La mano de la agente Magda se eleva para decir que sí. Todos los agentes se quedan mirando al agente-yo.
El reverenciado instructor cita al totalmente vil tirano y brutal rey Adolf Hitler y dice:
—«No veo por qué el hombre no debería ser igual de cruel que la naturaleza».
La mano de este agente se eleva. Un «sí» totalmente en unísono. Componiendo una única voz.
Hoy el talentoso instructor dice: este crimen es lo que Occidente denominaría un «bautismo». El crimen de hoy convierte a los agentes aquí presentes en un placer para la deidad. En sucios pecadores. La propia extinción cruel y gloriosa entre gritos queda merecida. Cuando llegue la jornada al azar designada para vuestra tortuosa extinción —por caída de aeronave o veneno nuclear—, entonces el recuerdo de tantos crímenes personales reconfortará y calmará a los operativos cuando accedan a la eternidad. Importante, dice el reverenciado instructor:
—Después de esto, deseadle a la deidad superior un enorme placer en asesinaros.
Desde el día presente, merecemos morir.
Al momento siguiente, el roedor blanco se resbala, se desliza y cae por el agujero del desagüe. Alimentando las dentelladas de metal. Desaparece.
Cita: «No veo por qué el hombre no debería ser igual de cruel que la naturaleza».
Al momento siguiente, el chillido del roedor también desaparece. Ya solo se oye el tableteo del chorro de agua hirviente sobre la cubeta de metal. El instructor de gloriosa sabiduría se inclina hasta estacionar las manos bajo el chorro, donde ambas forcejean entre sí y forcejean con la pastilla de jabón hasta lavarse.
Del agujero negro del desagüe emerge una voluta de vapor blanco. Ni chillido ni olor animal. El roedor blanco ha sido borrado.
Empieza aquí el sexto informe del agente-yo, número 67, que asiste hoy a sesión inicial de educación estructurada obligatoria. Institución de educación pública XXXXX. Nivel medio XXXXX. Aula XXXXX. Fecha es el momento actual. Para que conste en acta, las instalaciones de educación americana están destinadas a humillar a los jóvenes nativos y destruir todo el respeto que puedan tenerse a sí mismos. Conspiran para degradar toda su dignidad. Las tareas se asignan calibradas para destruir toda su autoestima.
Para que conste como ejemplo, en la clase dirigida que lleva por título «Coro juvenil de swing» muchos jóvenes potencialmente brillantes son obligados a cantar canción que describe una precipitación atmosférica que no para de aporrear la cabeza del agente-yo. Que se queja de que ambos pies son demasiado grandes para el colchón de dormir. Canción llena de idioteces sin sentido. A continuación hay que cantar cómo en el pasado se ha visitado un paisaje árido a bordo de un equino sin denominación propia. Todos los estudiantes están obligados, sin alternativa.
No hay bebés animales para experimentar. No hay acceso a la nitroglicerina. Este agente posee demasiado respeto para preguntarle al maestro: ¿por qué engordar y atiborrar la cabeza con tanto arte y música inservibles? ¡No beneficia en nada al Estado!
Para que conste en acta, en el momento en que el instructor americano se presenta en la clase, los alumnos no se ponen de pie y dicen al unísono con una sola voz: «Saludos, muy estimado y reverenciado educador. Acepte, por favor, nuestro agradecimiento por la sabiduría que nos imparte».
En la sesión inicial del aula, el agente-yo se pone de pie por instinto y su boca formula el saludo, creando un silencio completo en el aula. El instructor mira. Todos los alumnos miran a este agente.
Del fondo de la clase viene una voz masculina:
—Vete a la mierda, Pigmeo.
Otra voz femenina dice:
—Pigmeo, tú eres gilipollas.
Seguido de una risa de todos.
Sería posible que la mano de este agente arrojara lápiz afilado, Dardo Proyectil del Puercoespín, fiii-zas, como jabalina veloz que arponeara el centro de la frente de un alumno, causando desperfectos en su cerebro, de manera que si sobreviviera... vegetal.
Para que conste en acta, la hermana-gata ocupa la misma aula que el agente-yo. La hermana-huésped emite olor a humo de soldadura fundida, tiene el dedo con manchas rojas de quemaduras y parches relucientes de piel chamuscada. La hermana-gata padece irritación en el reborde de los ojos, túneles ramificados de sangre ocular a la vista, enfurecidos por el humo venenoso de la soldadura.
También está presente en el «Coro juvenil de swing»: Trevor la Puta. Y también la agente Magda.
En otro recinto del mismo pasillo, en la ubicación de la nutrición del mediodía, los ojos del agente-yo presencian a Tibor, Mang, Chernok, Tanek, Otto y Vaky; todos los agentes intentan sacarse de la cabeza las letras estúpidas de las canciones, infectados por el lenguaje sin valor de la poesía occidental corrupta. Inservible poesía y música americana que no celebran el sacrificio de una vida entera para preservar el Estado. Que no vaticinan un futuro luminoso de resplandecientes armas nucleares, trigo abundante y relucientes fábricas. No, lo único que hacen la mayoría de las canciones americanas es animar a disfrutar de actos prematuros necesarios para la reproducción, a obtener permiso para entremezclar óvulo y semilla entre compañeros al azar ocupando el banco trasero acolchado de un automóvil.
