Read Border of a Dream: Selected Poems of Antonio Machado (Spanish Edition) Online
Authors: Antonio Machado
Un año más. El sembrador va echando
la semilla en los surcos de la tierra.
Dos lentas yuntas aran,
mientras pasan la nubes cenicientas
ensombreciendo el campo,
las pardas sementeras,
los grises olivares. Por el fondo
del valle del río el agua turbia lleva.
Tiene Cazorla nieve,
y Mágina, tormenta,
su montera, Aznaitín. Hacia Granada,
montes con sol, montes de sol y piedra.
Another year. The sower is casting
the seed into the furrowed earth.
Two slow teams of oxen plow
while ashen clouds pass overhead
darkening the plain,
the colorless seed-fields,
the gray olive groves. Through the bottom rift
in the valley the river pushes troubled water.
Cazorla
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is snowy
and Mágina below a storm,
Aznaitín capped by clouds. Toward Granada
mountains of sun, mountains of sun and stone.
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The Cazorla range, near the Sierra de Quesada, lies near the source of the Guadalqivir River.
Este hombre del casino provinciano
que vio a Carancha recibir un día,
tiene mustia la tez, el pelo cano,
ojos velados por melancolía;
bajo el bigote gris, labios de hastío,
y una triste expresión, que no es tristeza,
sino algo más y menos: el vacío
del mundo en la oquedad de su cabeza.
Aún luce de corinto terciopelo
chaqueta y pantalón abotinado,
y un cordobés color de caramelo,
pulido y torneado.
Tres veces heredó; tres ha perdido
al monte su caudal; dos ha enviudado.
Sólo se anima ante el azar prohibido,
sobre el verde tapete reclinado,
o al evocar la tarde de un torero,
la suerte de un tahúr, o si alguien cuenta
la hazaña de un gallardo bandolero,
o la proeza de un matón, sangrienta.
Bosteza de política banales
dicterios al gobierno reaccionario,
y augura que vendrán los liberales,
cual torna la cigüeña al campanario.
Un poco labrador, del cielo aguarda
y al cielo teme; alguna vez suspira,
pensando en su olivar, y al cielo mira
con ojo inquieto, si la lluvia tarda.
Lo demás, taciturno, hipocondriaco,
prisionero en la Arcadia del presente,
le aburre; sólo el humo del tabaco
simula algunas sombras en su frente.
Este hombre no es de ayer ni es de mañana,
sino de nunca; de la cepa hispana
no es el fruto maduro ni podrido,
es una fruta vana
de aquella España que pasó y no ha sido,
esa que hoy tiene la cabeza cana.
This man out of some old provincial town,
who saw Carancha
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take the bull one day,
has eyes veiled by sadness, his spirit down,
his face withered and his hair iron gray.
Below his white mustache, lips in disgust,
a mournful look that isn’t mournfulness
but something vaguely bleak. The shallow crust
of the world mirrors his head’s hollowness.
He still walks sparkling in a Corinth red
velvet jacket and trousers with sharp boots,
a caramel Córdoba hat with thread
woven delicate and absolute.
Three times he had inheritances, and
three times he shot it all at cards. Two times
he was a widower, but found dreamland
only when wading the illegal slime
of gambling, mesmerized before a green
casino cloth, or recollecting days
of caping bulls or following the scene
of gallant bandits on the road, the craze
and skill of bloody murderers. He yawns
at the banalities of government,
and prophesies the liberals will be drawn
back in as the stork soon will be present
on its belfry. Something of a farmer,
he looks up at the sky, scared of the sky.
Worrying about his olive trees he sighs,
fearing rain may come late this summer.
The rest is boredom. He is taciturn,
a hypochondriac, a prisoner
of a phony Arcadia. Only smoke
of cigarettes circling his shadowed face
reveals his thought. He’s not of yesterday,
tomorrow but of never. Hispanic stock
not of ripe fruit or rotten but a vain
fruit of that Spain
which is over and never was,
and which today has graying hair.
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A famous bullfighter.
Al fin, una pulmonía
mató a don Guido, y están
las campanas todo el día
doblando por él: ¡din-dan!
Murió don Guido, un señor
de mozo muy jaranero,
muy galán y algo torero;
de viejo, gran rezador.
Dicen que tuvo un serrallo
ste señor de Sevilla;
que era diestro
en manejar el caballo
y un maestro
en refrescar manzanilla.
Cuando mermó su riqueza,
era su monomanía
pensar que pensar debía
en asentar la cabeza.
