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Las ondulantes series de explosiones llenaron el aire de humo, peñascos y plantas envueltas en llamas. El alimentador visual pasó a la modalidad vectorial, con parrillas verdes que representaban la tierra ocultada por el humo. Allí donde antes había una suave curva en el borde del cráter había aparecido una hendidura de contornos irregulares, como si un hacha vibratoria de dimensiones titánicas hubiera sido utilizada para cortar las rocas. La brecha se fue agrandando ante los ojos de Corran, y de repente comprendió que eso se debía a que Wedge estaba avanzando hacia el objetivo.
**
—Corrija el rumbo, Dos. —El ala-X de Wedge entró en la humareda—. Mynock, asegúrese de que Control está recibiendo un examen topológico de esta hendidura.
El humo se disipó casi al instante, mostrándole un erizamiento de roca volcánica a una docena de metros de cada ala. «Hay espacio suficiente para los bombarderos, pero no queda mucho margen para un error…». Wedge desplazó la palanca de control hacia adelante, distanciándose un poco de los ala-Y que estaban siguiendo su estela iónica, y salió de la angosta cañada rocosa yendo más deprisa de lo que hubiese volado cualquier piloto prudente.
Los haces láser disparados por un cuarteto de cazas estelares TIE iluminaron el aire detrás de él cuando entró en el cráter situado debajo del escudo protector de la cúpula. Wedge invirtió inmediatamente el curso y se lanzó hacia la base del cráter. El viento silbaba en los estabilizadores-S. Wedge describió un giro de ciento ochenta grados, llenando su cabina de cielo, y luego tiró de la palanca de control para volver a nivelar el ala-X.
El androide astromecánico aulló una advertencia a su espalda.
—Ya lo sé: tengo dos globos oculares en la cola.
En el vacío del espacio la presencia de los dos cazas TIE que le seguían hubiera sido muy seria porque su superioridad en lo tocante a las maniobras hacía que resultara muy difícil quitárselos de encima. Pero dentro de una atmósfera, su escasamente aerodinámico diseño y las turbulencias producidas por las emisiones de sus motores gemelos significaban que los TIE sufrían problemas de cabeceo y ondulación significativamente graves. Eso no los volvía menos mortíferos en un combate individual, pero abría toda una miríada de estrategias para enfrentarse a ellos.
—Necesito un poco de ayuda, Dos.
—Voy para allá.
La voz de Bror surgió del casco de Wedge.
—Tres, conmigo. Los tengo.
«Bueno, ya va siendo hora de que le haga derramar unas cuantas lágrimas a uno de esos globos oculares…». Wedge subió cuarenta y cinco grados el ala izquierda y luego tiró suavemente de la palanca de control. La disminución del impulso y la resistencia atmosférica redujeron su velocidad lo suficiente para que su ala-X descendiera cincuenta metros y se desplazara veinte metros hacia la derecha.
El piloto del TIE intentó seguirle y continuar pegado a su cola, pero las alas hexagonales eliminaron la desviación lateral. La resistencia del aire frenó considerablemente al TIE, y la nave empezó a descender hacia la alfombra de jungla que cubría el suelo del cráter. El piloto imperial hizo lo único que podía hacer para evitar perder el control y estrellarse. Iniciando un picado, ganó velocidad y rebasó al ala-X de Wedge, pero sin colocarse lo suficientemente por delante de él para que Wedge pudiera desviarse hacia la izquierda y venir por detrás.
«Y de todas maneras, yo no quería hacer eso…». Wedge presionó el pedal izquierdo del timón e hizo que la popa de su nave se desviase hacia la derecha. Una delicada manipulación de la palanca de control enderezó la nave, y un instante después las miras de Wedge se centraron en el TIE y pasaron al verde. Wedge apretó el gatillo, y los haces de sus cuatro cañones láser convergieron para esparcir fragmentos de caza TIE por toda la Gran Isla.
—He vaporizado uno.
Unos segundos después, Wedge vio cómo un TIE humeante se estrellaba contra la pared de un cráter.
—El camino está despejado, Jefe.
—Gracias, Dos. Informe, Tres.
La voz de Nawara Ven parecía contener un cierto disgusto.
—Cuatro tiene un par. Mis sensores no pueden captar la isla.
—Jefe Rebelde a Control: Campeón puede iniciar su avance.
—Transmito ese mensaje. Nueve da las gracias por la ayuda.
Wedge sonrió. Hubiese preferido que Corran pudiera involucrarse más directamente en la acción, pero esperaban encontrarse con una cierta resistencia y hasta que pudieran incorporar a un nuevo piloto para que sustituyera a Lujayne Forge, su grupo sería vulnerable a pesar del elevado nivel de capacidad de que habían dado muestras tanto Corran como Ooryl. El general Salm había sugerido utilizar al Grupo Tres para que supervisara al Escuadrón Guardián, que era la que poseía menos experiencia de las distintas unidades que componían el Ala Defensora. Todos tendrían ocasión de acumular experiencia de misión, pero no se expondrían a ningún riesgo excesivamente letal.
