Rumbo al cosmos (53 page)

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Authors: Javier Casado

BOOK: Rumbo al cosmos
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Mucho más que un nudo

Aunque el Nodo 3 fue concebido inicialmente como un simple nudo de interconexión de módulos, en la realidad ha terminado siendo mucho más. En sus 7 metros de longitud por 4,5 metros de diámetro se alojan, entre otros, diferentes equipos de soporte vital que refuerzan los ya existentes en la estación, como un generador de oxígeno, un filtro de CO2, una unidad de control de la presión y composición del aire a bordo, y un sistema de reciclado de agua potable. También se han añadido al Nodo 3 otros equipos de mayor tamaño que deberían haber equipado módulos cancelados, como una nueva unidad higiénico-sanitaria (un nuevo váter) y un completo equipo de ejercicios para la tripulación que incluye una nueva cinta de correr y otros sistemas que lo convierten casi en un mini-gimnasio. Diversos equipamientos electrónicos, un subsistema de control térmico autónomo y las conexiones necesarias (cables eléctricos y de datos, y tuberías de agua) para conectar adecuadamente los diferentes módulos, culminan el completo equipamiento de este en apariencia sencillo elemento de la estación espacial.

Imagen: El Nodo 3, bautizado como “Tranquility”, en el proceso de su acoplamiento a la Estación Espacial Internacional el 12 de febrero de 2010. Sobre él se instalaría poco después la cúpula. A la derecha, en primer plano, una nave Soyuz acoplada a la estación. (
Foto: NASA
)

Una habitación con vistas

En uno de los puertos del Nodo 3 se amarrará la cúpula, un pequeño módulo que en sus 2 metros de diámetro por 1,5 metros de altura incorpora un total de siete amplias ventanillas que proporcionarán una visibilidad hacia el exterior sin precedentes hasta ahora a bordo de ningún vehículo espacial. La mayor es circular y tiene nada menos que 80 centímetros de diámetro, situada en la parte superior de una estructura que intenta aproximarse a una semiesfera. Por el resto del perímetro de este pequeño módulo se distribuyen otras seis ventanillas trapezoidales, dando como resultado entre las siete una visibilidad hemisférica total. Todas estas ventanas están protegidas por unas portezuelas exteriores metálicas que las resguardan de impactos de micrometeoritos y basura espacial, pudiéndose abrir o cerrar a voluntad de la tripulación, según necesidades.

Imagen: Cupola vista desde el exterior de la ISS; puede observarse cómo alguna de las ventanas se encuentra cerrada por la portezuela de protección (derecha). (
Foto: ESA
)

Las funciones de la cúpula son varias, y entre ellas también está la de servir de mirador panorámico para esparcimiento de la tripulación, aunque inicialmente pudiera parecer banal. Aunque hay que reconocer que este objetivo es secundario, y que probablemente si sólo fuera esa su función, nunca habría llegado a desarrollarse. Su principal utilidad es la supervisión de actividades robóticas o humanas en el exterior de la estación, asistiendo a distancia a los astronautas que realizan salidas al exterior, monitorizando las maniobras de acoplamiento de naves de soporte, o sirviendo como punto de operaciones desde el interior para los brazos robóticos situados en el exterior del complejo.

Secundariamente, el amplio campo de visión de la cúpula servirá también para realizar posibles observaciones científicas de la Tierra, aprovechando la disposición del módulo, con su parte superior apuntando hacia nuestro planeta. Y finalmente, como hemos dicho, contribuirá a servir de entretenimiento y de estímulo psicológico a la tripulación, brindándoles oportunidades increíbles de observación de la Tierra y el espacio, uno de los mayores premios de ser astronauta, según declaran ellos mismos.

Una ISS casi terminada

Con el lanzamiento a comienzos del año próximo del Nodo 3 y la Cúpula, la ISS estará ya a solo un paso de su finalización. Tras el acoplamiento de estos dos elementos de fabricación europea y propiedad norteamericana, sólo faltarán dos módulos de experimentación rusos (además de algunos equipos adicionales, pero no módulos) para llevar la ISS a su configuración final, se espera que en 2011, tras trece años de trabajos.

En cualquier caso, y dejando aparte su valiosísima aportación al proyecto de la estación desde un punto de vista logístico y tecnológico, con la llegada del Nodo 3 y la cúpula las tripulaciones del complejo tendrán sin duda un motivo de celebración. No sólo se acabarán las colas para ir al baño por las mañanas, ahora que son ya seis tripulantes con un solo váter, sino que dispondrán también de un magnífico mirador panorámico desde el que disfrutar como nunca de su estancia en el espacio. Frente a los acostumbrados espacios cerrados del resto de módulos, con tan sólo algún que otro pequeño ojo de buey desperdigado, entrar en la cúpula será casi como sentirse flotando en el espacio, pero sin la incomodidad de los trajes y sin necesidad de abandonar la seguridad de la estación. Con la cúpula, la ISS se abrirá a la inmensidad del universo. El laboratorio más caro del mundo tendrá entonces también un pequeño lujo: una habitación con vistas.

