—Mi señor —saludó Brienne cuando estuvieron ante él.
Los ojos de Roose Bolton eran más claros que la piedra y más oscuros que la leche, y su voz era un susurro de araña.
—Me satisface ver que habéis recuperado las fuerzas suficientes para aceptar mi invitación, ser. Sentaos, mi señora. —Hizo una señal hacia las bandejas de quesos, pan, carnes frías y fruta que cubrían la mesa—. ¿Bebéis tinto o blanco? Me temo que la cosecha es poco interesante. Ser Amory dejó secas las bodegas de Lady Whent.
Jaime aceptó con presteza el asiento ofrecido, para que Bolton no viera lo débil que estaba.
—El blanco es para los Stark. Yo beberé tinto, que es rojo, como conviene a un buen Lannister.
—Por mi parte prefiero agua —dijo Brienne.
—Elmar, tinto para Ser Jaime, agua para Lady Brienne y para mí, hidromiel especiada.
Bolton despidió a sus guardias con un gesto de la mano y los hombres se retiraron en silencio.
La costumbre hizo que Jaime tendiera la mano derecha hacia la copa. El muñón la golpeó, los vendajes limpios se llenaron de salpicaduras rojas y tuvo que agarrarla con la mano izquierda antes de que cayera, pero Bolton fingió que no se había dado cuenta de su torpeza. El norteño cogió una ciruela pasa y empezó a comérsela a mordiscos.
—Probadlas, Ser Jaime. Son muy dulces; además, ayudan a que se muevan las tripas. Lord Vargo las cogió en una posada antes de prenderle fuego.
—Mis tripas se mueven muy bien, la Cabra no es ningún lord y vuestras ciruelas pasas no me interesan ni la mitad que vuestras intenciones.
—¿En lo que respecta a vos? —Una sonrisa aleteó en los labios de Roose Bolton—. Sois un trofeo peligroso, ser. Allí por donde pasáis, sembráis la discordia. Incluso aquí, en mi feliz hogar de Harrenhal. —Su voz era apenas una brizna más audible que un susurro—. Y también en Aguasdulces, por lo que parece. ¿Sabíais que Edmure Tully ha ofrecido un millar de dragones de oro para quien os vuelva a capturar?
«¿Nada más?»
—Mi hermana pagará diez veces esa cantidad.
—¿De verdad? —Otra vez la misma sonrisa, sólo un instante, luego nada—. Diez mil dragones es una suma muy cuantiosa. Pero claro, también hay que considerar la oferta de Lord Karstark. Ha prometido la mano de su hija al hombre que le lleve vuestra cabeza.
—Si ofrecen una mano —dijo Jaime—, vuestra Cabra no podrá resistirse.
Bolton dejó escapar una risita.
—Harrion Karstark estaba prisionero aquí cuando tomamos el castillo, ¿lo sabíais? Lo puse al mando de todos los hombres de Bastión Kar que aún me seguían y lo envié con Glover. Espero que no le sucediera nada malo en el Valle Oscuro... De lo contrario, Alys Karstark sería todo lo que queda de la progenie de Lord Rickard. —Cogió otra ciruela—. Por suerte para vos, no necesito esposa. Mientras estaba en Los Gemelos me casé con Lady Walda Frey.
—¿Walda la Bella? —Jaime trató de sujetar el pan con el muñón mientras arrancaba un trozo con la mano izquierda.
—Walda la Gorda. Mi señor de Frey me ofreció como dote el peso de mi prometida en plata, de manera que elegí en consecuencia. Elmar, parte un poco de pan para Ser Jaime.
El chico arrancó de la hogaza un trozo del tamaño de un puño y se lo tendió a Jaime. Brienne se sirvió ella misma el pan.
—Lord Bolton —dijo—, se comenta que tenéis intención de entregar Harrenhal a Vargo Hoat.
—Fue su precio —asintió Lord Bolton—. Los Lannister no son los únicos que pagan sus deudas. De todos modos, pronto tendré que partir. Edmure Tully va a casarse con Lady Roslyn Frey en Los Gemelos y mi rey me ordena que asista.
