James Potter y La Maldición del Guardián (55 page)

BOOK: James Potter y La Maldición del Guardián
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—Realmente debes tener cuidado, James —dijo con voz queda.

James apenas la escuchaba.

—¿Qué quieres decir?

—Quiero decir, que Petra no está en posición de corresponderte del modo en que te gustaría.

—No sé de qué estás hablando —insistió James, finalmente dándose la vuelta y cerrando su guión—. Sólo estábamos ensayando.

—No es sólo la diferencia de edad, sabes. Eso no es tan grave a largo plazo. Tienes que comprender que el corazón de Petra está obviamente en otra parte.

James arrugó la frente y miró a Rose.

—¿Qué significa eso?

—Bueno, está claro, James —dijo Rose, bajando la voz aún más—. Petra no fue a Hogsmeade para hacer algunas compras, no importa lo que haya dicho. Tenía la esperanza de ver a Ted antes de que se fuera a la Madriguera.

—¿Por qué haría eso? —preguntó James, parpadeando.

Rose puso los ojos en blanco y sacudió la cabeza.

—Todavía está enamorada de él, idiota. Tiene el corazón destrozado desde que la dejó por Victoire.

—Pero Noah dijo que en realidad ella nunca lo había amado —dijo James, frunciendo el ceño—. Dijo que ella había sabido todo el tiempo que él no era un buen partido.

—Puede que eso sea lo que dice, pero el corazón hace lo que quiere, ¿no? Ella ama a Ted. Está claro. No quiero que hagas o digas nada que pueda arruinar tu amistad con ella. No quiero verte herido.

James se recostó contra el sofá.

—¿Qué crees que soy, Rose? ¿Un completo idiota? Incluso si lo que dices no fuera cierto, nunca diría nada de esto a Petra.

—Lo lamento, James. Amor no correspondido es como veneno para el alma, ¿no?

—Ja, ja —respondió James cayendo en la cuenta—. Esas frases son de Treus en el segundo acto. Eres muy divertida.

—Mirad —gritó Albus, saltando de la mesa de la esquina— ¡La chimenea! ¡Hola, papá! ¡Feliz Navidad!

—Feliz Navidad a ti, hijo —la cara de Harry Potter sonrió en los carbones de la chimenea.

—Hola, tío Harry —intervino Rose, bajando del sofá para arrodillarse delante de la chimenea—. ¿Cómo va todo en la Madriguera?

Harry pareció encogerse de hombros.

—Como era de esperar, supongo. No es la forma en que ninguno querría pasar las vacaciones, pero hoy estuvo todo bien. Lily se hospeda con Andromeda Tonks. Todos aquí os envían su cariño. Kreacher dice que os encontró a todos bastante bien. ¿Os gustaron vuestros regalos?

—Me encanta la bufanda —respondió Albus— Y la Recordadora. Y los dulces estaban estupendos también.

—No me digas que ya te los comiste todos, hijo.

—Sí, pero no se lo digas a mamá. Estoy creciendo, papá. ¡Tengo que ganar músculo para el Quidditch!

Albus y Harry pasaron unos minutos discutiendo la temporada de Quidditch, Harry felicitó a Albus por haberse convertido en el Buscador Slytherin, a pesar de que admitió que se alegraba de que Gryffindor les hubiese descalificado del torneo.

—Hay todo un montón de gente que quiere saludar —dijo Harry—. ¡Deja de empujar, Hermione!

La cara de Harry se hundió en el carbón y fue sustituida un momento después por los rasgos distintivos y el espeso cabello de Hermione.

—Feliz Navidad, Rosie —exclamó—, y a vosotros también, James y Albus. ¿Todos lo estáis pasando bien?

—Bastante bien —dijo James—. Ha sido un año loco hasta la fecha. Es largo de explicar.

Rose sonrió a su madre.

—James tiene razón. Tenemos muchísimo que contaros. En nuestra primera semana aquí, Merlín nos llevó a un centenar de millas de distancia a pie por el bosque para ir a recuperar esa caja mágica donde tenía todas sus cosas, y…

—Espera un momento, Rosie —dijo Hermione—. Ron, te pediré sólo un minuto. ¿Y realmente quieres comerte ese bizcocho de chocolate y nueces? ¿Cuántos van ya?

