Razones para la rebeldía (10 page)

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Authors: Guillermo Toledo

BOOK: Razones para la rebeldía
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Cuando aplican recortes lo primero en caer es la cultura, de modo que ahora mismo las ayudas a la cultura son irrelevantes. Me hace gracia cuando, desde los medios de la derecha, nos llaman apesebrados y dicen que vivimos de las subvenciones. Pero ninguno de esos medios sobreviviría sin el Estado, sin la publicidad institucional o sin ayudas fiscales. Aunque también habría que debatir qué es cultura, la gran mayoría de las películas en las que he trabajado no son cultura, son entretenimiento. La cultura se ha reducido, en el caso de Madrid, a la denominada «Noche en blanco». En una noche han concentrado trescientos espectáculos, espectáculos que lógicamente nadie puede verlos todos, y en esa noche hiperpromocionada se gastan todo el presupuesto del año. Sobre las medidas del gobierno, tengo la sensación, si no la convicción, de que el PSOE es como un comando suicida que se pone en primera línea para morir. Ya lo explicaron Joan Garcés en Soberanos e intervenidos y Alfredo Grimaldos en La CIA en España. El capitalismo y sus instituciones pensantes, como la CIA, viendo que se muere Franco, deciden pilotar este país para que pase a una democracia capitalista, entran en España para dejar todo atado y bien atado tras la muerte de Franco. Y en esa estrategia se contemplaba un partido que abanderara los derechos humanos, la justicia social, el pleno empleo, y que aglutinara el descontento de la gente progresista que había vivido la dictadura y quería un gobierno de izquierdas.

Pero ese partido, en secreto, se debería al capital, a las multinacionales, a la Iglesia. Buscaron a un líder y encontraron a Felipe González, que ha servido de lacayo del capital desde el primer día que fue elegido para liderar el país, amigo íntimo de la criminal familia real marroquí y consejero de Gas Natural, donde cobra un pellizco de 126.500 euros anuales. El PSOE, con ideologías presuntamente de izquierdas y con la típica excusa de «Si lo hacemos nosotros es que no hay otro remedio porque nosotros somos socialistas», lleva a cabo las privatizaciones, las reconversiones industriales, la entrada en la OTAN, los privilegios a la Iglesia... Hacen todo lo necesario, según ellos, para que seamos considerados un país de los buenos, para lo cual también hay que incluir la participación en todas las guerras de Estados Unidos. El PSOE sirve perfectamente para aplicar todos esos recortes que, si los hubiera hecho el PP, quizá se hubiera montado una rebelión. Sin embargo, con los presuntos izquierdistas logran metemos de tapadillo esa política de recortes y privatizaciones. Ahora mismo el PSOE sigue cumpliendo con la misión para la que fue creado, y lo comprobamos simplemente observando todas las agresiones realizadas a los trabajadores en los últimos meses. Como dice mi amigo Cañamero, igual que existe «la Rep-sol» o «la Telefónica», debería hablarse de «la PSOE», porque son más una corporación que un partido político.

Han sido muchos estudiosos y economistas quienes han explicado con total precisión cómo afrontar las cuentas públicas para que el gobierno no recortase derechos laborales y sociales. Para empezar, persiguiendo la evasión fiscal, una evasión permitida a los multimillonarios. Según el Sindicato de Técnicos del Ministerio de Hacienda, el fraude fiscal asciende al 23,3 % del PIB, y alrededor del 86 % de los que tienen fortunas de más de diez millones de euros evaden sus obligaciones fiscales. Otra medida sería aplicar impuestos progresivos, cobrar más impuestos a los que más tienen y no al contrario, que es lo que sucede en este país, donde los trabajadores pagan más impuestos que las empresas o que los bancos. Habría que retirar las subvenciones a la Iglesia católica, ya dijimos que entre aportaciones del Estado y exenciones e impuestos suman nueve mil millones de euros. Disminuir todo lo posible, y si puede ser, hasta el final, cualquier inversión en armamento, y si podemos abolir el Ejército, mejor: ¡el presupuesto militar para 2011 es de más de diecisiete mil millones de euros, y los tres primeros meses del ataque a Libia se van a llevar 68 millones!

