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Authors: Francisco Martín Moreno

Tags: #Histórico

Arrebatos Carnales (62 page)

BOOK: Arrebatos Carnales
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Sigüenza fue el primero en informarme el resultado del proceso en los siguientes términos:

Después de diez meses finalizó el proceso secreto que le siguió a Sor Juana con una sentencia rigurosa que la obligaba a abjurar de sus errores, a confesarse culpable, a desagraviar a la Purísima Concepción, a no publicar más y a ceder su biblioteca y sus bienes al arzobispo, lo que equivalía además a la anulación expresa de testamento. Los cinco documentos de la abjuración fueron el resultado de ese proceso secreto que culminó en febrero de 1694...

PD: Un dato importante, señora mía: el padre Núñez está ya ciego por las cataratas ¿Dios lo priva de la vista para que no pueda ver sus crímenes? ¿Lo ayuda o lo castiga? Usted dirá...

¿Cuáles errores había cometido mi santa musa? ¿Cuáles? ¿Escribir, pensar, ayudar, componer poesías, destruir dogmas teológicos, rescatar a las mujeres de la infamia, de la ignorancia y del atraso? ¿Nos llaman brutas por analfabetas y nos impiden asistir a academias y universidades? ¡Claro que hombres necios que acusáis a la mujer sin razón sin ver que sois la ocasión de lo mismo que culpáis! ¿Cuándo y en qué circunstancias agravió a la Purísima Concepción? ¿Por qué teniendo cultura y talento y mucho qué decir se le impide publicar, hablar, divulgar sus ideas, difundirlas para arrojar luz y aire en esta caverna. oscura, infectada con aire pestilente y encerrada de siglos, un ambiente en el que crecen y proliferan todo género de bichos malignos? ¿Por qué estar rodeados de éstos en lugar de abrir las ventanas para que huyan, escapen y nos liberen? La limpieza los mata, ¿verdad? Pero sobre todo este fétido ser agusanado, el tal Núñez de Miranda, sabía a ciencia cierta, a través de la diaria confesión, que el máximo orgullo de Sor Juana era, sin duda alguna, su biblioteca, sus libros, a los que les debía cuanto era, había sido y sería. La deuda con sus libros era impagable. La habían alertado, despertado, sacudido, aleccionado, orientado, forjado, formado, ilustrado, ayudado e informado de los puntos de vista de pensadores de todos los tiempos, filósofos ávidos de explicaciones, de revelaciones en torno al mundo y a la vida. Ahora le quitaban a sus padres, a sus hijos, a la fuente de sus ideas, a sus razones de existir, a sus compañeros de desvelos, fatigas y dudas. Se quedaba sola, abandonada y además, ni siquiera podía narrar a falta de papel y tinta lo que acontecía en su interior. ¿Cómo sobrevivir sin narrar cuando había nacido precisamente para ello? La mutilación era total. Se ahogaría en sus propias emociones al no poder vaciarlas, describirlas y consagrarlas. Las conclusiones retenidas se convertirían y se convirtieron en veneno, veneno puro. Su sangre se transformaría en veneno, ella se envenenaría sin poder expresar sus sentimientos. Su mente sería su peor enemiga. ¿Cómo contener una catarata interminable de ideas? Cuando finalmente pudiera seguir el agua su caudaloso cauce, destruiría como enloquecida todo a su paso. Sor Juana moriría en la asfixia. Núñez lo sabía. Núñez la conocía. Núñez hablaba a diario con su superior, el arzobispo. Núñez delataba los puntos débiles de la monja. Núñez aportó el estilete y Aguiar lo hundió y lo removió en la espalda de Sor Juana. Ambos mataron, la mataron. Existen muchas formas de matar, y a mi musa la mataron cuando la privaron de sus libros, de sus plumas, de su tinta y de su papel, con lo cual volvieron a violar el quinto mandamiento: no matarás...

