Pigmeo (13 page)

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Authors: Chuck Palahniuk

Tags: #Humor, Intriga

BOOK: Pigmeo
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Al momento siguiente, el delegado ataviado con burka estira el brazo para agarrarse los bajos. El delegado se levanta el burka para revelar el interior: las perneras del pantalón remangadas hasta la rodilla; luego desvela el torso y deja al descubierto la cara de Trevor Stonefield. Y deja ver lo que hay metido debajo de la hebilla del cinturón: un Colt DA corto del calibre 38, en su versión de aleación, con cañón de dos pulgadas. La mano de Trevor agarra el gatillo de la Detective Special.

En el oído del agente-yo, Magda susurra cita del belicoso visionario y héroe autocrítico Vladimir Lenin y dice:

—«Un hombre armado con una pistola puede controlar a cien sin ella».

La boca del cañón centellea, y la cabeza con trenzas rubias de la delegada de Zaire explota. Al momento siguiente, el fez de Timor Oriental explota. El turbante de Egipto. El tocado de plumas de Brasil explota.

Toda la muy valiosa educación de las naciones, todas las culturas y su legado, todos los acontecimientos históricos celebrados como festividades y las criaturas del futuro. Las contribuciones respectivas a la civilización. Las ideologías de Estado, los idiomas, las leyes, todo queda liquidado. Todas las aspiraciones y crímenes. Todas las opiniones y prejuicios. Pulverizados y hechos trizas. Las concepciones de la deidad, las éticas y las estéticas ingenuas. Los mejores ideales de las naciones quedan convertidos en pastel de carne gris y humeante, expulsados por los orificios de salida de los turbantes o los peinados afro o las coronas enjoyadas.

Unos delegados quedan paralizados. Unos delegados huyen gritando. Otros delegados siguen riendo, soltando eructos de vodka o bien emitiendo toses de humo de cannabis con los ojos enrojecidos.

El hermano-puerco registra el pogromo con su cámara. La hermana-gata agacha la cabeza frutal para que los plátanos y la piña de plástico queden cobijados debajo de la mesa de los delegados, pulsando teclas de teléfono para convocar a la policía. Magda está refugiada detrás del estrado, debatiendo si mientras está rellena de un feto puede ejecutar el Salto de la Hiena, el Martirio del Mono o el Vuelo del Leopardo, catapum, para neutralizar al atacante.

Cita: «Un hombre armado con una pistola puede controlar a cien sin ella».

Y durante todo esto, el arma corta de Trevor sigue eliminando a jóvenes compañeros. Siguen explotando cabezas.

La mirada del agente-yo se posa en el cargamento interior de la blusa de Magda, en su regazo dilatado, y este agente dice:

—Camarada, ¿es realidad lo del embarazo?

Y Magda, la agente número 36, colocando la boca en forma de media sonrisa, saca la baguette de pan para limpiar los restos de bigote mezclados con agua de ojos, la tinta negra que satura el pan blanco. El pan sucio. Y todo el tiempo, Magda inclina la cabeza primero hacia delante y luego hacia atrás, hacia delante y hacia atrás, y repite para formar el gesto de la cabeza que significa «Sí... sí... sí...».

COMUNICADO DECIMOCUARTO

Empieza aquí el informe decimocuarto del agente-yo, número 67, rememorando antiguo desfile solemne durante la celebración de XXXXX. Supervisado por el alto comandante supremo XXXXX. Fuerza militar reunida combinada de infantería y artillería de la nación natal XXXXX. Desfile celebrado en fecha de hace muchos años. Para que conste en acta, se repite aquí la crónica de una historia formativa del agente-yo.

Para reforzar una lección temprana y muy relevante de este agente.

Se describe aquí un enorme despliegue para la defensa nacional, extendido a lo largo del bulevar central, lleno de una acera a la otra, con muchas hileras densas de tanques de batalla rodando estruendosamente sobre sus orugas de acero. Tanques de batalla Leopard 1A5 originados en Bélgica. Tanques tipo 99, 96 y 59 originados en la República Popular de China. Hileras infinitas, orugas traqueteando sobre el pavimento de piedra. Tanques Zulfiqar MBT originados en Irán. M48 Patton originados en Líbano. Tanques K2 Pantera Negra originados en República de Corea.

En el bulevar de la gran ciudad capital, los ciudadanos se alinean para emitir su clamor detrás de un cordón de sogas. En el lujoso pavimento de los márgenes del bulevar central, se apiñan apretadas muchas bocas que gritan echadas hacia atrás, lanzando vítores para mostrar solo dientes. Muchas manos inundan el cielo y azotan el cielo azul con un número incontable de orgullosos estandartes nacionales.

El cielo azul, sin nubes que enmascaren la admiración del sol.

Para que conste en acta, todos los agentes de mi generación participan en el ensayo. El agente Tanek. La agente Magda. El agente Mang. Van siguiendo estrictamente las instrucciones que el líder del escuadrón emite con su batuta. El líder comanda el avance del desfile con pasos estándar de ocho por cinco, cubriendo cinco metros con cada ocho pasos. Pasos estándar de 22,5 pulgadas. Velocidad acompasada con tanques de batalla y obuses de artillería.