La cara de Hermione desapareció de la chimenea. Un segundo después, la sonrisa de Ron surgió.

—¡Eh, Rosie! ¿Estos dos te están cuidando bien? Porque si no…

—Hola, tío Ron —dijo Albus alegremente. Ron siempre había sido el favorito de Albus—. ¡Soy un Slytherin!

—Hola, papá —sonrió Rose—. ¿Cómo está Hugo?

—Todo el mundo está bien aquí, considerando como están las cosas —dijo Ron, su sonrisa se desvanecía—. Ted y Charlie se pelearon por algo que Victoire dijo, aunque nadie parece estar seguro de lo que fue. George bebió demasiado whisky de fuego, se tropezó con el ghoul y se rompió el meñique izquierdo con algunas cajas. Y vuestra abuela se pasa el rato gritando a todo el mundo o estallando en lágrimas. Está siendo una gloriosa Navidad para todos. Ahora que lo pienso, ¿chicos, tenéis una cama de sobra por ahí? Creo que incluso estaría dispuesto a aceptar un catre contigo en los dormitorios Slytherin, Al.

—¡Sí! —estuvo de acuerdo Albus al instante—. ¡Vente por vía Flu! ¡Puedes usar la cama de Ralph!

Por detrás de Ron, la voz de tía Fleur dijo:

—Tú no vas a ningún lado, Ron Weasley.

—Solo era una broma, Fleur. ¡Maldita sea!

La cara de Ron se hundió en el carbón. Al parecer, hubo alguna conmoción, entonces apareció Ginny.

—¡Hola, chicos! ¡Hola, Rose! ¡Feliz Navidad! —dijo, sonriendo.

—¿Qué pasa ahí, mamá? —preguntó Albus—. Parece haber jaleo.

Ginny suspiró.

—Tenéis suerte de no estar aquí. No es precisamente una forma muy agradable de pasar la Navidad. Afortunadamente, casi todas las cosas están empacadas y han sido trasladadas. Dejamos las camas para el final para poder pasar la noche, pero mañana por la mañana las quitaremos también. ¿Cómo os estáis portando los tres?

James, Rose y Albus dijeron a Ginny que se estaban portando bien.

Rose preguntó:

—Entonces, ¿cómo es aquello? No puedo soportar pensar en la Madriguera vacía. ¿Qué va a hacer la abuela?

—Bien, a decir verdad —dijo Ginny, pero no muy convincentemente—. Quiero decir, sí, es triste. La mayoría de nosotros ha vivido aquí toda la vida. Pero será para bien, de verdad. Todos lo sabemos. La abuela Weasley se quedará con nosotros por el momento. Tenemos mucho espacio, especialmente ahora que vosotros dos no estáis en casa —señaló a James y Albus con los ojos—. Pero aún así. Tu padre embaló todo el garaje del abuelo Weasley él mismo. Yo no podía soportar ver todo eso. Sin embargo él se mostró muy fuerte al respecto. Yo... estoy muy orgullosa de él.

Ginny se detuvo abruptamente. Inhaló y bajó la mirada durante un momento. Luego, con una expresión diferente, miró arriba de nuevo.

—¿Cómo te trata Slytherin, Albus? ¿Te alimentan bien?

Albus rió.

—Mamá, comemos todos juntos en el Gran Comedor. Lo sabes. Los Slytherins no tenemos un comedor secreto o algo parecido.

—Bueno, nunca estuve en los dormitorios Slytherin, ya sabes. Tampoco sabía que tenían una sala de prácticas. ¿Pero te están tratando bien?

—Claro, mamá —dijo Albus sonriendo—. Aquello me gusta.

—¿Y qué hay de ti, James? —preguntó Ginny, dirigiéndose a su hijo mayor.

—Estoy bien —respondió James sosamente, sin mirar todavía a su madre—. Recibí tu Vociferador. Algo así.

