Devoradores de cadáveres (20 page)

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Authors: Michael Crichton

Tags: #Aventuras

BOOK: Devoradores de cadáveres
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II. Fuentes secundarias

Bendt, E., y Berndt, R.H. «
An Annotated Bibliography of References to the Manuscript of Ibn-Fadlan from 1974 to 1970
». Acta Archeologica, VI: 334–389, 1971.

Esta notable recopilación, dirigida al lector interesado a todas las fuentes secundarias referentes al manuscrito, aparecidas en inglés, noruego, sueco, danés, ruso, francés, español y árabe entre las fechas mencionadas. El número total de fuentes citadas alcanza a 1.042.

III. Obras de referencia en general

Las siguientes obras son recomendadas al lector que no posee una formación especializada en arqueología o historia.

Se citan sólo obras en inglés.

Wilson, D.M.:
The Vikings
, Londres, 1970.

Brondsted, J.:
The Vikings
, Londres, 1960, 1965.

Arbman, H.:
The Vikings
, Londres, 1961.

Jones, G.:
A History of the Vikings
, Oxford, 1968.

Sawyer, P.:
The Age of the Vikings
, Londres, 1962.

Foote, P.G., y Wilson, D. M.:
The Viking Achievement
, Londres, 1970.

Kendrick, T.D.:
A History of the Vikings
, Londres, 1930.

Azhared, Abdul:
Necronomicon
(Ed. H.P. Lovecraft), Providence, Rhode Island, 1934.

MICHAEL CRICHTON (Chicago, Illinois, 23 de octubre de 1942 - Los Ángeles, California, 4 de noviembre de 2008) fue un médico, escritor y cineasta estadounidense, considerado el iniciador del estilo narrativo llamado
tecno-thriller
.

Se han vendido más de 150 millones de copias literarias de sus obras, la mayoría best-sellers, que han sido traducidas a más de treinta idiomas y de las cuales doce se han llevado al cine, a destacar
Devoradores de cadáveres
(1973),
Parque Jurásico
(1990) o
Twister
(1996).

Quizá principalmente conocido por ser el padre de
Parque Jurásico
, lo es también de la prestigiosa5 6 serie de televisión,
ER
(
Urgencias
). Es la única persona que ha tenido: el libro número uno (
Acoso
), la película número uno (
Parque Jurásico
) y la serie de televisión número uno (
Urgencias
-
ER
), en el mismo instante.

Notas

[1]
Este pasaje expresa el estilo habitual de las descripciones que hace Ibn-Fadlan de sus viajes. Tal vez la cuarta parte de todo el manuscrito está escrito en este estilo y se limita a enumerar los nombres de las poblaciones y el número de días pasados en cada una. La mayor parte de este material ha sido omitido. Según parece, Ibn-Fadlan viaja hacia el norte y por fin, se ven obligados a detenerse para invernar.
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[2]
A través del manuscrito, Ibn-Fadlan nunca se muestra preciso en cuanto al tamaño y composición del grupo. No es posible saber a ciencia cierta si su aparente negligencia refleja la suposición de que el lector conoce la composición de la caravana o bien consecuencia de la pérdida de pasajes del texto. Ciertas convenciones sociales pueden haber influido, ya que Ibn-Fadlan nunca manifiesta que su grupo es de más de unos pocos individuos, cuando en realidad alcanzaba, probablemente, un centenar o más y el doble de esta cifra en caballos y camellos. Sin embargo, Ibn-Fadlan no cuenta, literalmente hablando, los esclavos, servidores y miembros de menor importancia de la caravana.
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[3]
Al parecer, el grupo de Ibn-Fadlan estaba aproximándose a una región menos fría, porque no vuelve a aludir a un frío extremo.
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[4]
Farzan, entusiasta admirador de Ibn-Fadlan, cree que este párrafo revela la agudeza de un antropólogo moderno, que registra no sólo los hábitos de un pueblo, sino también los mecanismos que actúan en el cumplimiento de estos hábitos. Las implicaciones económicas de matar los caballos de un jefe nómada son el equivalente de los impuestos sucesorios de hoy, es decir, tienden a retardar la acumulación de la riqueza heredada dentro de una familia. Si bien es exigido por la religión, no puede haber sido una práctica que gozara de gran favor, como tampoco lo son los impuestos sucesorios hoy en día. Ibn-Fadlan, con toda astucia, señala la manera en que es impuesta a quienes la resisten.
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[5]
El manuscrito de Yakut contiene una breve descripción de la permanencia de Ibn-Fadlan entre los Baskirs. Muchos expertos ponen en duda la autenticidad de estos pasajes. Las descripciones son aburridas e inusitadamente vagas Y en su mayor parte consisten en listas de jefes y nobles. Ibn-Fadlan mismo insinúa que no vale la pena ocuparse de los Baskirs, declaración poco habitual en este viajero de curiosidad inagotable.
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[6]
En realidad la palabra usada por Ibn-Fadlan aquí era «Rus», nombre particular de esta tribu de nórdicos. En el texto llama a veces a los escandinavos por el nombre de cada tribu y a veces los llama «Varangios» como término genérico. Los historiadores de hoy reservan el nombre de Varangio a los mercenarios escandinavos empleados por el Imperio bizantino. Para evitar confusiones en esta traducción se emplea siempre el término «nórdicos».
<<

