Razones para la rebeldía (11 page)

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Authors: Guillermo Toledo

BOOK: Razones para la rebeldía
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Mucha gente se pregunta cómo es posible que los partidos tradicionales de izquierda no hubieran logrado movilizar una cosa parecida. Pienso que una de las razones son los propios errores de estos partidos políticos, pero también el silenciamiento, cuando no la cri-minalización, a la que han estado sometidos muchos movimientos y partidos. ¡Si hasta los que defendían el 0,7 % de ayuda al desarrollo fueron apaleados brutalmente en las escaleras del Congreso de los Diputados hace unos años! El bipartidismo es arrollador, en el sistema electoral, en la presencia mediática, en todo. El discurso del voto útil y el miedo de que viene la derecha le ha sido muy eficaz al PSOE para impedir que creciera algo a su izquierda. Cualquier movimiento y organización que ponga en tela de juicio el sistema vigente es perseguido, y en algunos casos hasta juzgado y encarcelado. Juegan con el miedo y, por ejemplo, a cualquier movimiento crítico que surja ya se le pone la etiqueta de antisistema. Este sistema es el que tiene sumidas a cuatro quintas partes de la humanidad en la pobreza, la violencia, la desesperación y el hambre. Lo lógico, desde el punto de vista humanístico, es ser antisistema. Ese miedo que nos han metido en el cuerpo, equiparando la palabra «antisistema» casi a la palabra «terrorista», ha hecho que se vieran pancartas que decían «No somos antisistema, el sistema es antinosotros». Pues no, soy antisistema, radicalmente antisistema.

Cada vez estoy más convencido de que este discurso constante de la no violencia es una estrategia de los que ostentan el poder para conseguir que todo siga igual. Estos que nos hablan de que «Tenéis todo el derecho del mundo para ocupar las plazas y las calles siempre que no lo hagáis con violencia» son los primeros que gastan ingentes cantidades de dinero en armarse, y además no tienen ningún inconveniente en ejercer la violencia más brutal contra las personas que se manifiestan de forma pacífica. Nos dicen: «No practiques la violencia porque os deslegitima», e incluso el ministro de Educación llegó a decir que no bastaba con no usar la violencia, que además había que ser educado y respetuoso porque unos manifestantes abuchearon a un alcalde que se subía el sueldo un 30%. Sin embargo, cuando ellos invaden Irak o te abren la cabeza de un porrazo cuando estás sentado en el suelo con los brazos en alto diciendo «Democracia real ya», eso no es violencia y no los deslegitima. El sistema tiene sus policías, sus guardias civiles y su ejército para utilizarlos sin ningún pudor en contra de los pueblos que salen exigiendo democracia.

La sensación es que ante el movimiento 15-M se plantean dos caminos. Un camino es derivar hacia una situación revolucionaria con un enfrentamiento violento. Los avances sociales nunca nos los han servido en bandeja, siempre hubo que luchar para conseguirlos. A los argelinos la independencia les costó un millón de muertos, el intento de defender la República española dejó cientos de miles de víctimas. El único modo en que Cuba, Rusia o China se pudieron sacudir una dictadura fue con violencia, y no porque los revolucionarios fueran originalmente violentos, sino porque el que tenían enfrente actuaba con violencia. Se puede pensar que esa opción es la única que podría llevar a superar este sistema económico y alcanzar un verdadero estado de bienestar justo e igualitario. Sin embargo, la sensación que tengo es que lo que se está pidiendo no es el cambio de sistema sino más participación, que nos dejen hablar, que nos dejen votar, que nos dejen elegir, pero dentro del sistema vigente. ¿Y cuál es la única forma de cambiar cosas dentro del sistema? La creación de un partido político. Si realmente creemos que el Parlamento puede ser representativo de la sociedad, es decir, si creemos que dentro del sistema se pueden cambiar, para bien, las condiciones de vida de la gente, pues esa es la opción, crear un partido político. Pero la gran mayoría de los participantes del 15-M rechazan este camino, rechazan a los que ya están y de alguna manera rechazan a cualquier otro partido político que se cree. Entonces puede ser que nos encontremos en una especie de callejón sin salida, ya que ninguna de las dos opciones parece viable. Aunque si tuviera que pensar cuál de estas dos opciones, cuál de estos dos caminos es más deseable y factible, creo que hay más posibilidades en esta última que mediante una revolución. Quizá poco a poco se pueden ir arañando conquistas, pero para eso hace falta presentarse a unas elecciones, porque aquí no tenemos muchas vías para convocar referéndums con los que la ciudadanía pueda influir en las leyes, como ha sucedido en Italia.

