La puta de Babilonia (16 page)

Read La puta de Babilonia Online

Authors: Fernando Vallejo

BOOK: La puta de Babilonia
8.59Mb size Format: txt, pdf, ePub

De este Eugenio IV (de soltero Gabriele Condulmaro) ya dijimos que era sobrino de papa y tío de papa y citamos su bula antijudía Dudum ad nostram audientiam. Se nos pasó decir que cuando el emperador bizantino Juan Paleólogo, forzado por una inminente invasión turca hubo de aceptar la unión de las Iglesias latina y griega (que duró lo que un matrimonio de maricas en un dark room de baño turco), nuestro Eugenio lo obligó a reconocer: la primacía papal, la existencia del purgatorio, la legitimidad del uso de pan ázimo en la eucaristía y la legitimidad del uso del Filioque en el credo. ¡Cuánta píldora amarga le hicieron tragar al pobre Paleólogol

Los españoles habían conquistado las Islas Canarias en 1404. Cuando se encaminaba el siglo a su final, el 11 de agosto de 1492 Alejandro VI subió al trono y América fue descubierta dos meses después. Entonces este Santo Padre que tanto quiso a sus hijos promulgó la bula Inter caetera por la que, puesto que eran las intenciones de los Reyes Católicos de España Fernando e Isabel "llevar la fe a esas tierras, islas y gentes, el papa, como Vicario de Cristo, les da dominio sobre todas las tierras que haya trescientas millas al oeste de las Azores, confiado en que ellos cumplirán su palabra de enviar hombres buenos y sabios a conducir a esos pueblos a la fe". Como se quejaran los portugueses, entonces Alejandro VI modificó la bula con el Tratado de Tordesillas y le dio lo que hoy es Brasil al rey Manuel de Portugal pero, según le expresaba poco después en la carta papal Ineffabilis et Summi Patris, "siempre y cuando algunas ciudades, campos, tierras, lugares o dominios de la gente sin fe hayan querido someterse a Vos, pagaros tributo y reconoceros como su soberano" (siforsan contingeret aliquas civitates, castra, terras et loca seu Dominia Infidelium ditioni tua subjici, seu tributum solvere, et te in eroumDominum cognoscere velle). ¡Qué papa tan justo! Si los indios no quisieran someterse ni pagar tributo ni reconocer al rey Manuel como su soberano, entonces el Santo Padre no le estaba dando dominio sobre ellos. En Brasil hubo esclavitud hasta 1888.

Armados de mosquetes y bendecidos por los frailes, los generosos conquistadores españoles y portugueses, que sólo buscaban propagar la fe de Cristo y nada de oro pues despreciaban el vil metal, sojuzgaron y expoliaron a los pueblos indígenas del Nuevo Mundo, destruyeron sus civilizaciones y con las piedras de sus pirámides levantaron iglesias y palacios. Entonces un fraile dominico, fray Bartolomé de las Casas, alzó su voz para condenar el genocidio, y como siempre sucede con estos Cristolocos o Nazarines que brotan por arte de magia de la tierra como en las novelas de Benito Pérez Galdós, a los males que había se vinieron a sumar males mayores. Se desató entonces en África la caza de negros para traerlos de esclavos a América y reemplazar a los indios. A América le habían seguido las Filipinas, así llamadas en honor a Felipe II, "el más católico de los reyes", y conquistadas a partir de 1521 por España, la criada mayor y la esbirra más fervorosa de la Puta de Babilonia. También allá se instalaron a salvar almas. ¡Qué empeño el de la Puta de querer salvar! Yo no quiero que me salven de nada, me quiero morir en paz en la impenitencia final, lo más lejos posible de la Puta y sus desgracias.

En 1639 Urbano VIII, el bondadoso Maffeo Barberini que tanto favorecía a sus parientes y que casi quema a Galileo por insumiso, promulgó la bula antiesclavista Commissum Nobis, dirigida a su amado hijo el recolector general de deudas de la Cámara Apostólica de Portugal, y que empieza: "Confiado a Nos el más alto cargo apostólico por el Señor, se nos manda que la salvación de todos no nos sea ajena, y no sólo la de los creyentes cristianos sino también la de los que todavía están por fuera del seno de la Iglesia en la oscuridad de la superstición nativa" (Commissum Nobis a Domino Supremi Apostolatus officii ministerium postulat ut nullius hominis salutem a cura nostra alienam ducentes, non solum in Cristifideles, sed etiam in eos qui adhuc in ethnicae superstitionis tenebris ex gremio Ecclesiae versantur). Y pasa a prohibir que los indios de Paraguay, Brasil y el Río de la Plata sean reducidos a la esclavitud, vendidos, comprados, permutados, regalados, separados de sus mujeres e hijos, despojados de sus cosas y bienes, llevados a otros lugares, privados de la libertad y mantenidos en servidumbre, so pena de excomunión latae sententiae. ¿A cuántos excomulgó Barberini latae sententiae por esclavistas y encomenderos? Que me lo diga la Puta.