[7]
Los árabes siempre se han mostrado aprensivos frente a una traducción del Corán. Los sheiks más antiguos sostenían que no era posible traducir el libro sagrado, convicción basada, seguramente, en consideraciones religiosas. Sin embargo, cuantos han intentado una traducción se muestran de acuerdo por razones estrictamente seculares. El árabe es en sí una lengua concisa y el Corán está compuesto como poesía, siendo por tanto más concentrado aún. Las dificultades de transmitir el significado literal, por no mencionar ya la gracia y la elegancia del árabe original han llevado a los traductores a presentar su obra con largos prólogos y profusas disculpas. Al mismo tiempo el islamismo es una forma del pensamiento activa y expansiva, y el siglo X fue uno de los períodos que marcaron la cumbre de su divulgación. Tal expansión requirió sin duda las traducciones para uso de los conversos y se llevaron a cabo muchas, pero ninguna feliz desde el punto de vista de los árabes.
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[8]
Esto resultó ya en sí sorprendente para un observador árabe que provenía de un clima cálido. La práctica musulmana exige un entierro inmediato, a menudo el día mismo del deceso, después de una breve ceremonia de abluciones rituales y plegarias.
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[9]
O posiblemente «demente». Los manuscritos en latín dicen
cerritus
, pero el árabe de Yakuy dice «confusa» o «deslumbrada».
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[10]
Es interesante que el término tanto árabe como el latino signifique de forma literal «enfermedad».
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[11]
Los riesgos de la traducción resultan evidentes en esta oración. El árabe original de Yakuy dice «No hay nombre que yo pueda hablar». El manuscrito de Xymos emplea el verbo latino
dare
, con el significado de «no puedo darle nombre», lo cual implica que el intérprete no conoce la palabra en una lengua no nórdica. El manuscrito Razi, que también incluye las palabras del intérprete en forma más detallada, utiliza la palabra
edere
, con el significado de «No hay nombre que yo pueda hacerte conocer». Esta es la traducción más correcta. El nórdico tiene literalmente miedo de pronunciar la palabra, y con ello evocar la presencia de los demonios. En latín,
edere
tiene un sentido de «Dar nacimiento a» y «evocar», además de su significado literal «provocar». Los párrafos que siguen confirman este sentido del significado.
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[12]
Wulfgar permaneció en tierra. Jensen manifiesta que los nórdicos acostumbran retener al mensajero como rehén y es por ello que los «mensajeros apropiados eran hijos de reyes o de nobles de gran alcurnia, o bien otras personas que tuviesen algún valor en su comunidad, lo cual los hacía rehenes importantes». Olaf Jorgensen afirma que Wulfgar se quedó porque tenía miedo de regresar.
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[13]
Algunos de los autores más antiguos consideraban, según parece, que esto significaba que la vela estaba bordeada con sogas. Existen dibujos del siglo XVIII que ilustran estas velas de los vikingos con bordes de cuerda. No hay pruebas de que éste haya sido el caso. Ibn-Fadlan quería decir que las velas estaban aparejadas en la acepción náutica del término, es decir, colocadas en el ángulo requerido para recibir mejor el viento, mediante el uso de cuerdas de piel de foca como cables.
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[14]
Es probable que el lector se encuentre en este momento enteramente confundido en cuanto a la geografía. La Bulgaria de hoy es uno de los Estados balcanes, limitada por Grecia, Yugoslavia, Rumanía y Turquía. En cambio, entre los siglos IX y XV hubo otra Bulgaria, sobre los márgenes del Volga, aproximadamente seiscientos kilómetros al Sur de Moscú. Era a este país hacia donde debía dirigirse Ibn-Fadlan. La Bulgaria sobre el Volga era un reino muy disperso, aunque de cierta importancia, y su ciudad capital, Bulgar, era famosa y rica cuando la ocuparon los mogoles en el año 1237. Se cree que la Bulgaria del Volga y la Bulgaria balcánica estaban pobladas por grupos de inmigrantes de un mismo origen que abandonaron la región próxima al mar Negro entre los años 400 y 600 de la Era Cristiana, aunque no se sabe nada concreto. La vieja ciudad de Bulgar se encuentra en la región de Kazan de hoy.