Por otro lado, sería imprescindible un cambio en la ley electoral, que todos los votos valgan igual, algo que no sucede ahora. Hay partidos que consiguen un diputado con 66.000 votos y otros partidos que necesitan 500.000 votos. Personalmente, no voto porque no estoy dispuesto a participar en un fraude. Respeto a la gente que vota, pero me parece un poco masoquista, es ir a votar sabiendo que te van a estafar. Si se reforma la ley electoral sería el momento de hacer en este país un Frente Popular, y para ello se necesitaría la extraordinaria generosidad de Izquierda Unida para dar cabida a gente de otros partidos de izquierda, y la cabeza fría y visión de futuro por parte de esos partidos, que están a la izquierda de Izquierda Unida, para poder participar juntos en un mismo proyecto. Pero siempre pensando en cambiar las condiciones de vida de la gente, no en conseguir cargos. Si se produce esa unidad y se recupera la ilusión de la calle, quizá se podría conseguir un 30% de los votos, y entonces otro gallo cantaría. Si se logran gran parte de las reivindicaciones de la izquierda mediante la inserción en el sistema, cambiando la ley electoral, creando un frente de izquierdas, y una vez metidos en las instituciones ir luchando por los cambios, y nos dejan hacerlo, siempre sería mejor que una revolución violenta.

No me gusta la violencia, la rechazo en mi vida personal y privada, pero si alguien me ataca para quitarme mis discos, echarme de mi casa, recortar mis derechos laborales o enviarme a mí o a mis hijos a la guerra, pues responderé con un puñetazo. Si los poderosos nos permiten avanzar hacia una justicia social mediante unas elecciones democráticas de verdad, eso sería lo ideal. Pero la verdad es que existen muchos antecedentes históricos que muestran que no suelen dejar hacerlo, se ha visto en Chile o en nuestra misma Segunda República. Estos que se llaman demócratas y juran que esto es una democracia nos deberían dar las posibilidades de que mediante los mecanismos de la democracia consigamos nuestro sueño, porque, como dicen las pancartas, «Si no nos dejáis soñar, no os dejaremos dormir».

El Sáhara torturado

Conozco el conflicto del Sáhara desde muy niño porque mi padre era canario y hay una relación económica, política y emocional entre el pueblo canario y el saharaui. En los años duros de las décadas de 1940 y 1950, muchos canarios sobrevivieron gracias al Sáhara occidental. Hoy, esa región —si obviamos las plazas de Ceuta y Melilla— sigue siendo el único territorio de Africa sin descolonizar y sin independizar, el único territorio no autónomo que queda en Africa. Y España es el país que peor descolonización de sus territorios ha hecho en ese continente, porque ha abandonado todas sus competencias.

