La puta de Babilonia (17 page)

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Authors: Fernando Vallejo

BOOK: La puta de Babilonia
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"Porque al que tiene se le dará, y al que no tiene aun lo que tiene se le quitará" (Marcos 4:25). ¿Cómo se le puede quitar al que no tiene? ¿Y qué era el cuento ese de que "es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja que un rico entre al reino de Dios"? (Mateo 19:24). ''Y si tu mano te escandaliza córtatela. Y si tu pie te escandaliza, córtatelo. Y si tu ojo te escandaliza, sácatelo que más te vale entrar tuerto en el reino de Dios que ser arrojado con los dos ojos al infierno" (Marcos 9:42-47). ¡Pero cómo pueden escandalizar una mano y un pie! ¿Y si son los dos ojos los que lo escandalizan a uno, qué hace uno? ¿Se los saca ambos? "El que no está conmigo está contra mí, y el que no recoge conmigo desparrama" (Lucas 11:23), frase digna del criminal Mahoma. "Fuego he venido a traer a la tierra, ¡Y qué quiero sino que arda! Se dividirán el padre contra el hijo y el hijo contra el padre, la madre contra la hija y la hija contra la madre, la suegra contra la nuera y la nuera contra la suegra" (Lucas 12:49-53). "Si alguno viene a mí y no odia a su padre y a su madre y a la esposa y a los hijos y a los hermanos y a las hermanas y hasta su propia vida, no puede ser mi discípulo" (Lucas 14:26). "Yo he venido a este mundo para un juicio, para que los que no ven vean, y para que los que ven se queden ciegos" (Juan 9:39). ¡Pero qué dice este loco rabioso! Con razón cuenta Marcos en 3:21, 22 que "Al enterarse sus parientes salieron a contenerlo porque la gente decía que había perdido el juicio. Y unos maestros de la ley que habían bajado de Jerusalén decían: 'Tiene a Beelzebul adentro y con su ayuda expulsa a los demonios"'. Yen 3:31-35: "Entonces llegaron su madre y sus hermanos, y quedándose afuera mandaron a llamarlo. Había una multitud sentada a su alrededor y le dieron el recado: 'Mira, tu madre, tus hermanos y tus hermanas están afuera y te buscan'. Y él les respondió: '¿Quiénes son mi madre y mis hermanos?' Y mirando a los que estaban sentados a su alrededor añadió: 'Éstos son mi madre y mis hermanos. Porque el que haga la voluntad de Dios, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre'''. Y cuenta Juan en 7:3-5 : "Entonces le dijeron sus hermanos: 'No te quedes aquí, vete a Judea para que también tus discípulos vean las obras que haces, porque el que quiere ser conocido no hace nada a escondidas. Muéstrate al mundo'. Ni siquiera sus hermanos creían en él". Y en 7:19, 20: "'Por qué queréis matarme?' Y le respondió la multitud: 'Estás endemoniado. ¿Quién te quiere matar?'" ¡Qué loco rabioso y grosero! No respetaba ni a su propia madre y la dejaba afuera esperando. Y repito su grosera respuesta en las bodas de Caná a la pobre cuando ésta le informa que se acabó el vino: "Mujer, ¿qué te va a ti y a mí?" (Juan 2:4). ¡Y después vienen los televangelistas gringos a hablarnos de family values! Billy Graham, Oral Roberts, Jerry Falwell, Jimmy Swaggart, Rex Humbard, Jim Bakker, Robert Schuller, Pat Robertson, George W. Bush... A cuál más rico, a cuál más hipócrita, a cuál más falso. ¡Sepulcros blanqueados, serpientes, raza de víboras! Hoy por hoy hay doscientas cincuenta sectas protestantes que compiten con la Puta de Babilonia a ver cuál amontona más dinero y salva más almas.

"No penséis que he venido a abolir la Ley o los Profetas; no he venido a abolirlos sino a darles su plenitud. En verdad os digo que mientras duren el cielo y la tierra no pasará una iota o un trazo de una letra de la Ley hasta que todo se cumpla. Así que el que quebrante uno solo de sus mandamientos, aun el mínimo, o enseñe a los hombres a quebrantarlos, será el más pequeño en el Reino de los Cielos" (Mateo 5:17-19). "Es más fácil que pasen el cielo y la tierra que caiga un solo trazo de una letra de la Ley" (Lucas 16:17). Éstas son palabras de Cristo. Pues he aquí lo que no abolió de la Ley y los Profetas: la esclavitud; los sacrificios de animales; la quema de brujas; la lapidación de mujeres adúlteras, de blasfemos y de niños rebeldes; la circuncisión; la poligamia.