Particularmente, me llamó mucho la atención aquella foto de la reunión de Zapatero con las 3 7 personas más poderosas de España, esa reunión que mantuvo con los banqueros y los grandes empresarios. Ese era el gobierno de España, Zapatero hasta era prescindible. A partir de ahí, ya entendemos muchas decisiones gubernamentales. Paradójicamente, en estos momentos de indignación avanza electoralmente el PP, como consecuencia directa del bipartidismo. Todos los gobiernos europeos han caído, supuestamente, por la crisis. Cada vez que viene una crisis, el pueblo retira la confianza al que gobierna y vota a los anteriores, estos ganan, vuelven a perder la confianza y se benefician en voto los anteriores. Así el pueblo cree que existen cambios en el gobierno, cuando lo que hay es bipartidismo puro y duro. El pueblo español ve que se han perdido derechos laborales, ve que congelan las pensiones, ve que rebajan el sueldo a algunos colectivos, ve que aumenta el desempleo y, entonces, llega a la conclusión de que tiene que haber un cambio. La democracia española nos ofrece un gran cambio: el fascismo, el nacionalcatolicis-mo. Y nos lanzamos al cambio y votamos al PP, a Mariano Rajoy, a Esperanza Aguirre, a Francisco Camps, que creemos que no tienen nada que ver con la crisis, porque son el cambio que pone a nuestra disposición la democracia. Esa es, en mi opinión, la explicación del voto al PP.

Algunos, desde la izquierda, tienen la idea de que cuanto peor, mejor. Creo que el PP en esencia es cuanto peor, peor. Aunque solo sea porque hay elementos, aunque hay que buscarlos con lupa, más progresistas entre el PSOE, que pueden intentar que ese partido no siga en su deriva hacia la derecha. En cambio en el PP no hay nadie progresista, y todos sus dirigentes y las personas que tienen poder son de las clases más acomodadas y reaccionarias. A diferencia de otros países, donde existe un partido fuerte representante de la ultradere-cha, aquí la ultraderecha está en el PP. Aunque Dolores de Cospedal dijo que ellos eran del partido de los trabajadores, de modo que aquí los que mandan o son el partido de los obreros o son el partido de los trabajadores... Y los pobres empresarios sin un partido político que los apoye.

Sin embargo, después los empresarios no dejan de ganar dinero con las políticas que se aplican, y los currantes siempre están jodidos. Aunque también tengo que decir que ha sido tal la traición, la decepción, el cinismo y la hipocresía del Partido Socialista durante los años que han gobernado este país, que yo, como rojo que soy, no se lo puedo perdonar. Porque en muchas cuestiones Aznar y Zapatero son iguales en sus políticas de derecha, pero Aznar lo dice y Zapatero no. Aznar dice guerra y guerra, y nos lleva a la guerra. Zapatero habla de paz y alianza de civilizaciones y también nos lleva a la guerra. Cuando vino a Europa el político ultraderechista israelí Avigdor Lieberman, el único presidente de gobierno que le recibe es Rodríguez Zapatero. Ese israelí ha dicho que la solución al conflicto es echar a los palestinos al mar, el exterminio, en el año 2009 propuso incluso lanzar una bomba nuclear en Gaza. Es la extrema derecha de la extrema derecha sionista. El gobierno socialista habla de unas cosas y hace otras. Aveces pienso que si la Guerra de Libia la hubiera iniciado el PP, como sucedió con la Guerra de Irak, hubiéramos logrado tener más gente en contra. El gobierno del PP sacó más gente a la calle. Es verdad que, por ahora, no son iguales esas guerras porque no han entrado por tierra a Libia, pero bombardear, bombardean igual. Pero creo que esto se está empezando ya a diluir, la gente del 15-M dice «PP, PSOE la misma mierda es». Ese eslogan contra el bi-partidismo es uno de los que provocan una reacción virulenta en los entornos del PSOE, los oigo en la Cadena Ser. Cada vez más personas se están dando cuenta de la estafa gigantesca que supone el bipartidismo. Se puede engañar a algunas personas durante un tiempo, pero no a todo el mundo durante todo el tiempo.