La estructura educativa americana sirve una función primaria de presentarte a tus compañeros de reproducción. Durante las sesiones, muchas hembras viables forman pandillas y se aglutinan en torno a los cotilleos verbales. Pestañeando con las cubiertas de piel de los ojos en dirección al macho potencial más simétrico. Los jóvenes masculinos mesomorfos, identificados como objetivos por sus semillas, caminan pavoneándose entre nubes hediondas de infección por hongos en la entrepierna adquirida por llevar suspensorios atléticos poco limpios.
Todo el mundo debe cantar cosas absurdas o no se le permite acceder a la universidad, ni tampoco a clases de física ni a entrenamientos avanzados. Se les obliga forzosamente a cantar cómo anhelan una ubicación en lo alto del espectro arqueado de longitudes de onda lumínica creado por la precipitación atmosférica. La misma canción expresada por Judy Garland, mártir desoladora, peón sacrificado de la maquinaria del entretenimiento capitalista a manos de un complejo combinado de fármacos.
Si no cantan, los jóvenes están condenados a la pobreza. Se les niega todo posible progreso en la vida y toda realización personal.
Durante el «Coro juvenil de swing», mientras nos obligan a ponernos de pie formando cercas, hileras diversas de cercas humanas, y a cantar canciones de lavado de cerebro, la agente Magda se inclina por detrás de este agente, acerca su boca a la oreja del agente-yo para formar un susurro y dice:
—¿Camarada? —Dice—: ¿Comienza usted fase uno de Operación Estrago?
La boca del agente-yo se limita a articular con los labios la forma de la letra de la canción, sin cantar, y dice a modo de respuesta:
—No, camarada.
A fin de obtener adiestramiento en química orgánica o en estadísticas de flujo de partículas nucleares, hay que llevar a cabo multitud de rituales idiotas: pintar cuadro, voleibol, realizar vals, fabricar poesía, participar en partidas de esquivar pelota, gritar canciones idiotas o bien torturar violín o piano usando muchas notas falsas. El total de la mayoría de los días consiste en tareas inútiles. La peor tortura posible, contemplar el desperdicio de la juventud.
Y peor que el tiempo malgastado es cómo la canción idota ocupa la cabeza del agente-yo. Canción que trata de balancearse con movimiento lateral del lejano cuerpo solar, y a continuación transportar las iluminaciones del cuerpo lunar hasta un domicilio contenido dentro de recipiente de cristal... La canción idiota expulsa de la cabeza todo el conocimiento útil. El «Coro juvenil de swing» es una conspiración que oprime a los jóvenes de América y los convierte en futura fuerza de trabajo esclava, para que canten millones de canciones idiotas mientras trabajan friendo hamburguesas de carne. Sumergiendo patata frita de Francia en las profundidades de una cubeta llena de grasa hirviendo.
El susurro de Magda dice:
—A estas alturas el agente Chernok ya ha puesto su semilla en varias hembras americanas. —Dice—: El agente Mang ha plantado un embrión en la propia madre-huésped.
Magda insiste en que hay que completar pronto la fase uno. Dice:
—Camarada, ¿ha puesto usted semilla en su propia hermana-huésped?
Para que conste en acta el peor de los efectos: la canción idiota expulsa de mi cabeza la mayoría de los verbos irregulares del chino mandarín. Erosiona todo mi conocimiento del portugués. La letra idiota de la canción asfixia mi entendimiento del cálculo de ecuaciones de campos avanzados. Devasta y empuja al olvido los recuerdos almacenados de cómo accionar rifle de asalto de cañón medio fabricado en Irán Khaybar KH2002. Va ocupando espacio hasta que ya no recuerdo cuántas balas por minuto puede disparar el rifle de asalto ucraniano Vepr.
Para que conste en acta, solo dentro de su cabeza el agente-yo dice: «No. Este agente no fornica encima de hermana-gata». Pero en cambio, informando del propio estatus a modo de respuesta, digo:
—Camarada agente treinta y seis... —Digo—: Ocúpese de misión propia, ¿ya transporta usted embrión americano?
No hay respuesta. Solo berridos de multitud americana de príncipes y princesas perfumados con la miseria de sus prendas de colores vivos cosidas por trabajadores del Tercer Mundo. Con sus pantalones donde tiemblan aparatos telefónicos de plástico, aguardando respuesta. Otros jóvenes tocan los teclados con los pulgares para componer palabras impresas en inglés, transmitiendo mensajes constantes.
Envuelto en la niebla de la canción idiota, el susurro de la agente Magda dice:
—No, no he recibido semilla americana... —Dice—: Sin embargo, he formulado importante plan para adquirirla.