"Saca al blasfemo del campamento y que muera apedreado" (Levítico 24:13-16). "Los que adoren a otros dioses o al sol, la luna o todo el ejército del cielo, morirán lapidados" (Deuteronomio 17:2-5). "Todo hombre o mujer que llame a los espíritus o practique la adivinación morirá apedreado" (Levítico 20:27). "A los hechiceros no los dejaréis con vida" (Éxodo 22:17). "Si alguien tiene un hijo rebelde que no obedece ni escucha cuando lo corrigen, lo sacarán de la ciudad y todo el pueblo lo apedreará hasta que muera" (Deuteronomio 21:18-21). "Si una joven se casa sin ser virgen, morirá apedreada" (Deuteronomio 22:20, 21). "Si un profeta pretende hablar en mi nombre sin que yo se lo haya mandado, o si habla en nombre de otros dioses, morirá" (Deuteronomio 18:20). "Al que ofrezca sacrificios a otros dioses fuera de Yavé lo mataréis" (Éxodo 22:19). "Si un hombre yace con otro, los dos morirán" (Levítico 20:13). "Si un hombre toma a una mujer y a la madre de la mujer, se les quemará a los tres" (Levítico 20:14). "Si un hombre yace con su hermana hija de su padre o de su madre y ve su desnudez y ella la de él, serán exterminados en presencia de todo el pueblo" (Levítico 20:17). "Si un hombre yace con una mujer durante su menstruación y descubre su desnudez, ambos serán borrados de en medio de su pueblo" (Levítico 20:18). "Si alguno comete adulterio con la mujer de su prójimo, morirán los dos, el adúltero y la adúltera" (Levítico 20:10). "Si se sorprende a un hombre acostado con una mujer casada, ambos morirán" (Deuteronomio 22:22). "Si alguno yace con la mujer de su padre, morirán los dos" (Levítico 20:11). "Si un hombre yace con su nuera, los dos morirán" (Levítico 20:12). "Si la hija de un sacerdote se prostituye, será quemada viva" (Levítico 21:9). "El que le pegue a su padre o a su madre morirá" (Éxodo 21:15). "El que maldiga a su padre o a su madre morirá" (Éxodo 21:17 y Levítico 20, 9). "El que no obedezca al sacerdote ni al juez morirá" (Deuteronomio 17:12). "Ningún varón que tenga un defecto presentará las ofrendas, ya sea ciego o cojo, desfigurado o desproporcionado, enano o bisojo, sarnoso o tiñoso, ojo robado, o con un pie o una mano quebrados o con los testículos aplastados" (Levítico 21:18). "El que tenga los testículos aplastados o el pene mutilado no será admitido en la asamblea de Yavé. Tampoco el mestizo hasta la décima generación" (Deuteronomio 23:1, 2). "Si compras un esclavo hebreo, te servirá seis años" (Éxodo 21:2). "Si un hombre vende a su hija como esclava, ésta no recuperará su libertad como cualquier esclavo" (Éxodo 21:7). "Si un hombre hiere a su esclavo o a su esclava con un palo y los mata, será reo de crimen. Pero si sobreviven uno o dos días no se le culpará porque le pertenecían" (Éxodo 21: 20). "Si un hombre hiere a su esclavo en un ojo dejándolo tuerto, le dará la libertad a cambio del ojo que le sacó" (Éxodo 21:26). "Si un esclavo está contento contigo, tomarás un punzón y le horadarás la oreja y te servirá para siempre. Y lo mismo le harás a tu esclava. No te duela darle la libertad pues te sirvió seis años por la mitad del costo de un jornalero" (Deuteronomio 15:16-18). "No le devolverás a su amo el esclavo que haya huido y se haya acogido a ti. Se quedará contigo en tu casa" (Deuteronomio 23:15,16). "Si una muchacha virgen está prometida a un hombre y otro se la encuentra en la ciudad y se acuesta con ella, entonces los sacaréis a ambos a la puerta de la ciudad y los apedrearéis hasta que mueran: la joven porque no pidió ayuda, y el hombre porque deshonró a la mujer de su prójimo" (Deuteronomio 22:23, 24). "El que toque un cadáver y no se purifique debe ser eliminado de Israel" (Números 19:11-13). "Si alguno toma una mujer y se casa con ella pero después no le gusta porque le encuentra algún defecto, le escribirá entonces una carta de divorcio y se la entregará antes de despedirla de su casa" (Deuteronomio 24:1).

