Tormenta de Espadas (43 page)

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Authors: George R. R. Martin

Tags: #Fantástico

BOOK: Tormenta de Espadas
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—Sin duda merecen la muerte, Alteza —suspiró Varys—, eso nadie lo puede negar. Pero, de todos modos, tal vez lo mejor sería enviarlos a servir en la Guardia de la Noche. En los últimos tiempos hemos recibido mensajes muy preocupantes procedentes del Muro. Hay movimiento entre los salvajes...

—Salvajes, krakens y dragones. —Mace Tyrell soltó una risita—. ¿Queda alguien que no se esté moviendo?

—Los desertores nos servirán para dar una lección —dijo Lord Tywin, haciendo caso omiso del comentario—. Que les rompan las rodillas a martillazos. No volverán a salir huyendo. Tampoco lo hará ningún hombre que los vea mendigar por las calles. —Recorrió con la mirada a los presentes para ver si alguno de los otros señores se mostraba en desacuerdo.

Tyrion recordó su visita al Muro y los cangrejos que había compartido con el anciano Lord Mormont y sus oficiales. Recordó también los temores del Viejo Oso.

—A lo mejor podríamos romperles las rodillas a unos cuantos para dejar clara nuestra posición. A los que mataron a Ser Jacelyn, por ejemplo. A los demás se los podríamos enviar a Marsh. La Guardia está muy mermada, y si el Muro cayera...

—Los salvajes invadirían el norte —terminó su padre—, y los Stark y los Greyjoy tendrán otro enemigo que combatir. Por lo visto ya no quieren estar sometidos al Trono de Hierro, así que, ¿con qué derecho piden nuestra ayuda? Tanto el rey Robb como el rey Balon quieren el norte. Muy bien, pues que lo defiendan si pueden. Y si no, tal vez ese Mance Rayder resulte un aliado poderoso. —Lord Tywin miró a su hermano—. ¿Alguna cosa más?

—Hemos terminado —dijo Ser Kevan con un gesto de negación—. Mis señores, sin duda Su Alteza el rey Joffrey querría daros las gracias a todos por vuestra sabiduría y vuestros buenos consejos.

—Quiero hablar en privado con mis hijos —dijo Lord Tywin mientras los demás se levantaban para salir—. También contigo, Kevan.

Obedientes, el resto de los consejeros se despidieron y fueron saliendo, Varys en primer lugar, y Tyrell y Redwyne los últimos. Cuando en la sala sólo quedaron los cuatro Lannister, Ser Kevan cerró la puerta.

—¿Consejero de la moneda? —dijo Tyrion con voz tensa—. ¿Podéis decirme a quién se le ha ocurrido semejante idea?

—A Lord Petyr —respondió su padre—, pero nos conviene tener el tesoro en manos de un Lannister. Has pedido que se te encomendara un trabajo importante. ¿Tienes miedo de no estar a la altura de esta tarea?

—No —replicó Tyrion—. Tengo miedo de que haya una trampa. Meñique es sutil y ambicioso. No confío en él. Tú tampoco deberías.

—Nos ha conseguido la alianza de Altojardín... —empezó Cersei.

—Sí, y a ti te entregó a Ned Stark, ya lo sé. Lo mismo le daría vendernos a nosotros. En malas manos, una moneda es tan peligrosa como una espada.

—Para nosotros, no. —Su tío Kevan lo miraba con gesto extraño—. El oro de Roca Casterly...

—No es más que estiércol en el suelo. El oro de Meñique brota del aire, sólo tiene que chasquear los dedos.

—Una excelente habilidad —ronroneó Cersei con la dulce voz impregnada de malicia—, mucho más útil que cualquiera de las tuyas, mi querido hermano.

—Meñique es un mentiroso...

—Y negro, dijo el cuervo al grajo.

—¡Basta ya! —exclamó Lord Tywin dando un palmetazo sobre la mesa—. No quiero oír ni una discusión más. Los dos sois Lannisters, comportaos como tales.

Ser Kevan carraspeó para aclararse la garganta.