A las hipócritas bulas antiesclavistas se les vinieron a sumar las solapadas instrucciones (instructii) de la Congregación del Santo Oficio, con que a partir de mediados del siglo XVI se empezó a expresar el Magisterio de la Puta frente al nuevo fenómeno de la caza y el tráfico de negros (nigros) y nativos (sylvestres) del continente africano. Digo nuevo pero para los cristianos que por esas fechas entraban en el negocio, no para los negreros mahometanos que desde el siglo XI se dedicaban al infame comercio, como devotos seguidores que son del monstruo Mahoma que fundó un imperio basado en la esclavización de pueblos. He aquí unas palabras muy dicientes de la Instrucción número 1293 de la Sacra Congregación del Santo Oficio, fechada el 20 de junio de 1866, en pleno pontificado del papa infalible Pío IX, y escrita en respuesta a una serie de preguntas del reverendo padre William Massaia, Vicario Apostólico ante la tribu de Galla, en Etiopía: "Aunque los pontífices romanos no han dejado nada sin tratar respecto a que la esclavitud sea abolida por doquiera entre las naciones, y aunque gracias a ellos ya no hay esclavos en varios pueblos cristianos desde hace varios siglos (a pluribus saeculis nulli apud plurimas christianorum gentes seroi habeantur) , sin embargo la esclavitud misma, considerada en sí y en términos absolutos, en modo alguno repugna a la ley natural y divina (tamen seroitus ipsa per se et absolute considerata iuri naturali et divino minime repugnant) , y puede haber muchas justificaciones para la esclavitud como se puede ver consultando los teólogos e intérpretes aprobados del canon sagrado (pluresque adesse possunt iusti servitutis tituli quos videre est apud probatos theologos sacrorumque cononum interpretes). Porque el dominio que tiene un amo respecto a un esclavo no se debe entender más que como el perpetuo derecho de disponer aquél, para su provecho, del trabajo del siervo, siendo legítimo que una persona le ofrezca dicho dominio a otra (Dominium enim illud, quod domino in servum competit non aliud esse intelligitur quam ius perpetuum de seroi operis in proprium commodum disponendi, quas quidem homini ab homine praestari fas est). De esto se sigue que no repugna a la ley natural y divina que un esclavo sea vendido, comprado, cambiado o regalado, en tanto esta venta o compra o cambio o regalo se observen las condiciones que aquellos autores aprobados ampliamente siguen y explican (/nde autem consequitur iuri naturali et divino non repugnare quod servus vendatur, ematur, commutetur, donetur, modo in hac venditione, emptione, commutatione, donatione, debitae conditiones accurate serventur quas itidem probati auctores late perse quuntur el explicant)". Y esta joya, que viene casi al final: "No es fácil contestar las preguntas 17 y 18. Usualmente los esclavos que han sido reducidos a la esclavitud injustamente tienen derecho a huir; pero no los esclavos que estén bajo una esclavitud justa (servi qui iustam subeant servitutem), salvo que el amo los quiera inducir a algún pecado o sean tratados inhumanamente". ¡Ah Puta malnacida y rezandera, hasta cuándo vas a abusar de nuestra paciencia! Estás más que pasada de que te tiren una bomba atómica.

Por lo demás ese repudio hipócrita de la esclavitud por parte de la Puta salía sobrando. ¿Cuándo dijo Cristo una sola palabra para condenarla? Y sin embargo sus estúpidas parábolas están llenas de amos y esclavos. "Llamó a diez esclavos suyos, les dio diez minas y les dijo", etc. (Lucas 19:13). "Los esclavos del amo vinieron a decirle: 'Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿Cómo es que tiene cizaña?'" (Mateo13:27).Y que no se me diga que estamos hablando de criados; esclavo en griego es (en griego); y criado es (en griego);, como en Lucas 16:13: "Ningún criado (en griego) puede servir a dos señores".

