James Potter y La Maldición del Guardián (26 page)

BOOK: James Potter y La Maldición del Guardián
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James esperaba que el ensayo de Literatura Mágica fuera bastante fácil, pero cuando se sentó en la biblioteca esa noche con pluma y pergamino, se encontró mirando a la luna por la ventana, dando golpecitos con su pluma ociosamente. Finalmente, sacudió la cabeza como para aclararla.

—Es muy extraño —comentó a Ralph, que estaba concentrado en sus problemas de Aritmancia—. Te puedo recordar contándonos la historia en clase. Probablemente podría sentarme aquí y contártela de nuevo en este momento. Pero cuando intento anotarla, todo se enturbia en mi cabeza.

Ralph se echó hacia atrás y se estiró.

—¿Qué quieres decir? Si la puedes contar, ¿por qué no la puedes escribir?

—Se me va. Quiero decir, sé que empieza con un tipo caminando por el bosque. Anoto todo eso, y de repente, no puedo recordar si era de día o de noche cuando caminaba. Empiezo a imaginar por donde podría estar caminando. ¿Por qué está tan lejos de su propia casa? ¿Y cómo es que nadie más vive por allí en kilómetros y kilómetros a la redonda? Son ratones lo que ve, ¿verdad? Justo cuando empiezo a escribir, sigo imaginando ardillas. O campañoles.

—¿Campañoles? —repitió Ralph, haciendo una mueca—. ¿Qué demonios es un campañol ?

—No lo sé —dijo James, alzando las manos—. Algún tipo de animal pequeño, creo. Pero esa es la cuestión. Está historia se me escurre cada vez que intento escribirla. Es como si quisiera convertirse en otra cosa totalmente distinta.

Ralph pensó en ello y, finalmente, sacudió la cabeza.

—Eso no tiene mucho sentido. ¿Quieres que te la cuente otra vez?

James suspiró.

—No. Revalvier dijo que se suponía que no debíamos hacerlo de esa manera. Lo dijo como si se supusiera que debíamos escribir lo que sea que recordáramos. Solo que no esperaba tener que esforzarme tanto. Quiero decir, es sólo un cuento.

Ralph se encogió de hombros.

—Bueno, es un cuento mágico.

—No tu versión —respondió James—. Tu abuela muggle te la contó. Me imaginé que tenía que ser la madre de tu madre porque por lo que sabías, tu padre era huérfano.

Ralph asintió, pero permaneció en silencio.

James estaba a punto de hacer otro intento en su versión de El Rey de los Gatos cuando Petra Morganstern rodeó lentamente el extremo de una estantería cercana.

—Hola, Petra—, dijo James, intentando mantener la voz lo suficientemente baja como para no ganarse una mirada severa de la bibliotecaria.

Petra escaneaba lánguidamente la estantería, su mochila colgaba suspendida de una mano. Parecía no haberlo oído.

—¡He dicho "hola, Petra"! —repitió James, enmarcando su boca con las manos.

Petra se giró y alzó la mirada. Vio a James y parpadeó, con sus grandes y distantes ojos azules.

—Oh —dijo—. Hola, James. Perdón. No te vi —Se volvió de nuevo hacia los estantes de libros—. No estoy muy segura de lo que estoy buscando…

James observó a Petra mientras ésta recorría el pasillo, arrastrando su mochila.

—¿Qué le pasa? —susurró a Ralph, cuando Petra estuvo lo bastante lejos como para no poder oírle.

Ralph sacudió la cabeza.

—No sé.

Rose plantó una pila de libros sobre la mesa y se sentó.

—No hace daño adelantarse en Literatura Mágica —proclamó alegremente—. Estos son los diez libros que el libro de texto dice que deben ser leídos por todo bruja y mago pensante. Ya había leído cuatro de ellos, pero nunca hace daño repasar un poco.

—Oye, Rose —interrumpió James, estirándose hacia delante—. ¿Qué pasa con Petra?

—¿Petra? —repitió Rose, distraída—. ¿Por qué debería pasar nada con ella?

—Acaba de pasar hace un minuto y parecía una lechuza muerta.

Rose pensó por un momento.

