Authors: Juan Ernesto Artuñedo
Aplaudimos.
—Como os decía, esta noche tenemos el inmenso placer de contar con la compañía de tres encantadores muchachotes que han venido expresamente desde Galicia para representar su nuevo espectáculo, con todos vosotros: “Ositos en la Luna”
Más aplausos. Se apagan las luces. Satur, Isma y Pablo se giran hacia el escenario. Corro un poco la silla para ver mejor. Suena un vals. Un foco ilumina a un chico gordo que sale disfrazado de tierra dando vueltas. Lleva zapatillas de ballet. Intenta bailar de puntillas pero no puede. Se cae al suelo. Fin de la música. Desde la otra parte del escenario sale corriendo otro chico disfrazado de avión haciendo como que vuela mientras se limpia las gafas de bucear que lleva puestas. Al final se estrella contra la pared. Un tercer chico gordo baja desde lo alto del escenario colgado de una cuerda disfrazado de luna. Desciende moviendo las piernas hasta que frena a dos palmos del suelo. Intenta pisar pero no llega. La tierra se levanta y empieza a rotar de nuevo. El avión arregla su ala y sigue volando por todo el escenario hasta que choca con la tierra. Se quedan parados. Suena otro vals.
Canta la tierra al avión:
¿Se puede saber
dónde vas con esas gafas
de nadar?
¿Pero es que no ves
que te vas
a ostiar?
Le canta el avión:
A mí
qué me vas a contar,
mi señora
tierra,
que yo
no he querido entrar en
gravedad
Replica la tierra:
Pues a ver por dónde vuelas
que aparte de tierra también
tengo mar
Replica el avión:
No me toques...
Interrumpe la luna:
¿Queréis dejar de
hablar?
Ayudarme a bajar
El avión y la tierra se acercan. Agarran cada uno de una pierna. Estiran. No baja. Tiran más fuerte y la luna cae de culo sobre una colchoneta.
Canta la luna:
Por fin
he tocado el suelo gracias
al avión
y a la tierra
Y al chico de atrezzo gracias
por la
colchoneta
La gente ríe. Bebo cerveza. Me levanto de la butaca y la dejo en la barra. Miro entre Pablo y Saturnino. La luna se levanta de la colchoneta y camina por el escenario. El avión y la tierra le observan. Empieza la música.
Canta la luna:
Desde aquí arriba desde el espacio voy gravitando al son de la tierra
Giro despacio
a kilómetros de ella y siento el latido tan dentro de mí
Desde aquí arriba en la estratosfera sigo girando
sintiéndola cerca
Miro al espacio y miro a mi tierra soñando algún día estar junto a ti
Y por fin bajo
con pies descalzos sobre mi tierra y me dejo llevar y sentir
Los focos imitan rayos. Se oyen truenos, aire. La luna se balancea con las zapatillas de ballet en la mano. Sigue cantando:
¡El aire me empuja, el fuego me quema, la tierra me aprieta y el mar me estrangula!
¡Abro los brazos me dejo sentir!
¡El aire me empuja, el fuego me quema, la tierra me aprieta y el mar me estrangula!
La luna en el suelo. Despeinada. Magullada. Arrastrándose. Levanta la vista y nos canta a capela.
Desde aquí abajo desde la tierra miro al espacio y ruego por mí
Lloro mis penas
de amor engañado esperando a que verde destiña su gris
Desde aquí abajo desde la tierra vuelvo al espacio para poner fin
A esta comedia
que he sido invitado para que todos ustedes se puedan reír
La luna se desvanece. Aplaudimos. Fuerte. Se acerca la tierra a la luna y le canta así:
Ay, mi luna lunera
quién te manda a ti
poner los pies en la tierra, si yo te pudiera decir lo que siento por ti
cuando estás cerca
Porque en la tierra las cosas no son como piensas,
el mar no es azul ni la gente sincera
Si las cosas fueran de otra manera moriría por ti
en primavera
Ay, mi luna lunera
vete de aquí
y mejor que no vuelvas, que el amor
que siento por ti
nos convierte
en dos piedras
Porque en la tierra las cosas no son como piensas,
el mar no es azul ni la gente sincera
Si las cosas fueran de otra manera moriría por ti
en primavera
Pero volverás sé que volverás y tu luz
nos hará
brillar
como estrellas
Volverás
sé que volverás y tu luz
nos hará
brillar
como estrellas
La tierra gira y gira y sale del escenario entre aplausos. Se apaga la luz. Seguimos aplaudiendo. Suena música. Entra el avión. Un par de focos rojos le iluminan.
