Cuando yo era pequeña, mi hermana usaba una colonia que a día de hoy aún existe y que se llamaba Eau Jeune, un bote verde que olía a limón y hierbabuena, yo se la robaba a escondidas y cada día me ponía un poco, ahora sé que ella lo sabía…
Mucho de lo que soy y también de lo que no soy se lo debo a ella, a todo el amor que invirtió en mí. A tantas risas que hemos pasado juntas. A tanto como la admiro, por ser fuerte, valiente, sabia y bella.
Mi tata…
MI HERMANA
Por Maribel
G. Milán
La elegancia es un misterio, he ahí su inaccesibilidad, se puede intuir si es genética, espiritual o tal vez educacional, y no me refiero a un vestido para un día especial, ni a un sombrero puesto sobre la cabeza graciosamente, sino a las opciones que desde la niñez se ponen delante y van formando tu mundo… Mi hermana Ana desde pequeña ha tenido el arte de saber elegir… un vestido, una aceitera con embocadura de plata, una concha gigante (que todo el mundo pondría en el baño y ella le pone un pedestal y la hace formar parte de la decoración del salón), un cosmético nuevo que hace maravillas con la luz de tu rostro, una caja para guardar tés que ella utiliza como joyero para pendientes y queda monísima, y un sinfín de cosas, que al verlas te dan pistas para saber que el don de la elegancia está presente, ya sea en el salón donde hace la merienda con sus queridas amigas o por la luz de su cara, que emana fragilidad a veces y fortaleza otras tantas… como la foto de Paloma Picasso que tenía puesta en su habitación y que decía de pequeña que quería parecerse a ella, o la de Audrey Hepburn, que siendo tan opuestas aseguraba que quería tener una mezcla de las dos y así, cuando pinta sus labios de rojo, aparece la personalidad Picasso, rotunda y racial, y sus uñas pequeñas de niña la dulcifican como era la Hepburn.
Cuando en familia nos toca cocinar nuestras recetas de toda la vida, las de mi abuela María que luego pasaron a mi madre y ahora a nosotras, como las tortas de san Antonio, los canelones del día de Navidad o la paella de pata y garbanzos que mi madre borda y los demás nos chupamos los dedos, son sus platos preferidos que se repiten siempre que tenemos la suerte de tenerla en casa, y aunque son un secreto de familia, para quien se quiera entretener de lo lindo toda una mañana, os daré esta receta.
CANELONES DE NAVIDAD
Ingredientes —un kg de carne de cerdo (cuello) —una pechuga de pollo —tres higadillos —dos tomates maduros —una cebolla —dos dientes de ajo —una copa de coñac —aceite —sal —pimienta —pasta de canelones |
Se pone la carne en una cazuela grande con aceite y se dora, a continuación se van añadiendo todas las verduras, se doran, añadiendo la copa de coñac, se baja el fuego y durante una hora se cocina a fuego muy lento, con la tapadera puesta. Después se desmenuzan la carne y las verduras, mezclando todos los ingredientes y el jugo que ha soltado la carne, y se pasan por la picadora, formando así una pasta que se reserva; se prepara la pasta de canelones, se dispone en un paño limpio para poner encima una generosa porción de la carne que tenemos reservada formando los canelones, y se ponen en una bandeja para el horno previamente engrasada.
Se hace una bechamel generosa, se cubren los canelones poniendo queso para fundir y se gratinan.
Buuueeeeennníssssiiimmmmmossssssss.
A mi hijo Marco,
porque me unes a la vida, porque cada vez que te veo sonreír entiendo por qué se le tiene miedo a morir.
A Jorge,
por descapotar siempre que hace sol, por hacer el payaso hasta hacerme llorar de risa, por haberme puesto mercromina donde más dolía, por convertir los amaneceres en milagros. Por convertirme en ratón y seguir siendo princesa…
Gracias a mi madre,
por dejar que me equivoque y así permitirme escoger mi camino. Aunque no me entiendas. Gracias, mamá…
A mi padre,
por haberme regalado la fortaleza y este carácter tan García que tantas veces me ha hecho seguir adelante, gracias, papá, estés donde estés sé que me miras y sonríes. Me gustaría que estuvieses aquí…
A mi familia,
porque sin ser perfecta no imagino otra mejor…
A mis amigos,
a los que me quieren, a esos que siempre han tenido una mano dispuesta cuando me ha hecho falta levantarme, vosotros sabéis quiénes sois porque además de reír también me habéis visto llorar… os amo.
A Ana Cz,
porque a tanto talento le falta poco para ver la luz. Te aseguro que ahí fuera hay un hombre deseando encontrarte.
A Màxim Huerta,
por no dudar ni un segundo de mí y poner la primera piedra sin esconder la mano.
A Cristina Horrillo,
esa mami prestada, gracias por acunarme, por reñirme, por tener siempre un hueco y una sonrisa para mí.
A Nuria Roca y Juan del Val
por estar siempre dispuestos a echar una mano y tener ese gin-tónic gourmet pendiente.
A todos aquellos que formamos la
pandilla tuitera,
a las
Milanísimas,
a todos los que sin conocerme me regalan sonrisas…
A Joaquín Sabina, Joan Manuel Serrat, David Summers, Ricardo Arjona
y
Rosana,
por ser la banda sonora de mi vida y darme forma cuando aún no la tenía…
A las doctoras
Mar Mira
y
Sofía Cueto
por cuidar de mi piel entre risas y ternura.
A todos los que habéis colaborado en este libro,
por no dudarlo ni un segundo, por dedicarme vuestro tiempo y vuestro humor. Os debo una.
A la vida, por tratarme tan bien.
Las piquetas de los gallos
cavan buscando la aurora,
cuando por el monte oscuro
baja Soledad Montoya.
Cobre amarillo, su carne,
huele a caballo y a sombra.
Yunques ahumados sus pechos,
gimen canciones redondas.
Soledad, ¿por quién preguntas
sin compaña y a estas horas?
Pregunte por quien pregunte,
dime: ¿a ti qué se te importa?
Vengo a buscar lo que busco,
mi alegría y mi persona.
Federico García Lorca