La progenitora femenina se inclina hasta que su cara se pone al nivel de la cara del agente-yo.
El progenitor masculino ofrece la mano para que este agente se la estreche. Buenos deseos. Buena suerte.
Se rememora aquí el momento en que la progenitora femenina frunce los labios de la cara y ofrece que dichos labios se pongan en contacto con la piel facial de este agente en gesto de demostración de afecto.
Sin embargo, este agente declina la oferta. Demasiados coetáneos presentes, demasiados posibles testigos de un sentimiento tan débil. De manera que ofrezco la mano para estrechar la mano de la progenitora femenina.
La progenitora pone una cara de media sonrisa. Acepta la mano.
Los pies del agente-yo ascienden los escalones, suben la rampa en medio un rebaño de niños parecidos obligados a la prueba de hoy, todos ellos vivos desde hace cuatro años. Niños que serán médicos del futuro. Ingenieros mecánicos del futuro. Si hacen mal la prueba, serán relegados a operarios de desechos. Obligados a ir a las minas de sal. Ascendiendo los escalones, pisando cada vez más arriba, los niños susurran en voz baja:
—Igneas, metamórficas, sedimentarias...
Hay niños que lloran siendo arrastrados por la multitud. Otros niños susurran:
—Cúmulos, estratos, cirros...
Un niño adyacente cita al avatar implacable y demente profeta Adolf Hitler en voz baja:
—«Solamente aquel que conquista a la juventud ganará el futuro».
A su llegada al portal del edificio, posicionado en lo alto de la rampa de los muchos escalones, los ojos del agente-yo giran la cabeza para mirar atrás e intentan recuperar la imagen de los progenitores. No tiene esa fortuna. No resulta posible. Desde una distancia tan grande, todos los progenitores forman una masa compacta. Ningún progenitor se distingue. Al pie de los escalones de la rampa, solo es visible una densa multitud gris. Una turba abigarrada y variopinta.
Desde abajo, este agente también debe de estar perdido entre la multitud de niños similares.
Cita: «Solamente aquel que conquista a la juventud ganará el futuro».
Al momento siguiente, este agente entra en el portal impulsado y arrastrado por la marea de la generación propia. Empujado a través del umbral por el oleaje de coetáneos hacia la dirección del futuro inevitable, los labios del agente-yo llevan a cabo una oración silenciosa:
—... radio, radón, renio, rodio...
Todos son tragados por la garganta del pasillo hasta que el portal se encaja detrás de ellos y los separa para siempre del pasado.
Empieza aquí el informe decimonoveno del agente-yo, número 67, a su llegada al centro de distribución de productos de venta al público de la ciudad de XXXXX. Centro de venta número XXXXX. Fecha XXXXX. Para que conste en acta, todavía no he sido adoptado para convertirme en miembro de pleno derecho de la familia-huésped Cedar. Haciendo todos los esfuerzos posibles para resistirme a ser absorbido por el culto americano del individuo, el método tradicional de la oligarquía enquistada para mantener el poder propio: fracturar a los ciudadanos aislados en religiones distintas, razas distintas y familias distintas. Lo que se etiqueta como riqueza de diversidad cultural. Separar las cosas únicas para que cada ciudadano termine a solas. Para que todo voto acabe careciendo de valor. El ciudadano individual es celebrado como algo especial, cuando en realidad pierde todo su poder.
Solamente cuando se alía con el propósito estatal gana el ciudadano un poder real. La misión y el plan estatales crean un individuo indefenso dotado de identidad noble y de una razón grandiosa para existir.
A la llegada al centro comercial, la puerta mágica y silenciosa se abre de lado y desaparece en el interior de la pared para abrir un camino desde el exterior. Aparece en el interior la figura de la anciana, Doris Lilly, la esclava ataviada con blusón rojo, que dice:
—Bienvenido a Wal-Mart. —Dice—: ¿Puedo ayudarlo a encontrar algo?
La boca de este agente compone una sonrisa y diseña la cara en forma de agradable mirada a los ojos. Este agente dice:
—Muy venerada madre vetusta... que encomiable resulta semejante valentía ante la propia enfermedad y defunción inminente... —Y añade—: ¿Dónde se vende aquí el detergente de bórax? —Dice—: ¿Es posible adquirir aquí crémor tártaro?
Para que conste en acta, estacionado a modo de centinela dentro de las puertas de Wal-Mart, el esqueleto reseco cubierto de pellejo partido por infinitas fisuras, la estimada ciudadana anciana, posa la mirada en este agente y dice:
—Vaya, vaya. —Dice—: Pero si es nuestro pequeño
héroe
.
Los pies del agente-yo se posicionan ante el elogiado esqueleto, y a continuación este agente solicita ayuda; pregunta la ubicación donde se adquiere el ácido muriático y también el desatascador de desagües...