—¿Edmure se va a casar? —preguntó Jaime—. ¿No era Robb Stark?
—Su Alteza el rey Robb ya está casado. —Bolton se escupió un hueso de ciruela en la mano y lo dejó a un lado—. Con una Westerling del Risco. Según me han dicho, se llama Jeyne. Sin duda la conoceréis, ser. Su padre es vasallo del vuestro.
—Mi padre tiene muchos vasallos y la mayor parte de ellos tienen hijas. —Jaime buscó la copa con su única mano al tiempo que trataba de recordar a la tal Jeyne. Los Westerling eran una casa antigua, con más orgullo que poder.
—No puede ser verdad —dijo Brienne, testaruda—. El rey Robb ha jurado contraer matrimonio con una Frey. Él jamás rompería un juramento, no...
—Su Alteza es un niño de dieciséis años —dijo Roose Bolton con tono suave—. Y os agradecería que no pusierais en duda mi palabra, señora.
Jaime casi sentía lástima por Robb Stark. «Pobre idiota, ganó la guerra en los campos de batalla y la perdió en un lecho.»
—¿Qué tal le ha sentado a Lord Walder cenar trucha, en vez de lobo? —preguntó.
—La trucha también es una cena sabrosa. —Bolton hizo un gesto en dirección al copero con un dedo blanquecino—. Aunque mi pobre Elmar se ha visto decepcionado. Iba a casarse con Arya Stark, pero mi bondadoso suegro Frey no tuvo más remedio que romper el compromiso cuando el rey Robb lo traicionó.
—¿Hay noticias de Arya Stark? —Brienne se inclinó hacia delante—. Lady Catelyn temía que... ¿vive aún la niña?
—Desde luego —dijo el señor de Fuerte Terror.
—¿Estáis seguro de lo que decís, mi señor?
—Arya Stark estuvo un tiempo desaparecida, sí —contestó Roose Bolton encogiéndose de hombros—, pero ya la hemos encontrado. Tengo intención de devolverla sana y salva al norte.
—A ella y a su hermana —dijo Brienne—. Tyrion Lannister nos prometió a las dos niñas a cambio de su hermano.
Por lo visto, aquello le pareció muy divertido al señor de Fuerte Terror.
—¿No os lo ha dicho nadie, mi señora? Los Lannister mienten.
—¿Estáis menospreciando el honor de mi Casa? —Jaime cogió el cuchillo del queso con la mano buena—. Es de punta redonda, y romo —dijo al tiempo que pasaba el dedo por el filo—, pero igual se os clavará en un ojo.
El sudor le perlaba la frente. Deseaba con todas sus fuerzas no aparentar la debilidad que sentía.
La sonrisa fugaz de Lord Bolton le volvió a aletear en los labios.
—Para ser un hombre que necesita ayuda para partir el pan habláis con mucha valentía. Os recuerdo que mis guardias están a nuestro alrededor.
—A nuestro alrededor y a media legua de distancia. —Jaime hizo un gesto con la cabeza en dirección a la inmensidad de la estancia—. Cuando llegaran aquí estaríais tan muerto como Aerys.
—No me parece caballeroso amenazar a vuestro anfitrión por encima de sus propios platos de queso y aceitunas —le recriminó el señor de Fuerte Terror—. En el norte todavía consideramos sagradas las leyes de la hospitalidad.
—Soy vuestro prisionero, no un invitado. Vuestra Cabra me cortó la mano. Si pensabais que se me iba a olvidar con unas ciruelas pasas, estabais muy equivocado.
Aquello pareció desconcertar a Roose Bolton.
—Puede que tengáis razón. Puede que deba entregaros como regalo de bodas a Edmure Tully... o cortaros la cabeza, como hizo vuestra hermana con Eddard Stark.
—No os lo recomiendo. Roca Casterly tiene buena memoria.
—Entre mis murallas y vuestra roca hay mil leguas de montañas, mares y bosques. La enemistad de los Lannister no significa nada para los Bolton.
—En cambio, la amistad de los Lannister podría significar mucho.
