—¿Qué disparate es ése? Tu
teyn
es Garse Jadehierro, no este desconocido. ¿Cómo puedes protegerlo como
teyn?
¿Es de Jadehierro? ¡Ni siquiera va armado! ¿Es hombre al menos? Caramba, en ese caso no podría ser
korariel
; si no es hombre y es
korariel
, entonces te pertenece. No entiendo qué significan tus palabras de Cuasi-hombre.
—Lo lamento, Chell fre-Braith —dijo Vikary—, pero la falla está en tus oídos y no en mis palabras. Procuro respetar tu honor, pero tú no facilitas las cosas.
—¡Te burlas de mí! —exclamó Chell, acusativamente.
—No.
—¡Sí!
Entonces intervino Bretan Braith. No empleó el modo colérico de Chell, pero sonaba muy hostil.
—Dirk t'Larien, según él dice llamarse y según lo llamas tú, nos ha ofendido. Por eso venimos a ti, Jaantony alto-Jadehierro. Echó mano de la propiedad de Braith sin consentimiento de Braith. Si no es
korariel
, bueno…
—Entiendo —dijo Vikary—. ¿Dirk?
—En principio, no hice más que entrar un instante en ese maldito aeromóvil. Estaba buscando un vehículo abandonado que funcionara. Gwen y yo encontrarnos ayer uno en esas condiciones en Kryne Lamiya, y pensé que tal vez podría encontrar otro aquí.
Vikary se encogió de hombros y se volvió a los Braith.
—Parece que la ofensa, si la hubo, no fue tan grave. Nadie ha robado nada.
—¡
Tocó
nuestro vehículo! —chilló Chell—. ¡Él es un Cuasi-hombre! ¡No tenía derecho! ¿Te parece poco? Pudo habérselo llevado. ¿Quieres que cierre los ojos como un Cuasi-hombre y agradezca que no me hayan ofendido más? —se volvió hacia Bretan, su
teyn—.
Los Jadehierro se burlan de nosotros, nos insultan. Tal vez no son hombres verdaderos sino Cuasi-hombres. El lenguaje que hablan es insólito.
—Soy
teyn
de Jaantony Riv Lobo alto-Jadehierro Vikary —replicó de inmediato Garse Janacek—, y respondo por él. No es un Cuasi-hombre.
Pronunció con rapidez estas palabras, una fórmula estereotipada. Y por el modo en que Janacek miró luego a Vikary, Dirk dedujo que esperaba que su
teyn
repitiera la misma fórmula. Jaan en cambio meneó la cabeza y dijo:
—Ah, Chell… Los Cuasi-hombres no existen.
Jaan arrastraba las palabras, como si un fardo le encorvara los hombros. El alto y anciano Braith torció la cara como si hubiera recibido un golpe. Nuevamente masculló un ronco murmullo en kavalar antiguo.
—Basta —dijo Bretan Braith—. Así no vamos a ninguna parte. ¿Nombraste
korariel
a este… hombre, Jaantony alto-Jadehierro?
—Sí.
—Yo me opuse —dijo Dirk con voz calma; se sentía obligado a hacer la aclaración, y el momento parecía oportuno.
Bretan le lanzó una mirada fulminante, su ojo verde parecía destellar tanto como el de piedraviva.
—Sólo se opuso a que le consideraran propiedad del clan —se apresuró a decir Vikary—. Mi amigo reafirmó su condición de humano, pero aún así esta bajo el escudo de mi protección.
Garse Janacek sonrió y meneó la cabeza.
—No, Jaan. Esta mañana no estabas en casa; fue la ocasión en que t'Larien me dijo terminantemente que no quiere nuestra protección.
—¡Garse! —estalló Vikary—. No es momento para las bromas.
—No es una broma —dijo Janacek.
—Es cierto —admitió Dirk—. Dije que me cuidaría solo.
—¡Dirk, usted no sabe lo que dice! —exclamó Vikary.
—Pues por variar un poco, creo que sí.