Imagen: Desde su acoplamiento a la ISS, Cupola se ha convertido en el lugar preferido por la tripulación para pasar su escaso tiempo libre. En la fotografía, la astronauta Tracy Caldwell Dyson disfrutando de las vistas. (
Foto: NASA
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Logística espacial

Noviembre 2006

Con la Salyut 6, los rusos introdujeron en 1977 la primera estación espacial reabastecible de la historia. Era el primer paso hacia lo que se denominó estación espacial permanente, de la que la Mir fue el primer ejemplo. Este concepto tiene hoy día su continuación en la Estación Espacial Internacional.

La idea es sencilla: se trata de disponer de los medios para reabastecer de los consumibles necesarios a la tripulación a bordo de la estación. Estos consumibles incluyen básicamente agua, comida, oxígeno y propulsante para alimentar los motores del complejo, que deben encargarse de mantener su órbita y su orientación en el espacio frente a las perturbaciones. Pero no son los únicos elementos necesarios: los repuestos y herramientas para reparar componentes averiados, o el envío de nuevos equipos de experimentación también son cargas a transportar en estas misiones de reabastecimiento.

Durante años, las naves carguero rusas Progress han sido las encargadas de llevar a cabo esta misión. Basadas en la veterana nave Soyuz, se trata de vehículos no tripulados diseñados para acoplarse de forma automática con una estación espacial, transportando en su interior los bienes necesarios para su mantenimiento operativo. Introducida en enero de 1978, la Progress permitió que se llevasen a cabo las primeras misiones de larga duración a bordo de las estaciones rusas Salyut 6 y 7, y de la famosa estación Mir. Sin ellas, el record de permanencia de 437 días en el espacio de Valery Polyakov, nunca hubiera sido posible: las naves Soyuz corrientes apenas disponen de capacidad de carga extra que les permita desarrollar esta función, lo que ha hecho de las Progress unos vehículos únicos hasta nuestros días.

Imagen: Introducida en 1978, la nave rusa no tripulada Progress sigue siendo después de más de 30 años el principal vehículo espacial de carga. (
Foto: NASA
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La Progress tiene una utilidad doble: por una parte, aporta nuevos suministros, y, por otra, la tripulación la emplea para deshacerse de desperdicios y otros materiales indeseados. Dado que la nave se destruye durante su entrada en la atmósfera, es una forma eficaz de gestionar la basura, a modo de “incineradora cósmica”. Lamentablemente, por esta misma razón, no sirve para devolver elementos de utilidad a la Tierra, sean equipos reutilizables o resultados de experimentos, por ejemplo.

El MPLM

Hasta la llegada del Shuttle, no había otra forma de reabastecer a una estación espacial que no fueran las naves Progress. El transbordador, por su parte, dispone de una abundante capacidad de carga que supera con creces la de los cargueros rusos, pero emplearlo para misiones exclusivamente de reabastecimiento supondría un gasto desproporcionado, salvo en casos muy particulares. No obstante, esta capacidad es utilizada de forma secundaria cuando se realiza una misión a la ISS para reemplazar a una tripulación, o para transportar grandes piezas de la estación.

Sin embargo, hay ocasiones en las que el transbordador sí lleva a cabo una misión a la ISS con el objetivo principal de reabastecerla (aunque suele hacerse coincidir con intercambios de tripulación, realizando así una función doble): se trata de las misiones con el Módulo Logístico Multi-Propósito, conocido en sus siglas inglesas por MPLM.

El MPLM es un dispositivo muy similar a cualquiera de los módulos de la ISS, pero con un objetivo muy concreto: servir de receptáculo para el envío de suministros a la estación. Alojado en la bodega del Shuttle, el MPLM se envía a la ISS repleto de material, acoplándose de forma manual a uno de los puertos del complejo orbital por medio de brazos robóticos (el módulo no tiene dispositivos de propulsión para acoplarse de forma autónoma). Una vez acoplado, los astronautas pueden descargar todo su material directamente al interior de la estación, llenándolo a continuación con todos los artículos de desecho y, mucho más importante, aquellos que quieren enviarse de vuelta a la Tierra. Y es que, al contrario que las Progress, el MPLM es reutilizable, retornando dentro la bodega del transbordador. Esta facultad, junto con su gran capacidad, lo convierten en el complemento ideal de las Progress rusas, aunque no dispone de una de las ventajas de éstas: el reabastecimiento directo de agua y propulsante a través de canalizaciones conectadas automáticamente en el mismo mecanismo de acoplamiento.

Imagen: Un astronauta en el interior de un MPLM recientemente amarrado en la estación, todavía cargado con buena parte de los suministros destinados al complejo espacial. Pueden observarse las grandes dimensiones de este contenedor espacial. (
Foto: NASA
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