—Prefiero ver a Petyr Baelish al frente del Nido de Águilas que a ningún otro de los pretendientes de Lady Lysa. Yohn Royce, Lyn Corbray, Horton Redfort... son hombres peligrosos, cada uno a su manera. Y también orgullosos. Puede que Meñique sea astuto, pero no es de noble cuna, ni diestro con las armas. Los señores del Valle no lo aceptarán. —Miró a su hermano. Al ver que Lord Tywin asentía, siguió hablando—. Además, Lord Petyr nos ha demostrado su lealtad una y otra vez. Ayer mismo nos trajo la nueva de un complot para llevar a Sansa Stark a Altojardín para una «visita», y una vez allí casarla con el hijo mayor de Lord Mace, Willas.

—¿Que Meñique trajo la noticia? —Tyrion se inclinó sobre la mesa—. ¿No fue el amo de los susurros? Qué interesante.

—Sansa es mi rehén. —Cersei miraba a su tío incrédula—. No irá a ninguna parte sin mi consentimiento.

—Consentimiento que te verás obligada a otorgar si Lord Tyrell te lo solicita —señaló su padre—. Negárselo sería lo mismo que declarar que no confiamos en él. Lo tomaría como una ofensa.

—Pues que lo tome. ¿A nosotros qué nos importa?

«Estúpida de mierda», pensó Tyrion.

—Querida hermana —explicó con paciencia—, si ofendes a Tyrell ofendes también a Redwyne, a Tarly, a Rowan y a Hightower, y quizá empiecen a preguntarse si Robb Stark no sería más receptivo a sus deseos.

—No permitiré que la rosa y el huargo estén juntos en la cama —declaró Lord Tywin—. Tenemos que anticiparnos a él.

—¿Cómo? —preguntó Cersei.

—Mediante matrimonios. Para empezar, el tuyo.

Fue tan repentino que Cersei se quedó helada un instante. Luego, sus mejillas enrojecieron como si la hubieran abofeteado.

—No. Otra vez no. Me niego.

—Alteza —dijo Ser Kevan con toda cortesía—, sois una mujer joven, todavía hermosa y fértil. Sin duda no querréis pasaros el resto de la vida sola. Además, un nuevo matrimonio pondría fin de una vez por todas a esas habladurías sobre incestos.

—Mientras sigas sin casarte, darás pie a que Stannis siga difundiendo esos rumores repugnantes —dijo Lord Tywin a su hija—. Debes aceptar en tu lecho a un nuevo marido, y engendrar más hijos.

—¡Tres hijos son más que suficientes! ¡Soy la reina de los Siete Reinos, no una yegua para aparearme! ¡Soy la reina regente!

—Eres mi hija, y harás lo que te ordene.

—No me quedaré aquí sentada escuchando... —dijo Cersei poniéndose en pie.

—Te quedarás —dijo Lord Tywin con tranquilidad—, si es que quieres dar tu opinión sobre quién será tu marido.

Cuando la vio titubear un instante y volver a sentarse, Tyrion supo que estaba derrotada, pese a su declaración.

—¡Me niego a volver a casarme!

—Te casarás y tendrás hijos. Cada hijo que engendres dejará por mentiroso a Stannis. —Los ojos de su padre parecían tener el poder de clavarla en la silla—. Mace Tyrell, Paxter Redwyne y Doran Martell están casados con mujeres más jóvenes que ellos y que, probablemente, los sobrevivirán. La esposa de Balon Greyjoy es anciana y frágil, pero un matrimonio así nos comprometería a una alianza con las Islas de Hierro, y todavía no sé si es lo que más nos conviene.

—No —dijo Cersei, sin apenas mover los labios blancos—. No, no, no.

Tyrion casi no podía ocultar la sonrisa que le afloraba al rostro ante la sola idea de enviar a su hermana a Pyke.

«Justo cuando iba a dejar de rezar, algún dios bondadoso me hace este regalo.»

—Oberyn Martell sería un buen partido, pero los Tyrell lo tomarían como un insulto —siguió Lord Tywin—. Así que tenemos que tomar en cuenta a los hijos. ¿Puedo dar por supuesto que no te opones a casarte con un hombre más joven que tú?

