertimos en una opción, no en una funesta determinación. Nada de eso nos ha hecho más sabios. Nunca aprenderemos de nuestros errores porque somos demasiado orgullosos o demasiado estúpidos como para reconocer que son nuestros y no de generaciones anteriores… La única lección que la historia nos ha enseñado, y que hemos logrado entender, es temer al increíble potencial destructivo que anida en nuestro interior. Hemos visto de lo que somos capaces. Ya destruimos una vez nuestro hogar en el espacio. La espectral figura cenicienta de Tierra cuelga del cielo para que no olvidemos el alcance de nuestra arrogancia. Y ahora ya no nos matamos, simplemente nos ignoramos…
Es una galaxia dividida, solitaria, descreída e insufrible. Vulgar y maravillosa apartes iguales. Hemos avanzado tanto en el conocimiento de la mente y el cuerpo que nos hemos perdido por el camino. Ninguna de las antiguas religiones ha sobrevivido ante el avance poderoso y firme de la madre ciencia. Sin ningún motivo, mientras avanzo por las calles de Luna, recuerdo lo que leía una vez en un taller de cuerpos ilegales:
La mente es el sistema operativo del cerebro.
Sí, y con eso se resume todo. El reduccionismo ha matado la magia, ha matado los sueños… Hemos convertido el cerebro en simple
software
, hemos transformado el cuerpo en
hardware y
lo hemos hecho intercambiable. Y en el arduo camino de la autovivisección no hallamos el alma ni rastro alguno de ella; ni pista alguna de dios ni en la galaxia ni en el universo visible. Tal vez sea esa soledad la que nos destroza, tal vez por eso nos arrojamos en brazos del salvaje y fugaz instinto.
Y es en esta época siniestra y maravillosa cuando emergen los nuevos mesías. De un tiempo a esta parte una multitud de extravagantes cultos ha comenzado a inundar toda la galaxia, es como si la humanidad quisiera, de algún modo, después de siglos de insufrible materialidad, llenar el hueco que el progreso ha creado en la psique humana con cultos tan vacíos de sentido que sus sacramentos podrían estar escritos en humo. Todos damos vueltas en nuestro mundo de cristal buscando el reflejo de algo divino que nos consuele e, incapaces como hemos sido de encontrarlo, recurrimos a nuestra inventiva para crear nuevos dioses ante los que poder arrodillarnos.
Los gestaltistas adoran la fría oscuridad del vacío espacial. Body-line Enterprise fabrica para ellos unos finos y delicados cuerpos espejados con los que pueden soportar estar expuestos al vacío durante largos períodos de tiempo. En esos períodos de oración, es frecuente verlos en órbita en torno a los gigantes gaseosos, junto a sus naves vacías, orando y reflejando el negro vacío, la materia oscura o aquello que sea que configura el universo. Así es como se sienten unidos a su dios. Muchos deciden no regresar y permanecen en el vacío hasta que sus cuerpos se convulsionan y, con un último espasmo, se unen definitiva y eternamente con el espacio.
Los hermanos de Gaia no cesan de repetir que Tierra era mucho más que un planeta, que Tierra era no sólo un ente consciente y benévolo, sino el mismísimo Dios creador. ¿No nos había creado ella en su infinita bondad?, se preguntan, ¿no había sacado del barro primigenio a aquella loca criatura que estaba predestinada a destruirla?, ¿no nos había tratado con amor aun cuando volvíamos nuestra ciega furia contra ella? Sus capillas orbitan Tierra como antaño la orbitaron los satélites. Aseguran que con sus oraciones, sus ruegos y sus lágrimas harán volver a la vida a la vieja Tierra y que todos los hombres de buena voluntad podrán volver a su seno.
La Iglesiadel advenimiento científico dice adorar a.¿único y verdadero Dios, para ellos, rectos y doctos científicos todos, no hay más Dios que el que reside en la enzima ribonucleasa-P, la única sustancia orgánica que se puede encontrar en todos los organismos vivos. Guardan su verdadero nombre en secreto y lo adoran adorando todo aquello que esté o haya estado vivo. Su forma es la forma de una cadena de ácido ribonucleico, su palabra es proteína y su verbo actividad enzimática.
Los que adoran la Torre de la Divina Unión han dejado de buscar a Dios y han decidido construirse uno propio sobre la superficie de Europa, la luna joviana. Una estructura cárnica se eleva allí, construida siguiendo las indicaciones del Mentor de la Torre, los fieles esperan pacientemente el momento de formar parte de tan megalítica construcción cuando sus discos de identidad sean introducidos en la Torre y unan su conciencia individual a la divina conciencia grupal que está conformándose en el interior de la Torre. El Mentor ha jurado que él no entrará en la Torre hasta que el último ser humano no le haya precedido.