Y la orgía de sangre e infamias contra los animales del Levítico, el manual de los carniceros, el libro más vil que se haya escrito, tampoco ésas las condenó. "Cuando alguno de entre vosotros me haga una ofrenda de animales —le ordena Yavé a Moisés en el capítulo primero del Levítico—, podrá ser de ganado mayor o menor. Degollarán el novillo delante de mí y los sacerdotes hijos de Aarón ofrecerán su sangre rociándola sobre el altar que está a la entrada del tabernáculo. Entonces desollarán a la víctima y la despedazarán; lavarán con agua las entrañas y las patas; pondrán leña sobre el altar; acomodarán los trozos, la cabeza y los intestinos sobre la leña; encenderán el fuego y el sacerdote lo quemará todo en el altar. Así es el holocausto o sacrificio por el fuego, cuyo suave olor apacigua a Yavé. Si alguien me ofrece ganado menor de corderos o cabras, que sean también animales sin defecto: los degollarán en el lado norte del altar, rociarán su sangre en torno y luego los despedazarán en porciones. Si el holocausto es de aves, que sean tórtolas o pichones: el sacerdote les retorcerá la cabeza y las quemará sobre el altar rociando antes con su sangre la pared. Les quitará el buche y las plumas y los arrojará en el lugar de las cenizas en el costado oriental del altar. Éste es el holocausto o sacrificio por el fuego, cuyo suave olor apacigua a Yavé". Y esta fórmula inicua, "cuyo suave olor apacigua a Yavé" se repite una y otra y otra vez como en un responso fúnebre y monstruoso en la letanía de los sacrificios de holocausto, de comunión, por el pecado, por la malicia y por todos los delitos del hombre, en que van cayendo degolladas cabras, novillos, tórtolas, pichones, ovejas, corderos, carneros... Así que también Yavé tiene el sentido del olfato. Con razón dice el Génesis empezando la Biblia que Yavé "hizo al hombre a su imagen y semejanza". ¿Se comerá también Yavé a los animales que le sacrifican y los excretará como el hombre?

Y uno que vino a sancionar esta sarta de ridiculeces e infamias hoy es el paradigma de lo humano, el modelo para dos mil millones, "el hombre incomparable, una persona sublime, la piedra angular de la humanidad", como lo calificaba Renan en su ditirámbica Vida de Jesús, un libro paradójico que en su tiempo escandalizó a muchos porque negaba la divinidad de Cristo, con lo que estoy de acuerdo pues Dios no existe y si existe no tiene por qué tener hijos, pero no su historicidad, con lo que me escandaliza a mí. Con maromas de jesuita, o tal vez con un simple acto de fe (para los que había sido educado), este prófugo del seminario metido a racionalista resolvió que los evangelios eran historia pura y verdadera y no leyenda, invento, cuento, y basándose en ellos escribió su empalagosa Vida de Jesús pretendiendo que era su biografía. De esa obra imbécil voy a citar dos frases del final porque todavía hoy, habiendo llegado el hombre a la Luna, sirven para resumir la opinión de una humanidad atolondrada y necia que cree a pie juntillas las peores estupideces y habla sin razonar ni saber: "Pero cualesquiera que sean los fenómenos inesperados del futuro, Jesús no será superado; en él se ha condensado cuanto hay de bueno y elevado en nuestra naturaleza". Y esta hipérbole encomiástica, el disparatado final: 'Todos los siglos proclamarán que entre los hijos de los hombres no ha nacido uno más grande que Jesús". ¡Qué esperanzas si así fuera! Pero no hay tal. Jesús no existió. Ni en cuerpo y alma según pretenden los evangelistas, ni como espíritu no encarnado según la tesis de los docetistas. Y Cristos hubo muchos. En cuanto al nuestro, el de los evangelios, el de la Puta, es obra de la imaginación mítica de los pueblos mediterráneos de hace dos mil años que lo fraguaron juntando a Atis, Mitra, Osiris, Krishna, Buda, Zoroastro y Dioniso en el engendro que hoy padecemos. En manos de la Puta este buen hombre ha detenido todo progreso espiritual y moral de media humanidad. Y para desgracia nuestra y de los animales, como si con sus necedades no bastara, 570 años después de su presunto nacimiento nos cayó la peste de Mahoma el taimado, el lujurioso, el sanguinario, un bellaco de calibre mayor infinitamente más dañino que veinte Cristos, y ése sí hijo de mujer y no de la mente obnubilada de los llamados cristianos esas sectas heterogéneas de fanáticos de los tiempos de Tito y Domiciano, de Trajano y Adriano, de Marco Aurelio y Cómodo, que fueron brotando aquí y allá, como hongos en el excremento de las vacas, por los cuatro puntos cardinales del Imperio Romano, con el que acabaron.

