El último patriarca (32 page)

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Authors: Najat El Hachmi

Tags: #Drama

BOOK: El último patriarca
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Madre, tengo que hablar contigo. Hay una persona que quiere venir a pedir mi mano y (silencio largo) quiero que padre le dé una oportunidad, que lo escuche, que si no quiere que trabaje, ni que estudie ni que me case, yo no sé qué voy a hacer aquí toda la vida. Se llama así, es hijo del
rhaj
Hammu. Pero ha cambiado mucho y… (silencio todavía más largo ante la mirada impertérrita de mi madre).

Dios mío, dime que esto no me está pasando a mí, Señor, apiádate de esta pobre mujer que lo ha dado todo por sus hijos y mira cómo se lo pagan. ¿A qué venía el plural?, era yo quien le hablaba, y no sus hijos. Has estado saliendo con él todo el tiempo, ¿no es cierto? No, no, no, me lo encontré por la calle y hablamos, eso es todo. Ha hablado conmigo a través de la amiga número uno y de la amiga número dos. Yo no he salido con él.

Tu padre no querrá de ningún modo, ¿es que no sabes que ese chico se droga y vete tú a saber qué otras cosas?, ¿es que no sabes que vendió durante mucho tiempo? No querrá y a mí me mandará a tomar viento en cuanto se lo insinúe. Se lo tienes que decir, madre, yo ya no puedo vivir así, con este control y sin poder entrar ni salir. Si no puedo volver al instituto, qué quieres que haga todo el día en casa, me moriré.

Oí que padre ya había subido, que había cerrado la puerta de abajo, que había hecho el riiic de siempre. Madre esperaría a que hubiese comido, a que se hubiera lavado, que fuese a tumbarse a la habitación para echar la siesta, bien relajado, que no hubiera tenido ningún problema serio en el trabajo, ningún disgusto de esos que solía pagar con nosotros.

Hasta entonces los vientos nos estaban siendo favorables, el destino ya se transformaba en lo que debía ser. Madre dijo dice que quiere hablar contigo y yo que entro en la estancia ya sin polvo, que tiemblo, que miro al suelo para no mirarle a los ojos. Él que me dice ¿es que te has vuelto loca o qué?, ¿qué es eso que me cuenta tu madre? ¿Quieres que hable con ese haragán? ¿Quieres que me tome en serio la opción de que mi hija acabe casada con un traficante como ése? Pero ¿para qué me he esforzado yo tantos años en subirte? Eso sería como malograrte, ni más ni menos, y creo que vales demasiado como para hacer algo así. Hablaré con élpero será para romperle la cara, qué se habrá creído para hablar con mi hija. Y tú le dices que te deje en paz, que no quieres saber nada de él.

Debía contener las lágrimas si no quería que se supiera que sí lo conocía, que lo amaba, que quería pasar el resto de mi vida con él. Entonces aún sabía callarme ante la autoridad, y me fui a mi habitación para ahogar allí un grito contra la almohada, sintiendo que todo era como una oscuridad que me quería envolver y que nunca cambiaría lo que me tocaba vivir. Dicen que lo que está escrito es inevitable y yo tenía la manía de conformarme.

34

LOS MÉDICOS NO SABEN ESAS COSAS

Lo vi en una sola ocasión después de que ya le hubiese dicho que no otra vez y que pobre de ti si vuelves a acercarte. Una sola vez en la que parecía que tuviera que caerse abajo, abajo en un pozo y sin demasiado tiempo para hablar, que a partir de entonces quería que uno de mis hermanos me acompañase a todas partes, alguno de los pequeños. ¿Lo dejamos correr?, había dicho él. ¿Estás loco?, ¿y yo qué?, ¿y mi virginidad qué?, ¿y mis dos años de angustias qué? Y que ya lo sabes, que vamos a estar juntos para siempre, tú mismo lo has dicho muy a menudo.

