Ponga un vasco en su vida (8 page)

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Authors: Óscar Terol,Susana Terol,Iñaki Terol,Kike Díaz de Rada

Tags: #Humor

BOOK: Ponga un vasco en su vida
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Limpiacristales
= técnico de una empresa que mejora el paso de la luz.

Celador
= máximo responsable de las tareas de apoyo en un hospital.

Jardinero
= supervisor de espacios verdes o maestro podador.

Trabajador de peaje
= trabaja en el área de economía de una red de infraestructuras. Y te da el tique.

Actor de teatro
= trabaja en la conservación y el cuidado del patrimonio histórico y cultural de pueblo en pueblo.

Acomodador
= responsable de distribución de los recursos humanos en la industria del cine. Y lleva linterna.

Concejal de urbanismo del ayuntamiento de Marbella
= celador, limpiacristales, jardinero, etcétera.

A
CCIONES PARALELAS: LA GUERRILLA DEL SOBRINO

Durante toda la comida la familia utilizará a los sobrinos para poner a prueba no sólo tu paciencia, sino la manera en la que te relacionas con los niños. Esto es muy importante: una persona a la que no le gusten los niños es una amenaza para una tribu cuyo objetivo principal es perpetuarse a lo largo de los siglos. Ellos van a querer ver el interés que tienes por los niños y también tu capacidad de gobierno sobre ellos. Tendrás que prestarles atención y aprenderte sus nombres —que serán muy raros—, pero lo que no puedes permitir, bajo ningún concepto, es que se te suban a las barbas. No hagas demasiadas concesiones a los «pequeños diablillos» el primer día, no les pongas caras raras ni les hagas trucos de magia, no te los quitarás de encima. En este punto conviene recordar que a la que te tienes que ganar es a la madre: nunca despistes el objetivo principal. Recuerda una cosa muy importante: ellos están en guerra contigo, tú tienes que defenderte.

El ataque del sobrino kamikaze

En algún momento de la comida verás que falta un niño, pues hay un asiento vacío detrás del plato de macarrones —el menú infantil es igual en todas partes—; al rato notarás movimiento por debajo de la mesa: es el sobrino kamikaze. Su objetivo es verte las bragas si eres mujer y, si eres hombre, intentará unirte los zapatos con un nudo en los cordones para que te caigas al levantarte. ¿Qué podemos hacer ante esta amenaza? Lo más recomendable es darle una ligera patada o pisarle la mano con el tacón. Es una maniobra complicada porque nadie lo tiene que notar encima de la mesa. El niño no dirá nada porque sabe que estaba haciendo el mal y tú te quedas muy a gusto, las cosas como son. Si no atajas esto en la primera comida, en las sucesivas ocasiones acabará por quitarte las bragas para subastarlas entre sus amigos.

La guerra psicológica del sobrino repipi

Es ese mocoso o mocosa que te fríe a preguntas desde que te sientas a la mesa. Por su interés acerca de algunos temas te darás cuenta de que, en realidad, te está interrogando en función de las conversaciones que ha oído de sus padres cuando hablan de ti. Al responderle piensa que respondes a sus padres, pero con dulzura. El niño te preguntará por tus relaciones anteriores —momento incómodo donde los haya—, si vas a tener hijos, por qué no vas a misa, si has fumado porros; en fin, que no te salva de un sonrojo ni la ONU en pleno. Si la situación te supera, lo mejor es dirigirse directamente a los padres y comentarles lo despierto que es el chaval. Se suelen dar por aludidos y generalmente lo mandan callar.

La guerra química

Siempre hay un sobrinito con inquietudes científicas que te elegirá como cobaya para sus experimentos. ¿Cuánto crece una miga de pan en contacto con el vino que hay en tu copa? ¿Cuánta pimienta puede soportar un invitado en la ensalada? ¿A qué sabe el café con sal? A éstos lo mejor es delatarlos con la frase que te hará ganarte media herencia en una familia vasca: «Niño, con la comida no se juega».

E
L BUITREO DE LOS CUÑADOS

El cuñado es un estado de la materia que no tiene iniciativa propia, vive en régimen parasitario y gracias a su capacidad mimética puede llegar a confundirse con personas, pero, no, son cuñados.

Y éste es otro escollo importante que tendrás que salvar en la comida: el buitreo de los cuñados y cuñadas. Éstos, que estaban en la mesa y no te habían dado problemas en los primeros platos, pasando incluso inadvertidos, atacarán en el plato fuerte. En los entrantes el cuñado sobrevuela al igual que un buitre y espera tu momento de debilidad, de agotamiento, para pasar a la acción.
Hay que tener en cuenta que hace tiempo que hemos pasado las seis mil calorías
y nuestras defensas empiezan a flaquear. También ayuda considerablemente la desinhibición que les ha proporcionado el vino que han bebido a lo largo de toda la comida. Éste es un momento decisivo porque no hay nada más dañino que una cuñada añeja con la lengua floja; sabe que no va a heredar ni el pestillo de la casa del pueblo, así que su mordedura tiene más veneno que la de la viuda negra. Tienes que tener claro que tú eres su competidor, su oponente, uno más para repartir el botín de la familia; intentarán ponerte en aprietos ante la expectante mirada de la matriarca y su marido.

