—No me gusta ser frágil —declaró Nicole—, ni me gusta no hacer cosas por tener miedo de lesionarme.
—Tu cadera va a sanar —la tranquilizó El Águila—, pero tomará un tiempo. Eres afortunada de que sólo esté muy magullada y no rota. A tu edad, una cadera rota puede convertir a un ser humano en inválido permanente.
—Gracias por tus palabras de aliento —dijo Nicole, y tomó un sorbo de su café. Estaba acostada en la estera, con la cabeza levemente elevada mediante varias almohadas—. Pero ya hablarnos suficiente sobre mí… Pasemos a cosas más importantes. ¿De qué se trata esa espacionave plana?
—Los demás seres humanos ya empezaron a llamarla
El Portaaviones
—dijo El Águila—. Ese es un nombre muy adecuado.
Se produjo un breve silencio.
—¡Vamos, vamos! —se impacientó Nicole—, no te hagas el difícil conmigo. Estoy tendida aquí, dopada y todavía con dolores… No debería ser necesario arrancarte la información con sacacorchos.
—Esta fase de la operación pronto habrá terminado —declaró el alienígena—. A algunos de ustedes se los transferirá a
El Portaaviones
y el resto se mudará a El Nodo.
—¿Y qué pasa después? ¿Y cómo se decide quién va adónde?
—Todavía no puedo decirte eso —contestó El Águila—, pero te adelanto que tú irás a El Nodo… aunque si le cuentas a alguien más lo que acabo de compartir contigo, después no podré darte más información adelantada… Queremos que la transición sea ordenada…
—Tú siempre quieres que las cosas sean ordenadas… ¡Auch! —exclamó Nicole cuando cambió levemente de posición—, y debo decir que no me brindaste información de mucha importancia.
—Sabes más que cualquiera de los otros.
—Gran cosa —comentó Nicole de mal humor, tomando otro sorbo de café—. A propósito, ¿no tienes aquí, en El Nodo, algún médico estrafalario que pueda blandir una varita mágica sobre esta magulladura y la haga desaparecer?
—No, pero podemos darte una nueva cadera, si lo prefieres. O seudocadera, como supongo que la denominarías.
Nicole sacudió la cabeza, molesta. Dio un respingo cuando tocó la estera con la cadera al poner la taza de café en el suelo. —Ser viejo es una mierda —afirmó.
—Lo lamento —dijo El Águila. Empezó a irse—. Pasaré a verte no bien pueda…
—Antes que te vayas —interrumpió Nicole—, tengo otro asunto para tratar. Nai deseaba que yo te pidiera que intercedas por Galileo… Ella querría que se lo devuelva al seno de la familia.
—Eso no tiene la menor importancia ahora —dijo El Águila mientras se iba—. Todos ustedes estarán fuera de aquí dentro de cuatro o cinco días… Adiós, Nicole. No trates de caminar, usa la silla de ruedas que te traje. Tu cadera no va a sanar a menos que le saques tu peso de encima.
Era temprano por la mañana, antes que la mayor parte de los seres humanos hubiera despertado. Nicole había estado afuera, en el largo vestíbulo, durante media hora, experimentando con los controles que estaban sobre el brazo de la silla de ruedas. La sorprendió el que la silla se pudiera desplazar tan veloz como silenciosamente. Mientras corría pasando frente a las salas de deliberación ubicadas a mitad de camino del corredor de un kilómetro de largo, se preguntaba qué clase de tecnología avanzada contenía la caja metálica sellada que había debajo del asiento.
A Richard le habría encantado esta silla
, pensaba.
Probablemente habría tratado de desarmarla
.
Pasó junto a algunos seres humanos que estaban en el vestíbulo, la mayoría de los cuales andaba arrastrando los pies, en el intento de hacer una caminata como ejercicio matutino. Nicole rió para sus adentros cuando dos de los que caminaban pesadamente se corrieron con rapidez para darle paso.
Debo de tener un aspecto muy extraño
, pensó,
una vieja de cabello gris yendo por el corredor en silla de ruedas, como una exhalación
.
Dio la vuelta a la esquina inmediatamente después de ponerse al lado del tren pequeño, que transportaba un puñado de pasajeros hacia las zonas de uso en común para tomar un desayuno temprano. Siguió apretando el botón de aceleración de la silla hasta que fue más rápido que el tren. La gente que iba a bordo la contempló con asombro mientras los dejaba atrás. Nicole los saludó agitando la mano y sonrió. Instantes después, sin embargo, cuando una puerta que estaba a cien metros adelante de ella se abrió de repente y dos mujeres salieron al corredor, Nicole se dio cuenta de que no era conveniente que manejara tan rápido. Redujo la velocidad, todavía riéndose para sí con risita cascada, por la emoción que la velocidad le había producido.
Mientras manejaba cerca de su propio departamento, vio a El Águila parado al final del rayo, en el punto en que éste se fusionaba con el anillo que circundaba la estrella de mar. Condujo la silla hasta ponerse junto al alienígena.
