Amor bajo el espino blanco (42 page)

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Authors: Ai Mi

Tags: #Drama, Romántico

BOOK: Amor bajo el espino blanco
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Él se la quedó mirando un rato y a continuación agarró los pechos y le preguntó:

—¿También tienes uno más grande que el otro?

Jingqiu asintió.

—El derecho es un poco más grande, y cuando llevo sujetador tengo que agrandarme un poco la copa derecha.

Él se hundió bajo las sábanas y se quedó ahí abajo un buen rato, mirando, hasta que al final asomó la cabeza y dijo:

—Cuando estás echada no se nota. Incorpórate y enséñamelo. —Ella se incorporó y él confirmó que había uno algo más grande—. ¿Puedo dibujarte? He estudiado un poco de dibujo. Cuando se haga de día iré a la sala a buscar papel y una pluma.

—¿Para qué quieres dibujarme?

—Para poder mirarte todos los días… Pero, si no quieres, no te dibujo.

—No es eso, es solo que no te hace falta. Puedo enseñarte mi cuerpo todos los días.

—Sigo queriendo dibujarte.

Por la mañana se fue a buscar papel y pluma, colocó a Jingqiu en pose sobre la cama y le echó la manta por los hombros. La miró y a continuación dejó que se metiera bajo las mantas. La dibujaba un rato, levantaba la vista y luego dibujaba un poco más. No tardó en acabar el dibujo. Se lo enseñó y, aunque no era más que un esbozo, se le parecía mucho.

—No dejes que nadie lo vea o te encerrarán por pervertido.

—¿Cómo voy a permitir que nadie más lo vea? —dijo él riendo.

Aquel día ella se quedó desnuda bajo las mantas mientras él salía a vaciar la cuña, recogía agua para que ella se lavara e iba al comedor del hospital en busca de algo de comer. Con una camiseta por encima de los hombros, Jingqiu permaneció incorporada en la cama, comiendo. Al terminar se sumergió bajo la colcha y él también se quitó la ropa y se metió con ella. Se quedaron acurrucados hasta media hora antes de que saliera el último autobús en dirección a Río Yanjia. Entonces saltaron de la cama, se pusieron la ropa a toda prisa y corrieron hacia la estación.

Mientras recordaba aquel día, Jingqiu se dio cuenta de que él lo había planeado todo para que ella pudiera seguir viviendo, y que lo había acusado falsamente de ser egoísta e inmoral. Mayor Tercero no había hecho nada malo. La abrumaba la pena. Ya habían pasado casi seis meses desde la última vez que se vieran, y si a él le habían dicho el diagnóstico el día que se cortó, entonces de eso hacía ocho o nueve meses. Debía de haber muerto a final de año.

El día que pasaron juntos Mayor Tercero dijo que el hecho de que su cosa se hinchara «significa que aún tardaré un poco en morir». Aquella cosa se le hinchó regularmente durante el día, ¿y no significaba eso que viviría mucho tiempo? De repente Jingqiu se sentía optimista. A lo mejor gozaba de una salud estupenda, incluso estaba vivo. Tenía que encontrarlo y, si se había ido, quería saber dónde estaba enterrado. No podía seguir con aquella incertidumbre.

Jingqiu se dio cuenta de que su primera pista era Fang, porque ella había estado al corriente de su enfermedad y a lo mejor conocía su dirección en Anhui. Fang le había dicho que la ignoraba, quizá porque así se lo había indicado Mayor Tercero. Si le prometía a Fang que no pensaba suicidarse, entonces ella le daría la dirección.

Aquel domingo Jingqiu se acercó hasta Aldea Occidental y fue directamente a la casa de Fang. La tía Zhang y los demás se sorprendieron al verla, pero le ofrecieron una cálida bienvenida. Lin ya se había casado; su mujer procedía de una pequeña región montañosa muy distante. Era muy guapa, y los dos vivían con la tía Zhang mientras se construían una casa nueva.