—Me opongo a casarme con ningún...

—He tenido en cuenta a los gemelos Redwyne, a Theon Greyjoy, a Quentyn Martell y a muchos otros. Pero nuestra alianza con Altojardín fue la espada que derribó a Stannis. Hay que templarla y fortalecerla. Ser Loras ha vestido el blanco, y Ser Garlan está casado con una Fossoway, pero queda el hijo mayor, el muchacho al que planean casar con Sansa Stark.

«Willas Tyrell.» Tyrion sentía un perverso placer ante la furia impotente de Cersei.

—¿Te refieres al tullido? —señaló.

Su padre lo paralizó con una mirada.

—Willas es el heredero de Altojardín y, según todos los informes, se trata de un joven plácido y cortés, aficionado a leer libros y a contemplar las estrellas. Su pasión es la cría de animales y posee los mejores sabuesos, halcones y caballos de los Siete Reinos.

«La pareja ideal —rió Tyrion para sus adentros—. Cersei también es una apasionada de la cría.» Compadecía al pobre Willas, y no sabía si reírse de su hermana o llorar por ella.

—El heredero de los Tyrell es el perfecto para mí —concluyó Lord Tywin—, pero si prefieres a otro, escucharé tus motivos.

—Es muy amable por tu parte, padre —replicó Cersei con cortesía gélida—. La elección que me presentas es difícil. ¿Con quién es mejor que me acueste, con el viejo pulpo o con el tullido chico de los perros? Tendré que pensármelo unos días. ¿Me das tu permiso para retirarme?

«Tú eres la reina —le hubiera gustado decir a Tyrion—, el que te debería pedir permiso es él.»

—Te lo doy —respondió su padre—. Hablaremos de nuevo cuando hayas recuperado la compostura. Recuerda cuál es tu deber.

Cersei salió de la estancia caminando deprisa, rígida, rabiosa.

«Pero acabará por acatar la voluntad de nuestro padre. —Ya lo había hecho con Robert—. Aunque ahora hay que tener en cuenta a Jaime.» Su hermano había sido mucho más joven en el momento del primer matrimonio de Cersei; tal vez no accediera con tanta facilidad al segundo. El desdichado Willas Tyrell era el candidato ideal a contraer una letal enfermedad causada por una espada en las tripas, cosa que sin duda daría al traste con la alianza entre Altojardín y Roca Casterly. «Tendría que decir algo, pero ¿qué? ¿Algo como "Perdona, padre, pero con quien Cersei quiere casarse es con nuestro hermano"?»

—Tyrion.

—Me ha parecido oír al heraldo llamándome a la liza. —Sonrió con aire resignado.

—Esa afición que tienes por las putas es tu debilidad —dijo Lord Tywin sin preámbulos—, pero puede que parte de la culpa me corresponda a mí. Como tienes la estatura de un niño, me resulta sencillo olvidar que en realidad eres un adulto, con las necesidades viles de un hombre. Ya deberías haberte casado.

«Estuve casado, ¿no te acuerdas?» Tyrion retorció la boca, y el sonido que emitió estaba a medio camino entre una carcajada y un gruñido.

—¿Te hace gracia la perspectiva de casarte?

—No, sólo me estaba imaginando qué novio más guapo voy a resultar.

Tal vez una esposa fuera justo lo que necesitaba. Si le aportaba tierras y un castillo, eso le proporcionaría un lugar en el mundo lejos de la corte de Joffrey... y de Cersei, y de su padre.

Por otro lado estaba Shae.

«Esto no le va a hacer la menor gracia, por mucho que diga que se conforma con ser mi puta.»

Pero, desde luego, no era un asunto que plantearle a su padre, de manera que Tyrion se incorporó lo más alto que pudo en su asiento.

—Pretendes que me case con Sansa Stark —dijo—. Pero ¿no crees que los Tyrell tomarán el compromiso como una afrenta, ya que tienen otros planes para esa niña?

