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Authors: Patricia Cornwell

Tags: #Histórico, Ensayo, Políciaco

Retrato de un asesino (26 page)

BOOK: Retrato de un asesino
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La secuencia específica de un sujeto hallada en el trozo de sello del sobre de la carta dirigida a Openshaw es nuestra principal fuente de comparación. Su secuencia es de tres marcadores, 16294-73-263, o las posiciones de las bases de ADN en las regiones mitocondriales; algo así como la combinación de letras y números —por ejemplo, A7, G10, D12— que indican puntos concretos en un mapa. Las cinco muestras que contienen esta secuencia son: el sello de la carta dirigida a Openshaw; un sobre de Ellen Sickert; el sobre de una carta de Walter Sickert; el sello de una carta de Walter Sickert, y el sobre de una carta del Destripador, en el que también hallamos una mancha que dio positivo en el análisis para determinar si era sangre, aunque esta podría estar demasiado degradada para precisar si es humana.

Los resultados de la carta de Ellen Sickert se explicarían si ella mojaba los sobres y los sellos con la misma esponja que su marido, suponiendo que usaran una esponja. O puede que Sickert tocara o lamiera el adhesivo de la solapa o el sello, quizá porque envió la carta de su esposa.

Otras muestras contenían uno o dos de los dos marcadores hallados en la secuencia Openshaw. Por ejemplo, un mono blanco que usaba Sickert para pintar presentaba una mezcla de marcadores que incluye el 73 y el 263. Lo más sorprendente de este resultado es que hubiese un resultado. El mono tiene más de ochenta años, y lo lavaron, plancharon y almidonaron antes de donarlo a la Tate Gallery. Yo no creía que tuviera mucho sentido tomar muestras de los puños, el cuello, la entrepierna y las axilas, pero lo hicimos de todos modos.

La carta dirigida a Openshaw estaba escrita en papel de A Pirie & Sons. El matasellos indica que se envió desde Londres el 29 de octubre de 1888, y dice:

Sobre: Dr. Openshaw

Patólogo conservador

London Hospital

Whitechapel

Carta: Querido jefe usté tenia racon

el rinion iquierdo que iva a

hoperar zerca de su

ospital cuando iba a

undir el cuchiyo en su

vonito cueyo los malditos

policontes mcstropearon

el juego pero supongo que

pronto bolvere al trabajo

y le mandare otro pedazo de

entranias

Jack el destripador

O a bisto al demoño

con su mikrocopio y visturi

mirando un Riñon

con el portaojetos en alto

El carácter artificioso por demás de esta carta es una de las razones por la que creo que es auténtica. Los errores ortográficos parecen forzados y son a toda luz impropios de alguien que tenía acceso a lápices, tinta y un caro papel con filigrana. Las señas del sobre están escritas de forma adecuada, lo que contrasta con la exagerada incorrección del texto de la carta y con las incoherencias en la ortografía: como «rinion» y «Riñón», o «iva» e «iba». En su utilísimo libro
Jack the Ripper: Letters from Hell,
Steward P. Evans y Keith Skinner señalan que la posdata de la carta dirigida al doctor Openshaw alude a una rima de un cuento popular de Cornualles del año 1871:

He aquí el demonio,

con su pico y su pala de madera,

cavando en la tierra acerada,

con la cola en alto.

Esta alusión a la literatura popular de Cornualles no tiene sentido si creernos que la carta la escribió un asesino analfabeto capaz de extirparle el riñón a una víctima y enviarla por correo. Walter Sickert visitó Cornualles cuando era niño. Pintó allí mientras era aprendiz de Whistler. Conocía el lugar y a su gente. Era un hombre instruido y familiarizado con las rimas folclóricas y las canciones del teatro de variedades. Es inverosímil que un pobre iletrado de Londres conociera Cornualles o leyera cuentos populares de Cornualles en un tugurio de los barrios bajos.

Alguien podría —y debería— alegar que, ante la ausencia de una fuente de referencia fiable, en este caso el ADN de Sickert, no existen pruebas científicas concluyentes para suponer que la secuencia específica hallada en la carta de Openshaw la depositó allí Walter Sickert, alias Jack el Destripador. Y no debemos suponer nada semejante.

Aunque desde el punto de vista estadístico, una secuencia específica excluye al noventa y nueve por ciento de la población, en palabras del doctor Ferrara: «La correspondencia de las secuencias podría ser una coincidencia. O podría no serlo.» En el mejor de los casos, contamos con un «discreto indicador» de que las secuencias del ADN mitocondrial de Sickert y el Destripador proceden de la misma persona.

15
Una carta pintada

Walter Sickert era el peor enemigo de un científico forense. Era como un tornado que arrasa un laboratorio.

Desató el caos en nuestra investigación con su sorprendente variedad de papeles, pinturas, matasellos y letras falseadas, y con su manía de ir de aquí para allá sin dejar un rastro en diarios o agendas ni fechar la mayoría de sus cartas y obras artísticas. Su golpe definitivo a la ciencia forense fue la decisión de que lo incineraran, pues cuando se quema un cuerpo a 1C00 °C, el ADN desaparece. De modo que si Sickert dejó muestras de sangre o de pelo, aún tenemos que encontrarlas.

