Elvira Menéndez
nació en Ferrol (A Coruña) en 1949.
Licenciada en arte dramático por la RESAD, a lo largo de su carrera profesional ha combinado las labores interpretativas con las literarias.
Como actriz tiene un extenso currículum sobre el escenario, tanto en proyectos de teatro clásico como contemporáneo, y en televisión, donde ha trabajado en más de una treintena de series y programas.
En la vertiente literaria ha desarrollado una vasta actividad como guionista para importantes medios de nuestro país y ha adaptado obras dramáticas para ser llevadas a los escenarios, pero la labor por la que es conocida y que le ha dado notoriedad es la de autora de libros infantiles y juveniles. A lo largo de su carrera ha escrito treinta y una obras, todas ellas publicadas por las editoriales más destacadas del sector, desde SM a Bruño, pasando por Grijalbo Mondadori o Pearson Alhambra, por lo que se puede afirmar que más de una generación ha crecido leyendo sus aventuras.
El corazón del océano
es su primera obra para adultos.
[1]
Vara:
medida de longitud que se usaba en distintas regiones de España con valores diferentes, que oscilaban entre 75 y 92 cm. La vara castellana o de Burgos, la más extendida, medía 83,59 cm.
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[2]
Retrete:
del catalán
retret,
que significa «retraído» o «retirado». Pasó a definir en castellano el aposento de la casa que tenía estas características.
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[3]
Salserilla:
recipiente en forma de taza donde se guardaban o mezclaban las sustancias para el tocador.
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[4]
Cartón de pecho:
especie de corsé que «alisaba
y
daba tiesura al torso» y, de paso, aplastaba los atributos femeninos.
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[5]
Arroyo:
al no existir alcantarillado, las aguas residuales circulaban por el centro de la calle, por el «arroyo». De ahí la frase «caer en el arroyo» como sinónimo de caer muy bajo, en la inmundicia.
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[6]
Mariones:
afeminados, homosexuales.
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[7]
Estrado:
lugar elevado donde las mujeres solían sentarse sobre cojines a bordar, charlar, etc.
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[8]
Cachondas:
forma jocosa de llamar a las calzas.
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[9]
Bubas:
en esa época se llamaba así a las pústulas de origen sifilítico que salen en las ingles.
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[10]
Capeadores:
ladrones de capas.
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[11]
Murcios:
ladrones.
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[12]
Compañones:
testículos.
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[13]
Corchetes:
antiguamente, funcionarios de justicia encargados de prender a los delincuentes.
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[14]
Pajuela:
una cuerda muy delgada, impregnada de azufre.
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[15]
Discreta:
en el siglo XVI significaba inteligente.
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[16]
Hachas:
antorchas.
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[17]
Verdugado o falda verdugada:
falda con aros para ahuecarla y darle forma de campana.
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[18]
Latiniparla:
expresión despectiva referida a las mujeres cultas, que sabían latín.
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[19]
Aljamiado:
castellano escrito con caracteres árabes.
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[20]
Su nombre era Ulrich Schmidels, pero el complejo cultural de los germanos les llevaba con frecuencia a latinizar sus nombres, de ahí lo de Ulrico. Este soldado bávaro escribió
Relatos de la conquista del Río de la Plata y Paraguay.
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[21]
Coima:
prostituta.
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[22]
Alojeros:
vendedores de aloja, refresco de la época que se fabricaba con agua, miel y especias.
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[23]
Barra de Sanlúcar:
acumulación de sedimentos en la desembocadura del Guadalquivir.
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[24]
Bujarrón:
homosexual.
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[25]
Almona:
fábrica.
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[26]
Lindo:
excesivamente atildado, a la última moda de entonces; a veces, afeminado.
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[27]
Costumbre:
en la época se llamaba coloquialmente así a la menstruación.
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[28]
El padre Juan Fernández Carrillo y Elvira de Contreras fueron muertos por Ruy Díaz de Melgarejo, marido de Elvira, en Asunción, en el año 1565.
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[29]
Tranzado:
Funda para trenza. En ocasiones cubría parre de la cabeza.
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[30]
Completorio:
galas, adornos.
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[31]
Ava:
indios guaraníes.
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[32]
Karaí:
sujeto con poderes nuciros, brujo.
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[33]
C
aaiguá:
hierba mate.
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[34]
Ka'u'y:
bebida fermentada que se hace masticando trozos de maíz y mandioca.
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[35]
Los españoles establecieron una denominación para las mezclas raciales. Las principales eran: mestizo, hijo de indio y de blanco; mulato, de blanco y de negro; zambo, de indio y de negro.
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[36]
Darse la mano un hombre y una mujer equivalía, en el siglo XVI, a una promesa de matrimonio. Muchas parejas tenían relaciones sexuales a continuación y hubo infinidad de pleitos a causa de los «olvidos» de los hombres.
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