Y asentóla
de una manera española,
que fue casarse con una
doncella de gran fortuna;
y repintar sus blasones,
hablar de las tradiciones
de su casa,
escándalos y amoríos
poner tasa,
sordina a sus desvarios.
Gran pagano,
se hizo hermano
de una santa cofradía;
el Jueves Santo salía,
llevando un cirio en la mano
—¡aquel trueno!—,
vestido de nazareno.
Hoy nos dice la campana
que han de llevarse mañana
al buen don Guido, muy serio,
camino del cementerío.
Buen don Guido, ya eres ido
y para siempre jamás...
Alguien dirá: ¿Qué dejaste?
Yo pregunto: ¿Que llevaste
al mundo donde hoy estás?
¿Tu amor a los alamares
y a las sedas y a los oros,
y a la sangre de los toros
y al humo de los altares?
Buen don Guido y equipaje,
¡buen viaje!...
El acá
y el allá,
caballero,
se ve en tu rostro marchito,
lo infinito:
cero, cero.
¡Oh las enjutas mejillas,
amarillas,
y los párpados de cera,
y la fina calavera
en la almohada del lecho!
¡Oh fin de una aristocracia!
La barba canosa y lacia
sobre el pecho;
metido en tosco sayal,
las yertas manos en cruz,
¡tan formal!
el caballero andaluz.
It was pneumonia in the end
that killed don Guido, and all day long
the bells are tolling and commend
him. Ding-dong!
Don Guido died, a gentleman.
A lady’s man, his joy
was being gallant and a bullfight fan.
When old, prayers were his toy.
This gentleman, they say,
kept a harem in Sevilla;
he was a horseman in his day,
and master
in downing cool manzanilla.
When his riches shrank
he had an obsession:
he thought he could think
his head into self-possession.
So he settled down
in a truly Spanish way
which was to marry
a young girl with a great fortune.
Then he repainted his blazonry
and spoke of the fame
of the family name, and cut down
on scandals and cuckoldry.
A great pagan,
he became a brother
in a sacred fraternity,
and on Holy Thursday
he paraded with a candle in his hand,
(that madman!)
dressed as a penitent.
Today the bell gives warning
of tomorrow in the morning
when they’ll take don Guido’s solemn face
out to his burial place.
Good don Guido, you are gone
and now forever. One may say ...
“What did you leave?” I ask, “When done,
what did you give to the world today?
Will it be your love for braids
of silk or gold on your coat,
or the blood of bulls
and altar-candle smoke?”
Good don Guido and baggage,
bon voyage!...
The once here,
and now there,
gentleman
shows in your wasted face
the infinite:
zero, zero.
Oh, the hollow cheeks
now yellow
and the eyelids of wax
and the fine skull
on the deathbed pillow!
O end of an aristocracy!
The white beard and lace
lying across his chest.
He is dressed
as a sackcloth monk,
and lying on the cross his stiff hand.
Completely formal,
the Andalusian gentleman!
1
Nunca perseguí la gloria
ni dejar en la memoria
de los hombres mi canción;
yo amo los mundos sutiles,
ingrávidos y gentiles
como pompas de jabón.
Me gusta verlos pintarse
de sol y grana, volar
bajo el cielo azul, temblar
súbitamente y quebrarse.
2
¿Para que llamar caminos
a los surcos del azar?...
Todo el que camina anda,
como Jesús, sobre el mar.
4
Nuestras horas son minutos
cuando esperamos saber,
y siglos cuando sabemos
lo que se puede aprender.
5
Ni vale nada el fruto
cogido sin sazón...
Ni aunque te elogie un bruto
la de tener razón.
6
De lo que llaman los hombres
virtud, justicia y bondad,
una mitad es envidia,
y la otra no es caridad.
10
La envidia de la virtud
hizo a Caín criminal.
¡Gloria a Caín! Hoy el vicio
es lo que se envidia más.
11
La mano del piadoso nos quita siempre honor;
mas nunca ofende al darnos su mano el lidiador.
Virtud es fortaleza, ser bueno es ser valiente;
escudo, espada y maza llevar bajo la frente;
porque el valor honrado de todas armas viste:
no sólo para, hiere, y más que aguarda, embiste.
Que la piqueta arruine y el látigo flagele;
la fragua ablande el hierro, la lima pula y gaste,
y que el buril burile, y que el cincel cincele,
la espada punce y hienda y el gran martillo aplaste.