—Control a Jefe Rebelde: los escuadrones Campeón y Guardián inician sus aproximaciones.
—Puedo verlos, Control.
Los ala-Y empezaron a entrar por la brecha. Los ala-Y, que nunca eran muy elegantes, parecían poseer las características de vuelo atmosférico de algo que se hallara a medio camino entre un caza estelar TIE y un enorme peñasco. Todos los bombarderos descendieron para ganar velocidad, pero luego se nivelaron con muy poca dificultad aparente e iniciaron sus trayectorias de bombardeo para usar los cañones y lanzar los torpedos.
«¡Puede que sean lentos y poco maniobrables, pero no cabe duda de que los pilotos de Salm saben cómo hacer su trabajo!».
—Control a Jefe Rebelde, tenemos problemas.
—Adelante, Control.
—Dos naves, un crucero medio y una fragata de la clase Lancero, se encuentran en nuestro vector de salida. La
Eridain
está iniciando una maniobra de retirada.
Wedge sintió cómo su estómago empezaba a doblarse sobre sí mismo.
—Control, confirme la presencia de la fragata de la clase Lancero.
«No hay muchas, así que quizá se trate de un error. Oh, por favor, que sea un error…».
Las fragatas de la clase Lancero habían sido la solución que la Armada Imperial dio al problema de los cazas estelares y la amenaza que suponían para los grandes navíos de guerra. Las Lancero, de forma cuadrada y doscientos cincuenta metros de longitud, poseían veinte torretas artilleras, y cada una de ellas contaba con un láser cuádruple Seinar de Sistemas de la Flota. Con su velocidad, que era excepcional para una nave de sus dimensiones, y con aquellas armas, las Lancero eran como rancors entre un rebaño de nerfs. Los turboláseres de la
Eridain
hubieran podido mantenerla alejada, pero el crucero imperial superaba en potencia artillera a la burladora de bloqueos, y eso significaba que la Lancero podría lanzarse sobre los cazas.
Los ala-X eran lo suficientemente veloces para poder huir de ella, pero los ala-Y no podrían ni huir ni enfrentarse a la Lancero. Los cañones de la Lancero la convertían en el equivalente a ochenta cazas TIE. Wedge lanzó una rápida mirada a su indicador de combustible, y vio que no le quedaban reservas suficientes para librar un largo combate con la Lancero y volver a casa. «No dispongo del combustible suficiente para permitir que la
Eridain
vaya en busca de ayuda…». La única esperanza de los ala-Y era que los ala-X entretuvieran a la Lancero mientras los bombarderos huían.
Antes de que Wedge pudiera contestar a la petición de órdenes de Tycho, la voz del general Salm surgió del comunicador.
—Jefe Rebelde, proteja a los escuadrones Vigilante y Guardián y sáquelos de ahí. Campeón le proporcionará el tiempo necesario.
—Negativo, general. De esa manera Campeón será aniquilado…, y si atacamos a la Lancero, Rebelde podría ser aniquilado pero ustedes lograrían escapar.
—Es una orden, Antilles.
—El Escuadrón Rebelde recibe sus órdenes del almirante Ackbar, general.
—Jefe Rebelde, aquí Nueve.
—Ahora no, Nueve.
—Comandante, sé cómo podemos acabar con la Lancero. En el peor de los casos, perderíamos una nave.
—¿Qué tonterías está diciendo?
—Calma, general. Adelante, Nueve.
—Las naves tienen que acercarse hasta unos dos kilómetros y medio para obtener una resolución de disparo con un torpedo protónico. Cualquier ala-Y que se acerque a esa distancia de la Lancero quedará convertido en vapor, ¿verdad? Bien, pues un ala-X podría acercarse y enviar datos de puntería a los ala-Y, incrementando así el alcance para su resolución. Es exactamente lo mismo que hizo el capitán Celchu cuando estaba pilotando la
Prohibido
en Chorax. Los torpedos protónicos se ajustarán para treinta segundos, lo cual significa que pueden acertarle a un objetivo situado a un poco más de catorce kilómetros y medio. Eso los mantendrá a salvo de la Lancero.
Wedge frunció el ceño mientras llevaba a cabo un rápido repaso mental del plan de Corran. «Un ala-X que supiera maniobrar lo suficientemente bien podría llegar a acercarse a la Lancero…».
El general Salm vio el punto negro del plan en el mismo instante en que éste era detectado por Wedge.
—Un ala-X que esté haciendo ese tipo de giros no podrá obtener un contacto de puntería sobre la Lancero, Antilles. Esa idea suya es una locura.
La voz de Corran volvió a surgir del comunicador.
—El ala-X no necesita obtener un contacto de puntería, porque lo único que necesita es acercarse lo suficiente. Los ala-Y se encargarán de dirigir la baliza de localización del ala-X. Háganlo bien, pongan a la Lancero entre los cohetes y el ala-X…, y podrán borrar a una Lancero de la lista.