Y está la secta Alma Antigua. Los apóstatas de la destrucción que proclaman la inminente llegada del Apocalipsis.
Cada uno es feliz con su divina locura y es libre de creer en aquello que considere conveniente y no esté tipificado como delito en las leyes y protocolos de Empresa y Sistema. Yo, por mi parte y salvo alguna honrosa excepción, siempre he guardado un marcado escepticismo ante toda esa ridícula avalancha de metafísica que bulle por el sistema. Me gustaría creer, me gustaría creer porque a veces este maldito ateísmo me lastra y me entristece, me gustaría creer para poder tener la esperanza de encontrarme con Vincent Aurora en otra vida u otra realidad; pero para creer necesito una razón válida; mi creencia no puede basarse en la fe o en la ciega adoración de una cadena de ácidos nucleicos. Mi creencia sólo puede basarse en la verdad. Y la única verdad que asumo y admito es que lo más parecido nunca a Dios que he encontrado en mi camino es el hombre al que voy a matar.
El portero no me reconoce, pero la puerta analiza por resonancia el código genético grabado en mi disco de personalidad y me clasifica como Sara Alexandre, huésped de la 1526. La puerta se abre y trasmite al portero mi identidad. Es un modelo humanoide común, de ancha espalda, fuertes brazos y piernas cortas. Viste un conjunto retro de dudoso gusto: demasiada profusión de colores, demasiados botones dorados y demasiadas chorreras.
—Buenas noches, señor Alexandre… —me saluda, utilizando mi nombre masculino como es norma dado el sexo del cuerpo que ahora ocupo.
—Buenas noches. ¿Hay algún recado para mí?
—Una transmisión personal desde Miranda llegó esta tarde. Sin identificación. Cuando se le notificó que usted no se hallaba en el hotel no quiso dejar ni recado ni grabación alguna. No dijo si llamaría más tarde.
—Muchas gracias…
No me sorprendo de que me hayan encontrado. En cierto modo lo esperaba. El maldito demonio conoce muchos trucos y ni siquiera he tratado de ocultar mi rastro. Subo en ascensor hasta mi apartamento en la decimoquinta planta que, de pronto, se me antoja mucho más pequeño, mucho más oscuro. La ropa que he usado hasta hoy está aún repartida por los armarios. Sobre la cama los dos vestidos que he descartado esta mañana se arrugan junto a una bata fina y unas bragas negras. Me tumbo en la cama y descubro que mis nuevas piernas sobresalen veinte centímetros por encima del colchón. El poder de mi nuevo cuerpo me asusta y a la vez me reconforta. En mi talón izquierdo duerme el leviatán, la negra némesis que carga de energía todo el armamento que esconde mi cuerpo, el monstruo atómico que no sólo ceba todo el aparato de muerte que llevo en mi interior sino que también es, en sí misma, una de las armas más terribles que ha creado el hombre. Tras las modificaciones que le he hecho realizar a Scaramouche puedo hacer detonar toda la potencia de la pila. Me he convertido en una bomba atómica ambulante.
Al haber hecho desconectar todos los enlaces internos que me hubieran permitido tener acceso al mar de redes no tengo otro remedio que recurrir a otros medios para mantenerme informado. Conecto Media Sinsonte desde el mando de la mesilla. Un viejo holograma pornográfico me rodea por un instante pero no estoy de humor y cambio, primero de canal hasta dar con un noticiario, y después a modo pantalla flotante que roto hasta hacerla quedar horizontal ante mi cabeza tumbada. Selecciono entonces el menú uraniano y entro en el noticiario de Miranda.
«… a pesar de todas las manifestaciones de Sistema en pro de la normalidad. Por otro lado la líder de la secta Alma Antigua ha realizado unas nuevas declaraciones en la sede de su Iglesia en
Chapitel
Miranda. Pasemos a escucharlas.
Una mujer de fría belleza ocupa la pantalla, tras ella se agolpa una multitud silenciosa, vestida toda con los mismos blancos ropajes y el mismo modelo de cuerpo que su líder, muchos portan carteles, otros trazan hologramas rápidos con esprays reflectantes. Los mensajes son siempre del mismo tipo, no hay nada de originalidad en ellos. Son claros, concisos y, a mi modo de ver, demoledores:
«El final se acerca.» «El Apocalipsis está en puertas.» «No habrá 22 de agosto.»
La mujer tiene una voz melodiosa, suave, y entona cada palabra como si la estuviera paladeando en su boca antes de compartirla con el mundo.