Jingqiu saludó a todo el mundo y a continuación se fue a la habitación de Fang para hablar con ella.

—De verdad que desconozco la dirección de Mayor Tercero —contestó Fang a las preguntas de Jingqiu, ofendida—. Si la supiera, ¿por qué no te la iba a dar? Habría ido contigo para ayudarte a buscarlo.

Jingqiu no la creyó.

—No le dijo a nadie que estaba enfermo, solo a ti. Seguro que te dio su dirección.

—A mí no me dijo que tuviera leucemia, fue mi hermano quien se lo oyó comentar mientras Mayor Tercero hablaba por teléfono en Río Yanjia. Es el segundo miembro de la segunda unidad que la padece, y le pedía a la unidad que mandaran a alguien a investigar para ver si tenía algo que ver con el lugar donde trabajaban.

—Entonces, ¿por qué no me lo dijiste cuando vine a la escuela después de que se marchara?

—Le dijiste que te habías enterado por mí, y él vino a preguntarme por qué lo sabía. Se lo conté, y me dijo que no te lo contara, que te dijera que era él quien me lo había contado. Dijo que era una suerte que no te hubieran llegado aquellas cartas, pues en ellas te explicaba que temía haber contraído la enfermedad mientras estaba por aquí, que fuera algo ambiental, y quería advertirte.

Jingqiu dijo, apaciguada:

—¿Así que es un problema ambiental?

—Probablemente no. La otra persona que la contrajo estaba en la unidad geológica. Se marchó después de una temporada, y nadie sabe si fue porque había acabado el trabajo o por otro motivo…

—¿Mayor Tercero se fue con la unidad?

—Se marchó a final de año, dijo que iba a Anhui. No hemos tenido más noticias de él.

Jingqiu decidió utilizar las vacaciones del Día del Trabajo para ir a Anhui en busca de Mayor Tercero con la esperanza de volver a verlo. Y, si no lo encontraba, esperaba al menos poder visitar su tumba. Sabía que Mayor Tercero había nacido en Hefei, la capital de la provincia, pero ignoraba exactamente dónde. «Su padre es comandante militar del distrito, todo lo que tengo que hacer es encontrar la comandancia del distrito de Anhui, y ahí probablemente encontraré al comandante. Y, cuando dé con su padre, probablemente daré con el hijo».

Tendría que pedirle a la señora Jiang que la ayudara a comprar un billete a Hefei para las vacaciones del Día del Trabajo. El padre de uno de los alumnos de la señora Jiang trabajaba en la estación y pudo comprarle un billete. Durante las vacaciones los trenes siempre iban abarrotados, y ella no tenía tiempo de ir y hacer cola, y de todos modos, aunque hiciera la cola, a lo mejor no conseguía billete.

La señora Jiang consintió en ayudarla, pero estaba muy preocupada.

—¿Vas a ir sola? Es peligroso. Tu madre no te lo permitirá.

Jingqiu le dijo que iba a buscar a Mayor Tercero y le pidió ayuda a la señora Jiang fueran cuales fueran las consecuencias. Si no iba durante las vacaciones del Día del Trabajo, tendría que esperar a las vacaciones de verano, y por entonces habría menos esperanzas de encontrarlo vivo.

La señora Jiang había comprado billetes hacía unos días, pero compró dos, y le dijo que ella la acompañaría para que no tuviera que ir sola. La señora Jiang fue a hablar con la madre de Jingqiu y le dijo que quería llevar a su hijo pequeño, Hermano Pequeño, a visitar a unos amigos de Hefei, pero que, como le sería difícil cuidarlo sola, quería que Jingqiu la acompañara. La madre de Jingqiu no puso ninguna objeción y estuvo de acuerdo enseguida.