—Cielos —dice el muy respetado cadáver en descomposición, desplegando los dedos estriados alineados a ambos lados de la cara nudosa y enmarcando así una mueca de ojos y boca muy abiertos para fingir expresión de sorpresa. Y dice—: No me digas que te dedicas a salvar la vida de niños inocentes
y también
a limpiar ventanas...
Deambulando por el interior de Wal-Mart se ve al agente Tibor y al agente Mang. También es visible la muy gloriosa señora Globos Inflables, la dama delegada de Malawi. Y la exuberante señora Airbags Delanteros, la dama delegada de Nepal.
Escondido en el interior del pantalón del agente-yo, el papel-moneda americano manchado de materia fecal de Trevor Stonefield, un dinero humedecido por la semilla de este agente, parcialmente saturado de sangre del matón amarillo-claro.
—Los artículos de limpieza —dice la venerable momia de carne muerta— están en el pasillo quince.
Los pies del agente-yo emprenden un pequeño desfile que rodea el laberinto de paquetes reunidos e impresos con muchos colores vivos de tinta. Paquetes recubiertos de plástico resplandeciente y terso. Una multitud multitudinaria de excesivos objetos alineados sobre los estantes, con sus caras radiantes suplicando ser consumidos antes de caducar. Potenciados al máximo. Sabor extrafuerte. Su valor irá menguando en cuestión de días hasta que el paso del tiempo los convierta en basura.
En secreto, la máquina de pensar del agente-yo cita al violento cínico y defensor del socialismo Johann Most, dentro de su cabeza: «Aquel que mire a América verá que la nave se mueve a fuerza de estupidez, corrupción o prejuicios».
Al momento siguiente aparecen delante los seductores melones de la dama delegada de Gambia. La hembra caucasiana dotada de cráneo dolicocéfalo, con una mano en alto para entrelazar los dedos con los cabellos morenos, se retuerce del pelo y se tira de él para demostrar la superioridad de su salud mediante la resistencia a la tensión de sus mechones. Mientras hace un despliegue de sus ojos grandes en el interior de sus arcos cigomáticos hundidos, todo en ella indica una gran aptitud para generar grandes números de descendientes vivos. La dama delegada pone la boca en forma de facsímil de labios hinchados y dice:
—Hola. —Dice—: No sabía que tú venías por aquí...
El cráneo del agente-yo se limita a inclinarse hacia delante a modo de saludo. Posicionamiento paralizado.
Dentro de la mente del agente-yo, este agente dice en secreto: «... galio, germanio, hafnio...».
—Yo voy casi siempre —dice la dama delegada de Gambia— al Wal-Mart de Spring Vista Parkway, aunque a veces voy al Wal-Mart de Valley Drive. —Tira de su propio pelo e infla la labiadura facial—. ¡Justo hoy decido probar un Wal-Mart nuevo...
y te encuentro a ti
! —dice—. Qué
raro
, ¿no?
Merodeando por la periferia del campo visual, el agente Tibor observa la escena. Da rodeos de vigilancia. Tibor va ataviado con un blusón típico americano, con los bajos colgándole hasta las rodillas y en la tela negra una inscripción en letras del alfabeto inglés que dice: «Paseos en bigote a 50 céntimos».
La delegada de Gambia dice:
—Gracias por salvarme la vida el otro día. —Con los dedos de la mano se dedica a peinarse los mechones. Con los dedos de la otra mano se toca el lóbulo de la oreja y luego se acaricia la mandíbula, resiguiendo el elegante túnel descendente de la tráquea hasta llegar al escote de las glándulas mamarias. Con la mano posada en el escote, la delegada dice—: Tal vez podríamos quedar para comer un día, ¿no?
También anda merodeando el hermano-huésped perro-puerco, posicionado detrás de la dama delegada, burlándose con su lengua de perro-puerco extendida, meneando la punta rosada y puntiaguda del músculo lingual propio en dirección a la delegada. A continuación ahueca las manos propias por encima del músculo pectoral propio para imitar unas glándulas y se pone a retorcerse y estrujarse las glándulas mamarias invisibles con los dedos.
La voz del agente-yo, hablando en el tono más diplomático posible, dice:
—Adorada señora superior... —Dice—: Entiendo que ya ha sido usted fecundada anteriormente.
Los dedos de la mano que está tirando del mechón de pelo se quedan paralizados. Y la dama de Gambia dice:
—¿Eh?
La cabeza del agente-yo señala en dirección al lejano agente Tibor. La delegada dice:
—Ah, eso. —Dice—: Ayer me salté la clase de álgebra 2 y me fui a Planificación Familiar. —El dedo de la delegada se separa del escote para hacer un pequeño gesto en dirección a Tibor.
Los dedos de Tibor no devuelven el gesto.
Los pies del agente-yo continúan su desfile para descubrir el pasillo quince, la lejía necesaria para destilar el hidróxido de sodio que hace falta para la Operación Estrago, El cloruro de zinc comercializado como fluido de Tinner's.