Por entre los tanques de batalla sin fin desfilan las piezas de artillería antitanque de 90 milímetros Kanonenjagdpanzer, originadas en Alemania. Los impresionantes cañones antitanque tipo ISU-152 con cañón de 152 milímetros, originados en la antigua Unión Soviética. También los morteros autopropulsados 2S4 Tyulpan soviéticos con 240 milímetros de calibre.

Desfilan junto con los imponentes y majestuosos lanzagranadas de campo. Con la magnífica y enorme extensión de ametralladoras de asalto Rooikat 76 originadas en Sudáfrica, las armas de campo relucientes, una amplia superficie paisajística de emocionante metal de acero y municiones pasa revista.

Desplegados formando hileras y más hileras de aspiración total de poder, los agentes avanzan desfilando como una cosecha orgullosa. Preparados para la siega.

La multitud de ciudadanos contenidos detrás de la soga presencia el surtido de cañones gemelos antiaéreos Oerlikon de treinta y cinco milímetros originados en Suiza, que causan derretimiento de orgullo en los ciudadanos. Inflamiento de pechos por las inhalaciones abundantes de orgullo. Todas las caras exhiben gran clamor de bocas. Todas las manos blanden banderas en movimiento.

Por el horizonte discurre un río negro de soldados a pie, muchos miles de millares que van emitiendo un parpadeo negro cada vez que sus incontables perneras izquierdas de pantalón dan una zancada hacia delante. Un latido negro cada vez que sus infinitas perneras derechas de pantalón dan una zancada. La horda de soldados es tan densa que forma una sola columna negra. Hileras más allá de lo contable. Un latido negro y otro y otro más mientras las piernas incontables emprenden zancadas y los brazos infinitos cargan con los rifles echados al hombro. Y la gran cosecha de soldados maduros y relucientes, la extensión enorme del desfile, parpadea cuando el líder de la división ordena que las caras se vuelvan hacía la tribuna para pasar revista.

Los cascos sin fin, los obuses inspirados, las ametralladoras de campo, los cañones de asedio y los nobles tanques de batalla se extienden desde un horizonte hasta el opuesto, siempre avanzando, no hay enemigo capaz de resistirse a este Estado.

Acercándose a la tribuna donde se pasa revista, a la instalación que alberga a incontables líderes brillantes de este Estado y estadistas nacionales de gran sabiduría, avanzan desfilando el agente Oleg, el agente Chernok y el agente Vaky. Todos con pasos exactos de 22,5 pulgadas. Las suelas de los agentes van inmediatamente delante del traqueteo de las orugas de los tanques de batalla. Las botas de los agentes caminan a la sombra imponente que las sigue y se eleva por encima de ellos, los tanques FV101 Scorpion originados en Botswana.

En medio del estruendo de los vítores de los incontables ciudadanos orgullosos, vociferando, apiñados detrás de los cordones de soga igual que corredores después de una carrera maratoniana de muchos millones de millas que ahora no son capaces de romper la línea de meta. Los ciudadanos jadeantes forcejean contra el cordón, agarran la soga con las manos, inclinados hacia delante hasta meter sus caras en el interior del desfile. Los dientes y el pelo de los ciudadanos presionan contra los cañones ligeros que pasan. Sus caras esquivan el avance de los morteros autopropulsados.

Por encima del estruendo de los vítores, se oyen unas voces que dicen:

—Oleg. —Dice—: ¡Oleg, mira aquí!

En el radio de una distancia corta, una ciudadana femenina aferra el cordón de soga y grita con una boca que es exactamente igual que la boca del agente Oleg. Los ojos azules de la ciudadana femenina reflejan los ojos de Oleg. La mujer dice:

—¡Cariño, mi Oleg!

Flanqueando a la mujer, un ciudadano masculino también forcejea detrás del cordón, agitando las manos para llamar la atención. El hombre blande un bulto de peluche, tejido en pellejo animal artificial, un bulto donde hay cosidos un par de botones negros que hacen de ojos, donde hay cosidos un hocico y una boca que imitan a un oso falso en miniatura. El ciudadano masculino zarandea el pequeño oso y dice:

—Oleg. —Y añade gritando—: ¡Estás vivo!

En el seno de las filas desfilan el agente Tibor, el agente Ling y el agente-yo, acercándose con firmeza a los ciudadanos masculino y femenino trastornados. Con el uniforme de gala del desfile. Provistos de armas de mano Beretta de nueve milímetros, semiautomáticas, acción doble, con retroceso. De botas negras abrillantadas. Todos pisando al unísono. Todos dando pasos como un solo hombre.

La mujer loca inclina la cabeza propia por debajo del cordón, violando la soga, gateando por las losas del pavimento de la calle mediante el uso de manos y rodillas dobladas, y dice:

—Espera.