¡Claro que Sor Juana no renunció en forma voluntaria a sus libros, sino que Aguiar Seixas se los incautó, siendo que, según él los vendió para donar el producto de la enajenación venal a la caridad! ¡Cuántos volúmenes de Sor Juana aparecieron después en la reducida biblioteca de este bárbaro, de este salvaje arzobispo de extracción cerril! Cuatro mil ejemplares hablan de la inagotable curiosidad y talento de esta monja sin par, sin igual y sin comparación alguna... ¿Si los cerdos no comen margaritas, para qué iba a desear Aguiar contar con instrumentos mágicos que estimulasen un intelecto del que él carecía? ¿Libros para un marrano? Afortunadamente, como me lo comunicó Sigüenza en su oportunidad y con el debido cuidado, los libros prohibidos, los que hacían
pensar peligroso
, los que
contaminaban la mente
como
El discurso del método
de René Descartes; el
De ratione estudii
de Erasmo; las
Obras
de Platón, el
Amadís de Gaula
,
Historia y milicia cristiana del caballero peregrino
de Alonso de Soria,
Arcadia
del italiano Sannazaro,
Il pastor Fido
de Guarini,
Diana
de Jorge de Montemayor,
La Galatea
de Cervantes,
Ninfas y pastores de Henares
de González . Bobadilla,
Historia de la vida del Buscón llamado don Pablos
de Quevedo,
El peregrino en su patria
y la
Dorotea
de Lope de Vega, la
Ilíada
de Homero, la
Eneida
de Virgilio,
La Divina Comedia
de Dante, el
Orlando furioso
de Ariosto, la
Jerusalén liberada
de Tasso;
La Araucana
de Alonso de la Ercilla;
La Cristiada
de Diego de Hojeda, entre otros más que atraían a Satanás, despertaban los poderes de la carne y del espíritu, y fueron puestos por Sor Juana en buenas manos haciéndolos escapar de la hoguera por haberlos poseído en contra de toda instrucción inquisitorial. ¡Bastardos!

Quise morir, fallecer, que me partiera un rayo cuando leía una copia del texto que había sido obligada a redactar Sor Juana por Aguiar y Seixas y por Núñez de Miranda, su confesor contra toda su voluntad. De acuerdo con lo previsto, se habían lanzado como buitres al acecho de una mujer indefensa. No, no la quemarían junto con su obra poética como el
Primero sueño
o sus autos sacramentales:
El cetro de José
,
El mártir del Sacramento
y
El divino Narciso
o sus comedias como
Los empeños de una casa
,
Amor es más laberinto
o sus trabajos en prosa,
Carta a Sor Filotea de la Cruz; Carta atenagórica, Ejercicios devotos para los nueve días antes de la Purísima Encarnación, Ofrecimientos para el santo Rosario, Respuesta a Sor Filotea
, y sus manuscritos como la
Carta de Serafina de Cristo
, además de un compendio de armonía musical bellamente titulado
El caracol
, entre otras tantas más. Tampoco la torturarían ni la pasearían atada de manos y con un capirote negro en la cabeza como si se tratara de una bruja, no, la destruirían lentamente y en secreto, de la forma más infame y cobarde, de modo que nunca nadie supiera lo acontecido hasta que perdiera la vida de muerte natural... Yo que conozco a mi musa, la otra madre de mi hijo José María Francisco, ella jamás hubiera escrito semejante confesión si no hubieran mediado las amenazas de muerte dictadas clandestinamente y sin identificarse por el malvado Aguiar y Seixas y su cofradía de asesinos.

¿Cómo creer que este escrito lo redactó ella respetando su voluntad? Sólo una Sor Juana que deseaba huir de la hoguera, sabiéndose perdida en una cueva de mandriles rabiosos, unos primates perversos, pudo escribir las siguientes líneas, cuya lectura yo misma no pude concluir sino pasados varios días. La mataban. La mataron. La doblegaron. La descoyuntaron. «Petición, que en forma causídica presenta al tribunal divino la madre Juana Inés de la Cruz, para impetrar perdón de sus culpas», documento estremecedor:

JUANA INÉS DE LA CRUZ, la más indigna e ingrata criatura de cuantas crió vuestra Omnipotencia, y la más desconocida de cuantas crió vuestro amor, parezco ante vuestra divina y sacra Majestad, en la mejor vida: y forma que en el derecho de vuestra misericordia e infinita demencia haya lugar; y postrada con toda reverencia de mi alma ante la Trinidad augustísima; digo:

Que en el pleito que se sigue en el Tribunal de vuestra Justicia contra mis graves, enormes y siniguales pecados, de los cuales me hallo convicta por todos los testigos del Cielo y de la Tierra, y por lo alegado por parte del Fiscal del Crimen de mi propia conciencia, en que halla que debo ser condenada a muerte eterna, y que aun esto será usando conmigo de clemencia por no bastar infinitos Infiernos para mis innumerables crímenes y pecados; y aunque de todo me hallo convicta, y reconozco no merezco perdón ni que me deis lugar de ser oída; con todo, conociendo vuestro infinito amor e inmensa misericordia, y que mientras vivo estoy en tiempo, y que no se me han cerrado los términos del poder apelar de la sentencia al Tribunal de vuestra Misericordia, como de hecho lo hago, suplicándoos me admitáis dicha apelación, por aquel inmenso e incomprensible acto de amor con que por mí sufristeis tan afrentosa muerte, la cual, como quien tiene a ella derecho, os ofrezco en la justificación de mis graves culpas, y con ella ofrezco todos vuestros méritos y el amor mismo que me tenéis y los méritos de vuestra Virgen y Santísima Madre, y Señora mía, y de su esposo y mi amado abogado San José, Ángel Santo de mi Guarda, y de mis Devotos y Universidad de Bienaventurados.