—Lord Tyrell no sacará a colación el tema de la joven Stark hasta después de la boda de Joffrey. Si Sansa contrae matrimonio antes, ¿cómo se puede sentir afrentado? No nos había dado ningún indicio de sus intenciones.

—Así es —dijo Ser Kevan—. Y si persiste algún atisbo de resentimiento, se olvidará cuando ofrezcamos a Cersei para su Willas.

Tyrion se frotó los restos de su nariz. En ocasiones la cicatriz reciente le picaba de manera insoportable.

—Su Alteza la pústula real ha hecho desgraciada a Sansa hasta límites horribles desde el día en que murió su padre, y ahora que por fin se ve libre de Joffrey os proponéis casarla conmigo. Me parece de una crueldad inaudita. Incluso para ti, padre.

—¿Por qué, tienes intención de maltratarla? —En la voz de su padre había más curiosidad que preocupación—. La felicidad de esa cría no es mi objetivo, ni tampoco debería ser el tuyo. En el sur, nuestras alianzas son tan sólidas como Roca Casterly, pero aún tenemos que ganar el norte, y la llave del norte es Sansa Stark.

—No es más que una niña.

—Tu hermana asegura que ya ha florecido, de modo que es una mujer, y se puede casar. Tienes que quitarle la virginidad, de modo que nadie pueda decir que el matrimonio no ha sido consumado. Después, si quieres esperar un año o dos antes de volver a acostarte con ella, estarás en tu derecho como esposo.

«Shae es la mujer a la que necesito ahora mismo —pensó—, y digas lo que digas, Sansa no es más que una niña.»

—Si tu objetivo es apartarla de los Tyrell, ¿por qué no se la devuelves a su madre? Tal vez eso convencería a Robb Stark de que se arrodillara ante el rey.

—Si la envío a Aguasdulces —le espetó Lord Tywin con una mirada despectiva—, su madre la emparejará con un Blackwood o un Mallister para cimentar las alianzas de su hijo en el Tridente. Si la envío al norte, antes de un mes estará casada con algún Manderly o con un Umber. Pero aquí en la corte no es menos peligrosa, como ha demostrado este problema con los Tyrell. Se tiene que casar con un Lannister, cuanto antes.

—El hombre que se case con Sansa Stark tendrá derechos sobre Invernalia —intervino su tío Kevan—. ¿No se te había ocurrido?

—Si tú no te quieres casar con ella, se la ofreceré a cualquiera de tus primos —dijo su padre—. Kevan, ¿crees que Lancel tendrá fuerzas para casarse?

—Si llevamos a la niña junto a su lecho, podrá pronunciar el juramento... —Ser Kevan titubeó un instante—. Pero de consumarlo, ni hablar... No, propondría a uno de los gemelos, pero los Stark los tienen prisioneros en Aguasdulces. También tienen a Tion, el hijo de Genna, que sería otro posible candidato.

Tyrion dejó que siguieran con la comedia. Sabía que la estaban representando sólo para él.

«Sansa Stark», caviló. Sansa, de palabras tan gentiles y de fragancia tan dulce, que adoraba las sedas, las canciones, la galantería y a los caballeros altos y gráciles de rostros hermosos. Se sintió como si estuviera de nuevo en el embarcadero, con el muelle meciéndose bajo sus pies.

—Me pediste que te recompensara por tu valor en la batalla —le recordó Lord Tywin con energía—. Ésta es tu oportunidad, Tyrion, la mejor que vas a tener jamás. —Tamborileó con los dedos sobre la mesa, impaciente—. Hubo un tiempo en que quise casar a tu hermano con Lysa Tully, pero Aerys hizo a Jaime miembro de su Guardia Real antes de que llegáramos a un acuerdo. Cuando propuse a Lord Hoster que Lysa se casara a cambio contigo, me replicó que quería a un hombre entero para su hija.

«De modo que la casó con Jon Arryn, que tenía edad para ser su abuelo.» Dado lo que había llegado a ser Lysa Arryn, Tyrion sentía más gratitud que rencor.

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