¿Cómo ataca el cuñado? Puede hacerlo en solitario, o en manada, como los lobos. La estrategia del cuñado se basa en sacar temas de conversación polémicos para que tengas que posicionarte continuamente. Vamos, que te buscará las cosquillas y te provocará para que te salgas de tus casillas. Temas espinosos como: nacionalismo o constitución, toros sí o no, Rajoy o Zapatero, extranjeros en el Atlhétic de Bilbao sí o no, la clonación, el aborto libre, la eutanasia, la pena de muerte para los violadores, etcétera. Claro, y siempre habrá uno que se pondrá de tu lado para hacer bando, con lo cual creerás que tu postura tiene adeptos en la mesa, te calentarás y hablarás más de la cuenta. Es un
cuñado cepo
, son los peores, parece que están de tu lado y luego dan un giro de ciento ochenta grados y te dejan vendido. ¿Qué podemos hacer? Lo más recomendable es no mostrar posturas extremas, el camino del medio es el mejor: ni sí ni no, ni todo lo contrario. Dales constantemente la razón, no sabrán qué hacer con ella y acabarán por contradecirse. No critiques nada con demasiada vehemencia y muestra interés por el deporte y la gastronomía, eso gusta a todo el mundo. Aun así, te harán sufrir los muy cabrones.

L
A ATRACCIÓN DE LA CUÑADA

Si eres hombre, tendrás otro problema añadido. Una de las hermanas de tu novia, tu cuñada, te pondrá más cachondo que tu novia: está científicamente comprobado. Procura que no se te note demasiado en ésta tu primera comida; sería un mal comienzo, cono. Ésta atracción de la cuñada algún día se convertirá en el único aliciente para afrontar las aburridas comidas con la familia, pero para eso hay que entrar en el clan, y todavía no lo hemos conseguido; te quedan varios miles de calorías y las temidas grasas animales de los postres.

E
L TEST DEL PASTEL

Otra de las estrategias que tienen como objetivo conocerte un poco mejor por medio de los alimentos es el test del pastel. Se llama así pero también se puede realizar con un bizcocho, una tarta, unas natillas, un arroz con leche, un flan, unos buñuelos o cualquier otro elemento de la artillería repostera pesada que a la madre se le antoje. Hay que decir que también aquí la matriarca se esmerará por hacer el postre que mejor sabe.

El test del pastel tiene un objetivo claro y es averiguar cómo se cocina en tu casa, algo tan importante como tu estatus social o el empleo de tu padre. Es un dato trascendente, ya que a la familia que te está dando de comer ahora en más de una ocasión le tocará visitar tu casa.

El test del pastel funciona de la siguiente manera: si una vez que hayas probado el pastel, o el postre en cuestión, aunque te haya sabido riquísimo, no haces ni la más mínima referencia, o la haces muy sutilmente y con aires desenfadados, estarás dejando ver que, probablemente, estás bastante acostumbrado a ese tipo de manjares en tu casa. O lo que es lo mismo, que tu madre es una de esas personas a las que sería un privilegio visitar de vez en cuando. Esta no mención al postre hará que hayas dejado «con la mosca detrás de la oreja» a más de uno y casi con toda seguridad la familia ya te esté aceptando en un grado bastante alto (siempre y cuando hayas probado el vino, hayas comido jamón y unos pocos langostinos con la mano).

Si después de comerte el postre y de tan bueno que te ha sabido te muestras como extrañado o no controlas mucho tu forma de expresar lo mucho que te ha gustado, seguramente estés dejando entrever que en tu casa solamente se sabe hacer el clásico bizcocho de yogur. Así que ten cuidado a la hora de expresarlo y no lo hagas de una forma muy exaltada por muy bueno que te sepa.

Ojo con preguntar también si el postre es casero porque puedes ofender con esto a la familia. Recuerda que las pastelerías son sitios a los que una familia presidida por una buena cocinera sólo acude por urgencia o a pedir cambios para cualquier máquina de estacionamiento limitado.

En lo referente a notar las expresiones de tu rostro o a las maneras de comerte el dulce, la familia anfitriona suele ser muy observadora y analiza al más mínimo detalle todos tus gestos. Hay incluso familias que utilizan cámaras web camufladas en servilletas para después, y en el ordenador del adolescente de la casa, analizar minuciosamente tus gestos al comerte el postre y sacar luego las conclusiones pertinentes.

Recuerda que hay frases que no puede soportar el oído de un vasco: «Soy un desastre en la cocina», «Yo, en la cocina, sota, caballo y rey» o «En mi casa somos mucho de microondas». Cualquiera de estas letanías te excluiría directamente del árbol genealógico.