Y aunque lo ofrecido es tanto que con ello queda plenísimamente satisfecha vuestra Justicia y revistado en su entera fuerza y vigor el derecho que yo tengo de hija vuestra y heredera de vuestra Gloria, el cual reproduzco; con todo, por cuanto sabéis vos que ha tantos años que yo vivo en religión, no sólo sin religión sino peor que pudiera un pagano; por compurgar algo de mi parte, de tanto como en esto he faltado y reintegrar algo de las obligaciones que me obligan y que tan mal he cumplido, es mi voluntad volver a tomar el Hábito, y pasar por el año de aprobación, la cual ha de examinar vuestro Ministro, y padre de mi alma, haciendo el oficio de provisor vuestro y examinando mi voluntad y libertad, en que estoy puesta; y por lo tocante a mi dote, ofrezco toda la limosna que de sus virtudes me han dado los Bienaventurados, a quienes la he pedido; y todo lo que faltare, enterarán mi Madre y vuestra, la purísima Virgen María, y su esposo y padre mío, el glorioso Señor San José, los cuales (como me fío de su piedad) se obligarán a dicha dote, cera y propinas.

Por lo cual, a V. Majestad Sacramentada suplico conceda su licencia, venia y permiso a todos los Santos y Ángeles, y especialmente a los que están asignados para ser votos, para que me puedan proponer y recibir a votos de toda la Comunidad Celestial; y estándolo, como lo espero de su piedad, se me dé el Sagrado Hábito de nuestro padre San Jerónimo, a quien pongo por abogado e intercesor, no sólo para que yo sea recibida en su santa Orden, sino para que en compañía de mi madre Santa Paula, me impetre de vos la perseverancia y aumento en la virtud, que siempre os suplico. En todo lo cual recibiré bien y caridad de vuestra clemencia infinita, que proveerá lo que más convenga. Pido Misericordia, y para ellos, etc.

JUANA INÉS DE LA CRUZ

Para justificar el crimen, la Iglesia alegó que la teología católica asegura que Dios es Padre, Hijo y Espíritu Santo y Sor Juana Inés de la Cruz argüía lo contrario... «A lo largo de su poesía, la monja mexicana del siglo XVII apenas se refiere a la Trinidad masculina ortodoxa... En su obra Dios es el Ser Supremo, Autor Divino, Centro, Mente Divina, Majestad Infinita, Divina Esencia, Sumo Poder, Eterna Sabiduría, entre otros...», admite que hace años que vive «no sólo sin Religión sino peor que pudiera un pagano...» Fue menester amordazar a la monja porque hablaba públicamente de asuntos teológicos. No había ni hay lugar en la Iglesia para sacerdotisas... Dios dispuso que la única salvación para una mujer que naciera pobre, decente, hermosa, brillante, consistía en entrar con convicción religiosa, o sin ella, en un convento... Ella armó una conspiración en contra de los hombres para pervertir el orden espiritual y moral de la Nueva España... A lo largo de su obra esconde pensamientos peligrosos y subversivos... Establece un paralelo hermético entre el cristianismo y el paganismo... Su posición adoptada en
Crisis sobre un Sermón
constituye una herejía... El entendimiento humano no es una
potencia libre
, como lo apunta Sor Juana ni tiene por qué asentir o disentir en torno a lo que juzga ser o no ser verdad en asuntos espirituales. ¿ Quién es ella para opinar? ¿ Se encuentra acaso por encima del Santo Padre? Los sacerdotes católicos deben acatar dogmáticamente la autonomía del alma y no cuestionarla como Sor Juana... ¿Cómo aceptar su argumento: «como yo fui libre para disentir de Vieira, lo será cualquiera para disentir de mi dictamen...»? ¡Falso, falso, los dogmas deben acatarse al pie de la letra e imponerse con sangre si fuera necesario en caso de que alguien disintiera... ! Su herejía anti-Trinitaria debe ser castigada con la vida... Sor Juana es una pagana... Debemos silenciar la voz de esta peligrosa mujer por los siglos de los siglos...