Cristo no condenó la esclavitud como tampoco condenó la poligamia (o más exactamente la "poliginia", que es la condición de un hombre con muchas esposas): "Entonces el Reino de los Cielos será semejante a diez vírgenes que tomando sus lámparas salieron a recibir al novio" (Mateo 25:1). ¡Cómo! ¿Un hombre con diez esposas vírgenes? Eso no es cristianismo, es vulgar mahometismo. Mahoma era un putañero, Cristo no, era loco. Cinco de esas diez vírgenes son prudentes, las otras cinco son necias. Las prudentes acaban acostándose con el novio ("entraron con él a la fiesta de las bodas y se cerró la puerta"). ¡Ése dizque es el Reino de los Cielos!

Y el que no tuvo nunca una palabra de reproche ante la esclavitud jamás la tuvo tampoco de amor para los animales. Ni los vio. "Estaba próxima la pascua de los judíos y Jesús subió a Jerusalén y encontró en el templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas sentados ante sus mesas; y haciendo un látigo de cuerdas los echó a todos del templo junto con las ovejas y los bueyes, volcó las mesas de los cambistas regando las monedas por el suelo, y a los que vendían palomas les dijo: 'Sacad de aquí esto, no convirtáis la casa de mi Padre en un mercado'" Juan 2:13-16). No le indigna que estén vendiendo a unos pobres animales para que los sacrifiquen en seguida adentro los sacerdotes esbirros de Yavé, en el infame templo judío que desde siempre fue no un inocente mercado sino un lugar de sangre, un matadero. No, eso no le preocupaba. De aquí que este loco, como Castro y como Lenin, fuera de los que insultaban con nombres de animales: "¡Raza de víboras! ¿Cómo podéis decir cosas buenas siendo malos?" (Mateo 12:34). "¡Serpientes, raza de víboras!. ¿Cómo podréis escapar de la condenación del infierno?" (Mateo 23:33). "En ese momento vinieron unos fariseos a avisarle: 'Vete porque Herodes te quiere matar'. Y él les contestó: 'Id a decirle a ese zorro que yo expulso demonios y hago curaciones hoy y mañana, y al tercer día acabo'" (Lucas 13: 31, 32). ¡El Hijo de Dios llamando a los demás "serpientes" y "zorros"! ¡Qué indignidad! Y en la región de los gadarenos a los demonios que expulsa de unos endemoniados los hace entrar en una piara de cerdos que va a despeñarse en el mar (Mateo 8: 28-34). ¡Qué insensibilidad ante su otro prójimo que nunca vio, los pobres animales! "No deis las cosas santas a los perros ni echéis vuestras perlas a los cerdos, no sea que las pisoteen y volviéndose os despedacen"(Mateo 7:6). "Ya hice matar mis terneros y reses cebadas y todo está a punto para el banquete" (Mateo 22:4). "Y le dijo a la mujer: 'Deja que coman primero tus hijos porque no está bien tomar su pan para echárselo a los perros'. Y ella le respondió: 'También los perros comen debajo de la mesa las migajas que dejan caer los hijos'" (Marcos 7: 27, 28). ¡Qué lección la que le da esa mujer al maestro de los maestros, al paradigma de lo humano! "¡Cuánto más valéis vosotros que las aves!" (Lucas 12:24). 'Traed el ternero cebado y matadlo, vamos a celebrar con un banquete" (Lucas 15: 23). ¡Pobres animales! Ni una palabra de compasión para ellos. A Cristo-loco no le dio el alma para compadecerlos. ¡Y pretenden que este alcahueta de carnívoros sea el paradigma de lo humano! Buscaba la travestida Wojtyla antes de morirse que se incluyera la expresión "civilización cristiana" en la constitución europea. ¡Cómo va a ser civilización esa barbarie bimilenaria!