—No tengo ni idea. Parecía estar bien hoy durante el almuerzo, aunque se fue rápido cuando le llegó el paquete.

—¿Qué paquete? —preguntó Ralph.

—Oh, vosotros dos ya os habíais ido —explicó Rose, sacando el libro que estaba más alto en su pila y abriéndolo—. Una lechuza del Ministerio le trajo una caja. Al parecer, era de su padre. Se marchó después de eso. Supuse que querría abrirla en privado.

James inclinó la cabeza.

—¿Por qué iba a llegarle un paquete de su padre con una lechuza del Ministerio?

Rose arqueó las cejas.

—Supongo que su padre trabaja allí. Mucha gente envía correo personal utilizando el correo de la empresa. Papá lo hace a veces, aunque mamá dice que no debería. Cosas así la ponen un poco nerviosa.

—Tal vez eran malas noticias de casa —caviló Ralph.

—Parecía algo más que una simple una carta —respondió Rose—. Supuse que serían dulces de su madre o un regalo de cumpleaños o algo así.

James frunció el ceño, mirando en la dirección en que Petra había deambulado.

—Si los dulces de su madre la dejan así, la madre de Petra debe ser una cocinera bastante pésima.

Rose se animó de repente. Se inclinó y susurró:

—Me topé con Fiona Fourcompass en la sección de referencias, ¡y dijo que sabía por qué esta semana las clases de Estudios Muggles se habían aplazado tanto!

Ralph dijo:

—Creía que era sólo porque la profesora Curry no había regresado de algún tipo de viaje de investigación. Para mí, mejor. Puede quedarse de investigación todo el año.

—Eso tiene algo de verdad —asintió Rose—. Pero la clave es lo que ha estado investigando. Regreso ayer, y mañana por la tarde habrá una gran asamblea de todas las clases de Estudios Muggles de todos los cursos. Va a hacer un anuncio sobre las clases este año, ¡y sea lo que sea nos afectará a todos!

James parecía escéptico.

—¿Fiona Fourcompass te dijo eso? ¿Cómo lo sabía?

—Vio a la profesora Curry hoy temprano, fuera de su oficina —explicó Rose con gran seriedad—. Estaba desempaquetado tras su viaje y habló a Fiona de la asamblea. Dijo que las clases de la tarde terminarían temprano para que todos puedan asistir.

—¿Le menciono de qué iba la cosa? —preguntó Ralph.

Rose sacudió la cabeza.

—No se lo dijo, y Fiona no preguntó. Pero siento mucha curiosidad.

—Bueno —respondió James—, nos hizo jugar al fútbol el año pasado, y en realidad fue bastante divertido. Tal vez sea algo así. Pero, ¿por qué toda la escuela a la vez?

—Demasiado para un partido de fútbol —estuvo de acuerdo Ralph.

Un rato después, James, Ralph, y Rose advirtieron que se hacía bastante tarde. La mayoría de los estudiantes se habían ido y la bibliotecaria apagaba las lámparas cerca de las mesas desiertas. Los tres guardaron sus libros, plumas y pergaminos en las mochilas y se colaron entre los estantes.

—Oye, Rose —preguntó James—, ¿has empezado tus deberes de Literatura Mágica?

—¿El ensayo de El Rey de los Gatos? Eso fue lo primero que terminé. ¿Por qué?

James la miró fijamente.

—Sólo curiosidad, eso es todo. ¿No fue… difícil?

Rose se colgó al hombro la mochila de libros.

—Hombre camina por el bosque, ve un montón de ratones en una procesión fúnebre, los sigue, etcétera, etcétera. Fueron los deberes más fáciles de toda la noche.

James frunció el ceño pensativamente.

—Oh. Bueno, genial.

—Quedé un poco confundida cuando llegué a la parte de la mofeta —añadió Rose, dirigiéndose hacia las puertas de la biblioteca.

—¿La mofeta? —preguntó Ralph, parpadeando.

—Sí. No podía recordar si estaba delante de las escaleras o sentada sobre ellas. Había olvidado también el color de sus rayas. Eran verdes, ¿verdad?

Ralph la miró fijamente, y luego miró de nuevo a James. James se encogió de hombros y sacudió la cabeza.