Jingqiu y la señora Jiang llevaron a Hermano Pequeño en tren y, en cuanto llegaron a Hefei, lo dejaron con una amiga de la señora Jiang, la señora Hu. Al día siguiente Jingqiu y la señora Jiang tomaron distintos autobuses en compañía de Hermano Pequeño, hasta que al final encontraron la comandancia del distrito. Se ubicaba en un lugar llamado Sierra de la Flor del Melocotonero y lo rodeaba una alta tapia. Desde fuera podías ver los árboles sobre las colinas del otro lado. Todos estaban en flor y parecía un paraíso en la tierra. Qué suerte que Mayor Tercero hubiera vuelto a su tierra, se dijo Jingqiu al ver la belleza del lugar. Es mucho más bonito estar aquí que en mi pequeña habitación. Solo espero que no se haya ido.

La verja estaba protegida por un soldado armado. Dijeron que buscaban al comandante del distrito Sun, pero el guarda no las dejó entrar y les dijo que el comandante del distrito no se llamaba Sun. A lo mejor se habían equivocado.

—¿No hay ningún adjunto al comandante que se llame Sun, o algún otro cuadro importante?

El guarda lo comprobó, pero dijo que no.

—¿Cómo se llama el comandante del distrito? —preguntó Jingqiu.

El soldado se negó a contestar.

—Tanto da cómo se llame —dijo la señora Jiang—. Hemos venido aquí para ver al comandante del distrito.

El soldado tuvo que hacer una llamada para pedir permiso. Esperaron un rato hasta que volvió a salir, y dijo que el comandante no estaba.

—¿Hay alguien con quien podamos hablar? —preguntó Jingqiu. Solo quería preguntar por su hijo.

El soldado hizo otra llamada. Cada llamada duraba una eternidad.

—¿Por qué tardas tanto? —preguntó la señora Jiang cuando volvió.

—No hay línea directa con el comandante del distrito —explicó el soldado—. Primero hay que llamar a una oficina y ellos te ponen. Se tarda mucho.

Después de muchas idas y venidas, lo único que habían descubierto era que la familia del comandante del distrito estaba fuera, quizá de vacaciones. Cuando preguntaron dónde iban los mandos de vacaciones, el soldado se negó a contestar, como si temiera que les tendieran una emboscada en la carretera.

Jingqiu estaba desanimada. Nunca, nunca debería haberle dicho que quería morir con él. Si ese era su deseo, debería haberlo cumplido sin anunciarlo con tanta antelación. ¿Acaso no le preocupaba asustarlo?

Capítulo 36

Abatida, Jingqiu cogió el tren de vuelta a Yichang. Mientras se dirigía a Anhui, había albergado grandes esperanzas de que, aunque no pudiera ver a Mayor Tercero, al menos pudiera visitar a su familia, y, si ya había muerto, que le dijeran dónde estaba la tumba. ¿Cómo iba a suponer que no le dejarían pasar de la verja?

—A lo mejor no nos han dejado entrar porque no llevábamos una carta de nuestra unidad de trabajo —dijo la señora Jiang—. La próxima vez me acordaré de hacer que nuestra unidad de trabajo nos entregue una, así podremos entrar.

—Pero el soldado dijo que el comandante del distrito ni siquiera se llamaba Sun…

—A lo mejor es el nombre de su madre. ¿No te dijo que cuando su padre se enfrentó a toda la familia lo echaron del ejército? Debió de regresar solo cuando lo perdonaron.

Jingqiu se dijo que el análisis de la señora Jiang debía de ser bastante acertado, pero hasta las vacaciones de verano no podría volver, y quién sabía si seguiría allí.

—Toda la familia se ha ido —dijo la señora Jiang—, lo cual es una buena y mala noticia. La mala es que probablemente no lo veremos, y la buena es que, si se han ido todos de vacaciones, no creo que recientemente haya habido una tragedia en la familia.

La señora Jiang tenía razón. Si Mayor Tercero estaba en el hospital, o había muerto, ¿cómo iba a irse de viaje su familia? Debía de haberse recuperado, o quizá el hospital militar de Yichang se había equivocado en el diagnóstico. Mayor Tercero había regresado a Anhui y había acudido a diferentes hospitales que le habían confirmado que no padecía leucemia, para alegría de todos. O quizá la unidad geológica había quedado disuelta, y Mayor Tercero había decidido permanecer en Anhui.