¿Qué quieres que haga? No rendirte, hombre, busca otras alternativas, envía a alguien de confianza a quien mi padre respete para que intente convencerlo. Habla con su amigo, Jaume, háblale y él te dirá cuál es la mejor forma, ya lo verás. No puede ser que no haya solución. La despedida fue más afectuosa que nunca, no sabíamos cuándo nos volveríamos a ver. Aquello sí que era encontrarse, y no las bobadas cortesanas.

Fue idea mía y acerté, aunque nunca se sabe qué es el éxito en historias como éstas, nunca. Acerté porque el mejor amigo de padre era también su confidente provisional y él aprovechó para vaciarse de historias que quizá no se deberían haber sabido nunca. No por madre, que sufrió mucho, no por todos, que lo pasamos muy mal, pero sí interesantes para conseguir el objetivo final.

Padre llegó hecho una furia y se lo contó todo a madre, que subió a mi habitación sólo unos pasos delante de él. Mira que… balanceaba la cabeza y esperaba la tormenta. Sólo quiero que me digas una cosa, una sola: ¿eres virgen o no eres virgen? ¡Padre! Sólo dime si estás tal como tu madre te trajo al mundo o ya jamás podré mirar a nadie a los ojos. Di: ¿eres virgen o no? Sí, sí, ¿cómo quieres que…?

He hablado conJaume y con tu novio. ¿Qué novio? Tu novio le ha explicado que hace tres años que salís juntos, que habéis hecho de todo y que os habéis jurado amor eterno, que eres tú quien le ha dicho que si no te dejaba casar con él te marcharías de casa. No, no, eso no es verdad. ¿Así que no lo has visto nunca aparte del día en que te pidió si podía venir a verme?

Bueno, pero que sepas que hay más gente que puede tener esta información y que yo no pararé hasta saber qué hay de cierto en lo que me dices. No gritó, no dio ningún golpe, sólo me miró y dijo aquello de yo que confiaba tanto en ti porque pensaba que eras diferente.

No sería fácil, no, pero estar allí encerrada no era forma de pensar en lo ocurrido. Madre dijo no saldrás más a partir de ahora, nos la has armado muy gorda y veo que esto sólo es el comienzo. ¿Puedo ir a buscar unos libros, al menos?, iré con mi hermano. Nunca le había visto a madre una mirada tan dura, me la merecía, merecía que me gritase, que me pegase, que me echase a puntapiés, que me tirase a los perros. Con aquella mirada dijo no saldrás más de la habitación, ¿todavía no te has dado cuenta de que tu vida está en peligro?

No sé si fueron dos o tres los días que estuve pendiente de que se abriese la puerta, de no saber si tocaban gritos o aquella otra forma sutil de erosionarme la autoestima. Llegaba borracho y decía es culpa tuya, es por ti que estoy así y que no puedo ni ir por la calle. Le he dicho a fulano ¿a ti te suena que mi hija se haya visto con aquel chico? Y me respondía ah, sí, ya hace tiempo que salen juntos. Se lo preguntaba a otro y lo mismo. En esta ciudad todo el mundo lo sabe menos yo. Incluso Manel os vio un día besándoos a la salida del club, no puedo ir por la calle con la cabeza alta, no puedo de ninguna manera. Sólo tengo ganas de matarte, de matarme a mí mismo después porque no podría vivir con la vergüenza de que mi hija haya estado follando con un imbécil durante tres años y yo pensando cada mañana que se iba a estudiar.

Que te cases dependerá de una cosa. Yo no te daré en matrimonio si estás intacta, pero si él te ha desvirgado no tendré más remedio que echarte, ¿qué he de hacer, si no? Dime la verdad y no haremos nada más. Ya te lo he contado muchas veces, estoy muy cansada.