Al momento siguiente, a este agente se le acerca el agente Metro para entregarle un cargamento enorme de billetes de dólar americanos. Después se le acerca la agente Sheena para concederle a este agente una suma masiva adicional de dinero de papel extraído de los platos de la comida religiosa.
Desde una distancia cada vez mayor, la voz de la delegada de Gambia persigue a este agente. La señora de Gambia dice:
—Cuando tú quieras. —Y desde más lejos, y más débil, la voz dice—: Quizás nos veamos en el instituto, ¿no?
Al momento siguiente, el hermano perro-puerco se pone a dar pasos furtivos adyacentes a los de este agente. Desfilando al compás, el hermano-huésped dice:
—Eres el puto amo, Pigmeo. —Dice—: A partir de ahora vas a estar hundido hasta el cuello en coños calientes y mojados.
El hermano-huésped describe cómo, en este momento actual, las autoridades están llevando a cabo una autopsia sobre el cadáver difunto y decapitado de Trevor Stonefield. Para explicar su conducta aberrante, están destripando el cráneo de pelo amarillo-claro y extrayendo el cerebro para efectuar una búsqueda minuciosa de tumor. Están fracturando con sierras al matón muerto en muchos pedazos. Mutilando en fragmentos el cadáver patético en busca de posibles respuestas. Ritual americano para volver inofensivos a los criminales después de muertos, sacarles la sangre y dividir por separado todos los órganos vitales. Desmontando por completo la carne contaminada.
El hermano-huésped dice:
—¡Pequeñajo,
tienes
que enseñarme a arrancarle la cabeza a la gente!
Los pies del agente-yo continúan su desfile y recitan en secreto: «helio, hidrógeno, hierro...».
Perro-puerco dice:
—Supongo que mi hermana es intocable ahora que también va a ser tu hermana.
Dentro de su máquina de pensar, este agente recita en secreto: «holmio, indio, iridio...».
Al momento siguiente, al agente-yo se le acerca la delegada de turgentes senos de Haití haciendo una demostración de conducta estándar de apareamiento: la cinturilla del pantalón bajada para dejar al descubierto el vientre y la hendidura de las nalgas ocupada por la tira central de una ropa interior tipo tanga de color rosa. La hembra caucasiana muestra un grado típicamente bajo de proyección del reborde alveolar que contiene unos dientes prístinos. La dama delegada separa los labios relucientes de la cara y dice:
—Hola, Pigmeo...
Los pies del agente-yo continúan su desfile.
Los pies del hermano perro-puerco se detienen y se posicionan en situación adyacente a la delegada de Haití para decirle:
—Eh, buenaza... —Dice—: Ese con el que intentas ligar es mi nuevo hermanito.
Para que conste en acta, no soy hermano. Todavía no estoy adoptado. No es oficial. Tal vez no pase nunca.
Sin detener su desfile, este agente responde por encima del hombro:
—Muy honorable señora... —Continúa desfilando y dice—: ¿No es usted ya el recipiente de la semilla reproductiva de Mang?
Desde detrás, apagándose a lo lejos, la voz de la dama delegada dice:
—No es problema. Fui a la enfermera del instituto... —Alejándose, más débil, su voz dice—: Y me dio esas píldoras del día después que te arreglan las cosas...
Dentro de la mente del agente-yo, este agente sigue diciendo en secreto: «...titanio, tungsteno, wolframio...».
El hermano perro-puerco y la dama delegada de Haití han quedado ambos abandonados en la estela del agente-yo.
El pequeño desfile llega al pasillo quince, donde hay un muro de paquetes apilados de bolas antipolillas de donde extraer la naftalina. Un enorme despliegue de frascos de laxante de magnesio para obtener hidróxido de magnesio. Una selección infinita de alumbres para conseguir sulfato de aluminio. Amoníaco para combinarlo con agua y obtener hidróxido de amonio. Ácido carbónico para el fenol. Bórax para destilar borato de sodio. Se acumulan aquí todos los ingredientes necesarios para el proyecto de la feria de las ciencias.
Ejecución de la Operación Estrago. Debacle masiva.
Al momento siguiente, una voz femenina dice desde atrás:
—Felicidades, camarada.
Y se revela como la voz de la agente Magda, que va pilotando una cesta muy grande hecha con alambre plateado e impulsada sobre ruedas. Magda comienza a seleccionar el alumbre de cromo y a depositarlo dentro de su cesta, diciendo:
—Has demostrado una brillantez mental superior.
A continuación Magda selecciona el vinagre, una fuente eficaz de ácido acético, coloca la botella de vinagre dentro de la cesta con ruedas y dice:
—Rescatas a un puñado de chavales americanos ridículos y tontos... —Dice—: Para que pronto podamos matar a millones...