El hombre loco la sigue por debajo de la soga, sosteniendo la imitación en peluche de un oso. El ciudadano masculino muestra un pelo que es un duplicado del pelo del agente Oleg. Un duplicado del mismo puente nasal caucasiano, con arcos cigomáticos prominentes encima de cada mejilla. La misma tez pálida de Oleg. El hombre trastornado se arroja a sí mismo a la calle y dice:

—Te hemos encontrado.

Las miradas de todos los agentes están posadas en la batuta del líder del escuadrón, que es la que traza las señales del ritmo. Todos los pasos miden 22,5 pulgadas. El traqueteo estruendoso de las orugas de los tanques de batalla pisa los talones de los agentes. Más adelante, las miradas evaluadoras de los incontables cargos superiores del Estado nos contemplan desde la tribuna.

La mujer y el hombre locos se postran sobre las losas del pavimento, forcejean con las manos para salvar la alcantarilla y por fin dan tumbos para ponerse de pie. Emitiendo lamentaciones. Blandiendo el oso de peluche. El hombre y la mujer trastornados esquivan las montañas de acero en movimiento, los tanques de batalla Challenger 2 originados en Omán, y dan brincos por entre las orugas apisonadoras de los M1 Abrams originados en Somalilandia. Los abrigos de los ciudadanos dementes ondean a su alrededor. Los locos extienden los brazos. Adelantan corriendo a los tanques de batalla T-84 Oplot originados en Ucrania.

Al momento siguiente, el hombre y la mujer alucinados agarran al agente Oleg, jadeando oxígeno y agarrándolo del uniforme negro de gala. La mujer loca, con los ojos emitiendo agua que inunda la cara propia y la ciega hasta que la capa de agua cubre desde las mejillas hasta la barbilla, dice:

—Se te llevaron para hacerte pruebas. —Agarra a Oleg y le estampa sus labios fruncidos de loca para hacerlos contactar con muchas ubicaciones de la cara de Oleg, diciendo—: Se te llevaron y nos dijeron que habías muerto.

La hembra trastornada agarra a Oleg. El hombre trastornado agarra a la hembra y da tirones de ella para sacarla de entre las hileras de agentes del Estado. Para extraerla por completo del desfile.

Para que conste en acta, el agente Oleg presenta una gran resistencia. Lanza su contraataque, barriendo con la pierna para hacer, catacrac, el Salto de la Hiena, y atizar con la pierna a la mujer loca. Golpea con el puño al hombre trastornado. El agente 68 propina con el codo, zas-cras, el Puñetazo del Panda. Asesta con la cabeza, pam-patam, el Ariete del Carnero, y todo sin dejar de ejecutar la marcha, cubriendo cinco metros con cada ocho pasos.

Al momento siguiente, el hombre loco lanza el oso falso. Dejando a la vista los ojos negros hechos de botones. La boca de costuras. El ciudadano masculino exhibe el oso tejido en pellejo artificial y dice:

—Te hemos traído a Wolfy. —Dice—: Te acuerdas de Wolfy...

La hembra loca lucha para refrenar el ataque de los brazos y las piernas de Oleg. Su Salto del Lagarto. Su Golpe del Sabueso. No hay cuerpo que pueda avanzar hasta que avance el cuerpo de Oleg. Todos los agentes quedan paralizados. Todos los cañones y tanques de batalla rechinan hasta detenerse por completo.

El enorme poder muscular del enorme Estado al completo se aproxima a su revisión oficial de todos los años. Los eminentes estadistas superiores aguardan.

Y en el mismo momento, la mirada de ojos azul pálido del agente Oleg se queda petrificada sobre el oso falso. Los pies de Oleg no caminan. Ninguno de sus miembros compone el Puñetazo del Panda.

Oleg se detiene, y el escuadrón se detiene. El escuadrón se detiene, y los tanques de batalla se detienen. Los AMX-30 originados en Venezuela se detienen. El cañón de asalto modelo 1877 originado en Italia se detiene. El acero de las orugas traquetea, retumba, y el avance portentoso de las sombras por el pavimento se detiene. Silencio. El enorme aparato del poder y la potencia estatales queda atascado por culpa de la demencia de un solo individuo masculino y otro femenino. Las orugas de los brutales tanques acorazados con revestimiento de metal acero dejan de rodar hasta detenerse, dejan de retumbar debido a dos ciudadanos trastornados que ahora abrazan como unos atontados a un simple joven en medio de la calle.

La multitud de ciudadanos contenidos con sogas detiene sus vítores. Las manos cesan de agitar banderas. El cielo azul queda silenciado y se limita a presenciar cómo la boca estúpida de la hembra aberrante traga inhalaciones de aire mientras se restriega a sí misma contra el individuo masculino idiota y el agente Oleg. Ese agente, el número 68, sufre asalto tremendo de gestos afectuosos, gran violación por medio de caricias.

El enorme despliegue enérgico de la maquinaria de poder militar, la falange de avance implacable, totalmente interrumpidos.

En la ubicación presente entre ambos horizontes lejanos, todo queda detenido. La vasta extensión de soldados incontables con sus bazookas al hombro, con las pistolas y las municiones que les rodean las caderas, ya no son más que meros testigos. La multitud contempla en silencio a los ciudadanos.

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