De pronto, mientras Dirk y los dos Jadehierro discutían y Chell permanecía rígido de furia, Bretan Braith Lantry lanzó un estentóreo gruñido.
—Silencio —exigió con voz ripiosa, y lo escucharon—. Eso no tiene importancia. Las consecuencias son las mismas. Tú dices que es humano, Jadehierro. En tal caso, no puede ser
korariel
ni contar con tu protección. No podrías protegerle aunque él lo deseara. Mis
kethi
verán de que no lo hagas —giró sobre los talones y encaró directamente a Dirk—. Te desafío, Dirk t'Larien.
Todos guardaron silencio. Larteyn resplandecía alrededor y soplaba un viento helado.
—No me propuse insultar —dijo Dirk, recordando palabras que los Jadehierro habían empleado en otras ocasiones—. ¿Puedo disculparme, o qué debo hacer? —alzó las palmas y se las ofreció a Bretan Braith, abiertas y desnudas.
La cara deforme se contrajo en un rictus.
—Para mí fue un insulto.
—Tiene que batirse con él —dijo Janacek.
Dirk bajó lentamente las palmas. Las dejó caer a los costados y cerró los puños en silencio. Jaan Vikary miraba el suelo con pesadumbre, pero Janacek no había perdido el buen humor.
—
Dirk t'Larien ignora las costumbres duelísticas —explicó a los Braith—. Esas costumbres no existen en Avalon. ¿Puedo darle las instrucciones?
Bretan Braith asintió con ese torpe encogimiento de hombros que a Dirk le había llamado la atención en el estacionamiento. Chell ni siquiera parecía oír lo que decían; seguía murmurando y mirando a Vikary con ojos furibundos.
—Deben hacerse cuatro elecciones, t'Larien —le dijo Janacek a Dirk—. Como el desafiado es usted, le corresponde la primera. Elija las armas. Le recomiendo espadas.
—Espadas —dijo Dirk sin convicción.
—Me corresponde la elección de modo, y elijo el cuadrado de la muerte —rugió Bretan.
Janacek asintió.
—Le corresponde también la tercera elección, t'Larien. Como usted no tiene
teyn
, no hay dudas en cuanto al número; se batirán individualmente. Puede decir eso, o bien elegir el lugar.
—¿La Vieja Tierra? —preguntó Dirk, esperanzado.
Janacek hizo una mueca.
—No. Me temo que sólo este mundo. Toda otra elección es ilegal.
Dirk se encogió de hombros.
—Aquí, entonces.
—Yo elegiré el número —dijo Bretan; la oscuridad ya era completa, y sólo las dispersas estrellas de los mundos exteriores iluminaban el cielo negro—. Nos batiremos individualmente, como corresponde.
Los ojos del Braith centelleaban, y un extraño reflejo le humedecía las cicatrices.
—Todo arreglado, entonces —dijo Janacek—. Los dos deben convenir ahora en la elección de un arbitro, y luego…
Jaan Vikary irguió la cabeza. La cara, iluminada sólo por el resplandor pálido de las piedravivas, parecía borrosa y sombría, pero la mandíbula hinchada formaba una silueta extraña.
—Chell —dijo con voz calma, en un tono deliberadamente inexpresivo.
—Sí —replicó el anciano Braith.
—Creer en Cuasi-hombres es una necedad —le dijo Vikary—. Sólo los necios creen en ellos.
Dirk seguía de frente a Bretan Braith mientras Vikary hablaba; vio contraerse varias veces su máscara cicatricial.
Bretan se volvió con brusquedad y trató de gritar, pero la voz no le daba, ahogada en medio de convulsas y airadas exclamaciones. Chell habló en cambio como si estuviera en trance:
—Lo tomo como un insulto, Jaantony alto-Jadehierro, falso kavalar, Cuasi-hombre. Te desafío.
—Está dentro del código —repuso Vikary sin demasiado entusiasmo ante la histeria de Bretan—. Aunque tal vez, si Bretan Braith pasara por alto la insignificante trasgresión de un forastero ignorante, es posible que yo le pidiera perdón a Chell fre-Braith.