—Parece que te estás divirtiendo —comentó éste.
—Así es —asintió Nicole, lanzando una carcajada—. Esta silla es un juguete fantástico. Casi me hizo olvidar el dolor de la cadera.
—¿Dormiste bien anoche?
—Mucho mejor, gracias. Tal como tú y yo conversamos, dormí de costado, con la cadera lesionada arriba. A propósito, lo que fuera que me diste anoche realmente redujo la molestia.
El Águila hizo un ademán en dirección a un salón situado del otro lado del anillo.
—Vamos para allá, por favor —dijo el alienígena—. Me gustaría hablarte en privado.
Nicole condujo la silla a través del anillo principal, hasta que llegó a la rampa que llevaba al salón. El Águila, que caminaba detrás de ella, le hizo un gesto para que continuara. Una docena de octoarañas estaba sentada alrededor de la habitación. El Águila y Nicole eligieron un lugar ubicado hacia la derecha, donde podían estar a solas.
—
El Portaaviones
ya casi terminó su tarea en El Nodo —informó El Águila—. Dentro de doce horas, contadas desde ahora, hará una breve escala cerca de este vehículo para recoger algunos pasajeros más… Después del almuerzo anunciaré quiénes se van a mudar a
El Portaaviones
.
Se volvió y miró directamente a Nicole con sus ojos azul intenso.
—Algunos de los seres humanos no van a encontrar mi anuncio de su agrado… Después que se tomó la decisión de dividir a tu especie en dos grupos separados, de inmediato me resultó patente que sería imposible conseguir una división que no produjera la infelicidad de alguna gente… Querría algo de ayuda tuya para lograr que este proceso sea lo más fluido posible.
Nicole estudió el notable rostro y los ojos de su acompañante alienígena. Creyó recordar haber visto, una sola vez antes, una mirada similar de El Águila.
Allá en El Nodo
, rememoró,
cuando se me pidió que hiciera la videograbación
.
—¿Qué es lo que deseas que haga? —preguntó.
—Hemos decidido permitir un cierto grado de flexibilidad en este proceso. Aunque todas las personas que figuran en la lista de transferencia deben aceptar su asignación, permitiremos que algunos de aquellos que estén destinados a El Nodo soliciten que se reconsidere su designación. Puesto que no habrá interacciones entre los dos vehículos, en el Caso de intensos vínculos emocionales, por ejemplo, no querríamos forzar…
—¿Me estás diciendo —lo interrumpió Nicole— que esta escisión puede dividir familias en forma permanente?
—Sí, puede. En unos pocos casos, a un marido o una esposa se los destinó a
El Portaaviones
, mientras que el cónyuge está en la lista para El Nodo. De manera análoga, hay algunos casos en los que padres e hijos serán separados…
—¡Por Dios! —exclamó Nicole—. ¿¡Cómo demonios puedes tú, o cualquiera, decidir separar, de manera arbitraria, a un marido y una esposa que eligieron vivir juntos, y pretender que estén felices…!? Vas a tener suerte si no se produce una sublevación generalizada después que hagas el anuncio.
El Águila vaciló algunos segundos.
—No hubo arbitrariedad en absoluto en nuestro proceso —dijo por fin—. Desde hace meses estuvimos estudiando cuidadosamente voluminosos datos sobre cada uno de los seres que actualmente habita la estrella de mar. Los archivos abarcan información completa de todos los años en
Rama
también… Aquellos a los que se destinó a
El Portaaviones
no satisfacen, por una razón o por otra, los criterios que consideramos necesarios para transferirlos a El Nodo.
—¿Y cuáles son, con exactitud, esos criterios? —preguntó Nicole con rapidez.
—Todo lo que te puedo decir ahora es que El Nodo contendrá un ambiente de habitación interespecies… Aquellos miembros de una especie que tienen capacidad limitada de adaptación fueron destinados a
El Portaaviones
—contestó El Águila.
—Eso me suena —dijo Nicole después de algunos segundos— como si, por algún motivo, a un subconjunto de los seres humanos del Grand Hotel se lo hubiera rechazado y no encontrado “aceptable”…
—Si es que comprendo tu elección de vocablos —interrumpió ahora El Águila—, estás dando a entender que esta escisión divide los dos grupos sobre la base de los méritos. Ese no es exactamente el caso. Es nuestra creencia que la mayor parte de los que se encuentran en cada uno de los grupos estará, a la larga, más feliz en el ambiente al que se lo asignó.
—¿Aun sin sus cónyuges e hijos? —puntualizó Nicole. Frunció el ceño—. A veces me pregunto si verdaderamente observaste lo que impele a la especie humana. Los “vínculos emocionales”, para usar tus palabras, son, por lo común, el componente esencial de la felicidad de cualquier ser humano…
—Sabemos eso —dijo El Águila—. Hicimos una revisión especial de todos y cada uno de los casos en los que se desharía una familia por la escisión y, como resultado, hicimos algunos ajustes. En nuestra opinión, las restantes divisiones de familias, que no son tan numerosas como esta discusión podría sugerir, están, todas, apoyadas por los datos provenientes de la observación.