Ni siquiera podríamos intentar un estudio familiar del ADN de Sickert, ya que para ello necesitaríamos muestras de sus hijos o hermanos. Sickert no tuvo hijos. Su hermana, tampoco. Que se sepa, ninguno de sus cuatro hermanos dejó descendencia. Sería absurdo e impensable exhumar el cadáver de la madre, el padre o los hermanos de Walter por la remota posibilidad de que su ADN mitocondrial coincidiera con el que los laboratorios Bode recuperaron de manera milagrosa de unos fragmentos genéticos de vidas pasadas.

El caso del Destripador no se resolverá de manera concluyente mediante pruebas de ADN o dactiloscópicas, lo cual, en cierto modo, es bueno. La sociedad ha llegado a esperar que la magia de la ciencia forense aclare todos los crímenes, pero las pruebas no significan nada sin el elemento humano de las facultades deductivas, el trabajo en equipo, una investigación exhaustiva y la labor de un fiscal inteligente. Si las muestras de ADN halladas en las cartas de Sickert y en las del Destripador hubieran coincidido de un modo exacto, cualquier defensor hábil habría dicho que el hecho de que Sickert escribiera aquellas cartas no prueba que matase a nadie. Quizá lo hiciera porque tenía un sentido del humor extravagante y retorcido. Un buen fiscal replicaría que Sickert estaría en un aprieto aunque sólo hubiera escrito una de esas cartas, ya que éstas equivalen a una confesión. En ellas, el Destripador afirma haber matado y mutilado a personas que llama por el nombre, y amenaza con matar a miembros del gobierno y la policía.

Las filigranas del papel añaden otra dimensión al asunto. Hasta la fecha hemos encontrado tres cartas del Destripador y ocho de Sickert con la filigrana de A Piríe & Sons. Parece que entre 1885 y 1887, el papel de carta que usaban los Sickert en el número 54 de Broadhurst Gardens era A Pirie, y estaba doblado en el centro como una tarjeta de felicitación. La parte delantera de las hojas tenía un reborde azul claro, el mismo color en que estaba estampada en relieve la dirección. La filigrana está centrada sobre el pliegue. En las tres cartas del Destripador, la hoja se cortó por este pliegue, de manera que sólo tiene la mitad del sello de A Pirie & Sons.

A menos que Jack el Destripador fuera tonto de remate, habría arrancado la parte de la hoja que contenía la dirección. Esto no significa que los criminales nunca cometan fallos estúpidos, como olvidar el carne de conducir en el escenario del crimen o dejar una nota escrita en el resguardo de un depósito con la dirección del banco del ladrón y su número de la Seguridad Social. Pero Jack el Destripador no cometió errores garrafales, de lo contrario lo habrían descubierto en su época.

Era un arrogante, y no creía que pudieran atraparlo. Sickert no debió de preocuparse por las filigranas incompletas de las cartas que firmó con el nombre del Destripador. Quizá se tratase de otra provocación, otro «atrápenme si pueden». Las filigranas de A Pirie & Sons que encontramos en el papel de Sickert llevan fecha de fabricación; en las tres cartas del Destripador, estas fechas están incompletas y son: 18, 18 y 87. El 87, como es obvio, corresponde a 1887.

Tras muchos viajes a los archivos encontramos otras filigranas coincidentes que tampoco debieron de preocupar a Sickert. Las cartas que Walter escribió a Jacques-Emile Blanche en 1887 están escritas en un papel con las señas estampadas en negro y la filigrana de Joynson Superfine. Una búsqueda entre la correspondencia entre Blanche y Sickert en la biblioteca de L'Institut de France, en París, revela que entre el otoño de 1888 y la primavera de 1889 Sickert usó papel Joynson Superfine, con la dirección 54 Broadhurst Gardens estampada en relieve sin color, o de color rojo intenso y con un reborde en el mismo tono.

Las cartas que Ellen escribió a Blanche con fechas tan tardías como el año 1893 —con las señas 10 Glebe Place, Chelsea— también están escritas en papel con la filigrana de Joynson Superfine. En la colección de documentos de Whistler, en Glasgow, hay siete cartas de Sickert con filigranas de Joynson Superfine, de manera que parece que Sickert usaba este papel al mismo tiempo que el de A Pirie & Sons.

En la colección de sir William Rothenstein, en el Departamento de Manuscritos de la Universidad de Harvard, encontré otras dos cartas de Sickert en papel Joynson Superfine. Rothenstein era pintor y escritor, y lo bastante amigo de Sickert para que éste le pidiera que mintiese por él bajo juramento. Durante la década de 1890, Sickert había trabado amistad con una tal Madame Villain, una mujerzuela de Dieppe a quien él llamaba «Titine». Aunque no hay pruebas de que cometiera adulterio con esta mujer, ella le proporcionó techo y comida y un espacio en su pequeña casa que él usaba como estudio. Fuera cual fuese la naturaleza de su relación, podría haberse usado en los tribunales si Sickert hubiera rechazado la demanda de separación de Ellen, cosa que no hizo. «Si te citan —le escribió a Rothenstein en 1899, durante el divorcio—, podrías declarar que ignoras incluso el nombre de Titine. Podrías decir que siempre la he llamado "Madame".»