—Lo siento, James —dijo Ginny—. Estaba muy enfadada cuando lo envié. Fue más que simplemente la Capa y el Mapa desaparecidos. Ahora lo sé. Es un momento muy estresante para todos nosotros. Simplemente no fue un buen momento para salir otra vez con algo así.

—¡No los cogí, mamá! —dijo James de repente, deseando con desesperación que Ginny le creyera—. ¡Creí que debía haberlo hecho Albus, pero él dice que tampoco los cogió!

Ginny estudió la cara de James durante un buen rato.

—Bueno, si no fuisteis ninguno de los dos… ¿dónde están? —preguntó razonablemente.

—¿Cómo voy a saberlo? —respondió James, un poco apaciguado—. Tal vez Kreacher los ocultó en su alacena. Sabes que solía hacerlo con las viejas cosas de la señora Black cuando creía que necesitaban protección. ¿Has revisado en su armario?

Ginny exhaló cansinamente.

—No. Honestamente, no se me ocurrió. Espero que tengas razón, James. ¿Estás completamente seguro de que me estás diciendo la verdad, hijo?

—¡Sí, mamá! ¡Lo prometo! No los he tocado esta vez.

—¿Y tú, Albus? ¿No sabes nada al respecto?

Albus se encogió de hombros.

—La primera noticia que tuve fue cuando el Vociferador de James estalló en el desayuno. Después James casi se me tiró encima al terminar el último partido de Quidditch, acusándome de tenderle una trampa. Eso es todo lo que sé, mamá.

Ginny sacudió la cabeza con desdén.

—Entonces seguro que aparecerán. Preguntaré por ellos a Kreacher. Tal vez cogiera tu muñeco también, James. Puede que lo tenga todo junto allá abajo con su pequeña colección.

—¿Mi muñeco? —preguntó James.

—Sí —respondió Ginny, distraída por algo que sucedía en algún lugar de la Madriguera—. El pequeño muñeco que me diste el año pasado al final de las clases. Desapareció al mismo tiempo que la Capa y el Mapa, pero asumí que lo había extraviado. No estaba tan preocupada por eso. Quiero decir, ¿por qué ibas a llevarte a escondidas el muñeco a la escuela?

Rose se había girado para mirar a James, alzando las cejas con alarma.

—Oh, y James —dijo Ginny, interrumpiéndose a sí misma—, ¿has hablado con Zane?

James parpadeó, sus pensamientos corrían.

—¿Qué? ¿Zane? No, últimamente no.

—Apareció hoy temprano en la Madriguera. Bueno, cuando digo “apareció" me refiero a que se, humm, materializó. Tuvimos que dispararle hechizos Aturdidores para mantenerlo visible. Los estadounidenses tienen algunos métodos realmente curiosos de comunicación, ¿verdad? De todas formas, creyó que estarías aquí con Rose. Dijo que realmente necesitaba hablar contigo. Me pidió que te dijera que estuvieras pendiente.

James asintió.

—Claro, mamá. Está bien.

—Bueno, debería irme ya —dijo Ginny—. La abuela os desea Feliz Navidad, le encantaría charlar, pero ya empacamos la alfombra y arrodillarse sobre la piedra de la chimenea es demasiado duro para sus rodillas. Cuidaos unos a otros. Rose, asegúrate de que estos dos coman algo verde de vez en cuando. Y aseguraos de manteneros al día con vuestros estudios, ¡los dos!

—Sí, mamá —dijeron Albus y James al unísono.

Ginny sonrió llorosamente.

—Los quiero a los tres. Buenas noches y ¡Feliz Navidad!

Ron y Hermione hicieron cada uno una aparición más en la chimenea, despidiéndose. Finalmente, Harry apareció una vez más. Sonrió cansinamente.

—Cuidaos, los tres. No os estaréis metiendo en líos, ¿verdad?

—No más de lo que lo habrías hecho tú. —Albus sonrió con satisfacción.

—Papá —dijo James—, yo no cogí la Capa y el Mapa esta vez.

—Lo sé, James. Tu madre ya me lo dijo. Te creo.

—Pero, ¿entonces quién los tiene?