—Eso podría dar resultado. —Wedge tiró de la palanca de control del ala-X y empezó a ascender hacia el espacio y los navíos de guerra imperiales que le esperaban en él—. Lo intentaré.
—Negativo, Antilles.
—General…
—Jefe Rebelde, aquí Nueve en vector de salida. Transfiérame el control del Escuadrón Vigilante.
La furia de Salm hirvió a través del comunicador.
—¡Bajo ninguna circunstancia! Deténgase ahora mismo, Rebelde Nueve.
—Transfiérame el control del escuadrón. Estoy siguiendo un vector de salida, y voy a jugar al escondite con la Lancero.
—Esto es traición, Nueve. —La ira hizo temblar la voz de Salm—. Haré que le fusilen.
—No me importa, siempre que sea el Escuadrón Vigilante quien lo haga. Nueve, fin de transmisión.
—¡Haga algo, Antilles!
—Nueve tiene la altitud, general. —«Y la actitud correcta, además…».—. Cédale el control del escuadrón. —Wedge dejó escapar un prolongado suspiro—. Después, y sólo por si su truco no da resultado, haga formar a Campeón para que me siga.
**
Corran activó su comunicador.
—Bien, Vigilantes, voy a explicaros cómo nos convertiremos en héroes. Conectad vuestros torpedos para lanzar dos a la vez, y luego los lanzaréis cuando yo dé la señal. Saber escoger el momento adecuado será decisivo: si los lanzáis demasiado pronto no le daréis a nada, y si los lanzáis demasiado tarde entonces me… Bueno, procurad no lanzarlos demasiado tarde. Diez, necesito que iguales su velocidad y que no permitas que se me acerquen a más de ocho kilómetros y medio. Ah, y que tampoco estén mucho más lejos. Mi baliza de localización estará sintonizada en trescientos doce como cuarenta y tres. Utilizadla como frecuencia para la fijación de objetivo de los torpedos.
—Entendido, Nueve.
—Control, aquí Nueve. Esté preparado para dispersar a los Vigilantes mediante series de maniobras evasivas en el caso de que la Lancero empiece a ponerse agresiva una vez lanzados los torpedos.
—De acuerdo, Nueve. Buena suerte.
La mano de Corran subió hacia el medallón que llevaba colgado del cuello.
—Gracias, Control, y fin de transmisión… Bien, Silbador, el trabajo nos espera. —El piloto accionó interruptores que dirigieron toda la emisión del motor de fusión a los sistemas de propulsión, y después derivó toda la energía disponible para escudos a los escudos—. Voy a tratar de acercarme a ese monstruo siguiendo una trayectoria lo más sinuosa posible. Quiero que hagas pasar mis órdenes por un aleatorizador que añada o sustraiga porciones de cinco grados en todas las dimensiones de mis órdenes. No permitas que la Lancero salga de un cono de veinte grados con respecto a mi proa, pero quiero estar saltando continuamente de un lado a otro dentro de ese cono. ¿Lo has entendido?
El androide replicó con un seco silbido afirmativo.
—Y cuando estemos lo suficientemente cerca de ellos, quiero invertir la nave y hacer un rizo pasando justo encima de la parte superior del casco de la Lancero y bajando por el otro lado. Después deberíamos alejamos en un ángulo de noventa grados con respecto a nuestra trayectoria actual y volver hacia la atmósfera de Vladet. —Corran suspiró—. Si conseguimos llegar hasta esa fase del plan, claro…
Silbador dejó escapar un graznido reprobatorio.
—Siento haberte metido en esto. —Corran pulsó el botón de la consola que permitía la activación del sistema eyector del androide—. Quizá tu próximo piloto no sea tan estúpido.
La luz verde instalada encima del botón se apagó.
Corran volvió a presionarlo.
—Y quizá tu próxima nave sea inmune a los cortocircuitos… La luz volvió a apagarse.
El piloto se volvió hacia el androide.
—¿Quieres morir o qué?
Silbador replicó con un silbido despectivo.
—No estoy pensando en acaparar toda la gloria. —Corran tragó saliva, para lo que tuvo que luchar con el nudo que se le acababa de formar en la garganta—. Gracias por quedarte conmigo. Mi padre murió sin tener a nadie cerca, y tengo entendido que no se trata de una muerte particularmente agradable.
El androide replicó con una enérgica reprimenda electrónica.
—De acuerdo, de acuerdo… Tú haz tu parte, y yo me aseguraré de que no morimos. —Corran echó un vistazo a su sensor. Los detectores le colocaban a dieciocho kilómetros de la Lancero—. Repasa mis cálculos, Silbador. Cuando vaya a máxima potencia, recorreré seis kilómetros en el tiempo que necesiten los torpedos para alcanzarme. Eso significa que los bombarderos tendrán que Lanzarlos cuando llegue al punto de los seis kilómetros, y para eso deberán encontrarse a unos quince kilómetros de la Lancero. Bien, parece que todos estamos preparados y listos para entrar en acción…