Lo estaba cuando él dijo que me llevaría al médico, que me preparase porque iría a que me hiciesen una revisión y dijesen si era virgen o no. En condiciones normales mi cabeza habría funcionado, habría sabido perfectamente que ningún médico haría lo que le pedía, un certificado de virginidad emitido por la Seguridad Social. Pero a mí la cabeza ya no me iba y todo me suponía un agotamiento tan enorme que sólo quería dormir, sin aquella desazón persistente en las tripas, sin llorar, sin sollozar, sin pensar que era la peor persona que se podía ser en este mundo. Aún tenía las pastillas para poner bajo la lengua y comencé a tragarme, una, dos, tres, cuatro, hasta perder la cuenta, y me tumbé en la habitación de uno de mis hermanos, más resguardada de todo. En seguida me vino un sueño como de paz, sereno.

35

EXCEPCIONALMENTE, LA VIDA PASA POR DELANTE DEL HONOR

Aún ahora no sé cuántas horas dormí. Me despertó un señor que me daba palmaditas en las mejillas y preguntaba cuántas te has tomado enseñándome el envase. Quiero dormir, quiero dormir, y él que no me dejaba, ¿cuántas, di, cuántas? Ya estaba dentro de la ambulancia y alguien me decía eh, no te duermas, sobre todo no te duermas, y no conseguía recordar cómo había llegado hasta allí. Debí de dormirme, porque la siguiente imagen es la de madre toda congestionada que me miraba como si fuese la última vez, padre a uri lado diciendo te puedes casar, hija, te puedes casar y un tubo de plástico entrándome por el esófago. Alguien dijo lavado de estómago y no sé qué de carbono o carbón. Creí que había dormido mucho rato cuando me arrancaron el tubo y fue como si me arrancaran el alma.

Después me dejó en paz y no supe cuánto tiempo había pasado hasta que vi a aquel señor de bata blanca con gafas apuntando cosas con un bolígrafo. Hola, y sonreía, y era un lugar cerrado con mucha luz, las paredes de un verde tan tenue que yo no sabía si aún dormía. ¿Estoy despierta? Parece que sí, ¿quieres seguir durmiendo? No lo sé. ¿Qué hora es? Las doce del mediodía del día siguiente a tu ingreso. Anda, va, ¿quiere decir que he dormido como cuántas horas?, ¿catorce o dieciséis? Más o menos. Tu padre está aquí fuera y está muy nervioso, dice que quiere verte, que todo ha sido culpa suya.

Comencé a llorar y dije no quiero verle, no, pero ya no tenía miedo, únicamente aquella tristeza. No quiero ver a nadie nunca más, nunca más. En realidad no era que me hubiese querido matar, no lo era, sólo fue, doctor, que estaba muy cansada, tan cansada de todo que ya no podía más. Callé.

Dejé que entrasen algo más tarde y yo no sabía ver a padre llorando y pidiendo perdón y te podrás casar y tantas facilidades más. Me dieron el alta cuando yo aún pensaba que no quería ver a nadie jamás de la vida.

Después todo fueron contradicciones, todo fue un padre afectuoso, que yo no lo quería así, una madre que temblaba por dentro y no sabía explicarse todo aquello, una hija mía que se quiere quitar la vida. Los papeles se invirtieron, ella y yo no hablábamos mucho, y él me quería llevar a todas partes, me preguntaba cosas que no habría pensado nunca que fuese capaz de preguntar. ¿Cómo te encuentras hoy, hija? Era tan poco frecuente en él que me habría reído si hubiese podido. Miraba a mis hermanos y me imaginaba su mundo sin mí, todo aquello que habían vivido como espectadores, que me miraban y quizá no entendían nada.

Yo sólo pretendía protegerte, hija, sólo quería protegerte. Así fue más o menos durante dos días, puede que incluso tres. Hasta que otra vez se le trastocó la cabeza y volvió borracho.

Dicen que los grandes secretos desencadenan la tragedia cuando se destapan, ese tipo de secretos que las familias arrastran desde tanto tiempo atrás que nadie se acuerda de que existen. Lo dicen en
Espejo roto
y en otras historias, pero en este caso fue al revés, fue la tragedia de una muerte tan cercana la que desató las lenguas y no dejó nada por decir.