12
Ojos que a la luz se abrieron
un día para, después,
ciegos tornar a la tierra,
hartos de mirar sin ver!
15
Cantad conmigo a coro: Saber, nada sabemos,
de arcano mar venimos, a ignota mar iremos...
Y entre los dos misterios está el enigma grave;
tres arcas cierra una desconocida llave.
La luz nada ilumina y el sabio nada enseña.
¿Qué dice la palabra? ¿Qué el agua de la peña?
21
Ayer soñé que veía
a Dios y que a Dios hablaba;
y soñé que Dios me oía...
Después soñé que soñaba.
22
Cosas de hombres y mujeres,
los amoríos de ayer,
casi los tengo olvidados,
si fueron alguna vez.
23
No extrañéis, dulces amigos,
que esté mi frente arrugada:
yo vivo en paz con los hombres
y en guerra con mis entrañas.
24
De diez cabezas, nueve
embisten y una piensa.
Nunca extrañéis que un bruto
se descuerne luchando por la idea.
28
Todo hombre tiene dos
batallas que pelear:
en sueños lucha con Dios;
y despierto, con el mar.
29
Caminante, son tus huellas
el camino, y nada más;
caminante, no hay camino,
se hace camino al andar.
Al andar se hace camino,
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.
Caminante, no hay camino,
sino estelas en la mar.
31
Corazón, ayer sonoro,
¿ya no suena
tu monedilla de oro?
Tu alcancía,
antes que el tiempo la rompa,
¿se irá quedando vacía?
Confiemos
en que no será verdad
nada de lo que sabemos.
32
¡Oh fe del meditabundo!
¡Oh fe después del pensar!
Sólo si viene un corazón al mundo
rebosa el vaso humano y se hincha el mar.
35
Hay dos modos de conciencia:
una es luz, y otra, paciencia.
Una estriba en alumbrar
un poquito el hondo mar;
otra, en hacer penitencia
con caña o red, y esperar
el pez, como pescador.
Dime tú: ¿Cuál es mejor?
¿Conciencia de visionario
que mira en el hondo acuario
peces vivos,
fugitivos,
que no se pueden pescar,
o esa maldita faena
de ir arrojando a la arena,
muertos, los peces del mar?
36
Fe empirista. Ni somos ni seremos.
Todo nuestro vivir es emprestado.
Nada trajimos; nada llevaremos.
37
¿Dices que nada se crea?
No te importe, con el barro
de la tierra, haz una copa
para que beba tu hermano.
41
Bueno es saber que los vasos
nos sirven para beber;
lo malo es que no sabemos
para qué sirve la sed.
42
¿Dices que nada se pierde?
Si esta copa de cristal
se me rompe, nunca en ella
beberé nunca jamás.
43
Dices que nada se pierde
y acaso dices verdad,
pero todo lo perdemos
y todo nos perderá.
44
Todo pasa y todo queda,
pero lo nuestro es pasar,
pasar haciendo caminos,
caminos sobre la mar.
45
Morir... ¿Caer como gota
de mar en el mar inmenso?
¿O ser lo que nunca he sido:
uno, sin sombra y sin sueño,
un solitario que avanza
sin camino y sin espejo?
46
Anoche soñé que oía
a Dios, gritándome: ¡Alerta!
Luego era Dios quien dormía,
y yo gritaba: ¡Despierta!
47
Cuatro cosas tiene el hombre
que no sirven en la mar:
ancla, gobernalle y remos,
y miedo de naufragar.
48
Mirando mi calavera
un nuevo Hamlet dirá:
He aquí un lindo fósil de una
careta de carnaval.
49
Ya noto, al paso que me torno viejo,
que en el inmenso espejo,
donde orgulloso me miraba un día,
era el azogue lo que yo ponía.
Al espejo del fondo de mi casa
una mano fatal
va rayendo el azogue, y todo pasa
por él como la luz por el cristal.
50
—Nuestro español bosteza.
¿Es hambre? ¿Sueño? ¿Hastío?
Doctor, ¿tendrá el estómago vacío?
—El vacío es más bien en la cabeza.
51
Luz del alma, luz divina,
faro, antorcha, estrella, sol...
Un hombre a tientas camina;
lleva a la espalda un farol.
54
Ya hay un español que quiere
vivir y a vivir empieza,
entre una España que muere
y otra España que bosteza.
Españolito que vienes
al mundo, te guarde Dios.
Una de las dos Españas
ha de helarte el corazón.