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[15]
Por provenir de una región desértica, era natural que Ibn-Fadlan se sintiera impresionado por los opulentos tonos verdes y por la lluvia abundante.
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[16]
Este es un sentimiento típicamente musulmán. En contraste con el cristianismo, religión a la que se asemeja en muchos aspectos, el islamismo no subraya un sentido del pecado original surgido de la caída del hombre. El pecado, para un musulmán, consiste en olvidar cumplir los ritos diarios prescritos por la religión. Como corolario, es más grave olvidar del todo el rito que recordarlo y no cumplirlo, ya sea por circunstancias atenuantes, o bien por imposibilidad personal de hacerlo. Así, pues, Ibn-Fadlan dice, en efecto, que tiene presente la conducta adecuada, aun cuando no está actuando conforme con ella. Esto es mejor que nada.
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[17]
Otros testigos presenciales no concuerdan con la descripción hecha por Ibn-Fadlan del tratamiento de los esclavos y del adulterio y por tanto ciertas autoridades ponen en tela de juicio su confiabilidad como observador social. En realidad se registraban, probablemente, grandes variantes entre una tribu y otra en cuanto al tratamiento aceptado de los esclavos y de las esposas infieles.
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[18]
Hay opiniones encontradas entre los eruditos modernos en cuanto al origen del término «vikingo», pero la mayoría se muestra de acuerdo con Ibn-Fadlan en cuanto a que proviene de «vik», o sea arroyo o riachuelo.
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[19]
La exactitud de los datos de Ibn-Fadlan han sido confirmados por hallazgos arqueológicos concretos. En 1968 se excavó la base militar de Trelleborg, en el Oeste de la Zelandia, en Dinamarca. Este lugar corresponde exactamente a la descripción hecha por Ibn-Fadlan en cuanto a dimensiones, características y estructura de la población.
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[20]
Literalmente, «hombre de dos manos». Como se verá claramente más adelante, los nórdicos eran ambidiestros en la lucha, y la capacidad de cambiar de mano las armas era considerada como algo admirable. Así, pues, un hombre ambidiestro es astuto. En seguida se agregó una conminisaltoción parecida a la palabra «cambiante», que actualmente significa embustero y evasivo, pero con anterioridad tenía un sentido positivo de «lleno de recursos, lleno de maniobras».
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[21]
Esta descripción de lo que era sin duda un grupo de ballenas es discutida por muchos expertos. Aparece en el manuscrito de Razi tal como se reproduce aquí, pero en la traducción de Sjögren es mucho más breve y en ella aparecen los nórdicos como haciendo objeto de una broma muy complicada al árabe. Los nórdicos conocían las ballenas y las distinguían de los monstruos marinos, según Sjögren. Otros eruditos, incluso Hassan, dudan que Ibn-Fadlan pueda haber ignorado la existencia de la ballena, como parece ser el caso aquí.
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[22]
Las versiones conocidas de los escandinavos los hacen aparecer siempre con cascos provistos de cuernos. Esto es un anacronismo. En la época de la visita de Ibn-Fadlan hacía más de mil años que no se llevaban ya aquellos cascos, desde la Primera Edad de Bronce.
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[23]
La figurita que se describe corresponde con exactitud a varias tallas descubiertas por arqueólogos en Francia y en Austria.
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[24]
Ducere spiritu
: literalmente «inhalar».
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[25]
La historia de las babuchas de Abu Kassim es muy antigua dentro de la cultura árabe y era bien conocida por Ibn-Fadlan y sus conciudadanos de Bagdad.

