Read El Ángel caído: El Gremio de los Cazadores 1 Online
Authors: Nalini Singh
Tags: #Fantástico, infantil y juvenil, romántico
—Así es. —Sara pudo ver la profunda comprensión que brillaba en los ojos del vampiro, algo que no había esperado. Los vampiros viejos (y Dmitri era muy viejo) parecían olvidar que una vez habían sido humanos, que habían tenido los mismos sueños y miedos que los humanos.
—Necesitamos verla. —Incluso entonces, parte de ella, una parte testaruda e irracional, esperaba un milagro.
—No podéis —dijo Dmitri, que levantó una mano cuando Ransom soltó un juramento—. Pero puedo deciros una cosa: está viva. Quizá no como ella habría deseado, pero viva.
Sara sintió tanto alivio que apenas oyó la última frase. Ransom fue el primero en comprender.
—Maldita sea... Ellie se va a cabrear mogollón cuando se entere de que la habéis Convertido en vampira.
Dmitri enarcó una ceja.
—¿Vosotros no nos castigaréis por haber tomado esa decisión por ella?
Sara respondió en nombre de ambos.
—Somos egoístas. La queremos viva. —Tenía un nudo en la garganta, así que tuvo que concentrarse para pronunciar la siguiente palabra—: ¿Cuándo...?
—La recuperación será lenta. Tenía la espalda rota y la mayoría de los huesos destrozados —dijo el vampiro con una abierta sinceridad que resultaba mucho más fácil de aceptar que los típicos clichés—. Hay quienes utilizarían esa vulnerabilidad para hacerle daño. Hasta que pueda defenderse por sí sola, la protegeremos.
—¿Incluso de nosotros? —preguntó Ransom. Su dolor era tan evidente que incluso Sara lo sintió—. ¿Es eso lo que quiere Ellie?
—Ella está en coma —les dijo Dmitri—. Soy yo quien ha tomado la decisión, y prefiero ser cauteloso aun en exceso antes que poner en peligro su vida.
Sara aspiró con fuerza, pero asintió.
—Yo haría lo mismo. Si lleno una maleta con sus cosas, ¿harás que se la entreguen? Para cuando despierte. —Porque Ellie despertaría. Era demasiado testaruda como para no hacerlo.
Dmitri inclinó la cabeza en un gesto afirmativo.
—Elena tiene suerte de teneros como familia.
Tras asegurarse de que los cazadores (todos ellos) habían abandonado el territorio de la Torre, Dmitri regresó a la sala donde se habían reunido y salió a la terraza. Oyó el ruido de unas alas justo antes de que Jason emergiera de entre las sombras que lo habían ocultado hasta entonces.
—Has mentido.
—Una mentirijilla piadosa —respondió Dmitri mientras contemplaba las luces de la ciudad, aún abatida por la muerte de un arcángel—. No están preparados para la verdad.
Una ráfaga de viento barrió la terraza y les llevó los familiares aromas de una ciudad que era poco más que un puñado de edificios destartalados cuando Rafael la había reclamado como su territorio.
—Nunca he visto a un arcángel tan malherido —dijo Jason—. El fuego de ángel consumió sus huesos mucho más rápido de lo normal.
Dmitri recordó la herida que presentaba Rafael tras el disparo de la pistola de Elena.
—Ha cambiado. —Pero tendrían que esperar para saber si aquel cambio resultaría fatal o no.
—Algunos miembros del Grupo empiezan a mirar con ojos codiciosos los dominios de Rafael.
Dmitri apretó la mandíbula.
—Los protegeremos en su nombre. Hasta estar seguros.
T
res meses después, cuando Rafael ocupó su lugar en la reunión del Grupo, las exclamaciones de los demás fueron genuinas. Al parecer, incluso los inmortales lo habían dado por muerto. Se sentó y apoyó las manos sobre los brazos del sillón.
—Tengo entendido que estáis decidiendo cómo dividir mi territorio.
Neha fue la primera en recuperarse.
—No, por supuesto que no. Hablábamos del sucesor de Uram.
Él sonrió y dejó pasar la mentira.
—Por supuesto...
—Hiciste bien deteniéndolo —dijo Elijah.
Charisemnon asintió.
—Es una lástima que su final fuera tan público. Durante un tiempo, los mortales especularon sobre si él era o no el causante de las desapariciones ocurridas en tu región... ¿Cómo solucionaste las cosas?
—Tengo hombres muy buenos a mi alrededor. —Por lo visto había sido idea de Veneno acusar a Robert «Bobby» Syles. Era el candidato perfecto, y dada su repugnante predilección por los niños, nadie se sintió culpable por ensuciar su nombre. Simplemente se necesitaron unas cuantas insinuaciones a nivel judicial, algunos rumores sobre las inclinaciones depravadas de Bobby y pruebas de su entrada en Estados Unidos.
Charisemnon soltó un resoplido y Titus asintió. Fue Favashi quien habló a continuación.
—Nos alegra verte, Rafael.
Le pareció que la voz de la arcángel sonaba sincera, así que inclinó brevemente la cabeza. Ella sonrió; su rostro era tan hermoso que había provocado la caída de muchos reinos. Sin embargo, Rafael no sintió nada. Le había entregado su corazón a una mortal.
