Read Mi vida en la formula uno Online
Authors: Jo Ramírez
En Mónaco, Ayrton obtuvo la Posición de Privilegio con otra memorable vuelta de calificación, un segundo más rápido que Prost, y le ganó a su adversario por casi un minuto con otro 1-2, sacando una vuelta a sus rivales.
En México, Senna estaba, una vez más, en la primera posición delante de Alain, pero lo más importante era que dada la configuración del circuito y la alta temperatura del día, fue capaz de elegir la perfecta combinación de llantas. Alain se fue por una opción más suave, porque si algo lo distinguía era ser un piloto más fino que Ayrton, pero la decisión se le revirtió y tuvo que entrar a los fosos a que le cambiaran las llantas después de 20 vueltas. En medio de la confusión, le pusimos una combinación incorrecta de llantas y, como si eso no fuera suficiente, ¡cometimos el mismo error otra vez! Alain terminó la carrera en quinto lugar, muy lejos de Ayrton, y se sintió batido psicológicamente por su compañero de equipo en un juego táctico en el cual siempre había sido un maestro, de ahí su apodo el ‘Profesor’. También estaba muy molesto por el hecho de que pudiéramos cometer el mismo error dos veces en el cambio de llantas y, como era un poco paranóico, se preguntó si el equipo estaba empezando a tener favoritismo.
Senna estuvo en la Posición de Privilegio en Phoenix, pero no pudo terminar por un problema electrónico, y Prost ganó. En Montreal calificamos al frente, una vez más, con Alain, para variar, en primera posición, pero no hubo McLarens al final de la carrera: Alain tuvo una falla de suspensión en la primera vuelta, cuando iba liderando, y Ayrton sufrió una inusual voladura de motor a tres vueltas del final, también cuando iba liderando la húmeda carrera. Aun así, regresamos a Europa con Prost y Senna encabezando la tabla de puntos, 29-27.
Pese a liderar el Campeonato Mundial, Alain no sabía si quedarse o no con el equipo el siguiente año y Ron le pidió que le diera una respuesta para mitad de año. Tuvo unas cuantas noches sin dormir, pero para cuando llegamos al Gran Premio francés, en Paul Ricard, Prost se había decidido. En el coctel de Malboro pasé mucho tiempo con Alain tratando desesperadamente de convencerlo para que se quedara en el equipo y no tomara una decisión apresurada. Le dije: "Si dejas el equipo ahora va a parecer que Ayrton te está echando y aparte de vencerte en la pista te está quitando a tu equipo; ya nos has demostrado muchas veces que puedes vencerlo, todavía el año pasado tuviste más puntos que él y si tus amigos de FISA no hubieran cambiado las reglas, serías el campeón ahora". Pero él estaba realmente deprimido y me dijo: "No creo que podamos volver a trabajar juntos. A diferencia de Ayrton, yo no estoy obsesionado con ganar. He ganado muchas veces y todavía quiero seguir haciéndolo, pero no quiero morir por intentarlo. Amo mi profesión y quiero seguir manejando durante mucho tiempo, pero debo divertirme, y si no estoy disfrutando mi trabajo no vale la pena hacerlo, y ya no disfruto trabajar con Ayrton".
No pude contestarle nada porque yo me rijo por el mismo principio; la vida es muy corta, y disfrutar lo que haces debe ser lo más importante.
A la mañana siguiente, a las 9 en punto, Alain Prost anunció en una conferencia de prensa que ya no manejaría para McLaren en 1990. El equipo de ensueño se empezaba a romper, pese a que todavía ganábamos la mayoría de las carreras, aunque no nos divertíamos tanto como antes.
Más tarde, ese mismo fin de semana, Prost ganó el Gran Premio de Francia desde la Posición de Privilegio, después de que se detuvo Senna a 100 metros de la línea de salida por una falla de la transmisión. Luego, en Silverstone, Ron Dennis le dio al equipo uno de sus grandes discursos para levantarnos la moral y, aunque yo no tengo deseos de alimentar su ego, las dos cosas más importantes que he aprendido de Ron son: ‘Nunca aceptar un no por respuesta’ y ‘Nunca darte por vencido’; el Gran Premio de Inglaterra fue un buen ejemplo.
Estábamos corriendo por primera vez con una caja transversal de seis velocidades, la cual tenía el tanque de aceite incorporado en la forja y, por alguna razón, el sistema de lubricación no trabajaba correctamente. De manera intermitente salía humo azul del escape y el motor estaba mostrando signos de falta de aceite. Cambiamos y modificamos docenas de componentes diferentes, pero no pudimos separar por completo el aire del aceite y sólo estábamos dando una vuelta a la vez. Hubo muchos viajes de ida y vuelta a la fábrica en Woking y hasta corrimos otro auto en la pista de pruebas de Honda, en Newbury.
Después de una noche de trabajo frenético en la que probamos diferentes tipos de cubiertas en el tanque de aceite, en la mañana del sábado Ayrton voló su motor como resultado del problema, mientras que el auto de Prost parecía tener una mejor cubierta en su tanque de aceite. En ese momento Ayrton tuvo un fuerte enfrentamiento con Ron, a quien acusaba de favoritismo y de darle a Alain una mejor cubierta de tanque, mientras que en realidad nosotros estábamos dando palos de ciego, tratando de encontrar la mejor solución para ambos autos. Para ese entonces, todo el equipo estaba a punto de darse por vencido y decir, ‘olvídalo’.