Imaginó que Mayor Tercero estaba con su padre y su hermano pequeño, visitando algún lugar hermoso, haciéndose fotos unos a otros, e incluso pidiendo a los transeúntes que les sacaran una foto a los tres. Podía verlo con tal claridad, con tal viveza que incluso le pareció oír el sonido de su risa.

Jingqiu inmediatamente comenzó a dudar de su propia fantasía.

—Si se encuentra mejor, ¿por qué no ha venido a verme? —le preguntó a la señora Jiang.

—¿Cómo sabes que no ha ido a buscarte? Quizá en este momento está en Yichang, y nos hemos cruzado por el camino. Es muy posible que eso sea lo que ha pasado. A lo mejor llegas a casa y te lo encuentras sentado ahí, esperándote, mientras tu madre lo acribilla a preguntas.

Jingqiu se acordó de la cara de Mayor Tercero la última vez que su madre lo interrogó, y no pudo evitar sonreír. Al estar impaciente por volver a casa, deseaba que el tren fuera más deprisa. Ya era entrada la noche cuando llegaron. Mayor Tercero no estaba en su casa, pero su madre dijo que había venido Zhou Jianxin, aunque no le había dicho lo que quería. Estuvo esperando un rato y luego se marchó.

Jingqiu se sentía tremendamente decepcionada. ¿Por qué había venido Pequeño Zhou, y no Sun Jianxin?

Aquella noche no pudo dormir, así que le escribió una carta al comandante del distrito de Anhui. Le habló de la enfermedad de Mayor Tercero y, a regañadientes, incluyó una de las pocas fotos suyas que tenía, suplicándole al comandante que la ayudara a encontrar a Sun Jianxin. Comenzaba a creer que el padre de Mayor Tercero no era en realidad el comandante del distrito, sino un mando del ejército de nivel inferior. Pero estaba segura de que el comandante sería capaz de encontrarlo.

Al día siguiente envió la carta certificada, sabiendo que, a pesar de tardar más, llegaría seguro. Ya había renunciado a los milagros y no tenía más opción que prepararse para lo peor, la posibilidad de que ni siquiera el comandante del distrito fuera capaz de encontrar a Mayor Tercero. Si ese era el caso, regresaría a Anhui todos los veranos hasta dar con él.

La mañana del Día de la Juventud, el 4 de mayo, la Escuela Secundaria n.º 8 se sumó a la celebración. Como siempre, Jingqiu tocó el acordeón en los números musicales de cada clase. Justo cuando acababa de tocar una de las piezas, un profesor entró para decirle que fuera la esperaba un camarada del Ejército de Liberación Popular, y que era urgente. Estaba en la recepción, junto a la verja principal. Jingqiu acababa de enviar la carta, y parecía imposible que el padre de Mayor Tercero ya la hubiera recibido. La única posibilidad es que hubiera vuelto de las vacaciones, y, al enterarse de que ella lo había estado buscando, hubiera mandado a alguien a verla.

Pero eso tampoco parecía posible, pues no le había dado al soldado su dirección, con lo que era imposible que la encontrara.

Sumida en la incertidumbre, corrió hasta la recepción y enseguida dio con un joven soldado que se parecía increíblemente a Mayor Tercero. Al verla, se acercó a ella y le preguntó:

—¿Camarada Jingqiu? Me llamo Sun Jianmin, y soy el hermano pequeño de Sun Jianxin. En este momento mi hermano se encuentra muy mal. ¿Querrías acompañarme al hospital?

A Jingqiu se le aflojaron las piernas.

—¿Qué le pasa?

—Entremos en el coche y te lo contaré por el camino. Llevo esperando un rato. Mi idea era ir a buscarte enseguida, pero, como estáis de celebraciones, la verja del recinto estaba cerrada con llave.

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