—Así que estáis hablando de sucesores, ¿no?
—Para ser más precisos —señaló Astaad—, de la carencia de ellos. Hay uno, como todos sabemos, que pronto se Convertirá en arcángel. Pero todavía no lo es.
—Y ahora el territorio de Uram necesita un gobernante. —La mirada de Michaela se clavó en la de Rafael desde el otro lado del círculo, y mostraba un malicioso regocijo que él entendía muy bien. No obstante, lo único que la arcángel dijo fue—: Yo podría encargarme de parte de su trabajo, pero ya tengo suficiente con mis propias tierras.
—Un gesto muy magnánimo por tu parte, Michaela —murmuró Neha con un elegante toque de sarcasmo—. ¿Es que tu sed de territorios no conoce fin?
La furia atravesó los ojos de Michaela.
—Y se supone que tú no tienes interés en ellos, ¿no?
Y así empezó la ronda de proposiciones y oposiciones, de alianzas y antagonismos. Solo Rafael y Lijuan, que estaba sentada a su lado, permanecieron en silencio. Lijuan tocó su brazo con aquellos dedos pálidos y delicados.
—¿Hablaste mucho con Uram antes de que muriera?
—No. Él ya no estaba en condiciones de hablar.
—Qué lástima. —Volvió a apoyar la mano sobre el brazo de su sillón—. Me habría gustado saber más sobre los efectos sutiles de una larga exposición a la toxina.
Rafael enarcó una ceja.
—No te estarás planteando hacer algo así, ¿verdad?
Su suave risotada pasó desapercibida gracias a la discusión que mantenían los demás a su alrededor.
—No, valoro mucho mi cordura.
Rafael se preguntó si Lijuan seguía cuerda a aquellas alturas. Jason había conseguido reunir más detalles de la corte de la arcángel: la mayoría de sus «cortesanos» eran renacidos, criaturas que seguían sus órdenes con inquebrantable obediencia.
—Me alegra oír eso. Acabar con la vida de un arcángel tan poderoso como Uram ya fue bastante difícil. No quiero ni imaginarme lo que ocurriría si tú te convirtieras en una nacida a la sangre.
En los ojos de Lijuan apareció un brillo malicioso, escalofriante e infantil.
—Vamos, los halagos se me subirán a la cabeza. —Se acomodó en su asiento—. Sentía curiosidad tan solo porque Uram parecía tener mucho más control sobre sus impulsos que los jóvenes que se transforman. ¿No es posible que él estuviera en lo cierto? ¿Crees que si consiguiéramos superar el período problemático emergeríamos armados con un poder inmenso?
—El «período problemático», como tú lo llamas —dijo Rafael mientras observaba la discusión entre Neha y Titus, entre el veneno almibarado y una voluntad de hierro—, nos convierte en asesinos sin parangón. Nuestras más recientes investigaciones indican que, contando a sus sirvientes, Uram mató a unas doscientas personas en menos de diez días.
—Pero era capaz de pensar.
—Solo en más muerte. —Rafael mantuvo su tono calmado gracias a un esfuerzo de voluntad. El hecho de que Lijuan se planteara algo así, aunque solo fuera a un nivel hipotético, era una muy mala señal—. Si hubiera seguido con vida un año más, habría matado a miles de personas, y se habría saciado cada vez. Eso es lo que caracteriza a un ángel nacido a la sangre, la incapacidad de detenerse, de luchar contra la sed de sangre y de poder.
—Yo maté al último, ¿lo sabías? A ese al que los humanos llamaban «el padre de todos los vampiros». —Se echó a reír al pensarlo—. Era muy inteligente y consiguió esquivarme durante años; incluso llegó a gobernar cierta región.
—Lo que hizo fue desangrar aquella región —le recordó Rafael—. No tenía ningún control sobre el impulso de matar, era un títere de sus propios deseos. ¿Es eso lo que tú llamas poder?
Lijuan lo miró con una expresión inescrutable, una expresión cargada de cosas que él jamás había visto y que no deseaba ver.
—Eres muy inteligente, Rafael. No temas, yo no me Convertiré. Ahora eso no tiene ningún interés para mí. Como tú bien sabes.
Él no se disculpó.
—Solo la estupidez excusa la ignorancia.
Aquello hizo que Lijuan se echara a reír de nuevo.
—Ahora estás siendo cruel con todos los demás.
Rafael se cuestionó aquel comentario. Si los demás no se habían enterado de la evolución de Lijuan, se iban a llevar una sorpresa de lo más desagradable en poco tiempo.
—Creo que han llegado a un consenso.
Habían dividido el territorio de Uram de una manera satisfactoria para todos: habían reconfigurado los límites de sus propias tierras para satisfacer su ansia de expansión. Rafael les permitió hacerlo. Su dominio ya era uno de los más grandes y, lo que era más importante, uno de los más productivos y rentables. No tenía ni el más mínimo interés en conseguir unas tierras en las que Uram había impuesto la sumisión. Nunca le había interesado la debilidad.
No, le atraían los guerreros.