Cuando abandonaban la biblioteca, James vio que había otra persona que seguía allí. Sentada en una mesa en la sala del fondo, sola en un charco de luz de una lámpara, estaba Petra. Tenía la cabeza agachada, su largo cabello negro le colgaba a ambos lados de la cara como una cortina. Sobre la mesa, delante de ella, había un simple pedazo de pergamino. James esperó a ver si levantaba la mirada, pero ni siquiera se movió. Le dolía un poco ver a Petra tan súbitamente melancólica. Consideró llamarla, pero decidió no hacerlo. De todos modos, lo más probable es que la viera más tarde en la sala común. Tal vez estuviese para entonces de mejor humor.

James le dio las buenas noches a Ralph cuando se separaron en las escaleras. Rose le acompañó a la sala común donde se sentaron junto a la chimenea y jugaron un escandaloso partido de Winkles y Augers durante un rato. Finalmente, se dirigieron hacia las escaleras de sus respectivos dormitorios. Scorpius ya estaba en la cama. Estaba sentado, leyendo un libro llamado Historias Verídicas de Dragones y Cazadores de Dragones. Tenía puestas sus gafas sin montura, y estas, de hecho, se las arreglaban para hacerle parecer más elegante que torpe. Echó un vistazo por encima de ellas cuando James entró en la habitación.

—Bonita historia para dormir —masculló James.

—¿Preferirías Las Tres Tontas y Viejas Gruñonas? —dijo Scorpius lánguidamente, pasando una página—. ¿O quizás una de los viejos cuentos de Revalvier sobre tu padre?

James echó atrás las mantas de su nueva cama. Las palabras “ESTÚPIDO POTTER LLORICA” todavía brillaban en la cabecera con un ligero color púrpura. Los esfuerzos de James por eliminarlas habían resultado totalmente infructuosos. Se puso su pijama y se metió bajo las mantas, lanzando una mirada descontenta a Scorpius.

—He oído que tu hermano está intentando entrar en el equipo de Quidditch de Slytherin —comentó Scorpius, con los ojos todavía en su libro.

James se sentó de nuevo.

—¿Mantienes estrechos lazos con la casa de tu padre, Scorpius? ¿Planea él venir a los partidos? Me pregunto a quién apoyará. Es todo un compromiso, ¿no?

—Tengo entendido que Albus está montando la escoba de Corsica —dijo Scorpius, mirando finalmente a James a los ojos.

James sostuvo la mirada penetrante de Scorpius, sin saber qué decir. ¿Se burlaba Scorpius de él? ¿O era acaso una especie de advertencia?

—Sí, lo sé —admitió James finalmente—. Lo vi. ¿Algún problema?

—Estuve volando con el queridísimo Albus a principios de semana, junto con tu prima Rose. Ha mejorado desde entonces, ¿no?

James se dio la vuelta.

—¿A ti que te importa, de todos modos?

—Nada, en realidad —dijo Scorpius—. Sólo intentaba tener algo de conversación. Supongo que tienes pensado entrar en el equipo Gryffindor, ¿no?

—Tal vez lo haga —admitió James—. ¿Y tú?

Scorpius no respondió de inmediato. James miró por encima de su hombro. Scorpius levantó de nuevo la mirada de su libro.

—No, Potter —dijo, suspirando—. El deporte organizado es tan… provinciano. Digamos que utilizaré mis talentos de formas menos obvias.

James puso los ojos en blanco y rodó sobre el costado de nuevo. Scorpius sólo intentaba fastidiarlo. Ese era su único talento y, al parecer, James era su objetivo favorito.

No fue sino hasta justo antes de caer dormido que se le ocurrió que no había visto a Petra aparecer por la sala común después de todo.

James apenas estaba terminando su desayuno a la mañana siguiente cuando Nobby se abatió sobre él y dejó caer una carta en su plato. La agarró rápidamente y saludó a Nobby, que se inclinó y aleteó subiendo entre las vigas, desapareciendo a través de una ventana junto con el resto de las lechuzas mañaneras.

La carta era de Lucy, y era sorprendente gruesa.

