Ponga un vasco en su vida (6 page)

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Authors: Óscar Terol,Susana Terol,Iñaki Terol,Kike Díaz de Rada

Tags: #Humor

BOOK: Ponga un vasco en su vida
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M
UJERES. TIPO
2
L
A ‘FLOWER POWER’

Es un tipo de mujer que no camina: flota en el aire. Es una forofa de todo lo que venga de Oriente. Da lo mismo que sea una barrita de sándalo o una hamburguesa de tofu. Generalmente, es vegetariana y practica la homeopatía como una posesa. En todas las conversaciones introduce la palabra
energía
. Vive estresada porque quiere recibir clases de yoga, taichi y meditación trascendental el mismo día.

Ventajas
: Conviviendo con una mujer así aprendes a sentarte con la espalda recta, a comer con palillos y lo bien que se duerme escuchando música
new age
. Te sorprenderá comprobar que los alimentos integrales no son tan malos como parecen y que puedes llenar el estómago sin necesidad de comer un animal. Conocerás a Krisnamurti.

Inconvenientes
: Será un matrimonio con mucha soja. Además, tendrás que hacer cosas muy extrañas, como cuidar de un kéfir que habita en tu frigorífico. Te olerán a incienso hasta los pensamientos. Descubrirás lo difícil que es planchar la ropa de lino y lo caro que es Ibiza. Su proselitismo es imparable: a los dos meses habrás dejado el tabaco; a los cuatro, el alcohol; a los seis, la carne, y a los ocho, la habrás dejado a ella.

Ejemplares en libertad
: Muchas más de lo que parece.

M
UJERES. TIPO
3
L
A SACRIFICADA

Su vida consiste en estar constantemente pendiente de los demás miembros de su familia. Es como un compendio de los servicios asistenciales. Es tu cocinera, tu enfermera, tu trabajadora doméstica, tu niñera, tu madre y tu amante a la vez. Y todo esto sin sueldo y sin cotizar a la Seguridad Social.

Ventajas
: Obvias, las que usted está pensando.

Inconvenientes
: Son tantas sus atenciones que te abandonas a ellas y acabas por depender totalmente de sus cuidados. En pocas palabras, te malcrían. Y cuando te han llevado a ese estado patético y lamentable, empiezan con los reproches. Es entonces cuando te darás cuenta de que tú también estabas incluido en las perífrasis verbales del tipo: «Hay que bajar la basura», «Habría que llamar al electricista esta semana», «Hay que hablar con el profesor del niño», etcétera. Los «Hay que…» te acabarán sonando fatal, como si fueran los disparos de un cazador a un cervatillo. Intentarás revelarte contra ellos y pedirás más concreción: «Si quieres que baje la basura, dímelo claro, cariño; no te había entendido». Y sentirás que la cagas, vamos, que ya estabas metido en la arena movediza y ahora te has puesto a bailar reaggetón. Te hundes y sólo te puede sacar una persona:
tu socorrista
.

Ejemplares en libertad
: Aunque parezca mentira, todavía quedan sesenta mil.

M
UJERES. TIPO
4
L
A ‘SUPERWOMAN’

Es la evolución de la mujer sacrificada. Sólo que a los desvelos domésticos añade una profesión liberal absorbente. Eso sí, tiene que ser la primera en todo y nunca puede mostrar síntomas de flaqueza. Además del hogar y del trabajo fuera de casa, saca tiempo para ir al gimnasio y cultivarse: lee y va al cine, a conciertos y exposiciones. Y si hay algún miembro de la familia en el hospital, ella será la que pase las noches con él.

Ventajas
: Por increíble que parezca, también tiene tiempo para enfundarse un buzo y pintar la casa, arrancar la moqueta y pedir los presupuestos en caso de hacer reformas. Puede con todo.

Inconvenientes
: A su lado uno se siente un vago de siete leguas. Por mucho que hagas, ella siempre va por delante, es imposible seguir su ritmo. Tiene la agenda más repleta que un presidente de gobierno y su mujer juntos, y, al igual que los presidentes, siempre tiene una sonrisa en la boca. A diferencia de
la sacrificada
, este tipo de mujer no te lanza ningún reproche. Parece que todo está bien pero tú empiezas a inquietarte porque, irremediablemente, te conviertes en un espectador de su vida esperando el día en el que te dé la patada y te deje plantado. Ocurre a menudo.