El 15-M en movimiento

Lo del movimiento del 15-M, de momento, creo que es lo mejor que ha pasado en este país en los últimos años. Se ha ejercido, sin ningún tipo de miedo ni de reparo, la desobediencia civil, que supone haber ocupado una plaza como la Puerta del Sol durante un mes, haciendo oídos sordos a las declaraciones de ilegalidad por parte del gobierno, de la Junta Electoral o de los empresarios de la zona. Y eso ya es un paso adelante y un hecho muy destacable, porque muchas veces tenía la sensación de que, en el momento de comenzar una movilización, siempre estábamos muy pendientes de lo que nos iban a permitir hacer y de lo que no. Que si había que pedir permiso, que si esto no nos van a dejar, que si aquello está prohibido, que esto es ilegal... Pienso que si solo vamos a hacer lo que nos dejen, entonces no haremos nada, porque no van a dejarnos hacer nada. Solo ir a votar una vez cada cuatro años, eso sí que nos dejan hacerlo. El voto es lo que fundamentalmente los políticos del PSOE y del PP promueven, difunden, y a eso luego lo llaman «la gran fiesta de la democracia». Piensan que eso es la democracia: que votemos cada cuatro año y luego chitón, cada uno a casa que ya se encargan ellos de todo. El hecho de que haya habido una desobediencia general masiva como la que está habiendo en este país está muy bien, primero para que perdamos el miedo, y segundo para que los políticos, los banqueros y la Policía entiendan que la calle es nuestra, no es suya.

Y para decir que la legalidad en muchas ocasiones está reñida con la legitimidad, recuerdo que en la plaza del Callao de Madrid hubo este invierno una gigantesca carpa de una marca comercial que ocupaba casi toda la plaza. Estuvo tres meses allí plantada, y nadie protestó por esa ocupación del espacio público por parte de una empresa. En cambio, cuando los ciudadanos, los dueños de la calle, ocupamos esas plazas, no para vender nada sino para exigir respeto y democracia, saltan las alarmas y se molestan. Aunque sea solo por eso hemos dado un paso de gigante.

También hay que señalar que existe una sensación errónea por parte de muchos de los participantes del 15-M, que piensan que esa fecha es el día Cero del año Cero de las movilizaciones políticas, como si no hubiera habido nada antes, como si fuéramos los primeros que estamos luchando por la democracia, ignorando o despreciando así a los cientos de miles de este país y de tantos otros países que no solo han estado luchando y peleando por lo mismo que se pide desde el 15 de mayo de 2011, sino que han muerto por ello. Al principio, el movimiento empezó con ciertas afirmaciones muy peligrosas de los participantes y algunos de sus portavoces, que decían aquello de que «somos apolíticos». Por mi parte, no se me ocurre nada más político que ocupar una plaza reivindicando derechos sociales. Luego por suerte rectificaron y empezaron a decir que éramos apartidistas, pero en el manifiesto original decían que éramos apolíticos.