—No —dijo sombríamente Janacek—. No es honroso disculparse.
—No —repitió Bretan; la cara deforme ahora sí que parecía un cráneo: el ojo de piedraviva destellaba y la mejilla palpitaba de furia—. Ya he sido bastante tolerante contigo, falso kavalar. No estoy dispuesto a burlarme de la sabiduría de mi clan. Mi
teyn
tenía más razón que yo. En verdad, cometí un grave error al querer eludir un duelo contigo, embustero. Cuasi-hombre. Fue vergonzoso, pero ahora limpiaré mi honor. Te mataremos, Chell y yo. Os mataremos a los tres.
—Es posible —dijo Vikary—. Pronto lo sabremos.
—Y también a tu
perra-betheyn
—dijo Bretan, que no podía gritar pues la voz se le quebraba en el intento; hablaba como de costumbre, en un ronco susurro que ahora se le ahogaba en la garganta. Estaba fuera de sí—. Cuando hayamos terminado contigo, despertaremos a nuestros sabuesos y la perseguiremos a ella y al kimdissi por esos bosques que conocen tan bien.
—Me has desafiado —dijo Jaan Vikary dirigiéndose a Chell fre-Braith e ignorando los alardes de Bretan—. La primera de las cuatro elecciones me corresponde. Elegiré el número. Nos batiremos
teyn-y-teyn.
—Yo elijo las armas —replicó Chell—. Elijo pistolas.
—Yo elijo el modo —dijo Vikary—. Elijo el cuadrado de la muerte.
—Por último, la elección del lugar —dijo Chell—. Que sea aquí mismo, entonces.
—El arbitro no tendrá que marcar más que un solo cuadrado —dijo Janacek, de los cinco hombres de la azotea, el único con ganas de sonreír—. Y todavía no ha sido elegido… ¿El mismo para ambos duelos?
—Bastará con un solo hombre —dijo Chell—. Sugiero a Lorimaar alto-Braith.
—No —dijo Janacek—. Ayer se nos presentó en altopleito. Kirak Acerorrojo Cavis.
—No —dijo Bretan—. Es un buen poeta, pero eso es todo lo que puedo decir de Kirak Acerorrojo.
—Hay dos hombres en Shanagato —dijo Janacek—. No recuerdo bien sus nombres.
—Preferiríamos un Braith —dijo Bretan, contrayendo la cara—. Un Braith sabrá comportarse, respetará el código con dignidad.
Janacek miró de soslayo a Vikary, que se encogió de hombros.
—Convenido —dijo, encarando nuevamente a Bretan—. Un Braith, pues. Pyr Braith Oryan.
—No Pyr Braith —dijo Bretan.
—No eres fácil de complacer —dijo Janacek con sequedad—. Es uno de tus
kethi.
—He tenido fricciones con Pyr Braith —dijo Bretan.
—Sería mejor un altoseñor —dijo Chell—. Un hombre sabio y respetable. Rosef Lant Banshi alto-Braith Kelcek.
—Convenido —dijo Janacek, encogiéndose de hombros.
—Hablaré con él —dijo Chell, con el asentimiento de los otros dos.
—Mañana, entonces —dijo Janacek.
—No hay más que hacer —dijo Chell.
Y mientras Dirk los observaba con un sentimiento de desorientación, fuera de lugar, los cuatro kavalares se despidieron. Notó con asombro que cada cual, antes de marcharse, besaba ligeramente en los labios a sus dos enemigos.
Y Bretan Braith Lantry, tuerto y cubierto de cicatrices, besó a Dirk con su boca deforme.
Después que se fueron los Braith, los otros bajaron. Vikary abrió la puerta del departamento y encendió las luces. Luego, callada y metódicamente, apiló leños en el hogar, tomando trozos de madera negra y retorcida de un gabinete oculto en una pared. Dirk se sentó en un extremo del diván con aire preocupado. Garse Janacek se sentó en el extremo opuesto, sonriendo vagamente, atusándose los pelos rojizos de la barba con aire distraído. Nadie hablaba.