Ejemplares en libertad
: Treinta mil.

q
uiNTA PARTE
La
fAMiLi
A
La familia vasca

La familia, la familia, la famiiiilia. Si usted hoy no se ha levantado muy vasco de la cama, esto de «la familia» le sonará a película de mañosos con Robert de Niro y su lunar como protagonistas; es lo normal. Ahora bien, si le fluye la
vasquitud
por los conductos internos, al leer el título de este capítulo sólo habrá pensado en el conjunto de sus parientes y la comida del domingo en casa de la suegra; también esto es normal. Porque una de las cosas que más llama la atención en pleno siglo
XXI
es la importancia que sigue teniendo para los vascos la institución familiar. Es más, sin temor a equivocarnos, podemos afirmar que la familia prácticamente ha desaparecido en Occidente salvo en Euskadi. No sólo se conserva, sino que goza de muy buena salud. Estamos hablando de la familia tradicional, esa que retrataban tan bien las películas españolas de las décadas de 1950 y 1960. Porque no hace muchos años, en lo que se conoce todavía con el nombre de España, había familias, muchas familias; eran la base y las columnas de la sociedad. Y no se sabe muy bien por qué la familia ha ido desapareciendo. Algunos lo achacan a los gobiernos socialistas y sus leyes liberales porque no ayudan a mantener vivos los valores de la familia. Otros creen que la sociedad de consumo ha pervertido tanto al hombre que la pareja ha pasado a ser un producto con fecha de caducidad. Nosotros respetamos cualquier teoría de tertulia mañanera, pero creemos que hay que ser más riguroso a la hora de enfrentarse a un tema tan controvertido. Conrad Aguirre ha dedicado muchos años a estudiar este fenómeno y en su libro
The family in Spain
lo explica con claridad: «La desaparición de la familia en España se debe a la retirada de la programación de
Un, dos, tres, responda otra vez
, último gran programa con espíritu familiar de la televisión». Además, Conrad Aguirre, en su tesis doctoral
El maleficio de la Ruperta
, describe minuciosamente el paralelismo entre las diferentes etapas del concurso y las fases del declive de la familia española. Con Kiko Ledgard al frente España vivía en familia. Cono, esto es innegable. La noche de los viernes delante de cada televisor había una foto de familia. Con la llegada del color y de Mayra Gómez Kemp como presentadora empezaron a proliferar las infidelidades, las separaciones y se coqueteaba con la idea del aborto libre, pero la familia todavía existía. El pobre Jordi Estadella hizo lo que pudo, pero su paso por el programa coincidió con un gran descenso de natalidad y el proyecto de la ley del divorcio. La familia resistía, a duras penas, pero resistía. Y luego llego el Roderas ése, con su sonrisa de superhéroe americano, el último intento de TVE por unirnos delante del televisor un viernes por la noche. Y aquí hizo aguas hasta la familia Ruiz Mateos. La era Roderas trajo la Ley del aborto y la de matrimonios homosexuales, y los jóvenes salieron a la calle a practicar el botellón en lugar de quedarse en casa viendo la tele. El fin de la familia española. Algunos nostálgicos creen que reponiendo el
Un, dos, tres
de Kiko en blanco y negro España volvería a creer en la familia. Ha habido algún intento de hacer programas familiares al estilo del mítico concurso; por ejemplo, ese veraniego de la vaquilla y los trompazos a cámara lenta, pero no consiguen unir a toda la familia delante el televisor. Corren ya otros tiempos.

¿Y por qué en Euskadi no afectó la retirada de
Un, dos, tres
y la familia mantiene su vigor? Por una razón muy sencilla: porque a diferencia de otras culturas, en las que la familia se regía bajo la autoridad del padre, en la cultura vasca la familia es propiedad de la madre.