España sigue siendo, según la legislación internacional y las Naciones Unidas, la administradora del Sáhara occidental, por mucho que la señora Trinidad Jiménez, experta en derecho internacional, se empeñe en decir que no es así. Según las Naciones Unidas, el Sáhara es un territorio no autónomo, y el responsable de hacerlo autónomo es el país colonizador. España abandonó a cientos de miles de ciudadanos españoles a merced de un Ejército criminal, como es el Ejército marroquí. Probablemente ahora no lo pueda arreglar ya unilateralmente, pero España debería tener un mínimo de dignidad y apoyar las reivindicaciones del pueblo saharaui, haciendo todo lo posible para que ese pueblo consiga la independencia y recupere su territorio, sus recursos naturales, sus aguas. Al gobierno español se le acusa de pasividad, pero no es pasivo ni mucho menos, es de lo más activo, ya que participa junto al genocida y ladrón representante de la corona marroquí poniéndose una vez más, como sucedió en Colombia o en Israel, del lado de los asesinos y del capital. Trabaja muy activamente para que continúe la represión, todo el material que utiliza la Policía antidisturbios marroquí es de producción española, por ejemplo. Hace unos cuatro años, España donó material militar, tanques, armas cortas, etc., al rey de Marruecos, que saben que lo usará para mantener el muro de la vergüenza, el muro más largo del mundo después de la muralla china, construido con tecnología israelí y que le cuesta a Marruecos un millón y medio de euros diarios, mientras el pueblo de Marruecos se muere de hambre.

La solución política es la celebración de un referéndum donde los saharauis digan si quieren o no pertenecer a Marruecos, o si quieren o no quieren ser independientes. A este referéndum obligan una decena de resoluciones de las Naciones Unidas. Marruecos es como un Israel en África, hace lo que le da la gana, se salta todas las resoluciones internacionales, comete todos los crímenes. Según cuenta Arcadi Oliveres, cuando Hassan II murió tenía 60.000 millones de dólares guardados en un banco francés, el doble de toda la deuda externa de Marruecos. El mayor ladrón de todos los dictadores que ha habido en África se llama Hassan II. El país pertenece ahora a Mohamed VI, el país es suyo. Como el pueblo saharaui se ha levantado contra esa situación, tienen 500 desaparecidos que, proporcionalmente, con 250.000 habitantes de población, son como los 30.000 desaparecidos de Argentina. Y mientras tanto, el rey de España se considera primo de Hassan II y de Mohamed VI. Otro responsable de la situación en Marruecos es Francia. Pensemos que la misión de las Naciones Unidas en el Sáhara occidental, MINURSO, es la única misión de paz del mundo que no tiene entre sus competencias la vigilancia y el respeto de los derechos humanos del pueblo colonizado. Y eso sucede así porque cada vez que se vota anualmente, Francia lo hace en contra. Es evidente que muchas cosas tendrán que esconder los franceses para votar así: Francia es el principal socio económico del rey de Marruecos. España no es más que un lacayo de la OTAN y EE.UU., porque tampoco saca mucho de la situación, a excepción de algunas empresas que hacen negocio robando las materias primas y pescando en las aguas del pueblo saharaui, pero el beneficio grande es para Francia, que expolia no solo el Sáhara, sino todo el territorio marroquí.

Y mientras tanto, en los territorios ocupados por Marruecos se está viviendo represión, torturas y desapariciones. Comprendería muy bien que el Frente Po-lisario terminara con su tregua y volviera a las armas, claro está, no seré yo quien les diga lo que deben hacer porque no iré a ninguna guerra. Evidentemente, no tengo legitimidad para proponerles que cojan las armas, si estuviera dispuesto a ir a la guerra diría que es eso lo que tienen que hacer. Para lo que sí me considero legitimado es para denunciar la situación injusta en que vive el pueblo saharaui, para condenar a los responsables y para decir bien alto que la solución pasa por la independencia del Sáhara occidental. Lo que sucede es que también hay sectores dirigentes y diplomáticos del Frente Polisario que se han acomodado con el estancamiento de la situación...