Estuve desde la primera manifestación del 15 de mayo. Al terminar, emocionados por la masiva presencia de gente, nos fuimos al barrio de Lavapiés a tomar algo, y a eso de las once y media empezamos a recibir mensajes de que volvíamos de nuevo a Sol. Y es lo que hicimos. A la una de la mañana del lunes 16 hicimos una asamblea en la que decidimos acampar en Sol. Eramos unas setenta personas, de las cuales veinte o treinta nos quedamos allí a dormir. El temor era que a altas horas de la madrugada, antes de que amaneciera, la Policía intentara disolvernos. A las siete de la mañana, ya cuando había movimiento de gente y el metro estaba abierto, me fui a casa con la impresión de que era difícil que ese día la Policía levantara la acampada. Volví por la tarde, había unas doscientas personas y me fui a dormir a casa de un amigo que vivía en una calle adyacente a Sol. A las once de la mañana me llamaron con urgencia porque la Policía los iba a desalojar. Lo demás ya es conocido.

Como contaba al principio de este libro, en esos días mucha gente me decía cosas como «Gracias por venir y apoyar», y yo no cesaba de responderles que no estaba apoyando nada, que estaba participando. Hubo un momento, creo recordar que en una de las asambleas del día 17, en el que tomé la palabra, como tantos otros hicieron, y alguien me dijo que había muchas personas en el movimiento 15-M que veían mal mi presencia allí, porque pensaban que buscaba algún beneficio personal. Para evitar malos entendidos tomé la decisión de no hablar con los medios de comunicación, postura que como he subrayado sigo manteniendo. Y como veía que el del 15-M era un movimiento que iba a más y que tenía y mantenía una estructura horizontal, preferí quedarme en un lugar discreto y evitar protagonizar nada ante la prensa. He estado todos los días en Sol, pero cuando la prensa me preguntaba, los remitía a los portavoces.

Sin duda, el 15-M es un momento que todos hemos saludado y hemos aplaudido, con emoción y con ganas, como algo nuevo y, sobre todo, como un movimiento que fue muy inesperado, a pesar de que todos nos preguntábamos cómo era posible que el pueblo español no moviera un dedo con la que estaba cayendo, mientras los griegos, por ejemplo, llevaban ya varias huelgas generales y enfrentamientos con la Policía, o los ingleses habían salido a la calle, o los franceses igual. Sin embargo, aquí no se movía nadie. Afortunadamente, al final salimos aquí también.

El movimiento del 15-M se ha ido definiendo en un aspecto fundamental, aunque muchos temíamos que se hubiera quedado en el discurso, en la acampada como fin, cuando la acampada no era el fin, era el medio. Ese temor que teníamos muchos se ha ido disipando porque el 15-M se ha puesto en marcha, se ha puesto en acción, se han parado desalojos, hubo otra manifestación frente al Congreso donde también participé, el 29 de junio hubo manifestaciones en casi todo el país, se manifestaron también ante el parlamento catalán... Seguimos en la calle y realizando acciones concretas, primero para apoyar a los que lo están pasando mal, y segundo para decirle al poder que no vamos a parar, que estamos aquí y que si venís a desalojar a esta familia, doscientos estaremos allí para impedirlo. La mayor parte de la gente que está participando es muy joven y con falta de cultura política, si les hablabas de la lucha de clases ponían los ojos como platos. Puede parecer que con el apartidismo hay que abrazar también la falta de ideología, y eso no puede ser. La diferencia de clases nunca ha estado tan acentuada como ahora, nunca hubo tanta diferencia entre los muy ricos y los muy pobres Nunca hubo un 20,2 % de parados en España, o un 42,8% de paro juvenil. El 62 % de los menores de veinticinco años que no acabaron la ESO está en paro. Los jóvenes no pueden vivir de sus ingresos ni emanciparse. Las viejas luchas no solo están vigentes, sino que hay que alimentarse de ellas para ponerlas en práctica, y aprender de las cosas positivas que nos dejaron en los libros, en los documentales... El marxismo no está obsoleto ni mucho menos, se están cumpliendo muchas de sus profecías, como decía Howard Zinn en su obra Marx en el Soho. Por otro lado, junto a sectores desideologizados, en la Puerta del Sol todos los partidos políticos de izquierda de verdad tienen a su militancia participando en las comisiones y en las asambleas, que es donde está su lugar.

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