Existe en muchas versiones y se la puede relatar en forma breve o bien extensa, según el entusiasmo del narrador. En términos resumidos, Abu Kassim es un rico mercader y además un avaro que desea ocultar el hecho de que es rico con el fin de obtener mejores negocios en sus actividades. Para ofrecer la apariencia de pobreza, lleva un par de babuchas especialmente viejas y gastadas, con la esperanza de engañar así a todos, pero nadie se engaña. En lugar de ello, todos hallan que es tonto y ridículo.

Un día Abu Kassim hace un negocio muy favorable para él negociando con la cristalería y decide celebrarlo no en la forma aceptada de invitar a sus amigos a un festín, sino invitándose exclusivamente al lujo egoísta de hacer una visita a los baños públicos. Deja sus ropas y calzado en la antesala y un amigo le reprocha las babuchas viejas e inapropiadas. Abu Kassim replica que todavía sirven y entra en el baño con su amigo. Más tarde entra un juez de gran influencia en el baño y se desviste, dejando un elegante par de babuchas. Entre tanto Abu Kassim parte y no puede encontrar su viejo par. En lugar de éste encuentra un par de babuchas nuevas y hermosas y por suponer que se trata de un presente de su amigo, se las pone y se va.

Cuando el juez se dispone a partir, le faltan sus propias babuchas y todo lo que halla es un par de babuchas ordinarias y viejas que según saben todos pertenecen al avaro Abu Kassim. El juez se enfada. Envía a los sirvientes en busca de las babuchas que faltan y pronto las encuentran calzando los pies del ladrón, quien es llevado a la corte a comparecer ante el magistrado y luego condenado a pagar una severa multa.

Abu Kassim maldice su mala suerte y cuando está de regreso en casa arroja las babuchas, causa de su mala suerte, por la ventana, donde caen en el barroso río Tigris. Unos días más tarde unos pescadores recogen sus redes y encuentran entre los peces las babuchas de Abu Kassim. Los clavos salientes de éstas les han desgarrado las redes. Enfurecidos, arrojan las babuchas empapadas por una ventana abierta. La ventana es, por casualidad, la de Abu Kassim y las babuchas caen sobre la cristalería que acaba de comprar y la hacen añicos.

El corazón de Abu Kassim está destrozado y su pesar es el que sólo puede sentir un avaro incorregible. Jura que las malditas babuchas no le harán mayores daños y para estar seguro de ello sale al jardín con una pala y las entierra. Da la casualidad que el vecino de la casa contigua ve a Abu Kassim cavando, tarea inferior, digna tan sólo de un sirviente. El vecino imagina que si el amo de la casa está realizando dicha tarea él mismo, debe de ser con el objeto de enterrar un tesoro. En vista de ello el vecino acude al Califa y denuncia a Abu Kassim, ya que según la legislación del país, todo tesoro que se halle en la tierra es propiedad del Califa.

Abu Kassim es llamado a comparecer ante el Califa, y cuando manifiesta haber enterrado tan sólo un par de babuchas viejas, la corte ríe estruendosamente frente a la flagrante tentativa del mercader de ocultar su actividad verdadera e ilegal. El Califa se enfada al pensar que el mercader le halla suficientemente tonto como para creer una mentira tan ridícula, y conforme con ello aumenta el monto de la multa. Abu Kassim se siente como herido por el rayo al oír la sentencia, pero a pesar de ello se ve obligado a pagar la multa.

En este punto Abu Kassim está empeñado en deshacerse definitivamente de las viejas babuchas. Para asegurarse de que no habrá de tener nuevas dificultades hace una peregrinación a un punto lejano de la ciudad y deja caer las babuchas a un pozo, contemplando cómo se hunden en el fondo del agua. Ocurre, no obstante, que el pozo sirve para proveer de agua a la ciudad y en un momento dado las babuchas tapan las cañerías. Al enviarse a guardias a subsanar la obstrucción, descubren las babuchas y las reconocen, pues todos conocen las babuchas del notorio avaro. Abu Kassim vuelve a comparecer ante el Califa, acusado de ensuciar el agua de la ciudad y la multa que debe pagar esta vez es mucho más elevada que la anterior. Le devuelven, en fin, las babuchas. Abu Kassim decide quemarlas, pero todavía están mojadas, y en vista de ello las pone en el balcón a secar. Las ve un perro y se pone a jugar con ellas. Una de las dos se le cae de entre los dientes y al caer a la calle, debajo, golpea a una mujer que pasa. La mujer está embarazada y la fuerza del golpe le provoca un aborto. El marido acude a la corte y reclama compensación por los daños y perjuicios, que recibe en cantidades generosas. Abu Kassim, astutamente literal, dice que esta historia ilustra los males que pueden recaer sobre un hombre que no cambia sus babuchas con la frecuencia debida. Existe sin duda otro significado subyacente, el concepto del hombre que no consigue librarse de una carga, y esta idea fue la que perturbó tanto a los nórdicos.
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