Canta el avión:
Quién me iba a decir a mí que la luna y la tierra
¡la tierra
y la luna!
algún día
se quisieran
Si la tierra
aquí abajo
convive
con las piedras y la luna
ahí arriba
es feliz
con las estrellas
Que no hay amor más verdadero que el que no
se tiene cerca
No hay amor más sincero que el que por amor
pierde la vida entera
¡Y si por amor hay que vivir solo sólo quiero
paz eterna,
que la ilusión
de que tú vuelvas no la pierdo
hasta que muera!
Quién me iba a decir a mí que la luna y la tierra
¡la tierra
y la luna!
algún día
se quisieran
Si la luna quiere ser tierra
y la tierra ser luna espera
Que no hay amor más verdadero que aquel
que no se espera
No hay amor más sincero que el que por amor
da la vida
entera
¡Y si por amor
hay que darlo todo todo es tuyo
hasta que muera, que el corazón que por ti sueña volará más alto que las estrellas!
El rojo se funde en negro. Aplaudimos. Se encienden las luces y salen los tres al escenario. Aplaudimos más fuerte. Llega el presentador y les da un ramito de flores a cada uno, y dos besos. Se acerca el micrófono.
—¡Bueno, bueno...
La gente sigue aplaudiendo.
—...veo que no soy el único que se ha emocionado!
—¡Bravo! —grita un guiri desde la barra
—¡Guapo! —le grita otro
—¡Gracias, gracias —continúa el presentador—, ahora os dejamos en
manos de nuestros djs favoritos, Arturo y Vicente, y con la música que más nos gusta...
Los djs asienten con la cabeza desde su garita.
—...así que no os hagáis los remolones y a bailar...
Suena la música.
—...y que nadie se vaya, que la noche no ha hecho más que empezar y todavía nos quedan muchas sorpresas!
Poco a poco la gente va levantándose de las sillas y acercándose a la pista. También los de la barra. Vicente conecta las luces de la discoteca y echa humo. Nosotros cuatro nos sentamos alrededor de una mesa. Llega un guiri y saca a Ismael a bailar.
—¿Has visto ese de la barra? —Satur a Pablo
—¡Qué morbazo!
Miro como baila Isma. Pablo me ofrece tabaco. Fumamos. Mueve los brazos a los lados. Sintiendo la música.
—...conocido —Pablo a Satur
—Es cosa de dos
—Ya, pero...
—Voy a mear —les digo
Rodeo la pista de baile hasta los aseos. Entro. En la puerta espera un señor. Le miro. Me mira. Bajo la vista. Cara redonda, barba, pantalones raperos. Noto su mirada desde arriba. No me atrevo a subir la mía. El de dentro tarda.
—¿Llevas un cigarro? —me pregunta
Rebusco en los bolsillos. No lo encuentro. Recuerdo haber dejado el paquete encima de la mesa. Me llevo la mano atrás. Aquí está. Le doy un cigarro.
—¿Fuego?
Enciendo. Coloca sus manos alrededor del mechero y acerca el cigarro. Le miro. Inspira con los ojos cerrados. Suspiro. Abre los ojos. Bajo la vista de nuevo. Qué guapo.
—Gracias —me dice
—De nada
Pego una calada a mi cigarro. Lo dejo caer al suelo. Chafo.
—No vienes mucho por aquí —observa
—No soy de aquí
—¿De provincias?
—Sí
—¿Te pasa algo?
—No
Levanto la vista. Es prec...
—Soy Pluto
—Lucas
—No es mi nombre de pila pero así es como me llaman mis amigos
—A mí también me llaman Lucas
Se ríe. Vuelve a reírse. Cambia su mirada. Serio. Se acerca y me da...
—Encantado —me dice
...dos besos.
—Igualmente
—¿Has venido solo?
—Con un amigo
—¿Novio?
—Amigo
Pega una calada al cigarro. Se abre la puerta. Salen dos hombres grandes. El segundo metiéndose la camisa por dentro de los pantalones. Pasa Pluto. Deja la puerta entreabierta. Me hago el loco.
—Puedes entrar —me dice
—No tengo prisa
—Yo tampoco
Mea. Se abrocha la cremallera y sale. Bajo la vista.
—Hasta ahora —le digo
—Cuando quieras
Entro. Cierro. Me masturbo. No me corro. Espero. Meo. Me abrocho. Salgo. Me limpio las manos. Las seco en los piratas. Rodeo la pista. Llego a la mesa. Me siento al lado de Saturnino.
—Te he pedido otra cerveza —me dice
—Gracias
Cojo la cerveza y bebo. Enciendo un cigarro. Me tiembla la mano. Ismael hablando con Pablo entre besito y besito.
—¿Estás bien? —me pregunta Satur
—Sí
Muevo el pie al compás de la música. Satur mira a la pista. Pego otro trago.
—¿Te gusta alguien? —le pregunto
—Aquel de la barra no está mal...
Giro la cara. Disimulo. Bebo más cerveza.