El tiempo se nos terminaba y Ron reunió a todos y analizó los problemas y cambios de manera sistemática, utilizando lo que el llamaba pensamiento lateral, quedándose con las soluciones buenas y descartando las malas. También pusimos un tanque de aceite extra con un tanque de recuperación y una bomba para hacer recircular el aceite. Estuvimos ajustando detalles hasta el último minuto, pero los McLaren corrieron sin problemas, Ayrton se salió de la pista por un trompo y Alain ganó la carrera.
En Hockenheim, a Ayrton lo afectó perder mucho tiempo en los fosos durante una detención rutinaria y esto le costó el liderato, permitiendo a Alain ponerse al frente, aunque éste perdió la sexta velocidad a dos vueltas del final y Ayrton lo rebasó para ganar. Después de la carrera, Senna estaba furioso, diciendo que la persona que estaba a cargo de la llanta posterior que causó la pérdida de tiempo trabajaba regularmente en el auto de Prost y que deliberadamente se tardó mucho tiempo en la parada; demandó que éste mecánico no trabajara en sus paradas otra vez. Era tanta la paranoia de Ayrton como la presión que se incrementaba por tener a Alain 17 puntos arriba.
En el Hungaroring, Nigel Mansell derrotó a Senna con una maniobra de rebase muy inteligente, tomando ventaja de la obstrucción que causó el lento Onyx de Stefan Johansson, mientras que Prost se retrasaba por una parada en los fosos. Ayrton se vio en segundo y Alain en cuarto. El Gran Premio de Bélgica, en el hermoso Spa, estaba mojado de bandera a bandera y de nuevo vimos una demostración del increíble talento y control sobre el auto de Ayrton, bajo esas condiciones, con Prost siguiéndole todo el camino, en segundo sitio, y defendiéndose de los diversos ataques del Ferrari de Nigel Mansell.
El martes, antes del Gran Premio de Italia, en Monza, Ferrari anunció que Alain Prost se les uniría para correr junto con Nigel Mansell, en 1990. Esto fue casi el último clavo en el ataúd en la relación entre Alain y McLaren. Algunas semanas antes parecía que se uniría a Williams, lo cual no hubiera sido visto tan negativamente por Ron Dennis, pero para él, que eligiera a Ferrari entre todos los equipos rivales y se uniera a ellos, era casi como un insulto personal. No podía soportar que Alain se llevara con él el número uno que se había ganado en McLaren, a Ferrari.
En la carrera, Ayrton logró una de las más increíbles Posiciones de Privilegio en su larga lista, un segundo más rápido que los dos Ferrari y un impresionante 1.79 segundos adelante de Prost en cuarto lugar. Alain, quien sería el nuevo chico del equipo italiano, estaba recibiendo todas las porras de la multitud cada vez que salía de los fosos y era claro que era bien recibido por los
tifosi
como su nuevo héroe; pero él estaba inconforme con el desempeño de su auto, tanto del motor como del chasis, y sugirió que lo habían tratado de manera injusta, aunque sus sospechas no tenían fundamento alguno.
En la carrera, Ayrton desapareció de la vista de todos como si estuviera en una categoría diferente, algo que nunca antes había sucedido entre los dos pilotos. Cuando el motor de Ayrton voló cerca del final de la competencia, Alain pudo rebasar a los dos Ferrari y ganó la carrera.
En la ceremonia del podio, 1,000
tifosi
orgullosos de su futuro piloto, le gritaban: "
Copa, copa, copa
". Alain estaba tan abrumado por la recepción de sus nuevos fanáticos que instintivamente se sintió obligado a darle la copa a la multitud reunida debajo del podio, aun sabiendo que, bajo el contrato firmado con McLaren, todos los trofeos le pertenecían al equipo. Ron Dennis vio incrédulo volar la copa desde el podio; yo presenciaba todo esto desde el pequeño corredor entre el podio y la torre de control y cuando Ron pasó por donde yo estaba traté de hablar con él, pero no estaba en condiciones de escuchar a nadie. No creo haberlo visto tan molesto en todos los años que trabajé con él. Se regresó y esperó a Prost y, cuando Alain se acercó, le aventó a los pies el trofeo por ser el primero de los equipos, ¡y sólo los rápidos reflejos de Alain lo salvaron de quedar con algunos dedos morados!
Alain estaba completamente desconcertado, sin darse cuenta de lo mucho que su acción había enfurecido y lastimado a Ron. "¿Qué se supone que debería haber hecho? Voy a manejar para Ferrari el próximo año, seguro que él lo entiende", me dijo. "No", le contesté, "pienso que siente que le acabas de mostrar al mundo que no te importa una victoria con McLaren, pero tú vete a la conferencia de prensa y yo trataré de hablar con Ron y calmarlo".