—No sólo nos reafirmamos en nuestra predicción. No sólo subrayamos el hecho, para nosotros indiscutible, de que el día 21 de agosto Miranda será destruida por una entidad superior llegada de un plano de existencia superior, sino que consideramos que su propósito es loable, admirable más allá de toda duda. Con su acto de ciega rabia nos rescatará a los hombres de nuestra infame materialidad. Barrerá nuestra jactancia y nuestro orgullo en una vorágine de fuego y destrucción como no se ha visto desde los lejanos tiempos de la Antigua Biblia cristiana. Allí cuentan cómo una vez el hijo de un dios se crucificó para redimir nuestros pecados. Ahora que nuestros pecados son infinitamente mayores, ahora que nos arrastramos por los cielos y nos proclamamos señores de la creación, ¿no es justo que
ahora
seamos nosotros los crucificados? —a su espalda el revuelo aumenta de manera considerable. Los carteles se agitan con redoblado ímpetu. Los hologramas trazan nuevos mensajes, feroces, ansiosos:
«Expiación.» «Absolución sangrienta.» «Mártires por el perdón.»
Tras una pausa la mujer continúa hablando con esa lentitud medida tan dramática que parece forzada—: Nosotros, la sagrada orden del Alma Antigua, permanecerá aquí bajo su propia voluntad y la voluntad del que vendrá. La orden será testigo y mártir, que no víctima, de la terrible prueba que se avecina. Para eso nacimos y nuestra existencia sólo tendrá sentido cuando se vea completada con nuestra destrucción. —
«Ángel vengador sacia tu ira con nuestra carne.» «Destruye y perdónanos.»
—. Nosotros seremos mártires porque hemos elegido serlo, nadie nos obliga, sólo nuestra propia conciencia y el grito de dolor del alma humana que la humanidad entera se atreve a ignorar. Pero todo aquel que se encuentre por su propia voluntad en Miranda el día 21 de agosto que sepa que por su propia voluntad morirá. Es el principio de una nueva época. Y comienza aquí. El 21 de agosto. En Miranda… No hay más que decir…
El rostro perfecto del periodista vuelve a la pantalla.
«En las últimas horas la secta Alma Antigua ha recibido un apoyo inesperado: el Sagrado Mentor de la Torre de la Divina Unión ha hecho unas declaraciones por boca de su prelado Vladimir Blanca desde la misma Torre en luna Europa.
Un rostro enorme y basto, de ojos oscuros y tez ceniza, aparece ante la puerta de un palacete de fina mampostería, enmarcado por delgadas columnas en las que se enredan filigranas de oro y plata. A su espalda se recorta la alta montaña de carne negra que es la Torre de la Divina Unión.
—El Sagrado Mentor está preocupado ante la situación de crisis por la que atraviesa Miranda. Plenamente no coincidimos con el augurio tremendista de la Orden del Alma Antigua: ni creemos en una destrucción total ni en dioses vengadores procedentes de dimensiones paralelas; todo eso no son más que obtusos sinsentidos. Pero bajo el absurdo de estas premoniciones subyace una terrible verdad. Tenemos pruebas irrefutables de que algo de carácter extraordinario va a ocurrir en la fecha fijada en luna Miranda. Nada sabemos de su naturaleza exacta ni de su posible alcance, pero pensamos que son necesarias medidas preventivas. El Sagrado Mentor considera necesario que toda la congregación de Miranda sea evacuada a los satélites vecinos y hará generosas donaciones, desde nuestra humildad evidente, para que ésta se lleve a cabo con premura. El dicho popular es válido en la situación actual: más vale prevenir que luego retorcerse ensangrentado. Muchas gracias a todos. Que pronto se unan con nosotros en la sagrada carne. El rostro del periodista aparece de nuevo en primer plano. «Los llamamientos a la calma efectuados tanto desde Sistema como desde el propio gobierno Miranda están siendo sistemáticamente desoídos. Las cancelaciones de viajes ya programados con destino Miranda, junto a lo que ya se considera un éxodo masivo de sus habitantes a los satélites vecinos, son los primeros indicios, a menos de una semana de la
fatídica
fecha, de que, sin lugar a dudas, algo está ocurriendo en Miranda. Una reciente encuesta realizada por Media Sinsonte, patrocinada por refrescos orgánicos Aldera, indica que un sesenta y cinco por ciento de la población actual no estará presente en Miranda el día señalado. Media Sinsonte le ofrece a continuación extractos de la entrevista, emitida en su programa especial
Terrible Presagio
, al que es, sin duda, el ciudadano más representativo de Miranda: Ethan Lárnax, presidente de Bodyiine Enterprise y propietario de la villa Nueva Tierra.