El caso de la huelga de hambre de Aminatou Haidar me resultó muy impactante. A esta mujer saharaui, cuando volvió a El Aaiun en un vuelo procedente de España tras recoger un premio internacional, el gobierno y la Policía marroquí la detienen, le quitan el pasaporte y la mandan de nuevo a Lanzarote de manera ilegal, porque según la Declaración Universal de los Derechos Humanos, tú tienes el derecho de entrar y salir de tu país cuando quieras. La razón que esgrimieron las autoridades marroquíes fue que por primera vez un ciudadano saharaui, al entrar en Marruecos, rellenó la habitual ficha declarándose de nacionalidad saharaui, residente en El Aaiun, en lugar de haber escrito de nacionalidad marroquí, residente en El Aaiun. La envían entonces a Lanzarote y allí Haidar comienza una huelga de hambre en el aeropuerto para exigir su entrada en el Sáhara. Me avisan el tercer día y me fui a Lanzarote con la intención de acompañarla durante el fin de semana, pero finalmente me quedé hasta dos días antes de la gran victoria que cosechamos tras 32 días de huelga de hambre. Era tan injusta la situación por la que se le hizo pasar y tan despreciable el papel del gobierno español, que no me pude ir. Incluso los enviados del gobierno me acusaron a mí de impedir la resolución del conflicto y de estar empujando a Aminatou Haidar a la muerte. Fue emocionante ver el equipo humano que se formó en torno a esa lucha.

No dejaba de venir gente que se ofrecía para ayudar en lo que fuera: una enfermera, un informático, un traductor... Incluso personajes significados, como José Saramago, y políticos de muchos partidos. Creo que en este caso España cometió un error terrible al dejar entrar a Haidar sin pasaporte, es una cosa inaudita, es la primera vez en la historia que alguien entra por la frontera de un aeropuerto europeo sin pasaporte. No solo entró sin pasaporte, sino que le engañaron, porque cuando llegó a la zona de tránsito el policía español le dijo que entrara, y ella dijo que no entraba porque, lógicamente, temía que si entraba luego no podría salir. El policía, intuyo que de buena voluntad, le insistió en que seis horas después se podría ir al Sáhara en otro avión. Entonces ella pasó a la zona española del aeropuerto, y cuando quiso dirigirse al vuelo para volver a El Aaiun, efectivamente, no pudo. Durante esos días que estuvo en huelga de hambre el gobierno español le llegó a ofrecer nacionalidad española, trabajo, colegio para sus hijos, un piso... Intentaron literalmente comprarla, colaborando con el gobierno de Marruecos, y luego la presentaron como a una desagradecida, simplemente porque ella no aceptó el chantaje y con toda dignidad exigió poder volver a su país. Al final lo logró, poniendo en jaque a los gobiernos marroquí, español y francés, lo que supuso una gran victoria de una mujer sola.

Como actor también viví una situación curiosa cuando me invitaron, en el año 2008, al Festival de Cine Español en Tánger, que estaba organizado por las mismas personas que organizaban el Festival de Cine de Málaga. Se trataba de una iniciativa financiada por el Ministerio de Asuntos Exteriores español. Ya años anteriores habíamos participado en el Festival de Cine del Sáhara. Allí vi cosas extrañas, como por ejemplo que en la inauguración todos los presentes eran políticos españoles y marroquíes hablando de los años de amistad entre el pueblo marroquí y el pueblo español, vi también que las películas no estaban subtituladas en árabe, que no había marroquíes entre el público, que estábamos solamente nosotros, como invitados, y los políticos en cuestión. No vi ni un solo marroquí del pueblo. Como anécdota contaré que en su día denuncié que, después de haber logrado entrar en la zona gracias al riesgo que corrieron algunos saharauis, porque el gobierno marroquí no dejaba entrar a nadie, Angels Barceló, de la Cadena Ser, en lugar de quedarse con estos saharauis para recoger, por ejemplo, su testimonio de cómo los estaban torturando, cómo los estaban masacrando, se fue a un hotel y pidió hablar con el gobernador civil de El Aaiun para hacerle una entrevista. Claro, como era lógico, sencillamente la expulsaron de allí. Luego la noticia que dio su radio fue: «La Cadena Ser y Angels Barceló rompen el cerco informativo de Marruecos».

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