Jaime creía conocer las reglas del juego al que jugaban en aquel momento. «Pero ¿las conocerá también la moza?» No se atrevía a volverse para mirarla.
—No estoy convencido de que seáis el tipo de amigo que conviene a un hombre cauto. —Roose Bolton llamó al chico—. Elmar, corta tajadas de asado para nuestros invitados.
Sirvió a Brienne en primer lugar, pero ella no hizo ademán alguno de empezar a comer.
—Mi señor —dijo—, tengo que intercambiar a Ser Jaime por las hijas de Lady Catelyn. Tenéis que liberarnos para que sigamos nuestro camino.
—El cuervo que llegó de Aguasdulces hablaba de una fuga, no de un intercambio. Y si vos ayudasteis a este prisionero a liberarse, sois culpable de traición, mi señora.
—Yo sirvo a Lady Stark —dijo la corpulenta moza poniéndose en pie de un salto.
—Y yo, al Rey en el Norte. O al Rey Que Perdió el Norte, como lo llaman algunos. Que en ningún momento quiso negociar con los Lannister ni devolver a Ser Jaime.
—Sentaos y comed, Brienne —la acució Jaime al tiempo que Elmar le ponía una tajada de asado sangrante en el plato ante él—. Si Bolton quisiera matarnos no desperdiciaría con nosotros sus valiosas ciruelas, con el consiguiente peligro para sus tripas.
Miró la carne y comprendió que, con una mano, no tenía manera de cortarla.
«Ahora valgo menos que una niña —pensó—. La Cabra ha equilibrado el intercambio, aunque dudo mucho que Lady Catelyn se lo agradezca cuando Cersei le devuelva a sus mocosas en este mismo estado. —La sola idea le hizo hacer una mueca—. Y seguro que también me culparán a mí de eso.»
Roose Bolton cortaba la carne con movimientos metódicos mientras la sangre corría por el plato.
—Lady Brienne, ¿os sentaréis si os digo que tengo intención de enviar a Ser Jaime a Desembarco, tal como deseáis Lady Stark y vos?
—¿De... verdad? —La moza parecía desconfiada, pero se sentó—. Me parece muy bien, mi señor.
—Así es. Pero el caso es que Lord Vargo me ha creado una pequeña... dificultad. —Clavó los ojos claros en Jaime—. ¿Sabéis por qué Hoat os cortó la mano?
—Le gusta cortar manos. —Las vendas que cubrían el muñón de Jaime estaban manchadas de sangre y vino—. También le gusta cortar pies. No parece que necesite un motivo concreto.
—Pero el caso es que lo tenía. Hoat es más astuto de lo que parece. No hay hombre capaz de estar al mando de un grupo como los Compañeros Audaces durante tanto tiempo a no ser que tenga un poco de cerebro. —Bolton pinchó un trozo de carne con la punta de la daga, se lo llevó a la boca, masticó pensativo y tragó—. Lord Vargo abandonó a la Casa Lannister porque le ofrecí Harrenhal, una recompensa mil veces superior a cualquiera que hubiera podido esperar de Lord Tywin. Al no conocer bien Poniente, no sabía que era un regalo envenenado.
—¿La maldición de Harren el Negro? —se burló Jaime.
—La maldición de Tywin Lannister. —Bolton extendió la copa y Elmar se la volvió a llenar en silencio—. Nuestra Cabra debería haber consultado con los Tarbeck o los Reyne. Le habrían dicho cómo trata vuestro padre a los traidores.
—No queda ningún Tarbeck ni ningún Reyne —dijo Jaime.
—A eso me refiero. Sin duda Lord Vargo tenía la esperanza de que Lord Stannis venciera en Desembarco del Rey, y acto seguido lo confirmara como dueño de este castillo en su gratitud por el pequeño papel desempeñado en la caída de la Casa Lannister. —Dejó escapar una risita seca—. Me temo que tampoco conoce muy bien a Stannis Baratheon. Sí, le pagaría sus servicios con Harrenhal... pero también le pagaría sus crímenes con la horca.