El fuego empezó a crepitar, y cuando las llamas anaranjadas lamieron los leños con lenguas azules, Dirk sintió el repentino calor en la cara y las manos. Un aroma de cinamomo impregnó la habitación. Vikary se levantó.
Salió y volvió con tres copas de licor negras como la obsidiana. Traía una botella bajo el brazo. Le alcanzó una copa a Dirk y otra a Garse, depositó la tercera en una mesa y descorchó la botella con los dientes. Era vino muy rojo y acre. Vikary llenó las tres copas hasta el borde, y Dirk olió el aroma punzante del vino. Le quemaba las fosas nasales, pero era extrañamente agradable.
—Muy bien —dijo Vikary antes que nadie hubiera saboreado el vino; dejó la botella y alzó su copa—. Ahora voy a pedirles algo muy difícil para ambos. Voy a pedirles que los dos olviden por un tiempo las limitaciones de sus respectivas culturas y se comporten como nunca lo hicieron antes, de un modo extraño para cada uno. Garse, te pido por el bien de todos nosotros, que seas amigo de Dirk t'Larien. No hay palabra en kavalar antiguo que exprese esa relación, lo sé. Es una palabra innecesaria en Alto Kavalaan, donde cada hombre tiene su clan y sus
kethi y
ante todo, su
teyn.
Pero estamos en Worlorn, y mañana nos batiremos a duelo. Tal vez no luchemos juntos, pero tenemos enemigos comunes. De modo que te pido como
teyn
que asumas el nombre y el vínculo de amigo con t'Larien.
—Me pides demasiado —repuso Janacek, sosteniendo el vino frente a la cara y observando cómo las llamas bailoteaban en el cristal negro—. Sabes que t'Larien nos ha espiado, y ahora acaba de provocar una disputa con Bretan Braith. Yo mismo estoy tentado de retarle a duelo por todo lo que ha hecho. Y tú, mi
teyn
, me pides en cambio que asuma el vínculo de amigo.
—Así es —dijo Vikary.
Janacek miró a Dirk, luego saboreó el vino.
—Eres mi
teyn
, Jaan —dijo al fin—. Tus deseos son los míos. ¿Qué obligaciones exige el vínculo de amigo?
—A un amigo debes tratarle como a un
keth
—dijo Vikary, y agregó volviéndose hacia Dirk—. Usted, t'Larien, nos ha acarreado un problema gravísimo, aunque no estoy seguro de que en verdad sea el responsable. También a usted le pido algo. Que por un tiempo sea hermano de clan de Garse Jadehierro Janacek.
Dirk no atinó a responder, pues Janacek se lo impidió.
—No puedes hacer eso. ¿Quién es este t'Larien? ¿Cómo puedes juzgarle digno de pertenecer a Jadehierro? Será desleal, Jaan. No respetará los vínculos, no defenderá el clan, no regresará con nosotros a la Congregación. Me opongo.
—Si t'Larien acepta, creo que respetará los vínculos durante un tiempo —dijo Vikary.
—¿Durante un tiempo? ¡Los
kethi
están unidos para siempre!
—Entonces esto será algo nuevo, una nueva especie de
keth
, un amigo por un tiempo.
—Es demasiado —dijo Janacek—. No puedo permitirlo.
—Garse —dijo Jaan Vikary—. Dirk t'Larien es ahora tu amigo. ¿O ya lo has olvidado? Haces mal en interponerte. Rompes el vínculo que acabas de aceptar. No actuarías así con un
keth.
—A un
keth
no le ofrecerías ser
keth
—gruñó Janacek—. El vínculo existiría de antemano, así que nada de esto tiene sentido. Los vínculos del clan nada tienen que ver con t'Larien. El consejo te lo impugnaría, Jaan. Esto es totalmente irregular.
—El consejo de altoseñores está en Alto Kavalaan, y nosotros estamos en Worlorn —dijo Vikary—. Tú eres aquí la única voz de Jadehierro. ¿Lastimarás a tu amigo?