E
N EL CAFÉ ATACA EL PADRE

El plan de la madre" está saliendo a la perfección: estás sintiendo los efectos del colapso intestinal y has empezado a evitar las palabras con «r» porque delatan tu estado de embriaguez. Has luchado contra cuñados y sobrinos y estás al borde del desfallecimiento intelectual; es el estado perfecto para enfrentarte al padre. Sí, míralo, ese señor que está presidiendo la mesa con una servilleta al cuello que se podría subastar como un Miró en la sala Christie's. Parece inofensivo, y es que lo es. El problema que tiene es que de tan inofensivo que es puede resultar muy peligroso. El padre es un ser que los domingos es feliz porque está toda la familia reunida en torno a la mesa y porque por la tarde hay partido de fútbol, o de pelota. ¿Qué daño nos puede causar un ser tan bonachón, entonces? El padre vasco, un señor que se ha pasado toda su vida bregando como un romano en galeras, ha descuidado algo fundamental: el repertorio. Sólo sabe un chiste, a lo sumo dos —pero del segundo le falla el final—, tiene una anécdota simpática de cuando era joven y la frase que le dijo su padre cuando se fue de casa. Es un monólogo que no da para un minuto, pero a ti que eres presa fácil te lo estirará hasta la media hora, recreándose en los gestos y en las pausas, que aprovechará para meterse un trozo de tarta entre pecho y espalda. El resto de comensales lleva toda la vida escuchando las «tres gracias» del padre y se las saben de memoria, o sea, que no le harán ni caso y te dejarán solo ante el peligro. Es jodido porque tendrás que reírte por educación pero sin pasarte, que no se vea que estás haciendo tu buena acción del día.
¡Ah! Con esa cucharada de crema pastelera has rebasado las dieciocho mil calorías.

Después vendrán las copas, momento en el que la madre volverá a preguntarte por tu familia, utilizando la famosa coletilla: «Así que tu padre…». Los cuñados lanzarán otra ofensiva que será muy fácil de neutralizar si no has abusado de la bebida tanto como ellos.

E
RRORES QUE NO HAY QUE COMETER EN TU PRIMERA COMIDA

Para finalizar, vamos a enumerar algunos de los errores más comunes que suelen cometer los principiantes y que son fácilmente evitables:

  • Cuando la madre te pregunte cómo te gusta comer la carne, si poco o muy hecha, nunca le digas: «Por mí no se moleste…». Hay que aceptar su carácter servicial sin complejos. No se te ocurra ayudar a recoger los platos, ni mucho menos aparecer por la cocina para fregar: es delito.
  • No preguntes a la cocinera de dónde ha sacado la receta y mucho menos si te la puede dar. Las recetas se pasan de generación en generación vía materna.
  • Si algún miembro principal de la familia dice «cocretas» en lugar de «croquetas», no le corrijas aunque te duela escucharlo. Déjalo estar.
  • Si ves que hay un tema del que no quieren hablar, no insistas; te habrás topado con el tabú familiar. Todas las familias vascas tienen uno. Por ejemplo, en la familia de los Mendizábal —los del cemento— no se puede mencionar la palabra «copla» porque la leyenda dice que el bisabuelo, José Mendizábal, invitó a cenar a Celia Gámez después de casado. Eso sí, el día que quieras romper relaciones y no sepas cómo hacerlo no tienes más que romper el pacto de silencio y hablar del tema prohibido; es fulminante.
  • No hagas preguntas absurdas del tipo: «¿Y todos los días coméis así?». Por supuesto que todos los días comen así.
  • No busques apoyo en tu pareja; cuando está con su familia, es uno más del clan, se difumina en el paisaje. Recuerda que estás solo ante el peligro.
L
A EXCUSA DE LA ABUELA

Y que sepas que a partir de ahora, si todo sigue su rumbo, te van a caer comidas familiares a punta y pala, y a muchas no podrás decir que no; el comodín del «tengo catarro» te vale para una vez y bien se encargará la familia de tu pareja de hacerte chantaje emocional utilizando a la abuela o al abuelo.

«Cómo no vas a venir, con la ilusión que le hace a la abuela…».

«La abuela se va a llevar un disgusto si no vienes…».

«Venga, que a la abuela no le quedan muchas comidas ya…». Esta última es la peor, la más rastrera; te puedes llegar a sentir como un gusano si no vas. Pero todo tiene su lado bueno: al final agradecerás que esa persona con el pelo blanco y llena de arrugas presida la mesa; delante de un abuelo no se sacan ciertos temas y se intenta que no haya discusiones en la mesa. La familia no podrá cebarse tanto contigo. Ahí, entre tanto demonio y diablillo rodeándote está tu ángel de la guarda, comiéndose montañas de langostinos sin que nadie se dé cuenta.

Me voy a integrar en una familia vasca

Si, después de todo lo que has leído anteriormente, sigues con la idea de formar parte de una familia vasca, déjanos hacer una última prueba.

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