—Déjame eso a mí —sonrió Harry—. Soy el Jefe de Aurores, ¿recuerdas? ¿Qué tipo de auror sería si dejara que algo como la Capa de Invisibilidad se escapara de entre mis manos? Si no los tienes tú, probablemente estarán perdidos bajo la cama en casa, o en el fondo de la cesta de la ropa. Aparecerán.

—Pero papá —dijo James, bajando la voz—, ¿qué hay del muñeco vudú que recibí del profesor Jackson el año pasado? ¡Ese soy yo! ¡Mamá dice que también ha desaparecido!

Harry pareció entender la inquietud de James.

—Esas cosas no funcionan como se muestra en las películas muggle, hijo. Estarás bien. Aunque a tu madre le gustaba mucho. Le daba un abrazo todas las noches.

—Lo sé —dijo James, sonriendo ligeramente—. Sentía sus apretujones, un poco.

La sonrisa de Harry se amplió.

—No te preocupes por eso, James. Aparecerá también. Las cosas siempre aparecen, no importa cuan perdidas parezcan estar. Es ley de vida.

James asintió.

—Gracias, papá.

—Buenas noches, a todos —dijo Harry—. Feliz Navidad. Ahora id a descansar.

—Tú también —respondió Rose—. Da recuerdos a todos. Dale un gran abrazo a Lily de nuestra parte cuando la vuelvas a ver.

Harry asintió.

—Lo haré, Rose.

Echó un vistazo a James y a Albus, sonriendo con orgullo, y luego, desapareció. El carbón se volvió a esparcir en un amasijo sin sentido.

—Parece que escogimos bien al quedarnos aquí —comentó Albus, poniéndose en pie—. Me pregunto qué pasará con todas las cosas del abuelo. ¿Qué hay de su Ford volador?

James suspiró.

—¿Qué importa? El abuelo era el único que daba algún significado a todas esas cosas. Sin él, son simplemente… cachivaches.

Albus fulminó con la mirada a James pero no pareció saber qué decir.

Rose se puso de pie y se sacudió las rodillas.

—Estoy segura de que tu padre no tirará nada —le tranquilizó—. El abuelo pasó años recolectando esas cosas. Todo eso serán nuestros recuerdos de él. El tío Harry encontrará un lugar para todo.

—Nadie encontró un lugar para la Madriguera —dijo Albus en voz baja—. Ahora está vacía, y muy pronto, será derribada. —No hubo respuesta a eso. Un momento después, Albus continuó—. Me voy. Os veré a los dos mañana.

—Buenas noches, Albus —respondió Rose, asintiendo con la cabeza. Mientras Albus desaparecía a través del agujero del retrato, Rose se volvió hacia James con ojos mordaces.

—¡Tu muñeco vudú desapareció también! ¡Esto podría ser grave!

—Ya oíste a papá. Dijo que todo iba bien. Dijo que no funcionan como en las películas de los cines muggle. Nadie que lo encuentre puede utilizarlo para arrancarme los brazos u obligarme a hacer cosas que no quiero hacer.

—El vudú es un arte realmente secreto —dijo Rose, agitando la cabeza—. Y Madame Delacroix es una de los mejores brujas vudú que existen. No sabes lo que ese muñeco puede hacer, y tampoco lo sabe tu padre. En realidad no. Tienes que ser muy cuidadoso con cosas como esas.

—¿Qué crees que voy a hacer, Rose? No puedo encontrar como por arte de magia esa maldita cosa. Probablemente sólo se cayera detrás de la cabecera de la habitación de mamá y papá.

—Yo no estaría tan dispuesta a creer en esa posibilidad si fuera tú —dijo Rose con gravedad—. No hasta que sepas con certeza lo que ese muñeco es capaz de hacer.

—Lo dices como si estuviera vivo —dijo James, sonrió un poco nervioso. Rose simplemente se colocó las manos en las caderas y ladeó la cabeza como diciendo: ¿cómo sabes que no lo está?

—Lo estudiaré —dijo una voz desde detrás de Rose, haciendo que esta saltara treinta centímetros en el aire.

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