Nicole miró con fijeza a El Águila y sacudió la cabeza vigorosamente.
_¿Por qué esta escisión nunca se mencionó antes…? Ni siquiera una vez, en todas las conversaciones sobre la inminente transferencia, llegaste a sugerir siquiera que se nos iba a dividir en dos grupos…
—No nos habíamos decidido hasta hace bastante poco. Recuerda que nuestra intercesión en los asuntos de
Rama
nos llevó a poner nuestra matriz de planeamiento en un régimen de contingencia… Una vez que estuvo claro que alguna clase de escisión sería necesaria, no quisimos perturbar el statu quo…
—Mentira —dijo Nicole de pronto—. No creo eso ni por un momento. Tú
sabías
desde hacía mucho lo que iban a hacer… Simplemente no quisiste escuchar objeción alguna…
Mediante los controles que había en el brazo de la silla, giró y quedó dándole la espalda a su interlocutor alienígena.
—No —dijo con firmeza—, no voy a ser tu cómplice en este asunto… y me enoja que hayas comprometido mi integridad al no decirme la verdad antes de ahora…
Apretó el botón de aceleración y empezó a rodar hacia el corredor principal.
—¿No hay algo que pueda hacer para que cambies de opinión? preguntó El Águila, siguiéndola.
Nicole se detuvo.
—Sólo puedo imaginar un modo en el que yo te ayudaría. ¿Por qué no explicas las diferencias entre los dos ambientes de habitación y permites que cada miembro de cada especie decida por sí mismo?
—Temo que no puedo hacer eso —manifestó El Águila.
—Pues entonces, no me incluyas —dijo Nicole, volviendo a poner en marcha la silla de ruedas.
Nicole estaba de pésimo humor cuando llegó a la puerta de su departamento. Se inclinó hacia adelante e ingresó la combinación en el panel de la puerta.
—Patrick y mamá te están buscando —dijo Kepler unos segundos después—. Se preocuparon cuando no te encontraron en el vestíbulo.
Nicole pasó ante el joven y entró en la habitación. Benjy salió del baño sólo con una toalla envuelta alrededor del cuerpo.
—Hola, ma-má —dijo con amplia sonrisa. Advirtió su gesto de disgusto y se apuró a acercarse a ella—. ¿Qué pasa? —preguntó—. ¿No te ha-habrás las-ti-mado o-tra vez?
—No, Benjy —dijo Nicole—. Estoy bien. Simplemente tuve una conversación perturbadora con El Águila.
—¿So-bre qué? —preguntó Benjy, tomándole la mano.
—Te lo diré más tarde… después que te seques y te vistas.
Benjy sonrió y besó a su madre en la frente, antes de volver al baño. La sensación de vacío en el estómago que Nicole experimentaba durante su conversación con El Águila, volvió en ese momento.
¡No Benjy; seguramente El Águila no estaba tratando de decirme que nos íbamos a separar de Benjy!
. Recordó el comentario de El Águila respecto de las “facultades limitadas” y empezó a sentir pánico.
¡No ahora! Por favor, no ahora. ¡No después de todo este tiempo!
Nicole pensó en un momento especial que tuvo lugar años atrás, cuando la familia estuvo en El Nodo por primera vez. Ella estaba sola en su dormitorio. Benjy entró, vacilante, para averiguar si era bienvenido para unirse a la familia en el viaje de regreso al sistema solar. Se había sentido inmensamente aliviado al descubrir que no se lo iba a separar de su madre.
Ya sufrió suficiente
, se dijo Nicole, recordando que a Benjy se lo había destinado a Avalon mientras ella estaba presa en Nuevo Edén.
El Águila debe de saber eso, si es que verdaderamente estudió todos los datos
.
A pesar de sus intentos conscientes por mantener la calma, no podía reprimir la combinación de miedo y frustración que estaba surgiendo en su interior.
Habría preferido morir durante mi sueño
, pensó con amargura, temiendo lo peor.
No puedo decirle adiós a Benjy ahora. Eso destrozaría su corazón… y el mío también
.
Una lágrima solitaria se le escapó del ojo izquierdo y rodó por la mejilla.
—¿Está usted bien, señora Wakefield? —preguntó un preocupado Kepler.
—Sí, gracias, Kepler —contestó Nicole, enjugándose la cara con el dorso de la mano. Sonrió—. Los viejos somos muy emotivos. No hay de qué preocuparse.
Hubo un suave llamado en la puerta. Kepler fue a responderlo. Patrick y Nai entraron en la habitación, seguidos por El Águila.
—Encontramos a este amigo tuyo en el vestíbulo, mamá —dijo Patrick, dándole un beso—. Nos dijo que ustedes dos habían estado deliberando… Nai y yo estábamos preocupados…