Michaela le sonrió de nuevo cuando la reunión terminó. La arcángel se demoró un poco más de tiempo en la sala, al igual que Elijah.
—Es una pena, ¿verdad, Rafael? —dijo en cuanto se despejó la estancia y solo quedaron ellos tres—. Me refiero a la muerte de tu cazadora.
Él no dijo una palabra. Se limitó a mirarla.
La sonrisa de la arcángel se hizo más amplia.
—En cualquier caso, había dejado de ser útil. —Hizo un gesto con la mano, descartando la vida de Elena como si fuera la de una mosca—. Me decepcionó bastante no poder darle caza, pero ya da igual... Estaré muy ocupada ahora que debo encargarme de parte de las tierras de Uram y de las mías propias.
Elijah miró a Rafael.
—¿A ti te gustaba la cazadora?
Fue Michaela quien respondió.
—Bueno, se mostraba bastante posesivo con esa mortal. Me advirtió que no le hiciera daño. —Esbozó una sonrisa perversa—. Pero ahora ella está muerta, así que debes cortejarme. Quizá te acepte.
Rafael alzó una de sus cejas.
—No eres la única ángel.
—Pero soy la más hermosa. —Tras dedicarle otra sonrisa que podría haber cortado el cristal, salió de la estancia.
Elijah la observó alejarse.
—Me alegra no haber nadado nunca en ese estanque en particular.
—Me sorprendes —dijo Rafael—. Creí que yo era el único que no lo había hecho.
—Llevaba con Hannah alrededor de un siglo cuando Michaela me encontró. —Encogió los hombros—. De todas formas, no soy su tipo, como dirían los mortales.
—Todo el mundo es su tipo... y nadie, al mismo tiempo. —La única persona que le importaba a Michaela era ella misma—. ¿Crees que habrá intentado seducir a Lijuan alguna vez?
—Cuidado, viejo amigo. Vas a provocarme un infarto.
Rafael no le siguió la broma.
—¿Qué es lo que quieres contarme, Eli?
La sonrisa del otro arcángel se desvaneció.
—Lijuan... Está despertando a los muertos.
—Todavía no sabemos si su poder es bueno o malo. —Aunque Rafael sabía muy bien cuál era su propia opinión al respecto—. Es la más antigua de todos nosotros... No tenemos ninguna base para juzgar su evolución.
—Cierto. Pero Rafael... —Elijah hizo una pausa y suspiró—, tú eres lo bastante antiguo como para saber que el poder que conseguimos con el paso del tiempo está intrínsecamente ligado a quiénes somos. El hecho de que Lijuan manifieste una habilidad relacionada con la muerte nos dice mucho sobre ella.
—¿Y qué hay de ti? —preguntó Rafael, que mantuvo en secreto su nueva habilidad—. ¿Qué talentos te ha dado la edad?
La sonrisa de Elijah era indescifrable.
—Esos son los secretos que guardamos. —Se puso en pie al mismo tiempo que Rafael—. Esa cazadora, ¿te importaba de verdad?
—Sí.
El otro arcángel puso la mano sobre su hombro.
—En ese caso, lo siento. —Su simpatía parecía sincera—. Los mortales... arden con mucho fuego, pero su llama se apaga demasiado rápido.
—Así es.
Illium lo aguardaba en la Torre.
—Sire. —Al igual que Dmitri y Veneno, utilizaba aquel título por respeto, no porque fuera cierto.
Elena le habría hecho preguntas al respecto si hubiera estado allí. Y se habría preocupado por su «Campanilla».
—¿Cómo va tu proceso de sanación?
Illium extendió el ala que había sufrido la mayor parte de los daños y compuso una mueca.
—Casi se ha completado. —Miró el cuerpo curado de Rafael, un cuerpo que había sido consumido por una increíble cantidad de fuego de ángel—. Esa es la diferencia entre los ángeles y los arcángeles.
—La edad y la experiencia. —Rafael se acercó a él, observó el ala... y se echó a reír por primera vez desde que cayera al vacío con Elena—. Ahora entiendo tu expresión.
Illium soltó un resoplido.
—Parezco un maldito pato. —Sus palabras no eran desacertadas. Las plumas que habían crecido alrededor de la zona herida eran suaves, blancas y muy... similares al plumón—. Espero que estas plumillas desaparezcan y sean sustituidas por las auténticas. Lo harán, ¿no? —Parecía muy preocupado.
—¿Te dificultan el vuelo? —Puesto que había hablado con los sanadores y los médicos, sabía que a Illium le habían permitido realizar vuelos cortos.
—No, pero no son tan eficientes. —Bajó la mirada y tragó saliva—. Por favor, dime que esto no es más que una etapa del proceso de curación. Jamás me había pasado algo así antes.
Rafael se preguntó qué habría hecho Elena en aquella situación. Lo más probable era que hubiese aprovechado la oportunidad para fastidiarlo. Sintió un vuelco en el corazón.
—Desaparecerán en menos de un mes —dijo—. Perdiste gran parte del ala cuando caíste al muelle, y también varias capas de piel y músculos; por eso te estás regenerando de dentro a fuera en lugar de sustituir las plumas sin más.