Prepárate, pensé cuando oí subir a padre, ahora ya no tengo nada que perder, ya no. Prepárate porque llegaba vociferando, era de noche y tanto si yo quería como si no debía hablar conmigo. Comenzó gritando él, pero acabó diciendo baja la voz, que te pueden oír los vecinos.

Decía que todo era culpa de madre, que si ella no le hubiese hecho lo que le hizo nada habría ido de esa manera. Si yo soy la clase de persona que soy es sólo por su culpa, que yo era muy normal, antes. No es verdad, dije yo, y miré a madre. ¿Qué? Que no, que no es cierto lo que explicas, que toda esta historia te la inventaste tú y si no ¿a santo de qué ibas tú a estar tan preocupado por una hija que no es ni tuya? Pero ella lo confesó, dijo que fue su tío. Ella te dijo que había sido él para salvar la vida, para no dejar a sus tres hijos solos con un loco como tú, eso fue lo que ocurrió. Yo lo vi, yo estaba allí, y madre no paraba de decir calla, calla, no hables más y aún no he entendido por qué no debería defenderlo. Una mujer como la tuya no la tiene nadie y si quieres te cuento lo que en realidad le ocurrió en Marruecos y que es en verdad lo que ella te explicó aquella noche, pero tú lo tergiversaste todo para tener una excusa con la que poder irte de putas, para meterte en la cama con nuestra pr-ofesora, para tener una bombona de butano de compañía y para hacer siempre lo que te ha dado la real gana. Las cosas tuvieron mucha menos importancia de la que tú explicas.

Tu hermano era muy joven y ella se había subido a una silla para limpiar la estantería de la cocina. Estaba allí arriba cuando él la cogió por la cintura y le dijo que la sujetaría para que no cayese, madre se dio cuenta de que aquello no debía seguir y le avisó. O me sueltas o comenzaré a gritar. Fue todo, tu gran secreto, los enormes cuernos que llevas, eso fue todo.

36

LOS ÁNGELES TE MALDICEN O ERES TÚ QUIEN LOS ECHA

La boda fue agridulce, padre lloraba sin cesar el día que el novio vino a buscarme e hizo llorar a todos los invitados. Yo estaba contenta y con las pastillas que me habían recetado no tenía demasiado espacio para la melancolía, no pensé en todo lo que dejaba y que nunca más sería igual, tan sólo miré hacia delante por primera vez en la vida. Fue la paroxetina, y no el optimismo.

Lo que teníamos que subir era un cuarto piso sin ascensor, sería complicado desplazar a la comitiva hasta la alcoba ilupcial y hacer el último baile antes de dejar solos a los novios, pero una fiesta es una fiesta. Todavía me veo en las fotos con aquel vestido blanco roto, tan delgada que por una vez había tenido que comer para engordar.

Cómo te has quedado, reina, dijo él al desnudarme. Aquella noche hubo ternura, no diré que no, y me dormí abrazada a él, ya no tenía nada que temer, ya era libre y viviría con quien me amaba. La prueba de la virginidad, que se suele entregar a la familia del novio, nosotros se la enviamos a padre, que dijo seguro que han sacado la sangre de algún otro sitio.

La historia se podría acabar aquí, como en las películas americanas, fueron felices para siempre, pero no tenía que ser ni una película ni la historia de una relación amorosa, esto debía ser el relato de cómo se perdió el patriarcado en la línea sucesoria de los Driouch y, más a grandes rasgos, de cómo el destino no debe de estar del todo escrito. Por eso esta historia continúa.

Me habían explicado tantas veces eso de que en tu cultura la mujer pasa de estar bajo la autoridad del padre a estar bajo la autoridad del marido que ya me lo había creído. Y como el pacto con mi marido era de igual a igual, a partir de ahí todo sería diferente. Mi padre no tendría nada que decir de lo que yo hiciera, porque ahora eso era asunto de mi compañero.

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