Si cuando fui informada del juicio secreto al que se sometía a mi musa caí víctima de un pavoroso desconsuelo —¿culpas...?, ¿cuáles culpas graves, enormes, de las cuales se halla convicta?, ¿cuáles, Dios mío?, apiádate de nosotras las mujeres—, cuando supe que se le había obligado a redactar con gotas de su propia sangre la siguiente protesta, otra canallada de Aguiar, me desplomé de rodillas. ¿Con sangre...? Sí, con sangre... ¡Alabado sea el Señor y respetados sean sus santos e inescrutables designios...! ¡Claro que Aguiar y Seixas estaba sentado al lado de Sor Juana, dictándole sus consignas infamantes, amenazándola con ser reducida en la hoguera, de no cumplir al pie de la letra sus instrucciones! ¡Él mismo llevó el cuchillo para que mi ilustre monja se abriera las venas y pudiera escribir! Éste es el texto que hizo publicar Aguiar y Seixas para lavarse las manos de toda responsabilidad y evitar una confrontación con la corona española patrocinada por nosotros, los ex virreyes. En todo momento se llamó inocente alegando que Sor Juana se había arrepentido
motu
proprio
cuando en realidad ella jamás se arrepintió tal y como se demuestra en las sangrientas líneas, vergonzosas para la Iglesia católica, que cito a continuación:

Hoy 5 de marzo de 1694 se fecha la "Protesta que rubricada con su sangre, hizo de su fe y amor a Dios la madre Juana Inés de la Cruz, al tiempo de abandonar los estudios humanos para proseguir, desembarazada de este afecto, en el camino de la perfección». YO, JUANA INÉS DE LA CRUZ, protesto para ahora y para toda la eternidad, que creo en un solo Dios todopoderoso, Creador del Cielo y de la Tierra y de todas las cosas; y creo el misterio augustísimo de la Santísima Trinidad, que son tres Personas distintas y un solo Dios verdadero; que de estas tres personas, la segunda, que es el Divino Verbo, por redimirnos, se encarnó y se hizo hombre en el vientre virginal de María Santísima siempre virgen y Señora nuestra; y que después padeció muerte y pasión y resucitó al tercer día entre los muertos y está sentado a la diestra de Dios Padre. Creo también que el día final ha de venir a juzgar todos los hombres, para darles premio o castigo según sus obras. Creo que en el Sacramento de la Eucaristía está el verdadero Cuerpo de Cristo nuestro Señor; y en fin, creo todo aquello que cree y confiesa la Santa Madre Iglesia Católica nuestra madre, en cuya obediencia quiero morir y vivir, sin que jamás falte a obedecer lo que determinare, dando mil veces la vida primero que faltar mi dudar en algo de cuanto nos manda creer; por cuya defensa estoy puesta a derramar la sangre y defender a todo riesgo la santa Fe que profeso, no sólo creyéndola o adorándola con el corazón, sino confesándola con la boca en todo tiempo y a todo riesgo. La cual protesta quiero que sea perpetua, y me valga a la hora de mi muerte, muriendo debajo de esta disposición y en esta Fe y creencia, en la cual es mi intento pedir confesión de mis culpas, aunque me falten signos exteriores que lo expresen.

Y me duelo íntimamente de haber ofendido a Dios, sólo por ser quien es y porque le amo sobre todas las cosas, en cuya bondad espero que me ha de perdonar mis pecados sólo por su infinita misericordia y por la preciosísima sangre que derramó por redimirnos, y por la intercesión de su Madre Purísima. Todo lo cual ofrezco en satisfacción de mis culpas; y postrada ante el acatamiento divino, en presencia de todas las criaturas del Cielo y de la Tierra, hago esta nueva protestación, reiteración y confesión de la Santa Fe; y suplico a toda la Santísima Trinidad la acepte y me dé gracia para servirle y cumplir sus santos mandamientos, así como me dio graciosamente la dicha de conocer y creer sus verdades.

Asimismo reitero el voto que tengo ya hecho de creer y defender que la siempre Virgen María nuestra Señora fue concebida sin mancha de pecado en el primer instante de su ser purísimo; y asimismo creo que ella sola tiene mayor gracia a que corresponde mayor gloria que todos los ángeles y santos juntos; y hago voto de defender y creer cualquiera privilegio suyo que no se oponga a nuestra Fe, creyendo que es todo lo que no es ser Dios; y protestada con el alma y corazón en la presencia de esta divina Señora y su glorioso Esposo el Señor San José" y de sus santísimos padres Joaquín y Ana, les suplico humildemente me reciban por su esclava, que me obligo a serlo toda la eternidad. y en señal de cuánto deseo derramar la sangre en defensa de estas verdades, lo firmo con ella, en cinco de marzo del año de mil seiscientos y noventa y cuatro.

JUANA INÉS DE LA CRUZ

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