—La horca es más misericordiosa que lo que le espera con mi padre.
—Creo que ya lo va entendiendo. Con la derrota de Stannis y la muerte de Renly, sólo una victoria de Stark lo puede salvar de la venganza de Lord Tywin, pero sus posibilidades son cada vez más remotas.
—El rey Robb ha ganado todas las batallas —dijo Brienne con convicción, tan testarudamente leal en sus palabras como en sus obras.
—Ha ganado todas las batallas y por el camino ha perdido a los Frey, a los Karstark, Invernalia y el norte. Lástima que el lobo sea tan joven. Los muchachos de dieciséis años siempre se creen inmortales e invencibles. Creo que un hombre más maduro doblaría la rodilla. Después de una guerra siempre llega la paz, y con la paz llegan los perdones... Al menos para los Robb Stark de este mundo. No para gente como Vargo Hoat. —Bolton le dirigió una breve sonrisa—. Ambos bandos lo han utilizado, pero ninguno derramará una lágrima cuando muera. Los Compañeros Audaces no lucharon en la batalla del Aguasnegras, pero, de todos modos, murieron allí.
—Tendréis que perdonarme si no me echo a llorar.
—¿No os compadecéis de nuestra pobre Cabra condenada? En cambio, los dioses sí se compadecen... ¿Por qué, si no, os entregaron a él? —Bolton masticó otro trozo de carne—. Bastión Kar es más pequeño y desagradable que Harrenhal, pero se alza lejos del alcance de las garras del león. Una vez contraiga matrimonio con Alys Karstark, Hoat será un auténtico señor. Si puede sacarle algo de oro a vuestro padre, mejor que mejor, pero por mucho que le pagara Lord Tywin os habría entregado a Lord Rickard. Su recompensa sería la doncella y un refugio seguro.
»Pero para venderos tenía que conservaros en su poder, y las tierras de los ríos están llenas de hombres que darían cualquier cosa por apoderarse de vos. Glover y Tallhart cayeron derrotados en Valle Oscuro, pero los restos de su ejército siguen por allí, mientras la Montaña se dedica a masacrar a los rezagados. Un millar de Karstarks os buscan por las tierras al sur y al este de Aguasdulces. Por doquier hay hombres de Darry, sin señor y sin ley, manadas de lobos de dos patas y forajidos del señor del relámpago. Dondarrion estaría encantado de colgaros a vos y a la Cabra del mismo árbol. —El Señor de Fuerte Terror mojó un trozo de pan en la sangre—. Harrenhal era el único lugar donde Lord Vargo podía reteneros a salvo, pero aquí sus Compañeros Audaces son muy inferiores en número a mis hombres y a los de Ser Aenys y sus Frey. Sin duda temía que os devolviera a Ser Edmure en Aguasdulces... o peor aún, que os enviara con vuestro padre.
»Al dejaros tullido su intención era librarse de la amenaza de vuestra espada, conseguir un trofeo macabro para enviarlo a vuestro padre y rebajar el valor que tenéis para mí. Porque me sirve a mí, igual que yo sirvo al rey Robb, de modo que sus crímenes son mis crímenes, o así podría parecerle a vuestro padre. Y ahí estriba mi... pequeña dificultad.
Miró a Jaime sin parpadear, expectante, gélido.
«Ya entiendo.»
—Queréis que os absuelva de toda culpa. Que le diga a mi padre que este muñón no es cosa vuestra. —Jaime se echó a reír—. Mi señor, enviadme con Cersei y cantaré la canción más dulce que podáis imaginar acerca de lo bien que me habéis tratado. —Sabía que era la única respuesta posible; si daba otra, Bolton lo entregaría a la Cabra—. Si tuviera mano os lo dejaría por escrito. Diría cómo me mutiló el mercenario que mi padre trajo a Poniente y cómo el noble Lord Bolton me salvó.
—Confiaré en vuestra palabra, ser.
«Eso sí que no me lo dicen a menudo.»
—¿Cuándo se nos permitirá partir? ¿Y cómo pensáis hacerme pasar entre tantos lobos, forajidos y Karstarks?