—¿Qué es eso? —preguntó Rose, inclinándose hacia James.

—Una respuesta de Lucy —respondió James, metiendo rápidamente la carta en su mochila.

—Entonces léela ya —dijo Rose, cogiendo otro pedazo de tostada.

James se levantó del banco.

—No puedo. Tengo que ir a clase. Tengo que llegar a la Torre Norte. Adivinación esta mañana.

—Yo estoy en la misma clase, James. Tenemos tiempo suficiente.

—Yo, eh, me dejé los deberes en el dormitorio. Mejor voy a buscarlos.

Rose le miró con suspicacia, pero él se giró, trotó y se alejó antes de que ella pudiera discutir. Tomó una muy tortuosa ruta en dirección a la Torre Norte, y se detuvo en una escalera vacía. Se sentó en la parte inferior y rebuscó la carta de Lucy en su mochila. La rasgó para abrirla y vio que el pergamino estaba envuelto en un recorte de periódico doblado. Leyó la carta primero.

Querido James
:

Gracias por escribir. Ahora mismo estamos en casa, lo cual me gusta mucho, pero no viene muy bien para conseguir fotos interesantes para Rose, lo siento. Tenía un presentimiento sobre Albus. En realidad, no creo que nadie se sorprenda de que terminara en Slytherin. Me preguntaba si yo podría terminar allí también. ¿Sería tan horrible? Espero que no. Papi me lo contó todo sobre tu profesor Debellows. Parece muy impresionado por él, y está muy orgulloso de haberse encontrado con él varias veces.

Busqué información sobre el Guardián como me pediste. En realidad había bastante. Sólo tenía que saber dónde buscar. Afortunadamente, desde que estamos en casa tengo acceso a la biblioteca mágica de Notting Hill. Mamá me lleva allí una vez por semana, aunque se moriría si se entera de las secciones en las que hice esta investigación. El Guardián tiene un montón de nombres, y todos dan bastante miedo, lo cual tiene sentido una vez sabes qué es. De acuerdo con los mitos antiguos, el Guardián es el vigía entre el mundo de los vivos y el de los muertos. Vive en algo llamado el Transitus Nihilo —el vacío entre los mundos— y es un ser puramente mágico. Básicamente, es solo una enorme entidad al acecho porque no tiene cuerpo ni fronteras ya que vive en la pura nada. Supuestamente, no conoce aún la Tierra o a los seres humanos porque es demasiado arrogante para asumir que pueda haber alguna cosa viva aparte de él mismo. Pero lo que da más miedo es algo llamado “La Maldición del Guardián”. Salazar Slytherin hablaba mucho de ello. Dijo que sería el “Juicio Final” para aquellos que le habían traicionado. Básicamente, la maldición dice que algún día el Guardián será convocado por una persona llamada el Embajador, que es un mago lo suficientemente poderoso como para viajar en el vacío. El Guardián sigue al Embajador en su retorno, y su aparición será un augurio de muerte y destrucción total. Una vez que esté aquí, el Guardián se alimentará de horror y dolor, succionándolo de las personas como un vampiro chupa la sangre. Las leyendas dicen que estudiará a los seres humanos, aprendiendo la mejor manera de aterrorizarlos, y en el mayor número posible. Aunque al parecer, tendrá que asociarse con un huésped humano que esté dispuesto, un huésped que estará dispuesto a matar para demostrar su coraje. Todas las profecías dicen que este huésped humano será un niño de la tragedia... probablemente quiera decir un huérfano, alguien sin nada que perder. Cosa muy, muy horripilante.

Siento bastante curiosidad, James: ¿por qué preguntas por esto? Me sorprendería que estuvieras estudiando algo así en la escuela. ¿Por qué necesitas mantenerlo un secreto? Esto es una seria y antigua magia tenebrosa. El libro en el que lo leí casi me mordió el dedo pulgar. Dime algo, ¿vale?

Con amor

Lucy

P.D. Esto es un recorte de un periódico muggle que vi cuando iba de camino a casa desde la biblioteca. Probablemente no sea nada, pero no pude evitar reparar en él después de lo que acababa de leer. No está conectado, ¿verdad?

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