En la hilera de la cerca que se levanta inmediatamente delante de mí, tengo el dorso de los hombros y el cuello de la hermana-huésped. Con su olor a humo de metal de plomo fundido. Con el pelo recogido para caer en cascada sobre el espinazo de la hermana.
Desde detrás, Magda me dice:
—Prioridad primera, cada uno debe engendrar bebé-ancla americano. —Susurra cita del afamado anarquista radical Mijaíl Bakunin y dice—: «La pasión de la destrucción también es una pasión creativa».
Delante, a la hermana-gata le vibra el pantalón. La mano de la hermana hurga para extraer su teléfono del bolsillo propio. Sus ojos miran las palabras del mensaje impresas en inglés. Y devuelve el teléfono al pantalón.
Magda susurra con aliento caliente en mi oído:
—¡Debes plantar semilla deprisa en ella usando Maniobra del Coito de Conejo: chof-chof!
Cita: «La pasión de la destrucción también es una pasión creativa».
Al momento siguiente, la hermana-gata gira el cuello para observar al agente-yo. Estirando el cuello para echar un vistazo por encima del hombro propio, la hermana-huésped me dice:
—¿Pigmeo? —Y subiendo la voz para batallar contra el ruido de las canciones, dice—: Me acaba de mandar un mensaje de texto Trevor Stonefield... —Usando la mano propia, el dedo de la hermana-gata lleva a cabo un contacto rápido con la frente propia, luego un contacto con el esternón, luego con el deltoides izquierdo y por fin con el deltoides derecho, formando gesto de superstición: la mano describe la silueta del falso hombre torturado que pende de los palos. A continuación pone los ojos muy abiertos y me dice—: Ten cuidado con Trevor cuando juguemos a esquivar la pelota, ¿vale?
Empieza aquí el séptimo informe del agente-yo, número 67, sentado en la cámara de dormir de la hermana-huésped. Estructura doméstica de los Cedar. Comunidad suburbana XXXXX. Fecha XXXXX. Para que conste en acta, en la noche de hoy la hermana-gata absorbe toda la luz.
La hermana-huésped se aplica pintura negra en la cara, una cobertura completa de negro, se rodea la boca y los ojos de tal manera que los dientes blancos brillen mucho y que los ojos blancos se vean enormes y parpadeantes como antiguo cabaret con negros falsos. Brazos y piernas ataviados con blusa y pantalón negro. Los pies en calzado de color negro. La blusa negra incluye cuello de cisne. La hermana posa la mirada en los ojos propios reflejados en el espejo que tiene sostenido en la mano propia.
La mirada del agente-yo consume sin cesar los gestos de la hermana y su progreso para hacer desaparecer la cara propia. En el día actual, este agente vuelve a estar sentado con los pies colgando del borde de la cama de la hermana-huésped, en el colchón donde se amontonan las mantas. Los animales de bordado marrón sonríen todos. Animales humorísticos.
Al otro lado de la ventana de la cámara de dormir, la noche de hoy. El cielo no muestra luna en órbita. Tampoco hay manchitas de sistemas solares lejanos.
Al momento siguiente, la puerta que estaba afianzada en la pared se abre y desvela al hermano-puerco.
Sin despegar la mirada de la cara negra del espejo, la hermana-huésped dice:
—Caray, ¿es que no llamas nunca antes de entrar?
El hermano-huésped dice:
—¿Te estás maquillando para el baile de esta noche?
La hermana se extiende la pintura por el margen del ojo. Pone la cara de lado al espejo, y su ojo presencia el reflejo propio con el rabillo.
El hermano perro-puerco posa la mirada en el agente-yo. El pie del hermano-huésped da una patada a la cama y dice:
—¿Y tú qué, Pigmeo? ¿Te apetecen un buen par de melones frescos de séptimo curso? —Media cara se le colapsa mientras perro-puerco cierra un ojo con fuerza. Hace guiño de ojo. Y dice—: ¿Quieres un poco de relleno de jersey caliente y rico?
Sosteniendo el espejo con una mano y con las yemas de la otra manchadas de pintura negra, la hermana-gata dice:
—¿Mamá y papá ya se han quedado dormidos?
Hermano perro-puerco dice:
—¿Les has vuelto a dar otra sobredosis?
La hermana-huésped extiende ambas manos a los lados de la cara y las usa para peinarse el pelo hacia atrás, aplanándolo. Contiene los mechones de pelo utilizando un bucle de látex sintético. Sus manos trazan otro bucle bien prieto y repiten los bucles de la banda de látex hasta que el pelo le queda bien pegado al cráneo. La hermana-gata extrae un compartimiento deslizante de la parte delantera del aparador, que está lleno atavíos lavados a máquina y diseñados para sostener glándulas mamarias. Además hay en el interior muchos pantaloncitos tejidos con nailon para albergar bien prietas la entrepierna y las nalgas de la hermana. Color amarillo. Con muchos genitales de plantas de margarita grabados. La hermana dice: