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Authors: Gregorio Marañón

Tags: #Biografía, Historia

Tiberio, historia de un resentimiento (27 page)

BOOK: Tiberio, historia de un resentimiento
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18 d.C. Muere Ovidio en el destierro.

19 d.C. Muerte de Germánico en Siria. Tiberio persigue a las religiones extranjeras. Nacen Tiberio y Germánico Gemelos, hijos de Druso II y de Livila.

20 d.C. Agripina I llega a Italia con las cenizas de Germánico. Proceso y muerte de Pisón, acusado de asesino de Germánico. Muerte de Vipsania.

21 d.C. Casamiento de Nerón I y Julia III. Tiberio cónsul por cuarta vez. Rebelión de las Galias.

22 d.C. Disensiones entre Livia y Tiberio.

23 d.C. Muerte de Druso II. Muerte de Germánico Gemelo. Muerte de Lucilo Longo, amigo de Tiberio.

24 d.C. Proceso contra Silo, amigo de Agripina I.

25 d.C. Sejano pide a Tiberio la mano de Livila. Tiberio rehúsa la consagración de un templo en España.

26 d.C. Tiberio se retira a Campania y a Capri. Ruptura de Tiberio y Agripina I.

27 d.C. Catástrofe de Fidenes y de Monte Celio; generosidad de Tiberio. Complot de Sabino a favor de Nerón I.

28 d.C. Muere Julia II en el destierro. Casamiento de Agripina II y Domicio Aenobarbo.

29 d.C. Muerte de Livia. Destierro de Agripina I y de Nerón I.

30 d.C. Proceso contra Asinio Gallo. Sejano es designado cónsul para el año 31.

31 d.C. Destitución y suplicio de Sejano. Apicata, viuda de Sejano, se suicida y denuncia a Sejano y a Livia como asesinos de Druso II. Muerte de Livila. Muerte de Nerón I en el destierro.

32 d.C. Persecución y proceso de los amigos de Sejano.

33 d.C. Muere Druso III, de hambre. Casamiento de Drusila con L. Casio, de Julia Livila con M. Vinicio. Casamiento de Calígula con Claudia. Muerte de Asinio Gallo.

34 d.C. Viajes de Tiberio alrededor de Roma. Se dice que ha aparecido en Egipto el Ave Fénix.

25 d.C. Testamento de Tiberio, designando como sucesores a Calígula y a Tiberio Gemelo.

36 d.C. Suicidio de Emilia Lépida, acusada de adulterio. Persecuciones. Tiberio vaga alrededor de Roma.

37 d.C. Enfermedad y muerte de Tiberio.

Notas

[1]
En la ortografía de los nombres propios no hemos seguido un criterio estrictamente uniforme (por ejemplo, la ortografía latina, como han adoptado muchos de los historiadores modernos) sino la ortografía habitual para los lectores españoles, aun cuando sea, a veces, arbitraria.
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[2]
Tácito y Suetonio escribieron aproximadamente algo más de medio siglo después de Tiberio. Por sus fuentes —documentos de la época y relatos de personas ancianas que la habían vivido— puede decirse, con Fabia, que fueron casi contemporáneos de Tiberio. Dión Casio es posterior: nació hacia el año 170 d.C. Veleio Patérculo fue estrictamente contemporáneo de Tiberio; probablemente murió antes del fin del reinado. Filón, el Judío, nació y murió también en la era tiberiana: 20 a.C. hasta después del 54 d.C. Flavio José es, asimismo, prácticamente coetáneo: nació en Jerusalén hacia el año 37 d.C. y residió parte de su vida en Roma, donde murió cuando finalizaba el primer siglo. Contemporáneos fueron también Ovidio, Séneca y Plinio el viejo. Plinio el joven convivió con Tácito.
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[3]
Algunos autores han citado este pasaje de Séneca como favorable a Tiberio, pero el gran escritor español habla expresamente del reinado clemente del divino Augusto y «de los primeros tiempos del de Tiberio César»; es decir, que después, la clemencia terminó. Véase también su pasaje sobre las delaciones, que es una acusación violenta contra los últimos años del reinado de Tiberio. En el capítulo XIX volveremos a comentarlo.
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[4]
(Plinio) Según la versión de Suetonio, Livia y sus criadas calentaron el huevo con las manos; pero es más lógico el incubarlo en el seno; por símbolo y por comodidad. No fueron éstos los únicos presagios de Livia. Otro muy curioso fue el siguiente: estando prometida a Augusto, le cayó, desde lo alto, en la falda, un aguilucho recién nacido, blanco como la nieve, que llevaba en el pico un ramo de laurel. Este laurel fue plantado en el jardín de la Villa del César, junto al Tíber; y creció y dio lugar a un gran bosque, una de cuyas ramas llevaba en la mano Augusto en los días de triunfo.
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[5]
(Dión) Un rasgo típico del carácter conciliador, generoso e inteligente de Augusto, es que siendo ya emperador cedió la Citérea a los lacedemonios en recuerdo y recompensa de lo bien que acogieron a su mujer, cuando era su enemiga, durante el destierro juvenil.
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[6]
(Suetonio) El padre de Aufidia era un hombre notable, pero no noble; ejerció cargos públicos en Roma; se llamaba Aufidio Lurco. Años después, Calígula renegaba de Livia «por sus orígenes plebeyos», fundándose en que este Aufidio fue un humilde decurión de Fondi.
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[7]
Tarver supone que el matrimonio de Vipsania y Tiberio se realizó algunos años más tarde de la fecha que nosotros indicamos, hacia el año 10 a.C. hipótesis imposible, puesto que el año 12 a.C. se casó por segunda vez, con Julia I. Tarver se funda, para su cálculo, en que el hijo de Tiberio y Vipsania, Druso II, nació hacia el año 11 a.C. de donde induce que se casarían un año antes. Pero claro es que esta rapidez reproductora, aunque frecuente, no es una obligación, sino que muchas veces el primer hijo nace algunos años después de la boda. Es más lógico situar ésta hacia el año 20 ó 19 a.C. fecha que también defiende _arrer. De lo que imprecisamente indican los contemporáneos resulta, asimismo, que el divorcio de Tiberio y Vipsania ocurrió después de varios años de vida conyugal; por ejemplo, Suetonio dice que Tiberio tuvo un gran dolor en esta separación, «porque la costumbre le unía a su mujer»; “la costumbre” supone varios años de convivencia; y éstos no serían posibles con la hipótesis de Tarver del matrimonio tardío.
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[8]
Si el busto del museo Tortonia es, en efecto, el retrato de Druso II, el parecido con Tiberio es tan grande que impresiona. En cuanto a los dos pretendidos retratos de Druso II en el Museo del Louvre, son de dudosa autenticidad. Pero, desde luego, si realmente representan a Druso, en estas dos cabezas el parecido con Tiberio es negativo. Les falta incluso el carácter común a todos los claudios: el nacimiento muy bajo del pelo en la nuca. En estas dos cabezas se sorprende, en cambio, un parecido inequívoco, sobre todo en la retracción de la mandíbula inferior y en el gesto un tanto bobo de la boca, entre este pretendido Druso II y los retratos de Antonia II, la madre de Germánico, que existen en el mismo museo. En otras palabras, estas dos cabezas de Druso II tienen un indudable aire juliano.
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[9]
(Dión) Tácito refiere que cuando Tiberio se enteró de la muerte de Gallo dijo que sentía que hubiera perecido antes de haber sido juzgado, dando a entender que quizá hubiera sido absuelto; gran hipocresía, porque el proceso parece que se retrasó por su culpa.
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[10]
Hace muy poco he visto a un tímido sexual muy típico, que él mismo se consideraba, sin razón, homosexual; y era zurdo, con escritura inversa, «en espejo», como Leonardo da Vinci. Henting recuerda también la frecuencia de la zurdera en los esquizofrénicos como Luis II de Baviera, de sexualidad confusa.
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[11]
Es interesante que una de las escenas descritas por Suetonio, ridículas de puro inverosímiles, se refiere a unos baños de Tiberio en el agua azul y templada de las grutas, rodeado de niños lascivos que nadaban como pececillos al lado de un viejo tiburón. Amiel, ¡qué salto en la cronología y en la categoría social, pero no en el instinto! Gustaba de jugar con niños pequeños diciéndoles esto mismo: «yo soy un gran pescado y vosotros pececillos que nadáis a mi lado».
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[12]
Los rasgos psicológicos que Baring-Gould extrae de la contemplación de este busto, parecen sugeridos por el prejuicio de lo que de antemano sabemos que era Julia. Es error muy fácil de cometer en esta clase de investigaciones sobre la iconografía de muertos de personalidad muy marcada.
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[13]
Estas mujeres de canicie precoz suelen, en efecto, ser de gran temperamento sexual y dilatada plenitud. Muchos clínicos estiman los mechones blancos como signo de actividad excesiva del tiroides; y ésta, coincide muchas veces con evidente hipererotismo.
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[14]
Descendía de Claudio Marcelo, el general ilustre que venció a Aníbal; del cual, por cierto, debió heredar Tiberio su prudente habilidad militar.
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[15]
(Séneca) Horacio le dedicó una Oda alabándole mucho; pero, como siempre, no hay que dar demasiado valor a los elogios del excelso, pero cortesano poeta. Se supone también, como hechos dicho, que es este mismo Marcelo el joven que ensalza Virgilio en su discutida Égloga IV.
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[16]
En efecto, por estar enfermo Augusto, la boda de Marcelo II y Julia I fue presidida por Agripa.
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[17]
)Dión pinta a Agripa como muy devoto y sometido a Augusto; y añade, que la ausencia de Agripa fue de concierto con el propio César para evitar una discordia con Marcelo, que veía a Agripa con malos ojos. Pero esta versión es menos verosímil que la de la irritación de Agripa, que damos en el texto.
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[18]
Suetonio repite en otro lugar esta idea, diciendo que Agripa se retiró de Roma «por no parecer competidor y censor» de Marcelo II.
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[19]
Agripa era la tercera vez que se casaba. Su primera esposa fue Pomponia, de la que tuvo a Vipsania, futura mujer de Tiberio. La segunda fue Marcela II, hija del primer matrimonio de Octavia (la hermana de Augusto) con Claudio Marcelo I, de la que no tuvo hijos; divorciándose de ella para casarse, por tercera vez, con Julia.
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[20]
(Suetonio) Plinio dice también que Tiberio fue en su juventud aficionado al vino; y más adelante, que su hijo Druso tenía el mismo vicio del vino que él. Es de notar que Tácito, que atacó tanto a Tiberio, no cita esta afición alcohólica; La Bleterie suponía que el origen de esta omisión es que el gran historiador no quería molestar a Trajano, bajo cuyo principado escribía, que era también gran bebedor.
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[21]
Este elogio al vino, de Séneca, no era compartido por otros autores de su época, como Plinio, que hace una descripción terrible y admirable de los peligros de la embriaguez. Sobre todo, encarece por particularmente dañino el beber en ayunas, pésima costumbre, dice, que se introdujo en tiempo de Tiberio por culpa de los médicos, «que buscan su renombre con cualquier novedad». Conviene a la fama de nuestro gran Séneca, añadir que su elogio del vino era prudente, pues en otros lugares de su obra hace también una pintura siniestra de los males de la embriaguez; pero aun en estos pasajes insiste en que no siempre el borracho es indiscreto, como pretenden los enemigos sistemáticos del alcohol, y cita el ejemplo de Cossus, gobernador de Roma en tiempo de Tiberio, al que éste, a pesar de ser tan suspicaz, no tenía inconveniente en revelar secretos que jamás diría a los otros ministros, sin importarle el que estuviera casi siempre beodo; y solía estarlo en grado tan extremo, que una vez en el Senado se quedó dormido y tuvieron que sacarle y llevarle a su casa sin que se diera cuenta.
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[22]
Augusto había redactado este testamento el año anterior. Suetonio da sobre él detalles tan exactos que hacen imposible toda duda acerca de este episodio. Recordemos, además, las gestiones de Augusto sobre el posible nombramiento para sucederle, hombres extraños a la familia imperial, como Lépido, Arruntio y Asinio Gallo. La resistencia del César antes de ceder ante Tiberio fue, pues, encarnizada.
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[23]
(Suetonio) Este historiador, imparcialmente, se resiste a creer estos rumores; y opina que el sensato Augusto «debió pesar minuciosamente las virtudes y los vicios de Tiberio», y encontrar que aquéllas superaban a éstos. Lo de las «lentas mandíbulas» parece una alusión a la premiosidad con que Tiberio hablaba y ejecutaba todas sus acciones.
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[24]
(Plinio) La afición al mosto de su hijo Tiberio, anteriormente comentada, tiene un doble antecedente, pues no solamente Livia, sino también Augusto era bebedor.
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[25]
A Livia se le achacaron los siguientes envenenamientos: el de Augusto, su marido; los de Marcelo II, Caio y Lucio Césares, Agripa Póstumo y Germánico; todos ellos porque estorbaban la carrera de su hijo.
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[26]
(Dión) Dijo Livia que el secreto de su dominio sobre Augusto se debía a haber sido siempre inflexiblemente honesta (lo cual, antes de su matrimonio segundo, no es enteramente seguro) a que nunca se mezcló en los asuntos de su marido (lo cual, seguramente, no era verdad) y a que se hacía la distraída ante sus infidelidades (esto sí parece cierto) Excelente catecismo práctico para las recién casadas.
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[27]
(Séneca) El gran escritor opone esta conducta estoica de Livia frente al dolor sin tino, conmovedor y humano, de Octavia cuando perdió también a su hijo Marcelo.
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[28]
(Tácito) Suetonio asegura que Tiberio no divulgó la muerte de Augusto hasta después del asesinato de Agripa Póstumo.
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[29]
Todo el viaje de Germánico a Oriente, sus luchas con Pisón, su muerte, el dolor del pueblo y el proceso y muerte de Pisón, están descritos con admirable belleza por Tácito.
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[30]
(Tácito) Es cierto que tampoco asistió Antonia, la madre del muerto, de cuyo dolor no se puede dudar. Más adelante hablaremos del significado de esta ausencia.
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[31]
Esto no parece cierto. El mismo Tácito dice que los funerales fueron dignos de la gloria del muerto; aunque, tal vez, el historiador se refiera a la emoción popular más que al lujo y solemnidad protocolarios.
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[32]
(Tácito) No podemos resistir a la tentación de transcribir el relato de esta escena, en la que el historiador logra la máxima emoción con el máximo rigor del lenguaje: “Se discutía cuál sería el recibimiento adecuado, cuando, insensiblemente, llegó la flota al puerto, aparejada de suerte que en lugar del alborozo habitual de los remeros, todo anunciaba el duelo y la tristeza. En el momento en que Agripina salió de su nave con sus dos hijos y apareció con la urna funeraria entre las manos y los ojos clavados en tierra, un gemido universal brotó de la muchedumbre, en el que no se distinguía el dolor de los parientes del de los extraños, ni el grave pesar de los hombres de la desolación de las mujeres. Los que formaban parte del cortejo de Agripina, abatidos por la larga aflicción, hacían resaltar con mayor fuerza el dolor más vivo, por más reciente de la multitud”.
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