—...y el de la esquina es precioso
—¿Cuál de los dos?
—El que nos mira
—Se llama Pluto
—¿Cómo sabes su nombre?
—Hemos hablado en el servicio
—Vaya, no pierdes el tiempo
—Sólo me ha pedido fuego. ¿Lo conoces?
—De vista
—¿Tiene pareja?
—Creo que no
Pego un trago a la cerveza. Enciendo otro cigarro. El presentador sube al escenario.
—¡Como os había prometido, vamos a continuar con las sorpresas de esta noche. Dentro de diez minutos, a las doce, se abrirán las puertas de la cueva oscura, la
dark cave
para mis chicos de Londres. Para los que hayáis venido por primera vez, ya que veo caras nuevas, os diré que es un pequeño paraíso donde realizar vuestros sueños,
dream reality
...
La gente ríe.
—...y esta noche...
—Guapo —le grita uno
—...gracias, muchas gracias...—dice desabrochándose un par de botones de la camisa como si le entrara un calor repentino
—¡Eeehhh! —grita el público
—...como os decía, esta noche hemos escondido un pequeño tarro de miel en algún lugar de la cueva oscura. El que lo encuentre viajará con la persona que elija... atención... a Ibiza...
—¡Eeehhh! —gritamos
—...con todos los gastos pagados!
—¡Si lo encuentro me voy contigo! —le grita uno al presentador
—¡Contigo no me voy ni a la esquina! —le replica
Reímos.
—¡Bueno —continúa—, lo dicho, por favor quien lo encuentre que se acerque inmediatamente a la barra y Jose se lo canjeará por los billetes. Ah, y recordar que el frasco debe llegar lleno, lo digo por los más golosos. Ale, que siga la fiesta, que ya os avisamos cuando llegue la hora!
Arturo sube el volumen de la música. Vicente busca un cedé.
—¿Has hablado alguna vez con él? —le pregunto a Satur por Pluto
—Una vez
—¿Y?
—Nada, nos quedamos sin saber qué decir
—¿Le gustas?
—No lo sé
—¿Entonces?
—Es muy joven
—No me decías antes...
—Ya, pero yo lo que quiero es...
—Debe estar sobre los treinta
—No tanto
—Pues cerca
—¿Tú cuántos tenías?
—Veinticuatro
—No sé, a lo mejor un par de años más
—Pero es muy guapo
—Lo es
—Y grande
—Un osazo
Bebemos cerveza. Pablo rodea el cuello de Satur con el brazo y le pregunta.
—¿Qué piensas, nene?
—Nada, nada —sonriendo
—Esa carita de ángel me la conozco yo
—¿Qué tal? —me pregunta Isma— Lucas, ¿no?
—Sí, bien
—¿Te gusta este sitio?
—Mucho
—A mí también, es mi segunda casa
—Hacéis bonita pareja Pablo y tú —les digo
—Gracias, ¿estás soltero?
—Sin compromiso
—Dime quién te gusta y te lo presento
—Me da vergüenza
—Pues bebe cerveza
Bebo.
—¿Un cigarro? —le ofrezco
—Gracias
Fumamos.
—¿Lleváis mucho tiempo?, si no es indiscreción
—Tres años
—¿Vivís juntos?
—Desde que nos conocimos
—¿En Sitges?
—No te pierdes una
—Perdona
—Qué va, es bueno escuchar
—Gracias
—¿No has estado nunca?
—No
—Es una pasada, lo mejor la playa, toda llena de tíos en tumbonas, sobre la arena, por el paseo marítimo
—¿Allí viste a Pablo?
—Sí, en la playa y en las discotecas. Sitges no es muy grande. Si vas por los mismos garitos empiezas cruzando miradas y cuando se presenta la ocasión te lanzas a ver qué pasa
—¿Eso hiciste? —le pregunto pasándole un cigarro
—Sí, en un bar de osos —gracias—, donde habíamos pasado la noche anterior
—¿Un fin de semana?
—Un puente
—Sigue, perdona
—Pues nada, él iba con un chico
—¿Su pareja?
—Eso creíamos mis amigos y yo
—¿Y?
—Les invitamos a una copa
—¿Y?
—Pablo no hacía mas que mirar a mi mejor amigo, Sergio, y mira que me costó sacarlo de Madrid, pero bueno
—Os dijeron que no eran pareja
—Nos enteramos más tarde
—¿Y?
—Enseguida nos caímos bien, como nos conocíamos de vista
—¿Pablo y tú?
—Sí, bueno, entre todos
—Ah
—Empezamos con las preguntas: qué hacíamos allí, de dónde veníamos... y resulta que éramos todos de Madrid
—¿Qué raro que no os conocierais?
—Eso me dije yo cuando me enteré, pero se ve que Pablo hasta entonces no salía por el ambiente