E
L IMPERIO DE LA MADRE: EL MATRIARCADO

No descubrimos nada nuevo cuando decimos que en las familias vascas mandan las mujeres. Casi todo el mundo ha oído alguna vez hablar del famoso
matriarcado
en alguna tertulia o en algún documental de La 2. Lo que nunca nos explican es cuánto mandan las mujeres realmente. ¿Cómo se vive en un matriarcado? No es fácil responder a esta pregunta porque los que viven bajo la influencia de la matriarca no pueden hablar libremente. El poder de la madre es tan grande que anula al individuo, lo deja reducido a su rol familiar: sólo puede pensar como un hijo, como un marido, como una cuñada; su influencia es tal que pierdes la objetividad y la capacidad de razonar.

Sabíamos que había más probabilidades de filmar al calamar gigante en libertad que obtener información veraz sobre el matriarcado. Aun así lo hemos conseguido. Este acercamiento a la familia vasca ha sido posible gracias a las conversaciones secretas que el antropólogo Conrad Aguirre ha mantenido en Suiza con algunos vascos resentidos, sobre todo cuñados viejos y nueras despechadas.

E
L HOMBRE NO PINTA NADA

La función del hombre es la de aportar el apellido que dará nombre a la familia y a la empresa familiar porque casi todas las familias tienen una empresa —ahondaremos en este tema más adelante—. Básicamente, la triste misión del varón está descrita en la frase anterior. Es curioso porque, cuando uno ve a esos morroskos de cara sonrosada y con manos de gorila, levantando piedras de cientos de kilos, piensa que tienen que ser ellos los que guíen a sus familias. Pues no, no es así. Cuando ese portento de la naturaleza con una fuerza descomunal, o ese científico vasco con premio Príncipe de Asturias, o el empresario vasco más admirado del momento cruza el felpudo de su casa, se convierte en un guixajo
[6]
. Es cierto que en determinadas ocasiones el abrumador dominio de la mujer no se manifiesta delante de otros hombres, sobre todo si son amigos de la víctima, y es de agradecer. Es la vieja táctica de la
correa extensible
, que consiste en dejar que el hombre crea que decide sus movimientos cuando en realidad es la mujer la que lo lleva de un lado a otro: ley fundamental del matriarcado.

Casi todo está bajo el control de la mujer: administra los bienes materiales y lleva las riendas emocionales de la familia. Y decimos «casi todo» porque hay una parcela que la mujer, muy inteligentemente, cede al hombre: el coche. Una vez comprado, claro está, porque para comprarlo hay que negociar el color, el modelo y el equipamiento. Muchos hombres han hecho del coche su hogar, su paraíso, su patria. Se está llegando a unos extremos tales que es frecuente ver a muchos hombres pasando el aspirador de su automóvil, limpiando los cristales y vaciando los ceniceros con autentica devoción, cosa que nunca harían en sus casas. Hay incluso quien ha comprado a escondidas un espray en la gasolinera y se ha atrevido a quitar los ronchones a la tapicería.

L
A EMPRESA FAMILIAR

Para entender el funcionamiento y el orden interno de la familia tradicional vasca, es necesario conocer la estrecha relación que tiene con el mundo de la empresa. En el País Vasco todas las empresas son familiares; de hecho, no existe ninguna multinacional vasca, entre otras cosas porque sería un contrasentido. En el resto del mundo las empresas familiares suelen ser las pequeñas, las que dan trabajo solamente a los miembros de la familia y como mucho a sus ex parejas. En Euskadi las grandes empresas de cientos o de miles de trabajadores Cambien pertenecen a una familia. Por ejemplo: Cementos José Mendizábal, propiedad de los Mendizábal. Y cuando se muera el bueno de José Mendizábal, la empresa se llamará Cementos Viuda e Hijos de José Mendizábal; al morir la madre, Cementos Hijos Huérfanos y Nietos de José Mendizábal. El caso es que la fábrica de cemento será de los Mendizábal que estén coleando en ese momento. En el País Vasco el nacimiento de un niño no sólo aporta un miembro más a la foto familiar, pues el bebé se convierte directamente en trabajador de la empresa; algunos tienen nómina desde la teta.

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