Al fin logré encontrar a Ron a solas y traté de explicarle los motivos que Alain tuvo para hacer eso, pero a pesar de todas las cualidades que Ron tiene como hombre de negocios y dueño de un equipo, no le fue fácil entender las emociones latinas. A partir de ese momento la amistad entre esos dos hombres se fue apagando más y más.
El público destruyó el trofeo: ¡lo hicieron pedazos! Vi a una persona con la parte de arriba, a otra con las asas, otra con la base, etcétera. Fue muy halagador para Alain que me llegaran tantas llamadas y faxes de aficionados italianos ofreciendo pagar una copa de repuesto. Ya había arreglado que hicieran una réplica de la copa, que guardaría en el closet de mi oficina esperando la oportunidad ideal para que Alain se la diera a Ron, una vez que las cosas estuvieran más tranquilas. Desafortunadamente, esperamos seis años y finalmente Alain se la dio en la fiesta de Navidad de 1995, en el Museo de Ciencia, cuando estaba de regreso en el equipo como consultor y gurú de pilotos.
La conferencia de prensa posterior a la carrera no mejoró mucho las cosas, ya que de nuevo Alain estaba usando a la prensa para decir lo que pensaba y quejarse de que le habían dado un equipo inferior. Eso hasta provocó al gran jefe de FISA, Jean-Marie Balestre, al insinuar que, tal vez, Honda no le había dado a los dos pilotos las mismas oportunidades, insinuaciones que, naturalmente, ofendieron a Honda porque se había puesto en duda su integridad. Esto los llevó a negarse a entregar motores a Alain para el resto del año.
Ron estaba en aprietos y no podía hablar con Prost ya que éste no le regresaba las llamadas. Ron me llamó a su oficina y me dijo que tendría que sentar a otro piloto en el auto, a menos que Alain se disculpara por sus acusaciones, y que me tratara de comunicar con él ya que todos sus esfuerzos habían fallado. Pasé toda la tarde de ese viernes tratando de encontrarlo y cuando lo hice le rogué que viniera a Woking urgentemente para una reunión con Ron.
Para el siguiente almuerzo, Alain y su hijo Nicolas, llegaron a Gatwick, en su avión privado, donde los recogí y, mientras yo le enseñé al joven Prost los autos de su padre, Ron y Alain escribieron una carta a Honda para disculparse y emitieron una declaración de prensa. Era ciertamente un ‘equipo de ensueño’, pero no estaba exento de tribulaciones.
En la siguiente carrera, en Estoril, Senna chocó con el Ferrari de Nigel Mansell, al que le habían puesto bandera negra y tuvo que abandonar cuando era el líder. Berger ganó y Prost fue segundo. Ayrton ganó en Jerez con Berger en segundo y Prost en tercero. La relación entre los dos titanes se había deteriorado carrera a carrera y faltando dos fechas y Alain liderando por 16 puntos, la atmósfera era muy tensa, especialmente del lado del brasileño. Además de la tensión existente, Ayrton se había obsesionado con la idea de que Alain se iba a Ferrari y se iba a llevar todos los secretos de McLaren y Honda con él.
Pero si había un piloto que reaccionaba de manera positiva bajo presión ese era Ayrton Senna. En las calificaciones de Japón impuso una de las mejores vueltas de toda su carrera para establecer su Posición de Privilegio número 41 y mostrar su determinación de ganar y conservar su campeonato. Esa vuelta hipnotizó por completo a Alain, quien no se hacía ilusiones de que pudiera mejorar un tiempo de vuelta tan increíble, pero hubiera quedado contento de arrancar lado a lado con su compañero de equipo, si es que iba a tener la oportunidad de recuperar el campeonato.
Alain logró poner su auto en la primera línea, aunque fue claramente 1.7 segundos más lento que Senna. El día de la carrera, como pueden imaginar, la presión sobre el equipo y Honda eran más fuertes que nunca. Teníamos que entregar dos autos absolutamente perfectos. Prost hizo un mejor arranque y demostró que estaba listo para la batalla al tomar un liderazgo de casi cuatro segundos en las primeras cinco vueltas y el espacio entre ellos quedó más o menos igual hasta la parada en los fosos.
Después de las detenciones, Ayrton parecía haber encontrado más velocidad con llantas nuevas y empezó a recortar la ventaja de cinco segundos a medio segundo en las siguientes diez vueltas, rompiendo el récord de vuelta en el proceso. Estaba usando los ‘lavaderos’ al máximo en todas las vueltas. Cuando iban rumbo a la chicana para entrar en la vuelta 47, Ayrton pensó que vio su oportunidad de ponerse en la parte interna. Alain, que no era exactamente un amateur, había cubierto bien el espacio; ahora, más que nunca, estaba decidido a no volver a ceder ante la agresividad de Ayrton. Sin embargo, para ese momento Ayrton ya se había comprometido con su maniobra y, en vez de darse por vencido, puso sus llantas derechas fuera del circuito sobre el camino de entrada a los fosos y, luego, en el pasto. Alain no podía creer la determinación de Ayrton e instintivamente dio la vuelta a la derecha un poco antes en la
Chicana,
cerrando la puerta y chocando con su coequipero.