Y si no quería que los mercaderes se ganaran la vida comerciando, ¿por qué no le pidió a su Padre que los hiciera ricos? ¿No era acaso el Todopoderoso? ¿Y para qué necesitaba su Padre de sacrificios de animales? ¿Y quién exactamente era su Padre? ¿Era acaso Yavé el rabioso de quien una y otra vez repite el Levítico que se apaciguaba con el olor a carne asada? Pero por más que busco en la Biblia hebrea, Yavé no tiene ningún hijo. Traicionando el texto hebreo, donde éste dice Jehová o Yavé o Elohim la Septuaginta traduce "el Señor" ¡Cuál Señor! Señores hay muchos, Dios es uno solo. ¡Y qué es esa necedad de que el Yavé de la Biblia hebrea tenga que mandar a su Hijo en el Nuevo Testamento! ¿Y qué necesidad hay de que después este Hijo, ya muerto y resucitado, les anuncie a sus discípulos que, puesto que ya se va definitivamente y no vuelve hasta el fin del mundo, entonces mientras tanto les va a mandar al Paráclito o Espíritu Santo? "Cuando venga el Paráclito que os enviaré de parte del Padre, y que es el Espíritu de la verdad porque procede del Padre, Él dará testimonio de mí" Juan 15:26). "Os conviene que me vaya pues si no me voy, el Paráclito no vendrá a vosotros. En cambio si me voy os lo enviaré" (Juan 16:7). ¡Qué es esta mandadera de gente! Si el Padre hizo mal el mundo, que lo arregle Él solo sin tener que andar recurriendo a esas otras dos inútiles personas. En Juan 8:59 leemos: "Entonces (los judíos) tomaron piedras para tirárselas, pero Jesús huyó del templo y se escondió”. ¡Cómo nos va a salvar un Hijo tan cobarde! ¡Con razón se dejó crucificar! ¡Con razón lo insultaba todo el mundo cuando lo colgaron de dos maderos en el Gólgota! "Los que pasaban lo injuriaban diciéndole: 'Sálvate a ti mismo si eres el Hijo de Dios, bájate de esa cruz'. También los príncipes de los sacerdotes se burlaban a una con los escribas y los ancianos. Y hasta los ladrones que habían crucificado con él lo insultaban" (Mateo 27:39-44). Y lo mismo cuentan Marcos en 15:29-32 y Lucas en 23:35-43. Pero Lucas con una diferencia respecto a los otros dos: que aunque uno de los ladrones se burlaba de Jesús, el otro creía en él y le decía: "Acuérdate de mí cuando estés en tu reino". Y Jesús le respondió: "En verdad te digo: hoy estarás conmigo en el paraíso". Entonces en qué quedamos: ¿se burlaban de Jesús los dos ladrones como dicen Mateo y Marcos, o sólo uno como dice Lucas? ¡Carajo! ¿Es que el Padre no era capaz de dictarles una versión coherente a los biógrafos de su Hijo?

¿Y por qué nos dice el credo: "Creo en Dios Padre Todopoderoso, creador del cielo y de la tierra, y en Jesucristo su único Hijo"? Pero el padrenuestro que está en Mateo 6:9 dice: "Padre nuestro que estás en los cielos". "Nuestro" es de muchos, no de uno solo. Entonces una de dos: o miente el padrenuestro, o miente el credo. Yo digo que miente el credo. Jesucristo no fue unigénito. El Padre, como Mahoma, tuvo muchos hijos, yo entre ellos, y si se me antoja pedirle a mi papá las cinco vírgenes necias y las cinco vírgenes sabias, se las pido. Los sacramentos de nuestra Santa Madre Iglesia son siete: bautismo, confirmación, penitencia, comunión, extremaunción, sacerdocio y matrimonio. Los enemigos del alma son tres: el mundo, el demonio y la carne. Las virtudes teologales son tres: fe, esperanza y caridad. Las virtudes cardinales son cuatro: prudencia, justicia, fortaleza y templanza. Las potencias del alma son tres: memoria, entendimiento y voluntad. Los dones del Espíritu Santo son siete: sabiduría, entendimiento, consejo, fortaleza, ciencia, piedad y temor de Dios (pero yo a Dios no le temo porque es mi papá y es bueno y el entendimiento también es una potencia del alma). Las postrimerías del hombre son cuatro: muerte, juicio, infierno y gloria. Y las once mil vírgenes, ¿cuántas son? Son once mil y las quiero todas para mí junto con las cinco vírgenes necias y las cinco vírgenes sabias y los hermanitos de todas ellas. Pero menores de quince años, ¿eh? Porque de más son viejos, y el viejo no tiene más función que la de servir de pasto a los gusanos.

Other books

The Complete Stories by Flannery O'Connor
Island in the Sea of Time by S. M. Stirling
The Hunt for Atlantis by Andy McDermott
Down in The Bottomlands by Harry Turtledove, L. Sprague de Camp
Sand and Clay by Sarah Robinson
Promises by Ellen March
CHERUB: The Sleepwalker by Robert Muchamore
The Highlander Series by Maya Banks