No hay fecha en ninguna de las dos cartas con filigrana de Joynson Superfine que Sickert dirigió a Rothenstein. Para una de ellas —que, curiosamente, está en alemán e italiano— debió de usar el papel de su madre, ya que el membrete lleva la dirección de ésta. En la segunda, que contiene fórmulas matemáticas y una cara caricaturesca con la palabra «puaj», figuran las señas 10 Glebe Place, Chelsea, las mismas de la cana de 1893 que Ellen remitió a Blanche. En los archivos municipales de Londres hay una carta del Destripador con una filigrana incompleta de Joynson. Parece que Sickert usó este papel desde finales de la década de 1880 hasta finales de la década de 1890. No he encontrado cartas con esta filigrana posteriores a la fecha de su divorcio, en 1899, cuando Walter se trasladó a la Europa continental.

En los archivos de la City, dentro de la carpeta correspondiente a «Los asesinatos de Whitechapel», hay cuatro cartas escritas en papel Joynson Superfine con las siguientes fechas: 8 de octubre de 1888, 16 de octubre de 1888, 29 de enero de 1888 y 16 de febrero de 1889. Dos de ellas están firmadas con el nombre «Nemo». Otras tres, en papel sin filigrana, también llevan la firma «Nemo». El 4 de octubre de 1888 (cuatro días después de que la policía de la City recibiera la primera carta de «Nemo»)
The Times
publicó una carta al director firmada por «Nemo». En ella se describen «mutilaciones, nariz y orejas cortadas, destripamiento del cuerpo y extracción de ciertos órganos: el corazón y el c…» El autor proseguía:

Mi teoría es que un hombre como éste ha sido engañado y despojado de sus ahorros (a buen seguro sustanciosos), o que cree haber sufrido una gran afrenta por parte de una prostituta; quizás una de las primeras víctimas; luego, la furia y el deseo de venganza lo han empujado a tomar la vida del mayor número posible de mujeres de esa calaña…

Un hombre semejante en su vida cotidiana será inofensivo y amable, por no decir obsequioso; la última persona de quien sospecharía un policía británico, a menos que lo pillaran in fraganti.

Pero cuando el villano se halla bajo los efectos del opio, el cannabis o la ginebra, y le mueve su deseo de muerte y sangre, es capaz de aniquilar a su indefensa víctima con la ferocidad y la astucia de un tigre; y los éxitos y la impunidad del pasado no harán más que aumentar su osadía y su agitación.

Su obediente siervo,

Nemo

2 de octubre

Ya he mencionado que «Mr. Nemo» era el nombre artístico de Sickert en sus épocas de actor.

En unas cincuenta de las cartas de los archivos de la City aparecen otros signatarios curiosos que recuerdan sospechosamente a los de las cartas del Destripador que se encuentran en los archivos municipales de Londres: «Justitia», «Revelación», «Destripador», «Némesis», «Un Pensador», «A-caso», «Un amigo», «un cómplice» y «alguien que tiene los ojos abiertos». Un número considerable de éstas se escribieron en octubre de 1888 e incluyen dibujos y comentarios parecidos a los de las misivas del Destripador de los archivos municipales de Londres.

Entre otras cartas, en la carpeta de «Los asesinatos de Whitechapel» hay una postal con fecha 3 de octubre que contiene las mismas amenazas, palabras y frases que las cartas del Destripador conservadas en los archivos municipales de Londres: «le envío las orejas de mis víctimas»; «me divierte pensar que me creen loco»; «sólo una tarjeta para hacerle saber…»; «volveré a escribir pronto», y «me estoy quedando sin tinta sanguinolenta». El 6 de octubre de 1888, «Anónimo» sugiere que el asesino podría «silenciar a sus víctimas presionando ciertos nervios del cuello», y añade que un beneficio adicional de inmovilizarlas es que el asesino puede «mantener sus ropas y su persona bastante limpias». En octubre de 1888, una carta anónima escrita con tinta roja usa las expresiones «trasero apaleado» y «Jack el Fresco», y promete enviar «las próximas orejas que corte a Charly Warren».

En una misiva sin fecha se adjunta un recorte de periódico sujeto a la hoja de papel con un clip oxidado. Cuando mi colega Irene Shulgin separó el recorte y le dio la vuelta, encontró la frase «autor de obras de arte». Una carta del 7 de octubre de 1888 está firmada «Homo Sum», «soy un hombre» en latín. El 9 de octubre de 1888, el corresponsal anónimo expresa una vez más su indignación ante el hecho de que lo tomen por loco: «No se contenten con la teoría de la locura.» Otras cartas anónimas ofrecen pistas a la policía, animando a los agentes a que se disfracen de mujer y usen «cota de malla» o «cuellos de acero ligero» bajo la ropa. Una carta del 20 de octubre de 1888 asegura que el «motivo de los crímenes es el odio y el resentimiento contra las autoridades de Scotland Yard, una de las cuales está señalada como víctima».

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