Hacia el año 180 (a fines del reinado del emperador Adriano o comienzos del de Cómodo) el filósofo pagano Celso escribió en griego La palabra verdadera que se perdió, pero que constituye la primera refutación del cristianismo y una de las más devastadoras diatribas de todos los tiempos contra esta religión o plaga, a juzgar por lo que nos conservó de ella Orígenes (cl85-c254) en su réplica en ocho libros Contra Celso, escrita también en griego, en el año 248, con que intentó rebatirla. Entre hereje y Padre de la Iglesia, Orígenes nos ha hecho un bien tan grande conservándonos a Celso como el que le debemos a Macarius Magnes por conservarnos en su Apocriticus pasajes del libro de Porfirio (c232-c305) Contra los cristianos, que la Puta quemó. Y ha tenido que esperar la humanidad hasta fines del siglo XVIII para tener, en las obras de Thomas Paine Los derechos del hombre y La edad de la razón, unos escritos contra la superstición cristiana tan luminosos y libertarios como los de esos dos filósofos griegos de la antigüedad.

De los muchos argumentos de Celso contra el cristianismo el que para mí tiene mayor importancia es el que dice que esta nueva religión no pasa de ser una mitología más, sin originalidad, copiada de las de Grecia y el Oriente: también los mitos griegos le atribuían un nacimiento divino a Perseo, hijo de Zeus y de la virgen Danae; a Anfión, hijo de Zeus y de la virgen Antíope; a Eaco, hijo de Zeus y de la ninfa Egina; y a Minos, hijo de Zeus y de la virgen Europa. Y todos estos hijos de Dios hicieron milagros, como también los hicieron Hércules, Dioniso, Aristeas, Abaris y Cleómenes el estipaleo. Zamolxis, Pitágoras, Rampsinito, Orfeo, Protesilao, Hércules y Teseo habían resucitado. Y Ascelpio o Esculapio había resucitado a los muertos. Los cristianos ridiculizaban a los cretenses porque llevaban a los forasteros a visitar la tumba de Zeus, pero Cristo también había resucitado de una tumba. A Cristo se le había deificado como hacía poco se había deificado a Antinoo, el efebo preferido del emperador Adriano. Los cristianos adoraban a Cristo como los egipcios adoraban a Osiris y a !sis, los de Sais a Atenea, los de Meroe a Zeus y a Dioniso, los naucratitas a Serapis, etc. Y Celso hacía ver las coincidencias de muchas enseñanzas cristianas con creencias de los viejos misterios persas asociados al culto de Mitra. Observación que no era nueva pues ya el Padre de la Iglesia Justino Mártir hablando de la eucaristía decía que "los malvados demonios la habían imitado en los misterios de Mitra, en cuyos ritos místicos se coloca un pan y una copa de agua delante de los iniciados mientras se dicen ciertos conjuros" (primera Apología, 66). Mayor descaro no puede haber. ¡Acusar al mitraísmo de plagiar al cristianismo! Pero resulta que el cristianismo es posterior al mitraísmo en varios siglos, si no es que en más de un milenio. Mitra ya aparece en los Vedas, mil cuatrocientos años antes de Cristo. Así procede la Puta.

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